Capítulo 4
Los dos pequeños caminaban por la calle bajo la atenta mirada de los transeúntes que se cruzaban. ¿Qué hacían esos dos pequeños cubiertos de chocolate caminando paseándose como si nada?
Ace no se sentía cómodo siendo juzgado. Nunca había pasado desapercibido. Odiaba que hablaran de él o que pusieran en juicio sus acciones sin tener ni idea de nada.
El pecoso, desvió sus ojos oscuros hacia (TN). No parecían incomodarle las miradas de la gente. De hecho, durante el tiempo que la conocía, nunca le había visto preocuparte o enfadarse por lo que los demás pudieran decir o pensar de ella.
No iba a negar que la admiraba, aunque fuera un poco pesada con las normas.
—Es aquí —indicó la chica, parándose en frente de un bloque de edificios de fachada gris oscura.
Caminaron hacía el portal mientras la peli(t/c) sacaba las llaves que le había dado su madre. Las tenía guardadas en el bolsillo de la chaqueta.
Cuando subieron al ascensor la pequeña pulsó el botón del cuarto piso. Mientras el ascensor subía, (TN) se echó un vistazo en el espejo y le entró la risa.
—La gente habrá alucinado viéndonos por la calle —comentó, entre carcajada y carcajada.
—Sí, desde luego —murmuró Ace. Sus labios formaron una pequeña sonrisa. (TN) le hacía sentirse a gusto.
La peli(t/c) fue la primera en salir del ascensor, y su compañero la siguió por detrás, ya que no sabía cuál de todas las puertas sería la suya.
—Bien, quítate la camisa y la lavaré antes de cambiarme —dijo la joven, mientras se acercaba—. Déjala colgando en esta silla y vamos a lavarnos la cara primero. Ven, sígueme.
Caminaron hacia el pasillo y entraron por la primera puerta que había a la derecha. Ahí estaba el baño, de azulejos blancos y grises. El resto de muebles y objetos combinaban con aquellos colores.
—Vale, ahora mojaremos la camiseta... —comentó la peli(t/c), una vez de vuelta a la cocina. Mientras hablaba rebuscaba en uno de los armarios, buscando una palangana—. Pondré aquí el agua.
Abrió el grifo del lavabo y, mientras el recipiente se llenaba de agua, buscó el producto que su madre usaba para eliminar las manchas.
—Hay que dejarla un rato a remojo. Voy a cambiarme yo, ¿vale? Yo ya pondré mi vestido a la lavadora —dijo, girándose hacia el chico. Este asintió—. Puedes sentarte en esa silla. ¿Quieres algo de beber? ¿Agua? ¿Un refresco?
—No tranquila, así estoy bien. Te espero aquí —respondió el pelinegro, sentándose en la silla que le había indicado.
—Vuelvo enseguida.
Ace le siguió con la mirada, hasta que giró la esquina del pasillo. Era una chica muy apañada, y él ni si quiera ayudaba a Dadan es sus tareas. Recogía sus platos, ponía la mesa junto a sus hermanos y de vez en cuando ordenaba su habitación... Pero estaba claro que podía hacer más, como Sabo y como (TN). Sí, eso también formaba parte de su cambio de actitud.
—Ya está —anunció, unos minutos después, apareciendo de nuevo en el comedor. Llevaba puestos unos vaqueros y un jersey marrón claro—. Aún tiene que estar un rato más a remojo. Así que tenemos un rato para charlar... Bueno, cuéntame algo de ti. Llevamos casi dos años juntos en clase y eres casi un desconocido.
—No sé muy bien que contar... Tengo dos hermanos —comentó el chico—. Bueno, no... No somos hermanos de sangre, somos adoptados.
—Bueno, hermanos al fin y al cabo —dijo ella, sonriente—. ¡Qué suerte! Yo no tengo hermanos ni hermanas... Me hubiera gustado tener un hermano mayor, o una hermana pequeña.
—Pero tienes a tus padres... —murmuró el chico.
—Sí, pero tú tienes a Dadan... Es una suerte que esa mujer os haya acogido a los tres. Igual tienes una familia que te quiere y se preocupa por ti.
—Sí... Aunque no siempre ha sido así. —La chica notó como la expresión del pecoso se ensombreció.
—Siento haberte hecho recordar cosas feas... No quería eso —se disculpó, poniendo su mano sobre la de él. El pequeño se sobresaltó ante el contacto, pero no apartó la mano.
—No importa. Es algo que tengo que tengo que aceptar y poder hablarlo. Cuando era un bebé y durante unos años estuve en un centro de acogida. No me acuerdo de mucho y antes de estar con Dadan estuve en dos familias... Y no salió muy bien. Creo que más bien querían cobrar el dinero que les daban por cuidarme.
—Hay gente muy mala... —comentó la chica, no indignación—, pero piensa en lo que tienes ahora. Tienes que disfrutarlo.
—Tienes razón —dijo él, sonriente. (TN) no pudo evitar sentirse feliz, jamás había visto a su compañero tan contento y le hacía ilusión.
—¿Te estaba gustando la fiesta?
—Sí, estaba siendo divertida.
—Podemos haces más planes. Podemos ir a merendar algún día. ¡Sí! A tomar un batido. ¿Te gustan los batidos? —preguntó la pequeña, con emoción.
—Sí —contestó él, encogiéndose de hombros. Cualquier plan estaba bien. Nunca había tenido amigos con los que hacer planes.
Después de estar charlando un rato más, la joven se levantó y procedió a deshacerse de la mancha; vertiendo el producto y frotando.
—Mmm... La secaremos con el secador de pelo —dijo (TN), pensativa, una vez escurrió la camisa y la tenía entre sus manos—. Aguanta, voy a buscarlo.
Cuando la señora (TA) y Dadan llegaron, se encontraron a los pequeños allí plantados. Ace sosteniendo la camiseta en el aire y la peli(t/c) apuntando con el secador.
—Hola, mamá. Ya está casi —saludó la pequeña, alzando la voz. Un minuto después apagó el aparato y continuó hablando—. Aunque parece que ha quedado un poco arrugada.
—No te preocupes. Has hecho un buen trabajo —le felicitó Dadan, mientras el pelinegro se la ponía de nuevo—. Tenemos que irnos ya. Ha sido un placer. Gracias por la invitación y espero que vaya bien en el negocio.
—Muchas gracias —dijo la madre de (TN), inclinando ligeramente la cabeza.
—Adiós, Ace, nos vemos el lunes en clase —se despidió la pequeña, mientras caminaban hacia la puerta.
—Sí, hasta el lunes. —El pecoso alzó la mano a modo de despedida antes de salir por la puerta.
—Venga, vamos a prepara la cena —indicó la madre a su hija.
—¡Sí! ¡Y después le enseñaremos la floristería a papá! —exclamó (TN), contenta, mientras caminaba hacia la cocina dando pequeños saltos.
Mientras tanto, Dadan y Ace salían del portal y caminaban tranquilamente hacia el bar de Makino, para recoger a Sabo y a Luffy.
—¿Te lo has pasado bien? —preguntó la mujer de cabellos rizados.
—Sí, ha estado bien —contestó el pequeño.
—(TN) parece una chica muy simpática.
—Sí, lo es. Bueno, es un poco empollona y muy estricta con las normas, pero me cae bien —aclaró el pecoso.
Dadan no pudo evitar sonreír. Por fin aquel distante y testarudo crío había conseguido hacer una amiga. El tiempo que había pasado junto a Makino comenzaba a dar sus frutos.
[•••]
A partir de la fiesta de inauguración de la floristería, la relación entre Ace y (TN) se fue haciendo cada vez más estrecha.
Solían quedar los viernes, junto a otros compañeros de clase, para merendar en una cafetería que había cerca del colegio. Incluso, aunque el resto de compañeros algunos días no pudiera quedar, ellos dos se acercaban igual para tomar un batido juntos.
Al pelinegro no le importaba quedar a solas con su amiga. No es que el resto de compañeros de clase le cayera mal o algo parecido. De hecho, lo pasaba bien con ellos.
Sin embargo, la confianza que había desarrollado con la peli(t/c) era diferente, más profunda.
Por ello, cuando se enteró de que irían al mismo instituto, no pudo evitar sentir una gran felicidad en su interior. Estaba contento porque vería más a Sabo, pero este iba un curso por encima. Estar al lado de (TN) le daba todavía más fuerzas para empezar aquella nueva etapa en su vida.
Por su parte la chica estaba algo decaída por separarse de sus compañeros. Llevaban tanto tiempo juntos... Pero era consciente de que sus caminos se separarían tarde o temprano. Además, Ace le acompañaría en aquella nueva aventura: la secundaria.
Los días fueron pasando y los exámenes del último trimestre estaban cada vez más cerca. Todos querían dar una buena imagen en su futuro instituto y presentar un buen boletín de notas. Bueno, a algunos le importaba más que a otros.
(TN) sacó unas notas brillantes, como llevaba haciendo toda la primaria. Todo sobresalientes a excepción de un notable en educación física. Sus padres estaban orgullosos y estaban seguros de que su hija podría llegar a ser lo que quisiera.
—No tengo ni idea de que quiero ser de mayor... —comentó la peli(t/c) la misma noche que le dieron las notas, a la hora de la cena.
—Tranquila, cariño, todavía tienes mucho tiempo para pensarlo —le tranquilizó su madre.
—Es que el día de la graduación tenemos que decir lo que queremos ser en un futuro —explicó ella—. Bueno, creo que diré maestra... Como nuestro tutor Marco.
—Seguro que le hace mucha ilusión —comentó la mujer.
—Serías una buena maestra —intervino su padre, estirando el brazo para darle unos golpecitos en la cabeza—. También te pegan las ciencias políticas, después de ser tan buena delegada en clase. Incluso te veo dirigiendo alguna empresa.
—No te pases, papá —comentó la pequeña, entre risas.
—Elijas lo que elijas, te apoyaremos. —Su madre se levantó y se acercó hasta ella para apretujarla entre sus brazos—. Nuestra niña se hace mayor...
Por otro lado —y para sorpresa de Dadan, Garp y Sabo—, Ace había conseguido aprobar todas las asignaturas. Aunque no había sido con notas precisamente altas, lo importante era que el chico estaba motivado y se había esforzado.
—¿Ya has pensado tus palabras para la graduación? —preguntó Sabo, mientras sus dos hermanos devoraban la cena.
—¡Aprended modales de una vez! —exclamó Dadan, dando un golpe en la cabeza a cada uno—. Comed más despacio.
—No he pensado nada. No sé lo que quiero ser de mayor —respondió el pecoso, todavía masticando la comida. Recibió otro golpe por hablar con la boca llena.
—Bueno, puedes decir cualquier cosa... Lo que más te apetezca ahora, aunque luego cambies —explicó Sabo. Aprovechando que Ace estaba distraído Luffy trató de robar un trozo de carne de su plato, pero recibió un golpe en la mano por parte de la mujer.
—No sé... Un deportista famoso a lo mejor, pero no se de qué —murmuró el pelinegro, pensativo.
[•••]
El día de la graduación había llegado. Los alumnos estaban sentados en su silla, en frente del escenario y los familiares en su respectiva zona.
Los mayores miraban con orgullo a sus pequeños y pequeñas. Habían crecido tan rápido... Iban a graduarse y empezar la secundaria, una estampa dura y llena de cambios.
El director iba llamando de uno en uno a los alumnos. Sus respectivos tutores estaban en el escenario para entregar los diplomas.
Antes de recibir aquel papel, cada niño o niña debía decir su nombre y apellidos en voz alta, acto seguido debía explicar lo que quería ser de mayor y por qué. Mientras tanto, se proyectaba su imagen de cuando tenía seis años.
—Portgas D. Ace —llamó el director.
El pequeño pelinegro tardó unos segundos en levantarse. Estaba nervioso y podía notar unas pequeñas gotas de sudor cayendo por la frente. Subió las escaleras que llevaban al escenario, con cuidado.
—Soy Portgas D. Ace y... —empezó a decir. Por suerte, allí estaban. Entre el público. Dadan, Dabo y Luffy le miraban, emocionados. (TN) agitaba las manos enseñándole los pulgares, en señal de ánimo—. Soy Portgas D. Ace y me gustaría convertirme en un deportista famoso.
Toda la sala aplaudió ante las palabras del joven y mientras recogían el diploma, tal y como habían estado haciendo con sus compañeros.
—(TA) (TN). —La chica se levantó rápidamente al escuchar su nombre.
Caminó hacia el escenario con la cabeza bien alta. Era el fin de una gran etapa, pero él comiendo de una nueva que sería igual o más grande.
Una vez arriba, paseó su mirada por el público, hasta encontrase con los rostros de su padre y su madre, los cuales le miraban con orgullo.
—Soy (TA) (TN) y, aunque no tengo claro que sea definitivo... Me gustaría ser maestra y ayudar a los demás a aprender —dijo, alto y claro.
Los aplausos comenzaron a resonar en la estancia. La peli(t/c) se giró para recoger el diploma de manos de Marco, su querido tutor. Este la miró, sonriente. Estaba completamente seguro de que lograría cualquier cosa que se propusiera.
Una vez acabado aquel importante y emotivo acto, las familias fueron abandonando el salón de actos y caminando hacia la entrada principal, atravesando el patio.
—¡Ey, Ace! —exclamó (TN), acercándose a su amigo y sus acompañantes—. Así que estos son tus famosos hermanos.
—Sí, Sabo y Luffy —los presentó, señalando respectivamente a cada uno de ellos.
—Y tú eres la famosa (TN) —comentó el rubio, sonriente—. Encantado de conocerte.
—Ah, tú eres esa chica de la que Ace no para de hablar —añadió Luffy, sorprendido.
—No te pases —murmuró el pecoso, dando un manotazo en el hombro del pequeño.
—Tienes buen ojo Ace, una jovencita lista y guapa —intervino una voz grave y masculina.
—¡Garp! ¿Desde cuando estás aquí? —preguntó el recién graduado.
—No pensabas que me perdería tu graduación, ¿no? He llegado tarde y he tenido que quedarme en la puerta, pero he llegado a tiempo para verte subir —explicó Garp—. Estoy muy orgulloso de ti, chico. Has aprobado todo y has encontrado una novia. Ya vas sentando la cabeza.
—¡(TN) no es mi novia! —exclamó Ace, con una mueca de asco. Todavía no pensaba en las chicas de ese modo—. Es mi mejor amiga.
—Lo de novios y novias son cosas de más mayores —explicó la peli(t/c)—. Eso mismo, solo somos mejores amigos.
El pecoso la miró, sonriente. No sabía que ella también la consideraba su mejor amigo, y le hacía inexplicablemente feliz ser consciente de ello.
—Lo que sea —dijo el policía, animado. Colocó la mano sobre el hombro de la pequeña—. Gracias por ser un gran apoyo para Ace. Espero que me lo vigiles en el instituto.
—¡Oye, te he oído! ¿A caso no confías en mí o que? —se quejó el pequeño, que había escuchado las últimas palabras de aquel vejestorio aunque hubiera bajado la voz.
—Claro que sí, Ace... —murmuró, mientras comenzaba a caminar para ocultar su rostro.
—¡No mientas! —El pelinegro echó a correr detrás de él.
—Bueno, (TN), señor y señora (TA). Estamos en contacto durante las vacaciones de primavera —se despidió Dadan, antes de darse la vuelta y caminar junto a los otros dos chicos.
—Sí, ¡estamos en contacto! —se despidió la peli(t/c), al mismo tiempo que sus padres se despedían agitando la mano.
Después de las vacaciones de primavera, empezaría la nueva aventura.
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