Capítulo 7

—¡Vamos, Ace! ¡Dale duro! —exclamó (TN) desde su asiento. Las vistas al ring eran excelentes desde aquella grada.

—Cariño, no grites de esa forma —le pidió su madre, dándole unos golpecitos en la cabeza.

El ambiente estaba cargado de emoción. Los alumnos llevaban reprimidos mucho tiempo, comportándose durante las horas escolares —algunos más que otros—. Los campeonatos de los clubes deportivos les servían para sacar toda la energía que llevaba dentro, tanto a los participantes como al público.

Las peleas de boxeo fueron muy intensas. Algunos padres y madres que estaba entre el público se escandalizaban al observar algunos golpes que los contrincantes se propinaban entre ellos.

Nadie hubiera esperado que Ace quedara en segundo lugar, enfrentándose a algunos de segundos y tercer curso. Ni si quiera Garp, Dadan y sus hermanos. Tan solo (TN) había confiado en él desde el principio. Estaba completamente segura de que quedaría entre los tres primeros, y así fue.

—Te lo dije, te lo dije, te lo dije... —repitió la peli(t/c) una y otra vez, emocionada. Ace había salido del vestuario y en su cuello colgaba la medalla de plata.

—Ey, has sido toda una sorpresa, Ace —le felicitó el capitán del club, justo antes de que se reuniera con su familia y amigos—. Ace puño de fuego.

—Ni con un nombre así podrás quitarte esa cara de bobo —se burló su mejor amiga, a lo lejos.

—Perdona, pero esta carita no tardará en seducir a todas las chicas —advirtió él, mientras se acercaba a aquellos que le estaban esperando.

Aquellas palabras tan solo consiguieron arrancar sonoras carcajadas de la boca de (TN). El pecoso no tardó en reír también. Aquella risa era demasiado contagiosa. El resto observaba la escena con diversión.

Aquellos dos no tenían remedio.

[•••]

El segundo año de instituto fue parecido al primero: estudios, actividades en el club, salir a merendar con los amigos el fin de semana... Las notas de (TN) continuaron siendo altas gracias a las tardes de estudio, de lo contrario, se pasaría las tardes leyendo libros. Ace continuó en su media de notable y, prácticamente, no volvió a tener ningún conflicto.

El tercer año fue extraño. Sabo se había marchado al instituto de secundaria mayor y Luffy había entrado en primer año, así que ahora el pequeño les acompañaba por las mañanas. El rubio siempre se adelantaba, ya que el pecoso solía salir algo tarde de casa para su gusto, pero al pequeño pelinegro no le importaba esperarse.

Por las tardes, Luffy no se quedaba a las clases extra, sino que venía una chica universitaria a recogerle y le ayudaba a hacer los deberes. Dadan supo que aquel crío necesitaba a alguien que le ayudara de manera individual o no adelantaría nada. Al pobre le costaba entender los contenidos académicos.

Durante el tercer trimestre de aquel último curso, tras las vacaciones de invierno, las cosas comenzaron a ponerse algo más intentas. Al fin y al cabo, los jóvenes de último año estaban entrando en el culmen de la adolescencia.

—Hoy se me ha acercado una chica —le comentó Ace a la peli(t/c), durante el camino de vuelta a casa.

—Te sientes raro, ¿verdad? Como nunca se te acercan —bromeó ella.

—Muy graciosa. Me refería a que me ha pedido una cita —se explicó el pecoso. Su amiga se quedó mirándole, boquiabierta. Incluso dejó de caminar para dramatizar todavía más.

—¡Tu primera cita! —exclamó la joven, emocionada—. ¿Quién te lo ha pedido?

—Una chica del grupo C —respondió él, reanudando de nuevo la marcha—. Se llama Aoi. Está en el club de ballet.

—No caigo ahora... —murmuró la peli(t/c), pensativa, tratando de recordar las caras de las chicas de aquel grupo—. Mañana me dices quién es.

—Hemos quedado en la puerta cuando salgamos de las clases de estudio. Ella no va, así que se acercará al instituto.

—O, así que vuelvo sola a casa. ¡Sabía que algún día me abandonarías! —dramatizó (TN).

—Sabes que no te abandonaré nunca —le recordó Ace, dándole un abrazo de oso.

[•••]

Ya habían pasado un par de semanas desde que Ace tuvo su primera cita con aquella compañera de curso.

Aquella chica de cabello oscuro y ojos color miel era algo extraña. El pecoso le había invitado varias veces a almorzar con él y sus amigos, pero ella tan solo quería estar a solas con el chico.

—Ahí está tu amada —comentó (TN), mientras se acercaban hacia la salida del instituto. Una tarde cualquiera después de las clases de estudio—. Espero que quiera conocernos pronto. Parece simpática.

—Creo que debe tener un poco de vergüenza. Estoy seguro de que pronto se lanzará —comentó el pecoso, tras agitar la mano en el aire saludándola.

—Ace —farfulló Aoi, estirando el brazo de su reciente novio y atrayéndolo hacia ella—. Volvemos juntos, ¿verdad?

—He pensando que podríamos ir hacia casa los tres juntos, así conoces mejor a (TN). Es mi mejor amiga —propuso el pecoso.

—¡No! —exclamó rápidamente—. Solo tú y yo.

—Pero... —comenzó a replicar Ace.

—Bueno, os dejo solos —le interrumpió la peli(t/c), rápidamente. No quería estropear la primera relación de su mejor amigo—. Hasta mañana.

Ace observó como su amiga se alejaba a paso acelerado mientras su novia se acurrucaba feliz contra su brazo.

—¿Por qué no quieres conocer a mis amigos? —preguntó el pelinegro, apartándose con cuidado de ella.

—A tus amigos chicos sí... —contestó ella, apartando la mirada—, pero a ella no. No me cae bien. Pasas demasiado tiempo con ella. La gente pensaba que erais novios. Yo también lo pensaba.

—(TN) es mi mejor amiga. Es una de las personas más importantes de mi vida —aclaró al chico, empezando a impacientarse.

—¿Más importante que tu novia? —preguntó la chica de ojos color miel, frunciendo el ceño—. ¡Lo que faltaba!

—Claro que sí. Te conozco apenas de hace dos semanas —le recordó el pecoso—. Lo siento, pero si no estás dispuesta a aceptar a mis amigos es mejor que esto se acabe aquí.

—Pues adiós. Tampoco eres tan guapo —espetó Aoi, antes de darse media vuelta y largarse de allí.

Ace se quedó clavado en el suelo durante unos segundos, asimilando la situación. Tal vez tener novia no era tan interesante como pensaban todos sus compañeros. Aceleró el paso. Si corría pillaría a (TN) antes de que se alejara demasiado.

—Ey, (TN) —le llamó, cuando estaba a unos metros de ella. Su amiga ladeó la cabeza y se paró para que pudiera alcanzarla.

—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Aoi?

—Lo hemos dejado.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó la peli(t/c), extrañada.

—No quería conocerte y se ha puesto como una fiera cuando le he dicho que tú eras más importante que ella —se explicó el chico.

—Dese luego, eso no ha sido tener mucho tacto... —murmuró la joven.

—La he conocido hace dos semanas. Tú eres parte de mi familia. No hay comparación —recalcó el pecoso—. Si mi novia no te acepta, no puede ser mi novia.

—Yo tampoco estaría con un chico que no te aceptara como mi mejor amigo. —Ambos estaban de acuerdo.

Aunque era obvio que aquel hecho les traería problemas con los intentos de pareja que irían teniendo durante aquellos años.

[•••]

Los días habían ido pasando y apenas quedaban un par de semanas para que comenzaran los exámenes del último trimestre. Su profesor de estudio les había propuesto crear una narración corta para las clases de refuerzo de lengua japonesa. Las dos mejores creaciones acababan de ser leídas hacia apenas unos minutos en clase. En aquellos momentos, los alumnos estaban recogiendo y preparándose para volver a casa.

—Tu historia ha sido increíble, (TN) —le elogió uno de sus compañeros que iba a su mismo grupo en las clases normales. Un chico alto, de cabellos oscuros y ojos castaños con el físico bastante bien cuidado.

—Gracias, Arata. El tuyo también ha estado genial —comentó la peli(t/c). Nada mal para estar en el club de fútbol. Jamás hubiera imaginado que a ese chico se le diera tan bien escribir.

—Gracias. Bueno, que vaya bien el estudio. Nos vemos en clase —se despidió el joven, haciendo un gesto con la mano.

—Vaya, parece que alguien está interesado en (TN) —comentó Ace, una vez el chico de hubo alejado. Este había presenciado la corta conversación mientras recogía sus cosas.

—No digas tonterías —murmuró la chica, al mismo tiempo que ambos emprendían su camino hacia la salida—. Simplemente ha sido amable.

—¿No crees que puedas gustarle?

—¿A un chico como él? No creo —respondió, encogiendo los hombros—. No me mires así. No estoy diciendo que sea fea o algo así. Simplemente ellos suelen ir con otro tipo de chica.

—Bueno. Ya lo descubriremos y, entonces, me darás la razón. Como siempre —añadió el pecoso, sabiendo que las últimas palabras eran bastante inciertas.

—¿Tú? ¿Siempre la razón? ¿En qué mundo vives?

Los dos adolescentes continuaron el camino a casa entre risas y bromas.

Aquellas dos semanas fueron las más intensas desde que Ace y (TN) pisaron el instituto por primera vez. Las  nota del último curso eran realmente importantes para la secundaria mayor, y ambos querían continuar estudiando. La peli(t/c) tenía muy claro que querían ir a la universidad, mientras que el pecoso todavía tenía bastantes dudas sobre su futuro. Sin embargo, sabía que lo correcto era seguir formándose hasta tenerlo claro. De aquella forma, tendría más tiempo para pensar sobre ello y una mayor formación que le abriría más puertas.

—Estoy muy nerviosa —comentó (TN), mientras subían en fila hacia el aula.

—Sabes que vas a sacar todo sobresalientes —murmuró el pecoso.

—Eso nunca se sabe. Puede pasar cualquier cosa —replicó la chica, mientras se apretaba los dedos para calmar los nervios—. Y a ti más te vale mantener las notas. Como te pongan en otro grupo el año que viene...

—Tranquila, no pienso dejar que te libres de mí —prometió el pecoso, dándole un suave golpe en el hombro.

Nervios, tensión. Algunos repasos del última hora, otros ya lo tenía todo controlado. La semana de exámenes acabó finalizando, pero los alumnos y alumnas todavía no podían estar tranquilos. Todavía debían esperar los resultados.

Unos días más tarde, una marabunta de escolares estaba reunida en el recibidor del instituto. Estaban tratando de buscar su nota media en los tablones donde los tutores habían colgado sus resultados. Más tarde les llegaría un correo electrónico con las notas concretas de cada asignatura, pero era imposible esperarlo sin consultar antes la nota final.

—¿La media más alta de clase? —se preguntó (TN), extrañada. Casi siempre quedaba la segunda porque pinchaba un poco en educación física. Sin embargo, aquella vez había sacado un diez redondo.

—Eso es que has sacado un diez en educación física. ¡Quién lo diría! —se burló Ace, despeinando el cabello de su amiga—. Mi media es la más baja de clase, pero supero el ocho por poco. Hay posibilidades de que vayamos juntos el año que viene.

—Recemos... Porque no sé qué haré si nos separan.

—No puedes vivir sin mí, ¿verdad?

—Perdona, pero tú eres el que estaría perdido sin mí —le aseguró la peli(t/c), antes de sacarle la lengua.

—Enhorabuena, (TN). —Ambos se quedaron en silencio al escuchar la voz de Arata a sus espaldas—. Espero seguir compartiendo clase el año que viene con la mejor estudiante del curso. Sería todo un honor. Espero que disfrutes de las vacaciones de primavera.

—Igualmente. Qué vaya todo bien —respondió la joven, amablemente.

—¿Y eso qué ha sido? —preguntó Ace, cuando se quedaron solos de nuevo.

—Lo mismo que la otra vez: un comentario amable y educado —aclaró la chica.

—El curso que viene se te declara. ¿Qué apostamos?

—Una de cine. El que pierde paga y el que gana elige la película —propuso (TN), convencida de su victoria.

—Trato hecho.

—Venga, vamos con Kenzo y Kishi. A ver cómo les ha ido.

[•••]

Las vacaciones de primavera fueron un gran respiro para los jóvenes. Un descanso por aquel duro curso y un momento de respiro para coger fuerzas cara al curso siguiente. Y es que les esperaban los tres años de la secundaria mayor: asignaturas más complicadas, líos amorosos, las primeras fiestas...

Una tarde a finales de marzo, durante el pícnic que los cuatro amigos solían hacer los sábados, Ace y (TN) fueron testigos del inicio de la relación formal entre Kenzo y Kishi. Allí, en el parque, bajo los cerezos en flor, el chico de melena oscura declaró su amor a la joven de gafas y le pidió que fuera su novia. El pecoso y la peli(t/c) observaron boquiabiertos la escena. Jamás hubieran pensado que Kenzo tuviera esa clase de sentimientos por Kishi, y ella jamás había mostrado interés por ese tema. Sin embargo, hacían una pareja encantadora.

—¿Seréis los siguientes? —preguntó Kenzo, unos minutos después, cuando todo se hubo calmado.

—Ni de coña —respondieron Ace y (TN) a la vez, mirándose fijamente mientras una mueca de asco se dibujaba en su rostro.

Eran como hermanos y jamás se habían visto de otra forma.

[•••]

—Ay, cariño, ¡has crecido tanto! —exclamó la madre de (TN), mientras la joven se levantaba de la silla y se acababa de un trago el poco zumo que quedaba de su desayuno.

—No exageres, mamá —suspiró la joven.

Se acercó al recibidor, a coger su mochila negra y se echó un último vistazo en el espejo. Llevaba puesto su uniforme nuevo: falda negra y con tirantes, la camisa blanca, un lazo negro en el cuello y las deportivas blancas.

—Guapísima —comentó su madre, una vez a su lado, recolocándole unos mechones de pelo.

—Bueno, me voy ya. No quiero llegar tarde el primer día.

—Vale, cariño. Que vaya muy bien y no llegues tarde a casa —se despidió su madre mientras caminaba con ella hacia la puerta—. Cualquier cosa estoy en la floristería.

—Adiós, mamá. —Dio un beso rápido en la mejilla de la mujer y aceleró el paso para llegar al ascensor.

Mientras caminaba hacia la esquina de todas las mañanas, rezaba por que Ace no se hubiera quedado dormido. No el día de la presentación, por favor.

Por suerte, nada más llegar, lo vio caminar a lo lejos.

—¡Ace! —saludó, agitando la mano con energía.

—Te veo emocionada —comentó el pelinegro, una vez llegó hasta ella.

—¿Tú no lo estás? Empezamos nuestra última etapa de secundaria —le recordó.

—Tres largos años de estudio y trabajos... —murmuró el pecoso.

—No te quejes. Hemos tenido suerte de que nos toque juntos —le regañó ella, frunciendo ligeramente el ceño—. Aunque haya sido por poco.

—Bueno, el último del grupo, pero lo importante es que he llegado —recalcó él, sonriendo ampliamente.

La ceremonia de bienvenida fue todavía más formal que la que tuvieron en el anterior instituto. El salón de actos era impresionante.

Tras la charla del director, los alumnos y alumnas subieron ordenadamente a sus respectivas clases.

Los alumnos de la clase 1-A se sentaron en orden de lista. (TN) tenía su pupitre en primera fila y Ace en última. Completamente alejados, pero al menos en la misma clase.

—Buenos días, alumnos y alumnas. Mi nombre es Edward Newgate. Seré vuestro tutor este curso y, si Dios quiere, durante los dos siguientes —se presentó un hombre algo mayor. Tenía el cabello blanco y un gran bigote del mismo color—. Bienvenidos también los que han entrado por pura suerte y no por otra cosa.

Los ojos del hombre estaban fijos en Ace. El alumno le devolvió la mirada con expresión de fastidio. ¿Tendría que aguantar a ese carcamal durante tres años?

NOTA 📌

Aquí os dejo una imagen de como me he imaginado a Arata, más o menos:

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