Capítulo 18

Ambos lo habían confesado. Los dos habían dicho en voz alta que ansiaban besarse el uno al otro. Tal vez no con esas palabras, pero esa era la sensación que tenían.

Sus labios ya estaban prácticamente rozándose, así que no tuvieron que juntarse mucho más para fundirse en un tierno y cálido beso.

Ace tenía su mano derecha posada en la mejilla de (TN) y le acariciaba la piel con suavidad mientras comenzaba a profundizar el beso poco a poco, haciendo el contacto cada vez más intenso.

La peli(t/c) sintió que toda su piel se erizaba al notar la lengua del pelinegro chocar contra la suya.

Estaba siendo el beso más intenso que había tenido. O esa era la sensación.

El pecoso fue bajando la otra mano hasta colocarla en la parte baja de la espalda de la joven. Presionó y la atrajo contra su cuerpo, haciendo que ella notara su erección.

—Ace —murmuró ella, con voz algo aguda.

El chico se separó ligeramente, pero no sin apartar sus manos de dónde estaban. Lo suficiente para apreciar el rostro de la joven, notando sus mejillas algo sonrojadas y su respiración irregular.

No podía creerse todavía que acabara de besar a (TN), pero lo había hecho y había sido el mejor beso de su vida.

Nunca hubiera imaginado que ansiaba tanto aquel momento, pero debía controlarse. No pensaba llevarse a la peli(t/c) a la cama como si fuera cualquier otra chica.

No es que hubiera tratado mal a las otras. Siempre había sido respetuoso. Simplemente quería que con ella fuera algo más especial, ya que era una persona especial.

—Venga, ponte el pijama y vamos a dormir —indicó él, pellizcándole la mejilla con suavidad.

—¿A dormir? —cuestionó ella joven, algo confundida.

Lo sabía. Sabía que no le iba a gustar como las otras chicas. Sentía que la angustia le invadía por dentro solo de pensarlo. Porque a ella... A ella le había gustado mucho.

No había sentido nada parecido con ninguno de los dos chicos con los que había estado. Y jamás se hubiera imaginado que Ace pudiera despertar todas aquellas sensaciones en ella.

—¿Qué te pasa? —inquirió el pelinegro, posando sus dedos en la barbilla de la peli(t/c) y tirando con delicadeza para que alzara el rostro.

—No... No hemos hablado del beso. No se si te ha gustado o no. Ni que va a pasar a partir de ahora —comenzó a farfullar.

—Pensaba que había quedado bastante claro que me ha gustado —comentó el chico, atrayéndola de nueva hacia a él—. Y, lo que va a pasar a partir de ahora... Iremos viendo.

—Ya... O sea, sí. Pero, por ejemplo, ¿vas a seguir liándote con otras chicas?

—No he estado con tantas chicas como todos pensáis —aclaró él—. Además, si siempre has sido la chica más importante mi vida... Ahora pasas a ser la única. Sin contar a Dadan.

—Esto va a ser un poco raro —aseguró la peli(t/c), sin poder evitar sonreír—. Igual tal vez es mejor que lo guardemos para nosotros... Al menos de momento.

—Me parece bien. Podemos ver cómo va y... Ya luego compartirlo.

—Trata hecho —zanjó (TN), dándole un suave manotazo en el hombro y girándose para terminar de ponerse el pijama.

El pelinegro se quitó el pantalón y se lanzó sobre el colchón. No era nada raro para él dormir en calzoncillos y ella ya lo tenía muy visto, aunque lo viera de otra forma en ese entonces.

La joven no tardó en acurrucarse a su lado, hasta encontrar la posición más cómoda.

Ace depositó un beso de buenas noches en su cabeza, como solía hacer siempre que dormían juntos, antes de caer en un profundo sueño en cuestión de segundos.

La peli(t/c) le envidiaba. A ella le costaba algo más dormirse y aquella noche su cabeza iba a dar muchas vueltas.

Era un bucle de emociones.

Estaba feliz y emocionada por todos aquellos nuevos sentimientos que se habían despertado entre ella y su mejor amigo —seguía siéndolo, eso no cambiaba—, pero también se sentía algo abrumada y preocupada.

¿Cómo irían avanzando las cosas? ¿Y si todo iba mal? ¿Podrían continuar siendo mejores amigos como si nada?

Y, además... Después de tanto decirle a Kenji que no tenía que preocuparse por su relación con Ace, que solo era un amigo... ¿Qué pensaría su ex sobre eso?

Apenas habían cortado o lo que fuera y ya se había besado con otro. Y no con cualquier otro.

Poco a poco, los pensamientos se fueron disipando y se fue quedando dormida.

Día 205, 27 de marzo.

A la mañana siguiente, Ace fue el primero en despertarse. Dio un gran y sonoro bostezo mientras se desperezaba sobre el colchón.

Dio media vuelta sobre sí mismo y se encontró con (TN) todavía dormida. Era extraño, ya que ella siempre solía despertarse antes.

Pero allí estaba: ojos cerrados, respiración profunda y con la camiseta del pijama subida hacia arriba, dejando ver parte de su abdomen.

Todavía no acaba de creerse lo que había pasado la noche anterior. Por fin había pasado.

No es que lo hubiera deseado nunca, pero en aquellos momentos sentía que llevaba toda la vida deseándolo.

No entendía porque el imbécil de Arata, su primer novio, la trató de aquella forma. Todavía recordaba aquella escena en la azotea del instituto.

Tampoco entendía cómo el idiota de Kenji le había dejado tirada y sin dirigirle ni una sola palabra más.

¿No entendían que jamás encontrarían a alguien como (TN)? No podían permitirse no cuidarla y quererla como se merecía.

De pronto, sus ojos (t/c) comenzaron a abrirse poco a poco. Se frotó uno de ellos al mismo tiempo que bostezaba y se desperezaba. Todo bajo la atenta mirada del pecoso.

Sus ojos no tardaron en cruzarse.

—Buenos días —murmuró ella, regalándole una sonrisa, todavía medio adormilada—. Qué raro que ya estés despierto...

—Buenos días —respondió el pelinegro, dándole un beso en la frente.

Acto seguido, se inclinó todavía más y dirigió sus labios hacia la parte de su cuerpo que el pijama había dejado al descubierto.

La joven disfrutó de aquel recorrido de besos por su abdomen, mientras enredaba sus dedos en los cabellos del chico y los acariciaba.

—Puedes quedarte en la cama un rato más. Yo prepararé algo de desayunar —propuso Ace, tras acercarse de nuevo a su rostro.

—¿Quieres incendiar mi cocina o qué? —bromeó ella.

—Oye, sabes que he mejorado cocinando —respondió él, fingiendo sentirse ofendido.

Ella le besó, el le devolvió el beso. Tras una ronda de cortos y fugaces besos, se fundieron en uno más largo y fogoso, acompañado de caricias.

—Venga, ve a hacer el desayuno —ordenó (TN), con la respiración entre cortada, cuando sus labios se separaron.

—Como usted ordene, su majestad —aceptó el pecoso, haciendo una pequeña reverencia antes de levantarse.

Sus palabras del hicieron ganarse un suave golpe con una de las almohadas.

Un rato después, ambos estaban sentados junto a la pequeña mesa del comedor, disfrutando de unos deliciosos huevos revueltos con bacon, zumo y café.

—¿Cuáles son los planes para nuestros próximos tres días? —inquirió Ace, que ya casi había devorado su plato del desayuno.

—Bueno... Había pensado varias opciones.

Mientras disfrutaban del resto del desayuno, organizaron los tres días que les quedaban juntos.

Ese mismo domingo irían a dar un paseo por la mañana y quedarían para comer con los padres de (TN). Por la tarde, descansarían un rato en casa y, después, quedarían con el resto del grupo de Ace y algunas amigas de ella para ir a tomar algo y cenar a un pub.

El lunes, después de las clases podrían pasar la tarde en un parque de atracciones que estaba a una media hora del centro de Londres.

Finalmente, el martes después de clase pasaría la tarde en familia y luego podrían cenar y dormir juntos.

[•••]

—No sé quienes son más tardones, si tus amigos o mis amigas... —se quejó la peli(t/c).

Podrían haber cogido el metro hacia ya unos diez minutos, pero allí estaban. Todavía en la estación en la que habían quedado.

—Mira, por allí vienen los míos —indicó Ace, señalando con un movimiento de cabeza—. Ya tienes la respuesta. Tus amigas son más tardonas.

—Ah, y por allí las mias —señaló ella, sonriente—. Empate.

Tras una regañina por parte de (TN) —hacia ambos grupos—, y de la ronda de saludos, el grupo de jóvenes se dirigió a por el próximo metro.

Un rato después, ya estaban sentados en una de las mesas del pub. Se tomaron una cerveza mientras charlaban y esperaban a que llegara la hora de la cena.

Su amiga Ashley, de cabello rubio resplandeciente como el sol se había sentado a uno de los lados de Ace, mientras que Rachel —su otra amiga de cabello castaño claro y preciosos ojos verdes— se había sentado en frente de él.

Parecían estar en una batalla titánica por ver cuál de las dos conseguía llamar más su atención.

(TN) no estaba preocupada por ello, ya que confiaba plenamente en el pelinegro. Además, sus dos amigas no sabían nada de lo que estaba pasando entre ambos. Nadie lo sabía ni lo iba a saber, por el momento.

Tras la cena, el dueño del local subió el volumen de la música y los presentes comenzaron a pedir alguna que otra copa.

—¡Ay, me encanta esta canción! —exclamó Ashley, que ya iba por la segunda copa. Comenzó a contonearse junto al pecoso.

La peli(t/c) ni si quiera se había pedido una. Sabía que no se irían muy tarde y tenían clase al día siguiente.

—¿Y tu bebida? ¿Te invito a una copa? —La joven se sobresaltó al escuchar a Daiki, el cantante del grupo, tan cerca de su oreja.

—No, no hace falta. Ya sabes, mañana tenemos clase.

—No parece importarle mucho a tus amigas —apuntó él, dirigiendo sus oscuros ojos hacia las dos chicas que bailaban junto a Ace.

—Seguro que mañana cuando se despierten sí que les importa.

—Eso seguro —afirmó el chico, sonriendo—. ¿Al menos bailar? Eso sí que puedes, ¿no?

—Como poder puedo, pero no es que se me de muy bien —comentó ella, encogiendo los hombros.

El pecoso observaba a lo lejos, ignorando a las dos chicas que tenía al lado tratando de ser lo menos maleducado posible.

Tenía plena confianza en (TN), pero sabía que Daiki no iba a cortarse un pelo a pesar de que supiera que era su mejor amiga. Bueno, y ya algo más que amigos... Pero eso él no lo sabía.

No tenía celos, pero anhelaba estrecharla entre sus brazos y besarle allí mismo.

—Voy a tomar el aire un rato —anunció Ace al resto del grupo.

—Puedo acompañarte si quieres —propusieron Ashley y Ranchel a la vez, acto seguido se echaron una rápida mirada entre ambas.

—No, gracias chicas —rechazó él, mostrándoles una amable sonrisa.

La peli(t/c) le siguió con la mirada hasta que le vio salir por la puerta. Después, miro a su alrededor. Había bastante gente como para tratar de escabullirse de forma disimulada.

—Yo voy un momento al baño. Enseguida vuelvo —informó, antes de encaminarse hacia el baño.

Dio unos cuantos pasos y, una vez se hubo pedido tras un par de grupos más de amigos, cambio de dirección hacia la puerta del local.

Una vez fuera, miro hacia ambos lados, pero no logro dar con el pelinegro. Decidió dar una vuelta a la manzana y lo encontró apoyado en una de las paredes de la parte trasera del pub, donde no había prácticamente gente.

Aceleró en paso y se abalanzó sobre él. Le rodeo el cuello con los brazos y se puso de puntillas para darle un beso.

Ace le correspondió, rodeando su cintura y profundizando más el beso.

—No te imaginas las ganas que tenia de besarte... —confesó el pecoso, antes de rozar de nuevo sus labios—. No sé si me termina de gustar esto de esconderlo.

—A mi tampoco me gusta, pero... Es que ha sido todo muy repentino. Ni si quiera he podido hablar con Kenji —expresó la joven, preocupada—. Él estaba molesto por algo que ha acabado pasando...

—¿Quieres hablar con él? Mándale un mensaje desde mi móvil —propuso Ace. Si aquello era lo necesario para poder avanzar...

—¿Tú crees?

—Si te vas a quedar más tranquila... Yo también pienso que deberías tener una conversación para zanjar el tema —respondió el pelinegro—. Lo que no entiendo es cómo se le ha ocurrido bloquearte. Va, toma.

Le ofreció el móvil y ella tardó unos segundos en cogerlo, hasta que finalmente se decidió. Miro el suyo para apuntar el número de Kenji y lo guardó en contactos.

Al entrar en WhatsApp enseguida apareció la foto al lado de su contacto. Era la portada de su libro favorito, la que siempre había tenido. Nunca había puesto una foto de él mismo o una foto de ambos juntos.

Todavía no del todo convencida, comenzó a teclear el mensaje. Releyó y borró varias veces hasta que por fin pulso el botón para enviarlo.

—Ya está —anunció, cerrando los ojos y entregándole el móvil a Ace.

—Pero quédatelo hasta que te responda.

—Ahora... Serán sobre las seis de la mañana allí —murmuró la peli(t/c), para sí misma—. Tal vez ya se haya levantado.

Ambos se sobresaltaron al escuchar el pitido del móvil, especialmente ella. ¿Kenji había contestado?

Volvió a tomar de nuevo el móvil entre sus manos. Era él.

—Dice que... Si me llama.

—Pues sí, ¿no?

(TN) asintió mientras comenzaba a teclear. La llamada por parte de su ex pareja no tardó en entrar.

La joven hizo una señal al pecoso y se alejó unos metros para poder hablar a solas.

Ace esperó con paciencia, observando a lo lejos como se movía de un lado a otro, nerviosa. Sin embargo, no debía estar más nerviosa que él.

Confiaba en que los sentimientos de ambos eran verdaderos, pero una parte de él tenía que aquella conversación que estaba teniendo cambiara las cosas.

¿Kenji querría volver con ella? ¿Se lo estaría proponiendo? En ese caso, sería una decisión dura para (TN) y lo que menos quería era que ella lo pasara mal.

La llamada no duró más de cinco minutos, pero al pelinegro le pareció que habían pasado horas.

Por fin colgó y se acercó de nuevo. El corazón del chico latía muy rápido. Necesitaba respuestas.

—¿Cómo ha ido?

—Pues... Creo que bien. No sabes cómo necesitaba esta conversación —respondió, aliviada—. En resumen... Me había bloqueado porque estaba cabreado. Porque ya hacía un tiempo que sabía que tú y yo estábamos hechos el uno para el otro y él esperaba a que lo admitiera. Que él no tenía el valor de dejarme...

Ace escuchaba la explicación atentamente. Había sido toda una suerte que alguien supiera que estaban hechos el uno para el otro, ya que ellos mismos habían tardado en darse cuenta.

—Y, bueno... Que ahora él también está conociendo a alguien —continuó la joven—. Así que supongo que está todo bien.

—¿Y eso que significa? —preguntó el pecoso, posando las manos en la cintura de la peli(t/c) y atrayéndola de nuevo junto a él.

—Pues... Que ya podemos seguir adelante —aclaró ella, sonriente—. Aunque todavía tenemos qué pensar cómo dar la noticia.

—Esto va a ser muy interesante.

Ambos rieron al imaginar la cara de sus familias y de sus amigos.

Definitivamente, sería la noticia del siglo.

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