Capítulo 14

Día 112, 24 de diciembre.

—Siento ser tan cutre, pero este piso no da para más —se disculpó, (TN) mientras terminaba de colocar la mesa plegable.

Había movido los muebles del salón y había colocado allí la mesa que tenía en la cocina. Aún así, no era suficiente para que todos cupieran, así que había comprado aquella otra a modo de apaño.

—Cariño, no te preocupes. Lo importante es que estamos todos juntos —le tranquilizó su madre, dándole unos golpecitos en la cabeza.

—Y siéntate de una vez en el sofá —le ordenó el pecoso, tirando de su brazo—. Ya has movido los muebles, has hecho la compra... Deja que al menos nosotros pongamos la mesa.

—Eso, cariño. Yo voy a ver cómo va tu padre en la cocina —anunció la señora (TA), antes de abandonar el salón.

Al padre de la peli(t/c) le encantaba cocinar, pero no tenía casi nunca tiempo a causa del trabajo. Por ello, le encantaba aprovechar los festivos y ser él quien se encargara de ello.

La joven anfitriona se dejó caer en el sofá y fue observando uno por unos todos sus invitados que estaban en el salón.

Se sentía tan feliz y afortunada... Tan solo faltaba Kenji, que se uniría en un par de días.

—¡Todo listo! ¡Se pueden ir sirviendo los entrantes! —se escuchó exclamar al padre de (TN), desde el pasillo.

Dadan, Sabo, la peli(t/c) y su madre fueron llevando los platos de la mesa a la cocina.

Ace y Luffy tenían orden de esperar sentados lejos de la comida. Aquellos pozos sin fondo no sabían controlarse y, podían acabar con todo antes de que el resto se sentara en la mesa.

Pasaron una animada velada, charlando y degustando el delicioso menú japonés que el señor (TA) había preparado. Habían optado por algo tradicional de sus raíces, para que (TN) se sintiera por completo como en casa.

—Mañana, para la comida... Prepararos para el típico menú británico —anunció el hombre—. ¿Qué? No me miréis así. He estado mirando recetas. Estoy totalmente preparado.

—Siempre nos quedará McDonalds —apuntó la peli(t/c), intentando aguantar la risa. Aunque no era cierto, ya que el día de Navidad estarían cerrados.

—¡Oh, vamos (TN)! Confía un poco en tu padre —le regañó su madre, con cariño, mientras se abrazaba a su marido.

Día 113, 25 de diciembre.

Eran las nueve de la mañana y la joven de cabellos (t/c) apenas acababa de despertarse cuando escuchó el timbre.

—Ace —murmuró, tras abrir la puerta y encontrarse con el rostro del pecoso.

—Veo que llego justo a tiempo —comentó, observando que su querida amiga todavía iba en pijama y se estaba frotando los ojos con el dorso de la mano. Mostró unas bolsas que llevan el logo de una cafetería—. Traigo desayuno.

—¿Por qué no te mudas tú también a Londres? —bromeó ella, cogiendo una de las bolsas y haciendo un gesto para que el chico entrara—. Venga, vamos al salón. No he movido las mesas, porque para volverlas a sacar a la hora de comer...

—Bien hecho —apuntó el pelinegro, dejando la bolsa sobre una de las mesas y comenzando a sacar lo que había en su interior—. Menos mal que he comprado las cosas en el hotel, porque no he visto ni una cafetería abierta por el camino.

—Menos mal que papá hizo la compra ayer y lo dejo todo en mi nevera... No se que hubiéramos cenado hoy —comentó la joven, mientras vaciaba la segunda bolsa.

Ace había traído su bebida favorita. Además de algo dulce y algo salado para compartir. Era increíble lo bien que la conocía, aunque ya eran muchos años juntos.

—¿Y el resto? —preguntó la peli(t/c), tras dar un largo trago a su bebida.

—Se han despertado un poco más tarde. Estarán desayunando —respondió Ace, devorando su parte de su porción de salado.

—Ah... ¿Y has madrugado por mí? Es todo un honor.

—Exacto, siéntete afortunada —le aseguró el pecoso, golpeándole la mejilla un par de veces con el dedo índice.

Quería separarse lo menos posible de ella durante todo el tiempo que estuviera en aquella ciudad.

Durante la mañana, el grupo recorrió la ciudad de Londres en el autobús turístico. Habían reservado con anterioridad un ticket especial y, definitivamente, el día de Navidad era perfecto para recorrer Londres.

No había tanta multitud en las calles y todo estaba más tranquilo.

Al acabar el recorrido en aquel vehículo rojo de dos pisos, todavía les quedaba un magnífico crucero por el río Támesis.

—¡Venga! Vamos a hacernos una foto de recuerdo —propuso la peli(t/c).

Ya hacía un rato que les habían servido la comida y el crucero estaba a punto de terminar.

El cielo estaba precioso y estaba a punto de comenzar a atardecer. Era el momento ideal para capturar con la cámara, y así lo estaban haciendo varios de los turistas.

Se turnaron para hacer varías fotos. La primera se la hizo con sus padres, y la segunda con los tres jóvenes.

—Quieta ahí —ordenó Ace, rodeándole los hombros con uno de sus brazos y atrayéndola contra su pecho—. ¡Selfie!

Al pecoso le encantaba pillar a la peli(t/c) desprevenida. De hecho, tenía una carpeta de fotos dedicada solo a este tipo de imágenes.

—Muy gracioso. No sé por qué a veces me sigues pillando desprevenida —comentó ella, librándose de su agarre.

Unas horas después ya estaba reunidos de nuevo en el piso de (TN) y la cena estaba a punto de ser servida.

Según los comentarios del padre de la joven, el menú británico estaba saliendo de maravilla. Sin embargo, todavía quedaba por escuchar el veredicto de los comensales.

—¡Quietos ahí! —regañó Dadan a Ace y a Luffy, que estuvieron a punto de coger comida antes de que se sirvieran las raciones.

Una vez todo estuvo en su lugar, comenzó el festín.

—Bueno, ¿que os parece? —preguntó el señor (TA), ya satisfecho al observar la expresión de sus acompañantes.

—Está delicioso —masculló Ace, con la boca llena. Al menos, aquellas palabras fueron las que descifraron.

Luffy profirió una serie de sonidos, indicando que estaba de acuerdo con el pecoso.

—No te fíes de su opinión, papá. Ellos se comerían hasta el excremento de una vaca —apuntó (TN) con una sonrisa divertida dibujada en su rostro—, pero es verdad. Te ha salido todo buenísimo.

—¡Cariño! ¿Qué es eso de hablar sobre excrementos mientras cenamos? —le regañó su madre, frunciendo el ceño y con expresión de desaprobación.

—Lo siento, mami —se disculpó la joven, intentando no reírse de la cara con la que Ace le estaba mirando.

Tras una exquisita cena e intercambiar los regalos que habían comprado, la cena de Navidad llegó a su fin.

Día 114, 26 de diciembre.

—¡Kenji! —exclamó la peli(t/c), al mismo tiempo que se abalanzaba sobre su novio en la salida de la estación de metro.

—(TN) —murmuró él, mientras soltaba la maleta y estrechaba a la joven entre sus brazos—. Yo también te he echado mucho de menos, pero un poco de decoro, por favor.

Kenji odiaba ser el centro de atención, al menos en ese tipo de ocasiones, y los gritos de la chica habían atraído las miradas de varias personas que pasaban por allí cerca.

—Ay, siempre tan correcto —suspiró ella, rodando los ojos—. Venga, vamos a dejar las cosas en mi casa. Hoy te voy a presentar a mis nuevas amigas.

El chico se ajustó las gafas y cogió de nuevo su maleta. Caminaron por las calles de la ciudad hasta llegar al piso, que no estaba muy lejos de la estación.

Kenji se quedaría allí a dormir durante cuatro días y, después, volvería a pasar el año nuevo con su familia.

Había sido un viaje bastante largo tan solo para pasar aquel periodo de tiempo, pero no le importaba. Valía la pena solo por estar con (TN), aunque fueran cuatro días.

Una vez en el piso, el joven de cabello castaño acomodó su ropa en el espacio que quedaba en el armario de la habitación principal. Bueno, principal y único.

—Ay, debe ser Ace —farfulló la peli(t/c), cuando se escuchó el timbre.

—¿Ace? —preguntó Kenji, al mismo tiempo que salía de la habitación tras la joven.

—Sí, claro. Se viene con nosotros —respondió ella, como si fuera algo obvio—. Además, le gusta a una de mis amigas y me ha rogado que se lo presente.

—Como no —murmuró el chico.

Ace el rompecorazones.

Sin embargo, aquella información le hacía sentirse aliviado de algún modo.

Los tres jóvenes cogieron el metro y, tras el trayecto, bajaron en la estación de Camden. Era un barrio muy conocido de Londres, famoso por sus mercados y tiendas de moda.

En la salida, Ashley les estaba esperando. A (TN) le hubiera gustado que Betty, su otra amiga, pudiera haber asistido también. Sin embargo, se había ido de viaje familiar por aquellas fechas.

En otra ocasión.

—¡(TN)! —exclamó la joven de cabello corto y rubio, abalanzándose sobre su amiga—. Oh, aquí están tus dos famosos chicos.

—Lo siento, no paro de hablar de vosotros —admitió la peli, (t/c) posando la mirada en Ace y después en Kenji—. Bueno, presentaciones. Esta es mi querida amiga Ashley.

—Encantada —farfulló la susodicha. Acercándose a dar dos besos a cada uno—. Kenji y... Ace.

—Bueno, Ashley nos va ha hacer una visita guiada por Camden y... Después de cenar iremos a tomar algo a algún pub —explicó (TN), con emoción.

—He leído que por la noche es un lugar algo peligroso, o bueno, poco recomendable —comentó Kenji, una vez comenzaron a caminar.

—No es peligroso si no nos metemos en problemas —aclaró Ashley. Sus palabras no tranquilizaron mucho al chico.

Estuvieron caminando por las calles, entrando a mirar varias tiendas y seleccionando varios posibles puestos de comida en los que parar después para cenar algo.

—No podemos venir aquí y no visitar esta tienda —les aseguro la joven de cabello rubio, al pararse en frente de aquel lugar.

El resto del grupo se quedó observado el cartel de la tienda "Cyberdog" y aquellas dos enormes estatuas robóticas que custodiaban la puerta.

Era una tienda estrambótica con ropa de colores fluorescentes y luces parpadeantes.

—¿Ashley? —preguntó la peli(t/c), algo confusa, cuando llegaron a la zona en la que había expuestos una gran variedad de accesorios sexuales.

—Eh, (TN), no me mires así —dijo su amiga, entre carcajadas—. Tan solo mirad si hay algo que os interesa. Mirad este vibrador con forma de ardilla. ¿No es adorable?

—Pero, ¿qué clase de amigas has hecho aquí? —preguntó Kenji, escandalizado, pegándose a l espalda de su novia.

—No seas exagerado, Kenji. Tampoco es para tanto —comentó ella, rodando los ojos.

—No os hagáis los inocentes —bromeó Ashley, aunque no había escuchado la conversación había observado la expresión del chico.

Ambos se quedaron en silencio. Ace y (TN) intercambiaron miradas por un momento.

Los tres sabían que no se estaban haciendo los inocentes.

Una vez abandonaron la tienda, Ace y Kenji degustaron por primera vez el típico plato de "fish and chips".

La peli(t/c) ya lo había probado en otras ocasiones, pero el de aquel puesto estaba especialmente delicioso.

Tras la cena, los turistas fueron abandonando poco a poco aquel barrio y se empezó a llenar de jóvenes con ganas de fiesta, algunos con pinta algo extraña.

Se metieron en uno de los pubs y bebieron un par de cervezas mientras charlaban y disfrutaban de la música.

—(TN), no me gustaría estropear la velada... Pero estoy algo cansado del viaje —expuso Kenji, una hora después de haber entrado en el local.

—Claro, está bien. Podemos volver ya. Yo también tengo un poco de sueño —le apoyó ella. Alzó la voz para dirigirse a los otros dos—. Ashley, Ace... Nosotros dos nos vamos ya a casa. Kenji está cansado del viaje y yo tengo algo de sueño.

—Oh, vaya... Bueno, podemos vernos otros día de nuevo. Lo vamos hablando. Podemos comer o ir a merendar —propuso su amiga. Ladeó la cabeza hacia el pelinegro—. ¿Te apetece que sigamos nosotros la fiesta?

(TN) tuvo un sentimiento extraño al escuchar aquella propuesta.

En ningún momento pensó que fueran celos. Ace se había liado con bastantes chicas y nunca había sentido algo parecido. O al menos no lo había notado con anterioridad.

Decidió no darle mucha importancia a aquella extraña sensación. Tal vez era porque echaba de menos a su mejor amigo y le apetecía tenerle solo para ella. Eso debía ser.

—Creo que me volveré ya también al hotel —respondió el pecoso, tras pensarlo durante unos segundos.

—Ah, bueno. Vamos todos juntos hacia el metro entonces —propuso Ashley, mientras se colgaba el bolso.

Anduvieron en silencio durante todo el trayecto, hasta que la rubia se despidió cuando llegó a su parada.

Luego continuaron sin intercambiar palabra hasta que por fin llegaron a su barrio.

—Bueno, ¿qué os ha parecido Ashley? —preguntó la peli(t/c), sonriente.

—Bueno, es un poco escandalosa —respondió Kenji en primer lugar—, pero es simpática.

—Sí, es simpática y divertida —añadió Ace—.
Hacéis una buena combinación.

—Y... ¿Es guapa? —inquirió ella, mirando de forma directa al pecoso.

—No está mal —admitió él, encogiendo los hombros.

—No tanto como tú —aclaró Kenji, inclinándose para darle un beso en la cabeza.

Ace les miro de reojo, algo serio. ¿Acaso había dicho que (TN) fuera menos guapa?

—Bueno, yo giro por aquí —anunció Ace, cuando llegaron a la esquina donde sus caminos se separaban—. Ya vamos hablando mañana, a ver qué plan hay.

—¡Sí —exclamó, mientras daba un par de pasos para acercarse a él y rodearle con sus brazos—. Buenas noches.

—Buenas noches —se despidió también Kenji, rodeando la cintura de la peli(t/c) nada más volvió a su lado.

El pecoso hizo un gesto con la mano a modo de despedida antes de dar media vuelta y comenzar a caminar.

¿Se podía saber que mosca le había picado? ¿Por qué sentía que le molestaba ver a (TN) tan cerca de Kenji?

Tal vez había echado demasiado de menos a su amiga y, ahora que él había llegado, tenía menos tiempo para estar a solas con ella.

Sí el no hubiera estado... Seguro que la peli(t/c) hubiera seguido un rato más de fiesta.

Le hubiera gustado estar un rato más en el pub, pero con ella, no con esa tal Ashley.

Llevaba meses sin ver a su mejor amiga. Era normal que tuviera ganas de estar todo el tiempo del mundo con ella, ¿no?

Aquella especie de celos no podía significar nada más. O, al menos, eso pensaba él.

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