Capítulo 21

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Día 344, 12 de agosto.

El concierto estaba punto de finalizar. Habían tenido que esperar hasta el tercer día del festival, pero había valido la pena.

(TN) estaba junto a sus tres amigos en primera fila, dándolo todo y cantando cada una de las canciones.

Ace y ella intercambiaron miradas durante todo el concierto. El pelinegro estaba guapísimo encima del escenario, tocando la batería. La joven se sentía feliz al escuchar a casi todas las chicas gritar su nombre y sabiendo que no era con ella con quien estaba.

Por su parte el pecoso trataba de concentrarse lo máximo posible, pero era difícil ignorar lo bien que le quedaba a su chica aquel corto vestido veraniego.

Los aplausos, los gritos de emoción, el público suplicando más canciones... Pero el concierto ya había llegado a su fin. Los miembros del grupo estaban agotados. Tras saludar a los presentes y posar para dejarse hacer un par de fotos más, comenzaron a retirarse del escenario.

—Bueno, (TN) ya nos vemos más tarde. O mañana —comentó Kishi, dándole un suave codazo y guiñándole el ojo—. Si eso ya nos dices.

—¡Sí! ¡Pasadlo bien!

La susodicha caminó hacia los de seguridad que estaban junto al escenario.

Desde el primer día se habían juntado con otro pequeño grupo que acampaba al lado de ellos. Pasaban todo el día juntos y, por la noche, (TN) se iba con Ace.

La primera noche la pasó entera con él, a solas. La segunda se acabaron uniéndose un rato a la fiesta.

—Le acompaño, señorita —indicó uno de los seguratas, abriéndole paso.

Al principio, la chica no este día por qué el pelinegro no se había cogido una habitación junto a sus compañeros en aquel increíble hotel de cinco estrellas en el que estaban alejados. Más tarde comprendió que era para poder pasar tiempo juntos y tener algo de intimidad.

De todos modos, aquellas caravanas en las que se alojaban algunos de los artistas no tenían nada que envidiar a un hotel de cinco estrellas.

—¡Ace! —exclamó la joven, abalanzándose sobre él. El chico la rodeó con sus brazos y le dio un beso en la cabeza—. Habéis estado increíbles. Ha sido fantástico.

—Hemos disfrutado mucho, pero... Había alguien bajo con un vestido que le queda increíblemente bien y... Me he distraído un poco —le susurró en el oído, antes de comenzar a mordisquear con suavidad el lóbulo de su oreja.

—Exagerado —murmuró ella, mordiéndose el labio y disfrutando del contacto.

—De exagerado nada —aseguró Ace, elevando el cuerpo de la peli(t/c), haciendo que rodeara su cintura con las piernas—. Ahora te pienso demostrar lo increíblemente bien que te queda.

(TN) sintió escalofríos al escuchar aquellas palabras justo antes de que la lengua del pelinegro comenzara a recorrer su cuello.

Se movieron con torpeza hasta el interior de la caravana, entre besos y caricias.

El espacio era amplio, atravesaron la cocina-comedor y el salón hasta llegar a la zona donde estaba la cama doble.

La estancia estaba iluminada por la tenue luz de unas pequeñas bombillas que colgaban de un cordel en varias de las paredes.

Ace dejó caer a la joven sobre el las sábanas blancas que cubrían el colchón y se posicionó sobre ella para continuar devorándose el uno al otro.

El pelinegro fue acariciando las piernas de (TN), recorrió su piel desde los tobillos hasta los muslos y, cuando llegó al vestido comenzó a levantar la tela mientras su lenguas seguían jugando entre ellas.

Apretó sus nalgas y acercó el cuerpo de la chica contra el suyo, haciéndole notar la gran urgencia que iba creciendo tras la tela del pantalón.

Separó una de sus manos y enredó sus dedos en el cabello de la peli(t/c) tirando hacia atrás para poder ver mejor su rostro.

—Me vuelves loco —susurró, con voz algo ronca, antes de volver a besarla—. Y se que te he dicho que me encanta como te queda el vestido, pero ahora solo quiero deshacerme de él.

Tras sus palabras, procedió retirar aquel precioso trozo de tela que cubría su cuerpo. Le quedaba bien; pero, sin él puesto, las vistas eran todavía mejores.

(TN) no llevaba sujetador; ya que el vestido no lo requería, así que tan solo quedaba una prenda cubriendo su parte más íntima.

Antes de desnudarla por completo, dirigió sus manos hacia los pechos de la chica, acariciando con suavidad ambos pezones y disfrutando de la expresión de placer que se dibujaba en su rostro.

Se inclinó de nuevo sobre ella, deseando saborear cada centímetro de su piel.

Comenzó por su cuello, pasean y presionando con la lengua en las partes que sabía que más le gustaban.

La joven tan solo enredó los dedos entre el cabello negro del pecoso y disfrutó de aquel placentero contacto que poco a poco se iba desplazando.

Primero bajando hacia las clavículas, despacio, sin prisa, hasta llegar a sus pechos.

Se entretuvo con ellos, usando su boca para estimular uno de los pezones y sus dedos con el otro, haciendo que (TN) arqueara la espalda y soltara algún que otro sonoro gemido.

El cuerpo de la chica temblaba de placer bajo el suyo, y eso le hacía desearla todavía más. Desear que continuara disfrutando de aquella manera.

Todavía estimulándole con la lengua, llevó una de sus manos hacia la única zona del cuerpo de la joven que todavía estaba cubierta.

Pasó las yemas de los dedos suavemente sobre la tela, para darse cuenta de lo húmeda que estaba.

Ace se separó —no mucho— de ella, tan solo para inclinarse y colocar la cabeza entre sus piernas. Fue dejando cortos y suaves besos en la cara interior de su muslo mientras iba deslizando la ropa interior.

Una vez descubierta la zona, paseó el índice sobre los labios externos, provocando un espasmo en (TN).

Continuó explorando la zona con los dedos, tanto suaves caricias en exterior como en su interior.

La peli(t/c) estaba disfrutando, pero llego un momento en que el placer empezó a convertirse en una tortura, ya que necesitaba más.

Se incorporó y presionó el pecho del pelinegro para apartarlo un poco de ella, haciendo que se incorporara.

—Hazme tuya —ordenó ella, llevando las manos a los pantalones del pecoso.

Desabrocho el botón de los vaqueros cortos y tiro de ellos, dejando la tela negra de su ropa interior al descubierto y pudiendo percibir a la perfección lo que aquella prenda de ropa estaba cubriendo.

Ace ayudó a desvestirse, quitándose el mismo la camiseta y dejando a la vista su trabajado cuerpo.

(TN) acercó las manos a su cuerpo para acariciarle, primero los pectorales, bajando por los abdominales. Sin prisa, bajo la atenta mirada del pelinegro, al cual le encantaba como la chica le observaba y tocaba con tanto detenimiento.

Ya no recordaba las caricias de otras chicas, ni se imaginaba a ninguna que no fuera (TN). Deseaba que hubiera sido ella desde siempre; pero, como eso no podía cambiarse, se aseguraría de que nunca hubiera nadie más que ella.

La peli(t/c) bajó la tela de los calzoncillos, haciendo que Ace también quedará desnudo por completo. Sintió un escalofrío al pensar de que, en breves instantes, estaría de nuevo dentro de ella.

Ace le hacía sentirse deseada y no tenían ningún problema en mostrar siempre las ganas que tenia de estar a solas con él y poder volver a sentirle de nuevo.

El pelinegro tomó a la joven por las muñecas, con suavidad, y le obligó a recostarse de nuevo sobre el colchón, colocándose apropiadamente entre sus piernas.

El cuerpo de (TN) sufrió un espasmo de placer al notar el miembro del pecoso rozar contra su zona más íntima. Estaba tan húmeda que se introdujo dentro de ella apenas sin quererlo.

—No sabes lo que me encanta estar dentro de ti —susurró Ace, con voz ronca, cerca de la boca de la chica mientras se movía hacia delante, llenándola por completo lentamente.

Acto seguido procedió a besarla. Se devoraron el uno al otro mientras el pelinegro iba aumentando poco a poco el ritmo de las embestidas. Fueron cambiando de posiciones, hasta llegar de nuevo al misionero.

—Más... Fuerte —murmuró (TN), en uno de los segundos en los que sus labios no estaban atrapados por los del pelinegro.

El pecoso sonrió ante tal petición. No iba a negar que las primeras veces la trató con el máximo cariño y la mayor delicadeza posible. La seguía tratando con cariño, obviamente, pero... También le daba con todas las ganas del mundo.

Levantó las piernas de la peli(t/c) para tener todavía mejor acceso y comenzó a embestirla con energía, tal y como ella a pedido y como a él le encantaba.

Ambos disfrutaban de aquel salvaje y placentero roce. Entre el contacto, los gemidos y la expresión de (TN), Ace sentía que podía acabar en cualquier momento. Sin embargo, no lo haría hasta conseguir que ella llegara al máximo punto de placer.

Apartó una de las manos de su cadera y la dirigió hacia su zona más íntima. Comenzó a estimular su clítoris sin cesar sus embestidas.

En cuestión de segundos, la joven sintió que estaba apunto de explotar. El placer que estaba sintiendo era inexplicable y, efectivamente, no tardó en llegar al orgasmo.

Ace acabó poco después de ella, tras haber aguantado hasta el momento perfecto.

Ambos estaban tirados sobre el colchón, sudados y con la respiración agitada tras el encuentro.

—Ha sido increíble —confesó (TN) tras soltar un largo suspiro. Acto seguido, se giró para tumbarse de lado, mirando hacia él—. Bueno, más bien tú eres increíble.

—Te quiero. Sabes que eres lo mejor que me ha pasado, ¿verdad? —le recordó él, dándole un suave beso en la frente—. Aún a veces sigo imaginándome como sería todo si no te hubiera conocido.

—No pienses en eso... —le pidió ella, acariciando su mejilla—. Coincidimos hace tiempo y estamos aquí. Ya nada puede cambiar eso.

—Oye, ahora que lo pienso... No te he invitado a nada de beber o tomar al llegar aquí. Ha sido muy desconsiderado por mi parte —comentó Ace, incorporándose, todavía desnudo. La peli(t/c) recorrió su cuerpo con la mirada—. ¿Te apetece algo?

—Sí me apetece algo de beber... —respondió ella, curvando sus labios en una traviesa sonrisa y dejando claro el significado de sus palabras mirando una parte específica del cuerpo del pelinegro.

—Vaya... Alguien se ha vuelto un poco adicta, ¿no? —cuestionó él, divertido, volviendo a la cama y acercándose para besarla—. Espero estar preparado para otra ronda.

Día 358, 26 de agosto.

—¡Me rindo! ¡Me rindo! —exclamó (TN), cuando logró sacar la cabeza del agua.

—¿Necesitas respiración boca a boca? —inquirió Ace, dándole un fugaz beso que poco a poco se fue haciendo más intenso.

Mientras tanto, el resto del grupo estaba sentado en una toalla enorme que habían puesto sobre la arena. Kishi, Kenzo, Sabo y un grupo de tres amigos que habían conocido el segundo día del último festival de verano.

—Mirad a los tortolitos... —murmuró Kishi—. Anda que no han tardado en darse cuenta que están hechos el uno para el otro.

—Pues a mí se aún se me hace un poco raro verlos así —confesó Kenzo.

—No sé, están como siempre, solo que dándose besos —ilustró Sabo, que estaba acabando de comerse el helado que se había comprado hacía apenas unos minutos en el chiringuito que había allí cerca—. Bueno tendremos que ir yendo hacia el recinto del festival o nos perderemos los últimos conciertos.

Kishi se incorporó y acercó los dedos a su boca para proferir un sonoro silbido que llamó la atención de la pareja que se encontraba en el agua. Tras ello, les hizo una señal para indicar que era hora de marcharse.

—Mira, tenemos que irnos —apuntó la peli(t/c), observando a su amiga—. Además, tenemos que cenar en el sitio aquel que vimos en el recinto.

—Cierto, vamos rápido —dijo Ace, incorporándose y levantando a la chica en brazos para llegar rápidamente hasta sus amigos.

No podía esperar a probar aquella deliciosa comida.

Y así pasó la noche: comida deliciosa, música, bebida, bailes, amigos, amor... La última noche mágica del verano.

Día 363, 31 de agosto.

El sonido del despertador hizo que Ace y (TN) abrieran los ojos con desgana.

—No me lo puedo creer... —murmuró la peli(t/c) apenada, mientras se acurrucaba junto al chico—. Ya ha pasado el verano.

—Venga, te toca seguir luchando por tu sueño. Esas asignaturas no se van a estudiar solas —comentó el pecoso, rodeándola con sus brazos y apretujándola—. Además, verás que en nada es Navidad y nos tienes allí a todos.

—Eso es verdad, que una vez empieza el curso los días se pasan rápido... Bueno, al menos a mí.

—Y... volveremos a hacer videollamada todos los días.

—Ay, pero echaré tanto de menos poder tocarnos y acariciarnos... —se lamentó ella.

Si hubiera sabido que las cosas iban a acabar así... Se hubiera replanteado ir a estudiar fuera. Aunque bueno, probablemente lo hubiera hecho igual. Para ella sus sueños y aspiraciones estaban por encima de cualquier chico. Pero... Es que era Ace.

La joven soltó un sonoro gruñido a modo de quejido y se frotó los ojos mientras se estiraba sobre el colchón.

Estaban en casa de Dadan. Luffy y Sabo se habían ido a dormir con unos amigos y la mujer se las había apañado para dejar algo de intimidad aquel último día juntos.

Ace estaba mirando de alquilar un piso, aunque fuera pequeño. Necesitaba independencia y no quería ser una molestia para Dadan en ocasiones como aquella.

—Bueno, vamos a preparar nuestro desayuno. Estoy hambriento —propuso Ace, levantándose de la cama.

—Qué raro... —bromeó ella, observando sin ningún tipo de reparo lo sexy que estaba con tan solo la ropa interior cubriendo parte de su cuerpo.

El pelinegro se llevó una mano a la cabeza para acomodarse el pelo y ladeó el rostro, captando de pleno como la joven le miraba de aquella manera tan descarada.

—Pero... —murmuró él, volviendo a dirigirse hacia el colchón y colocándose encima de la peli(t/c)—. Creo que antes voy a comerme otra cosa.

El desayuno tuvo que retrasarte un poco, pero no importaba. Ya habían puesto la alarma para tener el tiempo suficiente de entretenerse.

Unas horas después, muy a su pesar, (TN) ya estaba en el aeropuerto junto a sus padres y Ace.

—Ay, ya nos habíamos acostumbrado a que estuvieras aquí... Después de casi dos meses a tu lado —se lamentó su madre, apretujándola con todas sus fuerzas.

—Venga, que en nada estamos allí de vacaciones. Tú a estudiar mucho —intervino su padre dándole un par de suaves golpes en la cabeza, en modo cariñoso.

Cuando sus progenitores la soltaron, fue el turno del abrazo de despedida de Ace.

Un abrazo cálido, emotivo, cariñoso. Aquel contacto hizo que (TN) pensara en la posibilidad de no embarcar en aquel avión.

—Ve a seguir luchando por tu sueño —susurró el pecoso en su oído, antes de se pararse y posar su mano en la mandíbula de la joven para darle un beso de despedida.

—Te quiero, Ace —dijo ella, con toda la seguridad del mundo, antes de volver a abrazarle—. Te quiero.

—Yo también. —Le dio un beso en la cabeza antes de separarse.

—Bueno, hablamos mañana. ¿Vale? Nos vemos pronto —se despidió (TN), antes de dar media vuelta para dirigirse hacia la puerta de embarque.

Empezaba el segundo curso de universidad. ¿Transcurriría tranquilo? ¿O el destino le tenia alguna sorpresa preparada?

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