Capítulo 23
Día 472, 18 de diciembre
(TN) no había dormido nada la noche anterior. Ni si quiera había podido desayunar más que un café con leche.
No había podido comunicarse con Ace durante todo el domingo y ya había visto la foto en redes sociales. La foto de su compañera de trabajo besándole en una fiesta.
No solía mirar las redes sociales muy a menudo, pero aquel mensaje que le llegó de Kenji le había alertado. Le escribió diciéndole que no se alarmara si veía algo raro, que Ace ya se lo explicaría.
Obviamente, era difícil no alarmarse. Sobretodo porque no había recibido ninguna explicación por parte del pecoso. De hecho no la había dirigido la palabra.
—(TN)... —Ashley posó una mano sobre el hombro de su amiga. Habían quedado como solían hacer en la entrada de la universidad y ya había visto también la foto en redes sociales—. ¿Sabes algo del tema?
—No he hablado con Ace. Solo sé que Kenji me ha dicho que no me alarme si veo algo raro.
—Es difícil no alarmarse... Pero bueno, seguro que Ace te escribe pronto para explicártelo —le aseguró su amiga, tratando de consolarla.
De camino a clase, (TN) sintió alguna que otra mirada posándose sobre ella. La noticia había corrido como la pólvora en las redes sociales y, aunque no es que efímera extremadamente famosos fuera de Japón, algunas personas sí conocían a la banda y seguían noticias relacionadas con ellos.
Habría una explicación para todo aquello. Simplemente quería saberla cuánto antes. Necesitaba saber por qué Ace no se comunicaba con ella. Kenji podría haber sido más específico.
Le costó concentrarse durante las dos primeras clases antes del descanso, y eso era algo que odiaba con todas sus fuerzas. No le gustaba perder el tiempo de aquella manera.
Echó un vistazo rápido a su móvil cuando el profesor indicó que se había acabado la clase, pero no había ni un solo mensaje. Tampoco ninguna llamada. Se mordió el los labios por dentro y volvió a guardar el teléfono en la mochila.
—(TN), ¿te importaría pasar un momento por mi despacho? —inquirió el nuevo profesor—. Me gustaría hablar contigo.
—Sí, voy —respondió ella, arrastrando la silla para levantarse y colgándose la mochila de un hombro.
—Suertuda —bromeó Ashley, sacándole la lengua.
La peli(t/c) tan solo respondió poniendo los ojos en blanco. ¿Suertuda? ¿Acaso se le olvidaba en qué situación estaba? En fin. Le perdonaba porque estaba cegada por el profesor nuevo.
La joven se dirigió primero al baño. No le apetecía caminar detrás del admirado Jacob Brown hasta llegar a su despacho.
Tras echarse un vistazo en el espejo y esperar un par de minutos, se encaminó hacia su destino.
La puerta estaba abierta, pero llamó de todos modos antes de entrar. El profesor dirigió su mirada hacia ella y sus labios se curvaron en lo que debía ser una sonrisa provocativa.
—Adelante, (TN), cierra la puerta, por favor.
Ella obedeció sus indicaciones y, tras hacerlo, dio unos pasos hasta que llegó a sentarse en la silla.
—Te he visto algo decaída durante la clase —comentó él, levantándose de su asiento y acercándose a la joven.
—Está todo bien —aseguró ella, sintiendo su cuerpo tensarse cuando Jacob posó la mano en su hombro y se inclinó para acercar demasiado su rostro. Se movió ligeramente, tratando de mostrar su poco agrado ante aquel acercamiento—, pero gracias por preocuparse.
—No puedes engañarme, (TN). Se te nota a kilómetros que no estás bien... —insistió el profesor—. ¿Es por algún chico? Hay que ser un idiota para hacer sentir mal a una chica como tú.
—Disculpe, profesor —dijo ella, enfatizando la segunda palabra y levantándose de la silla—. Preferiría no hablar de temas que no fueran su asignatura. Así que si no quiere hablarme sobre ello, me voy a aprovechar mi descanso.
—Pero, (TN), disculpa sí... Por favor, un momento —intentó detenerla alzando la voz, pero ella cruzó la puerta del despacho y caminó a paso rápido por el pasillo.
Caminaba sin rumbo. Apenas esquivando al resto de alumnos con los que se cruzaba.
Aquella actitud no era propia de ella, pero la situación le había abrumado. Entre que estaba preocupada por el tema de Ace y entre la repulsión que acababa de sentir ante su profesor...
Estaba tan ensimismada que no escuchaba que alguien le estaba llamando.
—¡(TN)! —exclamó Ace, por cuarta vez, corriendo desde la otra punta de la zona exterior de la universidad. El lugar donde los jóvenes solían pasar el descanso, aparte de la cafetería—. Oye, (TN).
—¿Ace? —murmuró ella casi para sí misma. No reaccionó hasta que el pecoso la cogió por los hombros—. ¿Qué haces aquí?
—¿Cómo que que hago aquí? He venido a explicarte lo que ha pasado —respondió él, como si coger un avión desde Japón y aparecer de repente en Londres solo para hablar fuera lo que hace todo el mundo—. Venga, vamos a un lugar más tranquilo.
Tras tomarse unos segundos para asimilar la situación, (TN) comenzó a caminar y guió al chico hacia una de las aulas de estudio que estaban vacías.
—Pero... ¿Cómo se te ocurre venir hasta aquí? —siguió insistiendo la joven, todavía sin poder creerlo.
—Es un tema muy delicado y temía tu reacción. No es algo para hablar por teléfono.
—Bueno y... ¿Qué es lo que pasó? Kenji me dijo que no me alarmara. Luego vi la foto. ¿Habías bebido mucho?
—No... O sea, sí. Beber había bebido —empezó a explicar Ace, algo nervioso—. Estábamos en una fiesta y estábamos todos bebiendo. De repente llegó mi compañera con sus amigas. Les dije que podían pasar. Sé que, en algún momento se sentó a mi lado en el sofá y, a partir de ahí... Ya no recuerdo nada. Solo despertarme en la cama de un hospital.
—¿Te drogó o algo? —inquirió la peli(t/c), desconcertada por completo. No podía imaginarse que aquella chica hubiera llegado a hacer algo así.
—Bueno, mis amigos me vieron mal. Se dieron cuenta de que no respondía. Kenji ya sospechó de ella desde el principio y encontraron la droga en su bolso... Te juro que no me enteré de nada. Ni me acuerdo ni noté cuando me besó. Te prometo que no fue mutuo.
—Ace... No hace falta que lo digas tanto, te he creído a la primera. Aquí lo importante es que ha sido horrible lo que te han hecho.
El pelinegro suspiró, aliviado, y dio un paso hacia delante para poder rodear a (TN) entre sus brazos.
Se sentía mal por haber tenido tanto miedo a su reacción. Había confiado en él a la primera, y es que su relación era muy especial.
Por fin la tenía entre sus brazos. La echaba tanto de menos cada día que pasaba...
—¿Y ahora que vas a hacer? —preguntó la joven, acurrucada en su pecho—. O sea, ¿te vuelves a Japón?
—Pues... Si no te importa creo que me quedaré ya hasta que pasen las vacaciones.
—¿Y tú trabajo? —inquirió la peli(t/c), rompiendo el contacto para poder mirarle a la cara—. Bueno.... Claro, ¿que ha pasado con las clases de boxeo?
—De momento me han dado unas vacaciones largas y mi compañera ha renunciado, o eso me ha comentado mi jefe cuando he llamado para avisarle que me venía a Londres. Por suerte tenía candidatos en espera para dar clases.
—Todavía no me puedo creer que hayas venido hasta aquí... Te hubiera creído aunque me lo contaras por teléfono, lo sabes, ¿no?
—Me da igual. Te echaba de menos.
Posó las manos en la mejilla de la joven y se agachó ligeramente para unir sus labios en un tierno beso que, poco a poco, se fue tornando algo más intenso.
—Yo también te echaba mucho de menos —aseguró ella, tras romper el beso para coger aire. Acaricio con suavidad el cabello negro del chico—, pero ahora tengo que volver a clase. ¿Quieres que te deje las llaves de mi casa?
—No, tranquila, daré una vuelta por aquí cerca y tomaré algo. Te esperaré a la salida.
—¿Has traído maleta?
—No, solo esto —respondió, dando media vuelta y mostrando una mochila negra.
—No tienes remedio —comentó la peli(t/c), sin poder evitar sonreír—. Venga, nos vemos más tarde.
Tras un par de besos más al salir por la puerta del aula, ambos emprendieron su camino.
Aunque Ace había llegado hasta allí y ya estaba todo solucionado, a (TN) le siguió resultando difícil concentrarse durante las clases. Precisamente por eso: porque Ace estaba allí.
Tan solo quería que acabara la mañana y pasar el resto del día junto a él.
Unas horas después, a medio día, cuando ella y Ashley caminaban hacia la puerta, observaron a Ace allí plantado.
El corazón de la peli(t/c) se aceleró, como si todavía estuvieran en el principio de la relación, cuando las emociones y los sentimientos están a flor de piel y sientes que necesitas estar todo el tiempo con esa persona. Cuando cualquier detalle, por mínimo que sea, te llena de ilusión y te parece lo más romántico del mundo.
Con Ace siempre se había sentido así desde el principio, y le seguía pasando.
Notaba las miradas de la gente, pero le importaba bien poco lo que pensaran. Su novio había venido desde Japón para aclarar el malentendido, desde Japón. ¿Qué más se podía pedir? A la mierda lo que pensara aquellas personas no tenían ni idea de nada.
—Bueno, (TN), nos vemos mañana en clase. Disfruta del día —se despidió Ashley, antes de llegar a la puerta.
—Gracias, Ashley, hasta mañana.
Tras despedirse, aceleró el pasó hasta llegar al pecoso, que le rodeó con los brazos, fundiéndose en un tierno abrazo.
—¿Te apetece que comamos algo por ahí? —propuso el pelinegro.
—¿Quieres que pasemos por casa y dejas la mochila?
—No, tranquila, no pesa casi nada.
—¿Cómo se te ocurre venir con tan poca cosa?
—Solo estaba pensando en llegar y aclararlo todo. Me daba igual lo demás.
—Sabes que... Aunque no hubiera hecho falta que vinieras, porque te hubiera creído igual, me ha hecho tanta ilusión... —confesó (TN), sonriente.
Ace volvió a abrazarla de nuevo y depositó suaves y cortos besos en su cabeza. ¿Cómo habría podido mantener esa conversación por teléfono?
(TN) era lo mejor que tenía en la vida y se merecía que hubiera viajado hasta allí.
—Por cierto, antes he visto un buffet libre por aquí cerca que tenía muy buena pinta —comentó Ace, mientras comenzaban a caminar, todavía medio abrazados.
—Creo que sé cuál dices. Podemos comer ahí si te apetece, pozo sin fondo.
—Pero... El postre creo que me lo tomaré en casa —susurró, tras pegar sus labios en la oreja de la joven.
La peli(t/c) le sacó la lengua, a modo de burla, pero... Le pareció una buena propuesta.
Día 476, 22 de diciembre
—¡Ya estoy aquí! —anunció (TN), tras abrir la puerta de casa.
Ace aceleró el paso desde la cocina hasta el salón, donde había preparado la mesa para comer. Tan solo faltaban los platos principales, que estaba apunto de dejar.
—(TN), está todo listo. ¿Cómo ha ido la mañana?
—Bien, último repaso de las asignaturas... Ahora ya toca estudiar en casa —respondió la peli(t/c), mientras dejaba el abrigo y el bolso en el perchero que había nada más entrar al salón.
—Bueno, estudiar, descansar y disfrutar de las vacaciones —le corrigió el pecoso, acercándose para darle un beso de bienvenida.
Aquella semana junto a (TN) había sido fantástica. Podía acostumbrarse aquello. Dejar el trabajo en Japón y conseguirse algo allí. Sin embargo, tenía compromiso con la banda. Al menos durante un tiempo más.
Hablando de la banda, la canción que le había dedicado a la peli(t/c) ya estaba lista, pero todavía no se la mostraría a (TN). Esperaría a volver a Japón.
—Oye, qué buena pinta... Cada vez te superas más —aseguró la joven, tomando asiento—. Venga, te has quedado ahí atontado.
—Oye —farfulló Ace, sentándose junto a ella—. ¿Qué te parece si esta tarde nos quedamos viendo alguna película navideña de esas? Enrollados con la manta en el sofá...
—¿Película navideña? —inquirió la peli(t/c), riéndose—. ¿Desde cuando te gustan tanto?
—Me da igual la película, solo quiero que estemos ahí tirados y acurrucados —respondió él, dándole un beso en la mejilla—. Y con palomitas y chocolate caliente.
—Ese plan suena perfecto. Pero, en serio, acabamos de empezar a comer y ya estás pensando en las palomitas y el chocolate caliente.
—No puedo evitarlo.
Día 486, 1 de enero
Las vacaciones habían pasado volando. Bueno, a (TN) aún le quedaban un par de días más para volver a comenzar las clases, pero sus padres y Ace ya se volvían de nuevo a Japón.
Habían sido unos días increíbles, pero tocaba empezar la rutina de nuevo.
—No quiero que salgamos de aquí... —murmuró la joven, acurrucándose junto al cuerpo desnudo de Ace.
Llevaban casi dos horas tirados en la cama, sin ropa y recuperando fuerzas tras el ajetreo que había habido sobre el colchón.
—Yo tampoco quiero irme... —aseguró el pecoso, rodeándola con los brazos y atrayéndola todavía más junto a él—, pero... Dentro de nada serán las vacaciones de primavera y entonces vendrás a ver en directo como canto la canción que está especialmente dedicada a ti.
—¿La tienes ya? Dijiste que sería la primera en escucharla.
—Y lo serás, ya queda menos. Ahora... vamos a disfrutar del rato que nos queda aquí juntos —propuso Ace, abalanzándose sobre los labios de la chica.
Estaban listos para una última ronda de amor físico.
[•••]
Unas horas después, esa misma tarde, (TN) llegaba de nuevo a su casa tras haberse despedido de Ace en el aeropuerto.
Nada más entrar, sobre la pequeña alfombra que había en la entrada, se dio cuenta de que había una caja de cartón.
Se agachó para cogerla y caminó con ella entre las manos hacia el sofá, mientras trataba de abrirla.
Era un pequeño reproductor de música.
No pudo evitar que sus labios se curvaran en una sonrisa al imaginarse de que se trataba. Mientras lo encendía y se colocaba los auriculares pensaba en el momento en que habían salido de casa para dirigirse hacia el aeropuerto.
Ace comentó que se había dejado algo y entró un momento en la casa, cerrando la puerta al salir. Fue en aquel momento cuando debió dejar la caja.
Tan solo había una canción descargada en el aparato, y el título era su nombre: (TN).
Pulso el botón de reproducción y la música comenzó a inundar su canal auditivo. Era una versión grabada por el mismo Ace, todavía no debía habérsela enseñado ni si quiera al grupo, ya que le prometió que ella sería la primera en escucharla.
Era preciosa. Era una canción increíble y estaba completamente dedicada a ella. Muchas veces te identificas con la letra de una canción, pero es que esa era para ella.
No pudo evitar que unas lágrimas recorrieran sus mejillas. Sentía una mezcla de extrema felicidad por haber escuchado de aquella forma todo lo que sentía por ella y, al mismo tiempo, un gran vacío por tenerle tan lejos.
Amaba a Ace con todas sus fuerzas.
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