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- Hakudoshi se dedica ahora a matar hechiceros?- preguntó Sango- entonces, esto tiene que ser cosa de Naraku.
- Sin duda- Miroku le dio la razón.
- Conocéis al asesino?- preguntó Rikku, poniéndose tensa.
- Tranquila. Es nuestro enemigo. Viajamos precisamente para acabar con él- aclaró Sango.
- En fin, sigue- la instó Kagome- para qué decís que habéis venido?
- Se ha convocado una conferencia de hechiceros- explicó Yukiko- en ella deberán asistir todos los hechiceros de la naturaleza de la región, con sus respectivos representantes. Allí se decidirá cómo actuar.
- Representantes?- preguntaron Inuyasha y Kagome a la vez.
- También llamados iniciadores- respondió Nincada- por ejemplo, el representante de los zafiros soy yo. En ese tipo de conferencias, los zafiros, los rubinos, los ametistas y los esmeraldas discuten en grupos. Luego se exponen las ideas en conjunto.
- Hemos venido hasta vosotros para reunirnos contigo, Kagome. Ahora estamos todos los zafiros en el mismo grupo y podremos ir juntos hacia el sitio de la conferencia- explicó Yukiko.
- Has dicho "todos"?- preguntó Kagome, atónita. Miró a los otros tres zafiros y añadió- sólo somos cuatro zafiros?
- Dentro de la región de Musashi, sí- respondió Rikku- piensa que hay que tener mucha suerte para que coincidan tu momento de iniciación y la presencia de tu kiuh a tu lado. Podría ser cualquier persona del mundo en cualquier momento de tu vida. Es por eso que somos tan pocos. Además… antes éramos cinco, no cuatro. Ese asesino desgraciado se encargó de exterminar al zafiro que tendría que estar aquí en estos momentos, con nosotros.
- Eliath- Yukiko pronunció el nombre del fallecido con pesar- aunque, regresando al tema anterior, tengo que decirte que los zafiros somos la especie más baja en población. Somos cuatro en la región, mientras que los rubinos son seis, y los ametistas, once.
- Y los esmeraldas?- preguntó Sango con curiosidad.
- Los esmeraldas son como ratas- Nincada hizo una mueca- ellos son veintinueve.
- Veintinueve!- exclamaron Inuyasha y Miroku a la vez.
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Nincada, Yukiko y Rikku se unieron al grupo. Todos juntos, viajaron durante tres días hacia la zona asignada para la conferencia: las Rocas del Sol, unas ruinas que se encontraban en el centro de un valle un tanto alejado.
Yukiko enseguida se hizo amiga de Kagome y Sango. Pasaban mucho tiempo juntas y parecía que se conocieran de toda la vida. Sin embargo, Rikku era distante, cosa que la diferenciaba mucho de su hermano. Casi nunca hablaba con nadie a menos que fuera necesario y siempre iba sola delante del grupo cuando caminaban.
Llegaron a su destino el tercer día, a la puesta de sol. Decidieron acampar en un bosque del valle. Las Rocas del Sol se alzaban imponentes medio kilómetro más adelante. Inuyasha había ido al sitio de reunión para conocer a los otros rubinos, con los que tendría que formar grupo de conferencia al día siguiente. Mientras los otros hombres buscaban leña para acampar (la ausencia de los poderes de fuego del mediodemonio les había obligado a encender una hoguera manualmente), las chicas, menos Rikku, se bañaron en unas aguas termales cercanas.
- Tendréis que perdonarla-dijo Yukiko después de unos minutos de relajación en silencio.
- A quién?- preguntó Kagome, sin comprender.
- A Rikku. Ella no es así de distante- contestó la zafira, pasándose una mano mojada por su corta melena rubia.
- Entonces… qué ocurre?- preguntó Shippo que, como siempre, había preferido bañarse con las mujeres, acomodado en su flotador- no le caemos bien?
- No! No, no es eso. Pero… os acordáis de Eliath?
- El zafiro que asesinaron?- preguntó Sango.
- Exacto. Era su pareja.
- Oh, no!- exclamaron los tres a la vez.
- Sí- Yukiko siguió, con la cabeza baja- se querían muchísimo. Se amaban por encima de todo, parecían estar hechos el uno para el otro y…- no pudo continuar, se le quebró la voz.
- Es horrible- dijo Kagome, poniéndose una mano en la frente. No quería ni imaginarse cómo se sentiría ella si su Inuyasha muriera.
- Lo de Eliath nos afectó a todos. Era un buen hombre, aún era joven y era muy apreciado por sus conocidos. También era poderoso: su poder eran los corrientes de agua. Es por eso que ella no habla con nadie: ha perdido la capacidad de confiar en la gente, y no creo que la recupere hasta ver el cadáver del asesino de Eliath. Estoy segura de que está dispuesta a matar a ese tal Naraku con sus propias manos.
- La entiendo perfectamente- dijo Sango.
- Bueno, será mejor que salgamos ya- Yukiko se levantó al verse las yemas de los dedos arrugadas.
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Inuyasha volvió pasada la medianoche. Todos dormían ya. Se acercó a Kagome (después de asegurarse que nadie estaba despierto) y la besó en la frente, con dulzura. Luego se subió a una de las ramas del árbol más cercano para dormir él también.
La luz del Sol lo despertó al cabo de seis horas. Miró hacia abajo y se quedó observando como sus compañeros salían del sueño uno por uno. Media hora más tarde, él, Kagome, Nincada, Yukiko y Rikku se despidieron de los otros para ir a la conferencia de hechiceros. A medio camino a las Rocas del Sol, Kagome le cogió la mano a Inuyasha (todos los hechiceros ya sabían su secreto, por lo cual no tenían que ocultarse de ellos)y le preguntó:
- Cómo fue anoche, con los rubinos?
- Bien. Son cinco. Conmigo, seis, tal y como dijo Yukiko ayer. Cuatro hombres (que se llaman Gion, Yodan, Yukith y Boiko) y una mujer: Thandra, la representante.
- Sois todo hombres y ella es la única mujer?
- Sí. Eso parece.
- Y qué me dices de ella?- Kagome lo preguntó con una mueca traviesa en el rostro.
- Qué quieres decir?
- Es guapa?
El mediodemonio sonrió y dijo:
- Ya veo por dónde vas…
- Pero lo es o no?
- Sí. Bastante. Satisfecha?
- No- la chica puso los brazos en jarras y simuló que estaba enfadada, haciendo morritos.
Sonrió. Efectivamente, tal y como esperaba, los brazos del rubino le rodearon la cintura antes de recibir un tierno beso en la sien. Soltó una risita.
- Kagome… me parece que eres una actriz pésima- dijo Yukiko, haciendo que todos se rieran.
- Pues sí- coincidió Nincada- eso de hacerte la celosa se te da fatal.
- Y más cuando no tienes motivo…- Inuyasha hizo una maniobra para girar el abrazo y poder besar a la zafira, esta vez en los labios.
- Oh, vamos! Iros a una habitación!- exclamó Nincada. Se rieron de nuevo.
- Si no nos estuvieran esperando, te aseguro que lo haría- respondió el híbrido.
- Fantasma- le acusó Kagome, riéndose mientras le rodeaba la cintura con un brazo para seguir caminando abrazados. El chico le correspondió, también riéndose, pasándole un brazo por encima de los hombros
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