Capítulo 19

🔞 AVISO: HAY CONTENIDO ADULTO EN ESYE CAPÍTULO 🔞

Día 205, 27 de marzo.

La mañana de clases había terminado y la joven de cabello (t/c) estaba bajando del metro en aquel preciso instante.

La estación estaba abarrotada, pero sus ojos enseguida dieron con los de su querido amigo. O, bueno... Ya algo más que amigo, aunque todavía nadie lo supiera. A excepción de Kenji, lo cual era algo extraño.

—Ace —saludó, sonriente al llegar a su lado. Se acercó y le rodeó con los brazos. Abrazo que fue correspondido y acompañado de un tierno beso.

—¿Preparada para aprovechar nuestro penúltimo día?

—Ay, no me lo recuerdes... Que luego no nos vemos hasta casi agosto —se lamentó ella, haciendo pucheros.

Sus palabras tan solo hicieron que el pecoso le apretujara con más fuerza. Iba a echarla muchísimo de menos. Más que nunca, si es que eso era posible.

—Venga, vamos a comer algo y luego vamos al parque de atracciones —dijo Ace, rompiendo el abrazo con delicadeza para comenzar a caminar, no sin antes tomar una de las manos de la chica.

Aquel día, los padres de (TN) habían decidido pasarlo a solas en un pequeño y acogedor pueblo cerca de la ciudad. Tenían claro que su dinero para viajes estaba destinado a visitar a su pequeña, pero eso no les impediría aprovechar para hacer una pequeña escapada.

Por tanto, la reciente pareja tenía todo el día para ellos solos. Bueno, ellos y los compañeros del grupo de Ace, que habían sido los únicos y primeros en enterarse de la gran noticia.

—Adorables... —murmuró Jiro, observando divertido como el pecoso y la peli(t/c) intercambiaban los batidos para probarlos.

—No puedo creer que hayas sentado la cabeza. Va a ser muy raro a partir de ahora... —comentó Daiki.

—Tampoco va a ser tan raro. Ya parecían novios antes —añadió el primero que había sacado el tema, acomodando su cabello rubio y ensortijado.

—Bueno... ¿Vamos a montarnos a algo o qué? —intervino la única chica del grupo.

—Uf... Justo después de comer... No lo veo para mí —aseguró Haru, el guitarrista de llamativo pelo color fucsia.

La pareja se miró y encogió los hombros. Para ellos dos no era ningún problema, así que fueron los primeros en dar una vuelta por las atracciones mientras los otros tres acababan de hacer la digestión.

Comenzaron por atracciones más suaves y dejaron las montañas rusas para el final, para cuando el resto del grupo se unió.

—¿Cuál os apetece la última? —preguntó Jiro, una vez se acercaba la hora de cenar.

—Deberíamos subir a la caída libre. Seguro que las vistas de noche son geniales —propuso la peli(t/c).

Salvo Haru, que ya no se había subido a un par de atracciones, el resto se puso a la cola. Por suerte, como era tarde, tan solo tuvieron que esperar unos quince minutos.

(TN) se colocó en una de las esquinas y Ace ha su lado.

Tras colocarles toda la seguridad necesaria, comenzaron a ascender poco a poco hacia arriba.

Tal y como la joven había indicado, las vistas eran preciosas. Frente a ellos, el pueblo de Staines junto al río Támesis se hallaba iluminado.

—Os lo he dicho... —murmuró ella, una vez llegaron al tope de la atracción.

Todos sintieron un cosquilleo en el estómago, ya que sabían que en cuestión de segundos caerían a una gran velocidad.

El pelinegro, tomó la mano de la chica. Ambos intercambiaron miradas mientras entrelazaban bien los dedos y levantaban el brazo que les quedaba libre.

Disfrutaron de aquella sensación de ingravidez, de la descarga de hormonas.

—¡Cojamos algodón de azúcar antes de irnos! —propuso (TN), llena de energía tras bajar de la atracción.

Los puestos de comida que había por el parque eran increíbles. Y, en especial, los dulces tenían una pinta exquisita. Había algodón dulce de todos los colores.

—No sé cómo os puede gustar eso, está demasiado empalagoso —comentó Jiro, no era un fanático de ese tipo de alimentos.

—A Ace le gusta todo, eso y cualquier cosa —recordó Daiki.

Ace y (TN) caminaban unos pocos pasos por detrás, ignorando la conversación y disfrutando de aquel delicioso manjar.

—¿Quieres probar del mío? —inquirió la joven.

—Ni lo dudes —aseguró él, mostrando una sonrisa socarrona.

Le ofreció el algodón de azúcar, inocentemente, pero él le agarró la cara con suavidad y se abalanzó sobre sus labios.

Fue un beso intenso, que pilló a la peli(t/c) por sorpresa. Sus lenguas juguetearon entre ellas durante los largos segundos que duró el dulce contacto.

No pudo evitar acalorarse. Tan solo había sido un beso, pero es que Kenji jamás la había besado en público. Y no de aquella forma tan intensa.

Al pecoso le encantó ver la expresión de su rostro. Le dio un rápido beso en la frente y volvió a centrarse de nuevo en su propio algodón de azúcar, el poco que le quedaba.

Día 206, 28 de marzo.

—Ay, cariño... ¡Como te vamos a echar de menos! —exclamó su madre, apretujándola entre sus brazos.

—Y yo a vosotros, pero en un par de meses iré yo a visitaros.

—Te prepararemos un gran bienvenida —aseguró la mujer—. ¿Cenáis juntos?

—Sí, me quedaré aquí. Igual no haremos mucho. Mañana mis amigos y yo tenemos el vuelo temprano —comentó el pelinegro.

—Nosotros nos vamos ya, que aún perderemos el vuelo —intervino el señor (TA). Se acercó a su hija y le dio un beso en la cabeza—. Ya vamos hablando.

Tras una última despedida, por fin ambos jóvenes se quedaron solos en la casa.

Los padres de la joven todavía no sabían nada de lo que ocurría entre ellos. Nada sobre el cambio que había dado su relación.

La peli(t/c) ni si quiera les había contado que ya no estaba con Kenji, como para decirles que ya estaba con otro, aunque fuera Ace.

Pidieron sushi a domicilio, se pudieron el pijama y estuvieron viendo un programa de comedia, abrazados en el sofá.

—Ay, no quiero que te vayas... —murmuró ella, acurrucándose todavía más junto al pelinegro.

—Y yo no quiero irme... —aseguró él, rodeándola con sus brazos—, pero los dos meses pararán enseguida. Ya verás.

—Pues sí... Estudiando para los exámenes finales... Me va a faltar hasta tiempo.

—Sabes de sobra que vas a sacar muy buenas notas.

—Bueno, hay mucho que estudiar...

—Y seguro que lo llevas todo al día.

La peli(t/c) se quedó mirándole con una sonrisa traviesa. De incorporó y se sentó a horcajadas sobre él.

—Qué bien me conoces... —murmuró, inclinándose hasta hacer que sus labios se rozaran.

—Y también sé lo nerviosa que vas a estar a pesar de sabértelo todo, pero yo estaré al otro lado de la pantalla para apoyarte —continuó el pecoso, colocando sus manos en las piernas de la joven.

Las paseó hasta su trasero y apretó con fuerza al mismo tiempo que acabó de juntar sus labios con los de ella, fundiéndose en un fogoso beso acompañado de caricias.

(TN) sentía todo su cuerpo arder. Jamás había experimentado aquella sensación. Nunca se había sentido tan deseada como en aquel momento.

Tuvieron que separarse en busca de aire. Tenían clavados los ojos el uno en el otro y su pecho subía y bajaba a causa de su respiración irregular.

—Ace... —murmuró ella—. Yo, bueno... No me gustaría que te fueras sin... Es decir, tengo ganas de estar contigo. De... Bueno, ya me entiendes.

El pecoso volvió a abalanzarse sobre sus labios. Posó una de sus manos en la nuca de la joven para profundizar todavía más el beso.

Él tampoco quería irse sin sentirla por completo. Se incorporó del sofá, con las piernas de la peli(t/c) rodeando su cintura.

Continuaron devorándose el uno al otro mientras Ace cambiaba con algo de torpeza hacia la habitación.

Una vez dentro la fue tumbando poco a poco sobre el colchón, colocándose sobre ella y abandonando sus labios tan solo para depositar los labios en su cuello.

Tras recorrer aquella sensible zona y provocar algún que otro suspiro en la joven, se incorporó un poco para observar su rostro.

La habitación estaba iluminada de manera tenue, tan solo por la luz del pasillo; pero podia ver su expresión a la perfección.

(TN) era la chica más perfecta que jamás había conocido, por dentro y por fuera. Ya no entendía cómo podía haber estado todos aquellos años sin sentir aquella atracción descomunal que sentía por ella.

Era extraño. Por un lado tenía ganas de empotrarla con todas sus fuerzas y, por otro, sentía que debía ser lo más delicado posible —que no es que no hubiera tenido cuidado con las demás, pero se merecía un extra de cariño—. Se trataba de (TN), era entendible.

Tan solo quería hacer que fuera la mujer más feliz de la Tierra. Era lo mínimo que se merecía.

Paseó con suavidad las yemas de los dedos por los pezones erectos de la peli(t/c), que se marcaban bajo la tela del pijama.

No pudo evitar que aquel pequeño e incidental roce cuando pelearon por la chocolatina fue el que causó todo aquello.

Tras un par de caricias sobre la tela, Ace comenzó a desabrochar uno a uno los botones del pijama de la joven.

Lo hizo despacio, sin prisa, y besando cada parte de la piel que iba quedando al descubierto.

La piel de (TN) se erizaba con cada caricia, con cada roce. Todas aquellas sensaciones eran nuevas para ella, completamente nuevas.

Y nunca hubiera imaginado que sería Ace el que acabaría provocándoselas.

No podía dejar de observarle. Verlo tan concentrado desabrochando los botones y acercando los labios a su piel tan solo conseguía aumentar el calor que había comenzado a sentir entre las piernas.

Solo de imaginárselo con otras chicas... Todos los celos que no había sentido en años los estaba teniendo en aquel momento. Sin embargo, no tardó en apartarlo de su mente.

Ace le había dicho que a partir de ahora iba a ser la única y era lo que contaba. No tenía sentido pensar en el pasado.

Además, cualquier tipo de pensamiento desapareció de su mente al notar la lengua del pelinegro recorriendo uno de sus pezones.

—¿Te gusta? —inquirió, dirigiendo sus ojos hacia los de ella.

—Sí —logró responder.

—Y... ¿Esto? —preguntó, antes de morderlo con suavidad, provocando que la joven se estremeciera de placer.

Ella tan solo asintió.

—Si algo no te gusta me lo dices —aclaró él, antes de volver al trabajo.

Continuó jugando con los pechos de la peli(t/c), provocándole números suspiros y algún que otro perceptible gemido.

La humedad en ella crecía y él comenzaba a sentir cada vez más urgencia bajo sus calzoncillos.

Cada vez comenzaba a hacer más calor en la habitación, o al menos es lo que les parecía.

El pecoso se incorporó un momento para deshacerse de la camiseta y (TN) no pudo evitar recorrer su cuerpo con la mirada.

Desde su torso y abdominales hasta el creciente bulto que se mercaba en la ropa interior.

A Ace le excitó todavía más ver cómo se fijaba en él. Acercó sus manos a los pantalones de pijama y tiró de ellos, dejando ver unas bragas negras de encaje que quedaban exquisitamente bien en su cuerpo.

—¿Tu plan era seducirme hoy? —preguntó Ace, volviendo a posicionarse sobre ella—. Porque está funcionando.

—Puede ser —murmuró ella, enredando sus dedos en el oscuro cabello del chico y acercando sus labios para darle un beso—. Ay, esto se me hace muy raro.

—Un poco... —admitió él—, pero más raro se me hace no haberte tenido durante todos estos años las ganas que te tengo ahora mismo.

Tiró de sus bragas y las deslizó por las piernas de la joven. Ya tan solo la camisa desabrochada del pijama cubría su cuerpo.

La sujetó de las muñecas e hizo que se incorporara hasta colocarse a horcajadas sobre él, ambos sentados en el colchón.

Retiró la camiseta, dejándola desnuda por completo.

(TN) tan solo le observaba, expectante, pendiente del siguiente movimiento que haría. Un intenso escalofrío recorrió su cuerpo al notar la erección del pecoso contra ella.

Ace se tomó un tiempo para observarla antes de atacar de nuevo su cuello, mientras tenía las manos posadas en sus caderas.

Fue bajando poco a poco, tomándose su tiempo para saborear la piel de su querida peli(t/c) hasta ponerse a juguetear de nuevo con sus pechos.

Usó la boca, la lengua, los dientes y los dedos para hacerla disfrutar al máximo.

La joven no tardó en comenzar a mover las caderas, sentía la urgencia de ese tipo de contacto.

El roce era extremadamente placentero y ambos estaban completamente excitados.

Ace acercó poco a poco su mano hacia la intimidad de la joven y le rozó con los dedos, notando lo húmeda que estaba.

—TN... Creo que estás más que lista. ¿Te dientes preparada?

—Creo que sí —respondió ella, en un susurro. Entre la excitación y los nervios le costaba articular la voz.

—Poco a poco, no tenemos prisa —le tranquilizó él, introduciendo poco a poco el dedo índice en el interior de la joven.

—Ace —gimió la peli(t/c), con voz aguda.

El placer no solo se debía al movimiento del dedo del pelinegro, si no al pensar que estaba dentro de ella.

El pecoso trataba de contenerse. Era duro aguantar las ganas de empotrarla observando las expresiones de rostro y el placer que parecía estar sintiendo tan solo de aquella forma.

Sin embargo, debía ir con cuidado y prepararla de forma adecuada para que le doliera lo menos posible.

Tras darle placer de aquel modo, ambos sintieron que era el momento de ir todavía más allá.

—Tengo... Tengo condones en la mesilla —comentó ella, con la respiración entrecortada.

No esperó ningún tipo de respuesta por parte del chico. Se incorporó, se puso a gafas sobre el colchón y estiró el brazo para abrir el cajón de la mesilla de noche.

Al ver a la joven posicionada en cuatro patas, Ace no pudo evitar caer en la tentación de saborearla.

(TN) arqueó la espalda al notar aquel húmedo contacto en su sexo.

El pelinegro manejó la lengua con habilidad, rozando las zonas más sensibles de aquella parte de su cuerpo mientras disfrutaba de sus sonoros gemidos.

¡Ya no aguantaba más!

Posó las manos en la cadera de la joven y, tratando de ser lo más delicado posible, le hizo dar la vuelta para que se tumbara sobre el colchón.

Cogió el pequeño sobre de plástico de sus manos y comenzó a bajarse los calzoncillos ante la atenta mirada de la peli(t/c).

Estaba algo nerviosa. Se suponía que la primera vez dolería, o por lo menos no sería tan increíble como solía ser en las películas. Y no le extrañaría que doliera, viendo el semejante tamaño de... Bueno, de eso.

El joven de cabello negro se acomodó entre las piernas de la chica.

—Ante todo... —murmuró Ace, con voz algo ronca y acariciando la cara interna de los muslos de la chica—. Necesito que estes relajada. Bueno, lo más relajada posible.

—Eso intento —aseguró ella.

El pelinegro comenzó a pasar punta de su miembro por el sexo de (TN). Estaba tan húmeda que casi se introdujo en su interior sin quererlo.

La peli(t/c) arrugó la nariz. No fue doloroso, tan solo una sensación algo extraña e incómoda. No tanto como esperaba.

El pecoso se inclinó todavía más sobre ella, hasta que sus rostros quedaron separados tan solo por unos escasos centímetros.

—Voy a ir despacio —dijo, al mismo tiempo que comenzaba a introducirse cada vez un poco más en ella—. Si te duele me avisas.

—Está... Está bien —murmuró ella.

Ambos tenían la mirada clavada en el otro mientras Ace iba moviendo las caderas.

Muy poco a poco al principio, hasta que la peli(t/c) se fue acostumbrando al roce. Tras ello, aumentó un poco el ritmo. Sin embargo las estocadas no fueron muy intensas. Ya habría tiempo más adelante para ser más bruscos.

Besos, caricias, lamidas... Todo ello acompañado del roce entre sus partes más íntimas fueron aumentando poco a poco las oleadas de placer que recorrían su cuerpo.

Una vez vio que todo fluía correctamente, Ace acercó su mano para estimular el botón rosado de la joven, sabiendo que aquello le haría disfrutar todavía más.

Le encantó notar como el cuerpo de la peli(t/c) se estremecía bajo el suyo.

Apenas un minuto después, la joven explotó por completo. Una sensación increíble de placer, de liberación, de relajación... Estaba tan abrumada que no podía hacer más que quedarse tirada en la cama.

Ace aprovechó el momento para salir de ella, no sin dejar de acariciarle con suavidad. Se retiró el condón y acabó de tocarse un poco a sí mismo, con algo más de velocidad, para poder terminar el también.

En apenas unos segundos, el líquido comenzó a esparcirse por el pecho y el abdomen de la joven.

—¡Ace! —exclamó ella, sin poder ocultar su sonrisa de oreja a oreja.

—Disculpa, disculpa... Tendría que haber preguntado —dijo él, antes de dejarse caer a su lado.

—No pasa nada. —Incluso le había gustado.

—Ahora... Una duchita y a dormir.

—No sé si serás capaz de levantarte mañana tan pronto.

—Te seguro que ha valido la pena irnos un poco más tarde a dormir. Venga, vamos —dijo, incorporándose con energía y cargándola al estilo princesa.

—¡Ace, cuidado! — se rió ella.

La ducha se alargó un poco de más, ya que las caricias y los besos continuaron.

Ambos se hacían la misma pregunta: ¿Cómo iban a aguantar sin verse hasta verano?

Ahora que había surgido aquella chispa entre ellos, querían estar más juntos que nunca.

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