Capítulo 20

Día 315, 14 de julio.

El avión acababa de aterrizar. (TN) no podía creerse que por fin hubieran llegado las ansiadas vacaciones de verano.

Pasaría un mes entero en su ciudad natal, con su familia y amigos. Estaba extasiada.

Una vez logró bajar del avión, fue directa a buscar su equipaje. Ya tuvo problemas cuando llegó allí —una de sus maletas se quedó en la ciudad donde hizo el transbordo— y esperaba que aquella vez todo estuviera en orden.

Sintió un gran alivio cuando vio la segunda de ellas —la más pequeña de las dos— sobre la cinta transportadora.

No esperó a que llegara, como estaba haciendo la mayoría de los presentes, se acercó y la cogió sin perder de vista la otra que ya tenía a su lado.

Su corazón latía con fuerza en el interior de su pecho y la emoción se agrandaba a cada paso que daba hacía la salida del aeropuerto.

Una vez en la entrada paseó su mirada entre la multitud de personas que parecían estar esperando a sus familiares. No tardó en localizaros: sus padres, Ace, sus hermanos y Dadan. ¡Incluso Garp había acudido!

Como era obvio, abrazó primero a sus padres. No estaba segura de poder saludar a nadie más, ya que tal vez su progenitora le ahogaba con aquel abrazo tan fuerte.

—¡Ace! —le saludó por fin, poco después.

Sin embargo, apenas tuvo tiempo de pronunciar su nombre. El pelinegro se inclinó sobre ella y la tomó por la cintura al mismo tiempo que posaba sus labios sobre los de la joven.

Fue un beso bastante intenso, aunque el pecoso se controló bastante. No quería quedar mal delante de sus suegros —que acababan de enterarse y estaban bastante sorprendidos, al igual que el resto de los presentes —, pero si fuera por él la hubiera devorado.

—¡Oye! ¿Por qué la besas así? —preguntó Luffy, confuso. ¿No eran eso cosas de novios?

—Nos vas a tener que poner al día, jovencita —aseguró su madre, incriminándola con la mirada—. ¿Y Kenji?

—Kenji y yo... Bueno, lo dejamos hace ya unos meses —explicó la peli(t/c), algo incómoda bajo la atenta mirada del resto.

—¡No puedo creer que nos enteremos a estas alturas! Yo he estado saludándole y hablando con él como si nada —comentó la mujer, afligida.

—Bueno, tenía que pasar un tiempo para que todo se aclarara bien —se excusó la joven.

—Y veo que habéis aprovechado bien ese tiempo —comentó divertida, dando un suave codazo a su hija.

—Yo ya dije que estos dos acabarían juntos —recordó Garp, soltando unas sonoras carcajadas y despeinado el pelo del chico.

—Bueno, ¿podemos ir a casa a dejar todo esto? —inquirió (TN), señalando sus maletas—. Estoy un poco cansada del vuelo.

—Eso, eso. Descansad un rato y por la tarde os esperamos en nuestra casa. Prepararemos juntos una cena de bienvenida —propuso Dadan, propuesta que todos aceptaron con ganas.

—¡Cena! ¡Cena! —exclamó Luffy repetidas veces mientras alzaba los brazos. Una cena con mucha gente significaba más comida, tan solo tenía que ser rápido.

La peli(t/c) fue a coger las maletas para ponerse en marcha, pero su padre las cogió antes que ella.

—Ya lo llevo yo todo —indicó el hombre, regalándole una amable sonrisa. La joven se la devolvió.

Ace se quedó atrás con ella, mientras el resto del grupo charlaba unos pasos más hacia delante.

—Siento que hayas tenido que dar explicaciones... Te echaba tanto de menos que no me he podido resistir —se disculpó el pelinegro, rodeando con el brazo la cintura de la joven y atrayéndola hacia él.

—Si me lo dices así... ¿Cómo no voy a perdonarte? —bromeó ella, recostándose contra él mientras continuaban caminado—. Y yo también te echaba mucho de menos.

—Ya que está noche nos han organizado plan... Mañana podríamos hacer algo juntos —propuso Ace—. Puedes venirte sobre las doce al gimnasio. Acabo de dar la última clase de boxeo a las doce y podemos almorzar en algún sitio.

—Bien, buena idea. Y mientras comemos ya pensamos algo más para la tarde.

Una vez llegaron a la zona del parking donde habían aparcado los coches, cada familia se subió a su respectivo vehículo y tomaron diferentes rumbos.

Un rato después, (TN) por fin estaba entrando por la puerta de su casa, con sus padres. Tras casi un año fuera de su país...

—Voy a deshacer la maleta y descansaré un rato en mi habitación —comentó, mientras comenzaba a adentrase hacia el pasillo.

Una vez dentro, recorrió con la mirada toda la estancia. Paseó las yemas de sus dedos por encima de la madera del escritorio, por los marcos de las fotos que había sobre él.

Todo estaba tal y como lo dejó. Aunque estaba claro que su madre había entrado a limpiar de vez en cuando.

Soltó la maleta y se acercó a su cama. Se dejó caer sobre el colchón y se acomodó.

Podía descansar primero y luego ordenar la ropa. No había problema, ¿no?

Día 316, 15 de julio.

Al día siguiente, cinco minutos antes de las doce, (TN) estaba entrando por la puerta del gimnasio.

No había nadie en recepción en aquel momento. Se sentó en una de las sillas y espero con paciencia a que Ace saliera de dar su última clase.

Pocos minutos después, la entrada se fue llenado de padres que venían a recoger a sus retoños. Los pequeños no tardaron en ir apareciendo, junto al pecoso y otra chica también vestida con ropa deportiva.

Le encantaba ver a Ace con los niños —los cuales ya se habían acostumbrado al hecho de que su profesor también era un famoso baterista de una banda—, era adorable y no podía evitar quedarse mirándole con cara de estúpida.

—(TN). —Se acercó a saludarla cuando el último niño se fue con sus padres. Se inclinó y depositó un suave beso en sus labios. Tiró con suavidad de su antebrazo para que se levantara—. Esta es Azumi, mi compañera de boxeo. Lleva al grupo de principiantes.

—Vaya, la famosa (TN). Encantada. —No parecía hacerle mucha gracia conocerla.

—Igualmente, encantada.

Era una chica alta y con cuerpo atlético. Su pelo largo y oscuro estaba recogido en un moño, algo deshecho con el paso de las horas y con tanto movimiento durante las clases. No se podía negar que era bastante guapa.

—Bueno, Azumi. Nos vemos el lunes. Que vaya bien lo que queda de fin de semana —se despidió Ace, con su amplia y amable sonrisa.

—Hasta el lunes —dijo ella, antes de acercarse a darle un beso.

Un beso demasiado cerca de la comisura del labio, o al menos así lo percibió (TN). No le dio mucha importancia, confiaba en Ace y, de todos modos, él no era muy espabilado para enterarse cuando una chica tonteaba. A no ser que se le lanzaran encima... Y, en ese caso, él la pararía.

—Eh —murmuró el pecoso, moviendo la mano frente a aquellos ojos (t/c)—. Voy a cambiarme, ¿vale? Enseguida salgo.

—Vale. —Ace la miraba fijamente, sin moverse—. ¿A qué esperas?

—Te quiero.

Posó ambas manos en sus mejillas y comenzó a depositar suaves besos sobre sus labios. La joven disfrutó del contacto. Lo había echado tanto de menos... Ansiaba estar a solas con él y sentirlo lo más cerca posible.

—Yo también te quiero —logró articular la peli(t/c), entre beso y beso.

—Vengo enseguida —dijo, antes de darle un último beso para dirigirse hacia el vestuario.

Una vez listos, se subieron al coche de segunda mano que el pelinegro había comprado hacía un tiempo.

Fueron hasta el centro comercial más cercano y entraron en su restaurante de ramen favorito. Aquel simple cuenco fue todo un manjar para la joven que tanto había echado de menos disfrutar de todo lo que su país le ofrecía.

La gente, los que conocían quien era Ace, no podían evitar quedarse mirándole fijamente y, de vez en cuando, cuchichear entre ellos.

Todos los miembros del grupo habían pedido incontables veces, a través de las redes sociales, que no se acercaran a atosigarles cuando estuvieran haciendo su vida en público.

No es que se creyeran una gran y conocida banda, pero habían tenido varios problemas que les habían llevado a aquella situación.

—¿Qué te apetece hacer? —preguntó Ace, después de estar charlando un buen rato, mientras disfrutaban del postre—. ¿Vamos a los recreativos?

—Me parece bien.

Tras pedir la cuenta, se dirigieron a la parte de arriba del edificio, donde estaban los recreativos, la bolera y el cine.

Había bastante gente, lo habitual teniendo en cuenta que era sábado. Fueron pasando por luego a juegos que iban quedándose libres: carreras de coches, de disparar, juegos clásicos de lucha... En incluso algún que otro baile.

—Mira, el simulador está libre —señaló (TN), con la respiración todavía algo irregular tras haberse esforzado por acertar todos los movimientos en la máquina—. ¿Vamos y nos sentamos un rato?

El pelinegro aceptó y se dirigieron rápidamente hacia allí, antes de que alguien más se metiera. Una vez dentro, cerraron la puerta y esperaron a que la atracción empezara.

—Ay, ahora me han entrado ganas de ir a la feria —comentó la peli(t/c).

—Podemos ir donde quieras y... —murmuró Ace rodeando la cintura de la joven con el brazo y acercando su rostro al de ella—. Hacer lo que tú quieras.

—Ace... —susurró la chica, mordiéndose el labio inferior cuando el pecoso comenzó a pasear la lengua por su cuello.

—No te imaginas las ganas que tengo de estar a solas y volver a sentirte cerca.

(TN) ladeó la cara y buscó los labios del pelinegro, fundiéndose ambos en un beso intenso acompañado de caricias que tan solo cesó cuando paró la atracción.

—Toca bajarse —anunció Ace, todavía rozando sus labios.

Se separó y abrió la puerta de la atracción. Había un par de niños ansiosos por subir. Tan ansiosos que no esperaron a que los dos jovenes se apartaran y chocaron contra ellos, recibiendo una reprimenda por parte de sus padres.

—Oye... ¿Sabes si se queda tu casa libre algún día? —inquirió la peli(t/c) mientras se dirigían hacia la salida de los recreativos. Ya casi er ala hora de cenar y debían volver a casa.

—Que yo sepa no, de momento —respondió él—. La tuya tampoco, ¿no?

—Creo que no...

—No puedes aguantar sin estar a solas conmigo —se burló el pecoso, mostrando sus blancos dientes en una despreocupada sonrisa.

—Perdona, pero tú todavía menos —aseguró ella, dándole un suave manotazo en el hombro.

—No lo voy a... Negar —confesó, inclinándose hacia ella y agarrándola en brazos en plena salida del centro comercial.

—¡Estás loco! —exclamó ella, sin poder aguantarse la risa.

—Por ti —dijo, antes de sellar su boca con un beso.

Día 317, 16 de julio.

—¡Habéis estado genial! —exclamó (TN), aplaudiendo, mientras los chicos de la banda se dejaban caer sobre los sofás tras haber dejado los instrumentos.

—Ace se viene arriba cuando te tiene de público —comentó Jiro, con una sonrisa traviesa, al mismo tiempo que jugueteaba con uno de sus mechones rizado y dorado.

—Yo solo pienso en las pobres fans cuando sepan que ya no está soltero —bromeó Daiki, el cantante del grupo.

—Mira que eres exagerado —intervino el pecoso.

—Además, mejor. Más para nosotros —ilustró Haru, dando un trago a su lata de cerveza—. Por cierto, yo me voy a ir volviendo a casa. Ya es casi la hora de cenar.

—Joder, es verdad —confirmó Daiki, mirando hacia el reloj que tenían colgado en una de las paredes—. El finde que viene volvemos a ensayar. Tenemos que prepararnos para los festivales de agosto.

—Venga pues... —murmuró Jiro, levantándose del sofá—. ¿Se queda alguien?

—Ya cerraré yo —respondió Ace.

—Oye, a ver qué hacéis aquí solos... —mencionó el cantante.

—Vamos, vamos. Dejémosles un poco de intimidad —pidió el chico de cabello rubio, arrastrando a sus dos compañeros del brazo hasta salir por la puerta del local.

Ambos jóvenes estuvieron casi un minuto en silencio después de que el resto del grupo abandonara el lugar.

—¿Te apetece que pidamos algo cenar y veamos una película? —propuso el pecoso.

—Sí, buen plan —aceptó ella, incorporándose para coger el móvil de encima de la mesa que había entre los dos sofás—. ¿Sushi?

Ante el gesto afirmativo del chico se metió en una de las aplicaciones que tenía de comida a domicilio.

—¿Película de miedo o qué?

—Sí, de miedo bien —respondió ella, mientras continuaba con el pedido.

La comida no tardó mucho en llegar. Los repartidores de esa empresa siempre solían ser muy puntuales.

La película estaba bastante interesante, aunque había más sustos que miedo les estaba gustando.

Ya hacía un buen rato que habían acabado la cena y ya estaban por el final de la cinta cuando  un fuerte ruido acompañado de una escena grotesca hizo que la peli(t/c) se abrazará involuntariamente al chico.

—Eh... Si querías acercarte solo tenías que hacerlo. No hacía falta que fingieras un susto —bromeó el pelinegro, haciendo que la chica se sentara a horcajadas sobre él.

—No he fingido, idiota —aseguró ella.

—¿Pero tenías ganas de acercarte o no?

—Sabes que sí.

—Soy irresistible —continuó bromeando.

Aquellas palabras, más el comentario de Daiki, tan solo le hacían pensar en una cosa que no podía quitarse de la cabeza. Sabía que no debía preguntarlo, pero también era consciente de que no iba a callárselo.

—¿Has traído a muchas chicas aquí?

Ace se quedó unos segundos en silencio. Sí que es verdad que fue allí con una chica una vez. ¿Pero por qué todo el mundo se pensaba que se había liado con tantas?

—Solo a una... —respondió, finalmente—. Pero olvídate de eso. Ninguna significaba nada, nunca he sentido nada por nadie como lo siento por ti. Aunque siempre he sido respetuoso.

—Hombre, no esperaba menos de ti —aseguró ella, sonriendo—. Igual me gusta que repitas que soy la única que significa algo para ti.

—Eso lo puedo repetir todas las veces que quieras, aunque lo sepas de sobra.

El pecoso tomó con suavidad la cara de la peli(t/c) entre las manos y se inclinó hacia delante para besarla.

El contexto se fue tornando poco a poco más intenso, dada la intimidad del momento. El roce de sus lenguas iba acompañado de caricias.

La joven tenía los dedos enredados en el cabello oscuro del chico y este acariciaba su espalda por de bajo de la camiseta.

(TN) comenzó a mover las caderas, buscando el placer que le producía el roce y haciendo que la erección del pecoso aumentara cada vez más.

—Creo que... No sé si este es un buen sitio —artículo ella. Aunque su cuerpo le pedía continuar, su mente le decía otra cosa.

—No, no lo es —afirmó el pelinegro—. Y... Es una lástima. Tenía ganas de hacer que disfrutaras lo máximo posible.

—Ay, Ace... —se quejó ella, muerta de ganas por que aquello se hiciera realidad.

—Ya llegará el momento, queda mucho verano por delante —le recordó él, pellizcando una de sus mejillas con suavidad—. Hablando de verano... Supongo que vendrás a verme a los festivales, ¿no?

—Como comprenderás, no tengo dinero para ir a tres festivales. Pero elegiré uno de ellos.

—No necesitas dinero, te recuerdo que tienes enchufe por ser la novia de uno de los integrantes de un grupo que va a tocar allí. Bueno y no solo tú, también tu grupo: Sabo, Kishi y Kenzo.

—¿Kishi y Kenzo también irán? —preguntó la peli(t/c), muy emocionada.

—Oye, pobre Sabo... —bromeó Ace.

—Es que a él casi que le veo más... Pero hace mucho que no veo a la parejita.

—Pues eso, que no tienes ninguna excusa para venir a verme.

—Ahora quiero que llegue ya agosto. ¡Va a ser genial!

—A ver, a ver... Nada de que llegue ya agosto. Todavía me quedan días de julio para estar contigo —expuso Ace, fingiendo sentirse ofendido.

A (TN) ni si quiera le salieron las palabras. Tan solo pudo expresar lo que sentía volviendo a besarle.

Le quería tanto... Siempre le había querido y había pensado que no podía quererle más; pero su amor iba aumentado cada vez más .

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