Capítulo 16

—¿Me pones una Aquarius por favor? —pidió (TN) al camarero, indicándole después el sabor que quería.

Necesitaba hidratarse después de la llorera que se había pegado. Tras un largo trago a su bebida, caminó con cuidado entre la multitud.

Fue difícil llegar hasta un sitio decente cerca del escenario, pero al ser solo una persona no tuvo tantas complicaciones como otros grupos de amigos.

Esperaba no preocupar a Ace por haber ido ella sola. Lo que menos quería era estropearle el concierto.

Por suerte, todo salió perfecto. Su actuación fue todo un éxito, el público pidió varias canciones más y el grupo les complació.

Una vez acabo el espectáculo, la peli(t/c) vio como su mejor amigo hablaba con uno de los seguratas que estaba custodiando el escenario.

No tardó en acercarse a ella.

—Señorita, venga conmigo por favor —indicó el hombre.

La joven le siguió, ignorando las miradas y los cuchicheos que se dirigían hacia ella al ver cómo se subía al escenario y accedía a una de la puertas donde estaban los grupos.

—(TN). —Ace estaba justo esperando a otro lado y la rodeó con sus brazos nada más verla—. ¿Por qué has venido sola?

—Kenji se ha ido.

—¿Cómo que se ha ido? —inquirió el pecoso, separándose ligeramente de ella para poder mirarla—. Explícate.

—Pues que hemos discutido, ha cogido su maleta y se ha ido —aclaró ella—. No sé si se habrá ido a un hotel o a lo mejor está ya de vuelta a Japón.

—¿Pero se puede saber qué ha pasado para que discutáis así?

—No me apetece hablar de eso ahora...

—Vale —aceptó él, mientras continuaba acariciando sus hombros—. ¿Quieres quedarte de fiesta o te apetece estar en casa?

—Creo que me voy a ir a casa. Por cierto ha estado genial el concierto. Habéis encantado a todo el mundo.

—Nos vamos a ir a casa —le corrigió el pelinegro.

—No, en serio. No hace falta que vengas. Quédate con tus amigos de fiesta —le aseguró ella. Le encantaría que fuera con ella, pero no quería fastidiarle la noche.

—Me da igual la fiesta. He tenido y tendré muchas noches de fiesta —aseguró Ace—. Eso sí, voy a coger mi parte de dulces que nos han ofrecido.

—No tienes remedio —murmuró ella, tras soltar un par de carcajadas.

Él le guiñó el ojo y le mostró una reluciente sonrisa antes de dar media vuelta. Se acercó a la mesa donde estaba la comida y comenzó a llenar una bolsa de chocolatinas y gominolas, entre otros manejares.

—¿Qué haces, Ace? —le preguntó el cantante del grupo.

—Me voy con (TN).

—¿No te quedas de fiestas? ¿Sabes cuantas chicas deben haberte echado el ojo?

—Cállate tío, más oportunidades que tendremos —apuntó otro miembro del grupo, entre risas.

—Bueno, pasadlo bien y disfrutad de la noche. Mañana hablamos y vemos si hacemos algo —se despido el pecoso, chocando la mano de cada uno.

Se acercó de nuevo a su mejor amiga y pasó el brazo por sus hombros para emprender el camino de vuelta a casa.

Se marcharon por la puerta trasera de la discoteca y se dirigieron hacia el metro.

—¿Quieres algo? —ofreció el pelinegro, abriendo la bolsa delante de su cara y haciendo que por fin apartara la mirada de la ventana del vagón en el que estaban sentados.

—No, no tengo hambre ahora.

El chico apretó los labios para no soltar un sonoro suspiro. No importaba. Sabía que en un rato le contaría todo lo que había pasado. No se resistiría a desahogarse con su querido gran amigo e inigualable Ace.

Al salir del metro caminaron por las abarrotadas calles hasta llegar a casa de (TN).

—¿Cuál es el plan? ¿Vamos a ver alguna película? ¿Nos vamos a dormir? —preguntó el pecoso, una vez cruzaron la puerta.

—Vamos a sentarnos y te cuento...

Ambos se acomodaron en el sofá y el chico escuchó con attention la explicación de la peli(t/c).

—¡No pongas esa cara! —exclamó, con expresión de preocupación—. No quería decírtelo porque sabía que te ibas a poner así.

—Porque me sabe mal que la discusión haya sido por mí...

—No te preocupes. En serio. No sé qué le ha dado ahora con ese tema, pero ya te digo que había otras cosas mal... —le aseguró ella—. Pero bueno, ya da igual. ¿Nos ponemos una peli?

Al final, tras un buen rato decidiendo, escogieron una de comedia. Adecuada para hacer pasar un buen rato.

Después de una buena dosis de risas, ambos acordaron que era momento de irse a dormir.

—¿Duermes conmigo en la cama grande? —preguntó ella, antes de soltar un amplio bostezo y frotarse los ojos.

—Venga, va.

El pecoso posó las manos sobre sus hombros y la empujó con ligereza, guiándola hacia la cama.

Ambos se acomodaron sobre el colchón y se taparon con la manta. (TN) se acurrucó junto a Ace y le abrazó como si fuera un koala.

El chico, tras estirarse para apagar el interruptor, pasó el brazo derecho alrededor de su amiga y depositó un suave beso en su frente.

Kenji era un auténtico idiota. Cualquier tío que dejara a (TN) tirada de aquella manera sería un  completo idiota.

Ella... Ella era la mejor persona que había conocido y se merecía que la trataran como una reina.

Todavía no entendía cómo podía haberle tratado de aquella manera. Le hervía la sangre al imaginarlo.

Día 204, 26 de marzo.

A la mañana siguiente, (TN) fue la primera en despertarse.

Se dirigió a la cocina con la intención de preparar algo de café para el desayuno. Calentó la cafetera mientras pensaba en el día de ayer. Todavía no había asimilado del todo que Kenji se hubiera marchado.

No tenía ni un solo mensaje suyo.

¿Se había acabado para siempre? ¿Así sin decir nada más?

—Ey, no me has despertado —se quejó Ace, desde la puerta de la cocina.

Su cabello oscuro estaba alborotado y sus ojos todavía medio cerrados. Tan solo llevaban puesta la camiseta de manga larga y la ropa interior negra, tal y como había dormido.

—Iba a despertarte cuando el café estuviera listo —explicó ella—. Y haz el favor de vestirte. Estamos a diez grados.

—Estoy bien así. No tengo frío —aseguró él, acercándose a coger una de las tazas humeantes.

Se sentaron en el sofá y decidieron poner algún reality de Netflix, para pasar el rato mientras desayunaban.

No era muy tarde y les quedaba toda la mañana por delante, así que más les valía encontrar algo entretenido que hacer. Estaban en modo vago y probablemente no saldrían de casa hasta después de comer, que era cuando llegaban los padres de la peli(t/c).

—¿Vas a contarles algo a tus padres? Sobre Kenji —preguntó el pecoso, en uno de los cambios de capítulo.

—Creo que no... Voy a esperarme un poco, porque no tengo del todo claro lo que está pasando.

—¿No te ha escrito? —La joven negó, moviendo la cabeza—. Es que no me lo puedo creer. No me puedo creer que se haya vuelto tan idiota de repente.

—Bueno, ya sabes... Que teníamos algunas diferencias.

—Pero eso no es ningún motivo para largarse sin hablar las cosas —aseguró él, tratando de mantener la calma. Aunque tan solo tenía ganas de darle un buen tortazo cuando le viera.

—Bueno... Si es tan inmaduro casi que mejor que desaparezca para siempre.

—Bien dicho —sentenció Ace, inclinándose para coger otra chocolatina de las que se llevó la noche anterior—. ¿Qué? ¿Es la última?

La joven dirigió sus ojos (t/c) hacia la mesa y se abalanzó sobre el dulce antes de que su amigo pudiera cogerlo.

—Has sido demasiado lento. Raro en ti cuando se trata de comida —comentó ella con tono burlón, al mismo tiempo que abría el envoltorio.

—¡Vamos! ¡No seas así! Hay que compartir la última —se quejó el pecoso.

—Pero si te las has comido tú casi todas —le recordó ella, entre risas.

El pelinegro se abalanzó sobre la chica, de goma cuidadosa para no hacerle daño. Trato de arrebatarle la chocolatina y, por unos segundos, rozó sin querer uno de los pechos de (TN) con el dorso de la mano.

—¡Ah! —gimió ella, así de manera imperceptible, tras aquella agradable y fugaz sensación que acababa de experimentar.

Ace se apartó rápidamente, sin articular ninguna palabra. Tan solo podía pensar en cómo se había sentido al escuchar aquel gemido salir de su boca y... Era muy extraño.

—Toma si... La quieres —murmuró la peli(t/c), ofreciéndole la chocolatina.

—No, no. Cométela tú. Es verdad que me he comido yo más.

—Mitad y mitad —sentenció ella, partiéndola en partes iguales y ofreciéndole una.

El pecoso aceptó la oferta sin apartar los ojos del televisor. La joven se inclinó para coger el mando y presionó el botón para poner el siguiente capítulo.

Ace estaba nervioso y no sabía muy bien cómo reaccionar. Jamás había visto a (TN) de aquella forma. Ni una sola vez desde que se conocieron.

Y tan solo en unas milésimas de segundo... Había sido un pensamiento fugaz, pero no paraba de darle vueltas y vueltas.

No importaba. Había sido un lapsus y se acabaría pasando. Tan solo debía seguir como si nada. Su amistad no iba a estropearse por aquella tontería y estaba seguro de que ella pensaba lo mismo.

—¿Qué hacemos para comer? —preguntó el pelinegro, después de toda la mañana tirados en el sofá—. ¿Cocinamos algo? ¿Pedimos a domicilio? ¿Vamos a algún sitio?

—¿Podríamos ir por ahí, no? Para salir un rato de casa —propuso ella, desperezándose sobre el sofá.

—Sí, bien. Pues voy al hotel a cambiarme de ropa. ¿Quedamos allí en la entrada?

—Vale, perfecto. Vamos hablando.

La joven acompañó a Ace hasta la puerta y, tras una breve despedida se fue a su habitación a cambiarse.

Estuvo perdida en sus pensamientos mientras rebuscaba en el armario sin ni si quiera estar atenta a las prendas que iba cogiendo.

¿Por qué había tenido que sentirse así por aquel insignificante roce? No lo entendía, pero era algo que jamás había sentido.

¿Pero por qué con Ace? ¡A ella nunca le había gustado Ace en ese sentido!

Por favor... Ella había tenido otros dos novios mientras su mejor amigo había estado con infinitas chicas. Y nunca habían tenido ningún problema por ello.

Más que nada porque sabía que era la mujer más importante en la vida de Ace y que las otras chicas eran algo fugaz.

Se quedó petrificada y sus ojos se abrieron como platos.

¿Y si precisamente nunca se había molestado por eso? ¿Por qué no pasaba más de una noche con la misma chica? ¿Y si Ace apareciera de repente con novia? ¿De verdad le daría igual?

Siempre habían bromeado sobre cuando Ace se echaría una novia en serio, pero ese momento nunca había llegado.

Soltó un breve gruñido y se llevó una mano a la cabeza. ¿Por qué tenía que pensar de repente en todo aquello?

Oh, vamos. Solo había sido un pequeño lapsus. Ambos pasarían del tema y todo volvería a ser como siempre.

Tan solo tenía vestirse, ir al hotel y continuar como si nada hubiera ocurrido.

[•••]

Mientras tanto, Ace recorría uno de los pasillos del hotel, rumbo a la cafetería.

Ya se había cambiado de ropa y sus amigos parecían haber despertado por fin y estar ingiriendo algo que no fuera alcohol después de la fiesta que debieron pegarse durante la noche.

—¿Mucha resaca? —preguntó el pecoso, una vez llegó a la mesa donde estaba su grupo.

—¡Hombre, el galán de la banda! —saludó Daiki, dirigiendo sus ojos oscuros hacia él—. No sabes la fiesta que te perdiste anoche.

—Ni a cuantas chicas dejaste con las ganas de conocerte —añadió Haru, aún masticando el pedazo de tostada que se había llevado a la boca.

—¿Y qué le importa? Él estaba con su chica —aclaró Jiro, el tercer miembro del grupo.

—Con su chica que tiene otro novio —comentó el cantante del grupo, rodando sus ojos oscuros—. Oh... Un momento. ¿Lo han dejado y por eso estuviste consolándola durante la noche?

—¿Qué más te da? —preguntó el pelinegro. Ese tío siempre las pillaba todas. No se le escapaba ni una.

—Vale, vale... Bueno si eso es lo que ha pasado... ¿Podrías traerla a cenar esta noche? Así se distrae un poco —propuso Haru.

—Tú lo que quieres es ligar con ella —sentenció Jiro, que tenía ganas de sembrar el caos. Había que animar un poco el día.

—Bueno, es mona y... Si Ace no va a ir a por ella ahora que está soltera —explicó el chico de cabello fucsia, encogiendo los hombros.

—Dudo que (TN) quisiera estar con ninguno de vosotros. Os conozco demasiado bien —aseguró Ace, con una sonrisa burlona. Aunque no le hacía ninguna gracia imaginar la situación—. Así que olvídate.

—Oh, vamos. ¿No veis que Ace siempre la ha querido solo para él? Están hechos el uno para el otro y esta es una oportunidad que el destino les ha dado —ilustró Jiro.

Desde luego aquel chico de ensortijada melena rubia se había levantado con ganas de enredar.

Aquellas palabras eran lo que le faltaba a la confundida mente de Ace para acabar de atormentarse todavía más.

Incluso se sobresalto al escuchar el sonido de su móvil. Era un mensaje de (TN), ya estaba llegando.

—Bueno, tengo que irme. Os hablaré más tarde a ver qué hacéis.

—Su querida (TN) ya está llegando. Disfrutad de la comida, tortolitos. Nos vemos después —se despidió Daiki, formando un corazón con sus manos.

Ace puso los ojos en blanco y se despidió haciendo un gesto con la mano.

Respondió al mensaje de la peli(t/c) mientras caminaba por la recepción y, cuando cruzó las puertas, un grupo de cuatro chicas se abalanzó sobre él.

—¡Ey! Eres el batería del grupo que tocó anoche —dijo una de ellas, fingiendo sorpresa, como si no hubieran investigado que se alojaban allí.

—Perdonad, tengo prisa.

—Pero, espera... ¿Podrías hacerte una foto con nosotras? —insistió otra.

Ace tan solo alzó la mirada, buscando a (TN) y se la encontró observando la escena a escasos metros de allí.

—Me están esperando —insistió Ace—. Lo siento.

El pecoso logró librarse de aquellas chicas y caminó hacia su mejor amiga, que le miraba divertida.

—Veo que estás muy solicitado, a ver si conseguimos llegar al restaurante a tiempo —comentó ella, con tono burlón.

—Sabes que todas las chicas pasan a un segundo plano si estás tú —aclaró él. Y lo decía más en serio que nunca.

—¿No seré yo la más afortunada del planeta? —continuó bromeando ella.

Aunque de algún modo le molestaba saber que pasaba a un primer plano solo por ser su mejor amiga. Una parte de ella deseaba que pudiera verla a ella como veía a a otras chicas... En otro sentido.

Y lo peor es que se odiaba a sí misma por pensar eso. No quería sentirlo, pero era así... Tan solo quería ignorar aquel sentimiento y que desapareciera por completo. ¿Por qué no podía seguir todo como siempre?

Sin embargo, aquel sentimiento no iba a desaparecer! en ninguno de los dos, y mucho menos podrían ignorarlo.

Y, ese mismo fin de semana, lo descubrirían de la manera más clara posible.

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