Capítulo 13
Día 7, 11 de septiembre.
—¿Qué tal está yendo la primera semana? —preguntó Ace, sentado en su escritorio. Tenía el móvil apoyado en una taza de café, el cual acababa de prepararse para desayunar.
—Intensa —respondió (TN). Ella en cambio estaba tumbada sobre el colchón, realizando la videollamada desde su portátil. A punto de irse a dormir. Diferencias horarias—. Hemos empezado a dar los primeros temas y... Hay bastante información que asimilar.
—Como si eso fuera un problema para ti, cerebrito —comentó Ace, con una sonrisa traviesa y los ojos clavados en la pantalla—. ¿Has hecho amigos?
—He estado hablando más con un par de chicas de clase. Hemos estado almorzando juntas estos días.
—No vale hacer mejores amigas. Ese es mi puesto —le recordó el pecoso.
—Obvio que siempre serás mi mejor amiga —se burló ella, antes de sacarle la lengua—. Bueno, ¿y tú qué estás haciendo?
—Estoy revisando unas partituras. Tenemos un nuevo tema entre manos —comentó él, mostrándole los papeles—. Ah, y me han contratado en un gimnasio para dar clases de boxeo a un grupo de niños.
—Oye, eso es genial —le felicitó la peli(t/c)—. ¡Ay, ya te echo de menos! ¿Cuándo vendréis por aquí?
—Es tu culpa por haberte ido —bromeó él, fingiendo estar afligido. Aunque lo cierto era que también la echaba de menos—. Pues supongo que ya para Navidad, cuando Luffy y Sabo tengan vacaciones.
—Falta tanto... —suspiró (TN)—. ¡Ey! Tengo que colgar. Me está llamando Kenji, será para darme las buenas noches. ¡Ah! Y mañana nos volvemos a llamar. Nos íbamos a llamar todos los días y ya llevamos cinco días sin hacerlo. Empezamos mal.
—Tú eres doña ocupada —le recordó él.
—Bueno, hasta mañana —se despidió atropelladamente, antes de colgar la llamada.
Aquella semana había sido algo dura, al menos al principio.
Había alquilado un piso en el barrio de Southwark, junto al río Támesis. Un pequeño apartamento con salón, cocina, un dormitorio y un baño. Era pequeño pero acogedor.
Tenia suficiente dinero como para pagar al menos tres meses. Esa era el tiempo que tenía para buscarse un nuevo trabajo allí. Aunque, por el momento, todavía no lo había conseguido.
El primer día había sido toda una odisea para llegar hasta el campus de la universidad. No llegó tarde, ya que se levantó con bastante tiempo de margen.
Por suerte, ya hizo un par de amigas —por decirlo de alguna forma— el primer día. Una de ellas vivía en Waterloo, así que (TN) debía coger el metro hasta llegar allí y ya iban hasta la universidad en coche.
Habían empezado ya varias asignaturas y la peli(t/c) había querido organizarse de manera apropiada, así que había estado demasiado ocupada como para hacer videollamadas.
Se había tenido que conformar con conversaciones por WhatsApp y alguna llamada ordinaria de su madre.
Echaba mucho de menos a su familia y amigos, pero aquella ciudad era maravillosa. Tenía cerca el puente de Londres, un teatro, un museo de arte moderno, una preciosa catedral... Una vez se acomodara y estuviera más tranquila comenzaría la ronda de turismo.
—Kenji... Tengo que dejar la llamada —le aviso (TN), tras un buen rato hablando. Acababa de leer disimuladamente un mensaje de Ashley, su compañera que vivía más o menos cerca—. Mañana volvemos a hablar por aquí, ¿vale?
—Sí, cariño. Te quiero. Qué vaya bien lo que queda de día —se despidió él, mandándole un beso.
—Yo también te quiero. Hablamos pronto —dijo, sonriente, antes de clicar sobre el botón rojo para finalizar la videollamada.
Su querida nueva amiga de cabello corto, rubio y ojos verde oscuro le había mandando un mensaje para tomar algo aquella tarde.
Al parecer, por el barrio de Southwark un pub que antes solía ser una posada creada en el siglo XVII. Desde luego, tomar una cerveza ahí debía ser interesante.
Ya era casi la hora de comer, así que cerró el portátil y se dirigió a la cocina. Abrió la nevera y concluyó que debía hacer la compra.
Llegó el domingo por la tarde, así que tuvo que comprar el lunes, viviendo mientras tanto de comida a domicilio.
Lo mejor sería hacer la compra los sábados.
Se preparó un par de sándwiches vegetales y los engulló mientras veía un programa de la tele.
Su nivel de inglés era bastante bueno, pero aún así le costaba seguir todo a la perfección.
En clase le pasaba lo mismo. Había algunos conceptos que le costaban de asimilar, pero en casa con tranquilidad se releía de nuevo los apuntes.
Tras reponer la nevera y la despensa con lo justo y necesario, estuvo haciéndose esquemas y repasando los apuntes hasta que Ashley le avisó para ir a la parada del metro.
—¡Ey, (TN)! —saludó con energía la joven de cabello rubio—. Venga, daremos una vuelta por el Borough Market y luego podemos tomar algo y cenar en el pub. ¡No puedo creer que todavía no hayas dado una vuelta por aquí!
—He estado muy ocupada —se justificó la peli(t/c).
—Bueno, bueno... Hagamos el tour y te aseguro que te encantará. Lo tienes que añadir en el itinerario cuando venga tu familia a visitarte —insistió su compañera, mientras tiraba de su brazo para que comenzara a caminar.
No sabía la razón que tenía su nueva amiga.
Día 57, 31 de octubre.
—¡Mierda! —exclamó (TN), al mismo tiempo que se ponía a recoger todas las palomitas que habían salido volando del bol.
—Esa boquita... —le regañó Ace, con tono jocoso, a través de la pantalla.
—Calla... Y vamos a rebobinar un poco la película, que no me he enterado de lo que ha pasado después.
—Dime el minuto —pidió el pecoso, mientras se estiraba para coger el mando.
Tal y como era tradición la noche de Halloween, aquel par de mejores amigos estaban haciendo su maratón de Halloween: a distancia y gracias a la plataforma streaming.
Aunque era un tanto extraño, ya que en Tokio la noche ya había pasado y era por la mañana. Ace hacía el gran esfuerzo de madrugar siempre que tenían que llamarse.
El pelinegro había tratado de cubrir lo máximo posible sus ventanas, para dar aquella sensación de oscuridad.
—Espera, a ver... –farfulló ella, acabando de colocar las últimas palomitas.
Sonó su móvil y dirigió los ojos hacia la pantalla. Era un mensaje de Ashley. Ya lo leería más tarde, pero debía ser una foto de la fiesta de disfraces.
—Tendrías que haber ido. Era tu primera fiesta allí —apuntó Ace. ¿Era adivinó o qué? ¿Cómo sabía de quién era el mensaje?
—¿Y perdernos nuestro maratón de Halloween? ¿Pero que te has creído? —cuestionó ella, frunciendo el entrecejo con ligereza—. Va a haber mil fiestas. Ya iré a otra.
—De eso sí que quiero videollamada en directo —comentó el pelinegro, intentando aguantarse la risa.
Su querida mejor amiga no solía salir mucho de fiesta y solía emborracharse con facilidad. Un par de tragos a algo con alcohol y ya iba algo contenta.
—Va, minuto treinta —le indicó ella, tras recolocarse en el sofá—. Te libras porque no estoy a tu lado, si no te daría un buen manotazo.
Ace no pudo evitar sonreír con algo de melancolía. Ojalá estuviera junto a él. No le importaría aguantar todos los manotazos del mundo.
Día 90, 3 de diciembre.
—¡He visto el directo en Instagram! Habéis estado genial —le felicitó (TN), a través de la pantalla del ordenador—. Así que en las vacaciones de verano haréis gira por Japón. Te lo dije, te dije que tendrías mucho éxito.
Estaba tirada en su cama, como la mayoría de veces que ella y su mejor amigo hacían videollamada.
—La verdad es que no me esperaba tanto —admitió el pecoso.
Todo comenzó como una simple diversión, pero acabaron dando conciertos en Tokio y alrededores y, unos meses después ya les habían propuesto una gira por Japón.
—¿Y las clases de boxeo bien?
–Sí —afirmó Ace, que se había llevado el móvil detrás para prepararse un vaso de leche antes de irse a dormir—. Me han puesto otro grupo de niños, así que hago un par de horas más a la
semana. ¿Tú qué tal las clases? ¿Cuándo tienes los exámenes?
—Después de Navidad, pero voy a estar estudiando a tope antes de las vacaciones. Así podré pasar todo el tiempo del mundo con vosotros cuando vengáis —aclaró ella—. ¿Ya tenéis fecha?
—En tres semanas nos tienes allí —anunció el pecoso, tras unos segundos creando tensión.
—¡Por fin! —exclamó la joven, emocionada, dando un salto sobre el colchón—. Se me van a hacer larguísimos estos días...
—Lo mismo digo —admitió él, que llevaba contando los días en el calendario desde que ella cogió aquel maldito avión—. ¿Ya sabes cuando viene Kenji? ¿Coincidiremos?
—Creo que sí. El vendrá justo después del día de Navidad y se quedará cinco días, para poder volver y pasar Año Nuevo con su familia.
—Genial —sentenció el pecoso, feliz por el hecho de que (TN) pudiera estar con todas las personas que quería.
Solo quedaba esperar y rezar por que la espera no se hiciera muy larga.
Día 110, 22 de diciembre.
—¡Vienen mañana! ¡Mañana van a venir! —vociferó la peli(t/c), alzando el quinto botellín de cerveza que se tomaba.
—¡Mañana viene la familia de (TN)! Brindis por ello —exclamó Ashley, animando al resto de compañeros de clase que había asistido a la fiesta para celebrar las vacaciones de invierno.
—Mis padres, Ace y los demás —farfulló ella, con emoción. Con algo de torpeza abrió el bolso que tenía sobre el taburete, para sacar el móvil—. Mirad, Ace.
Comenzó a deslizar el dedo por la pantalla para ir pasando fotos con su mejor amigo. Sus compañeros se habían reunido a su alrededor para ver las imágenes.
—¿Ese es tu novio? ¡Qué guapo! —exclamó Rachel, una de las chicas de clase con las que no tenía mucha relación.
—No es mi novio, es mi mejor amigo —aclaró la joven de ojos (t/c). Buscó una foto de Kenji para mostrarla—. Este es mi novio.
—No está mal tampoco —apuntó Rachel.
—Bueno, bueno... Entonces me presentarás a ese tal Ace, ¿verdad? —inquirió su querida amiga de cabello rubios, con ojos suplicantes.
—¡Obvio! Te vendrás algún día con nosotros a tomar algo —respondió (TN), con decisión.
—¡Eso hay que celebrarlo! Ronda de chupitos. ¡Yo invito a todos! —exclamó Ashley, alzando el puño.
Algunos iban más borrachos que otros, pero siempre había hueco para otra ronda de chupitos.
La peli(t/c), tras un par de arcadas a causa de aquel pequeño trago de alcohol, cogió de nuevo el móvil y entró al WhatsApp.
—¡Ace! ¿Has visto? ¡Estoy de fiesta! Para celebrar las vacaciones y que mañana nos vamos a ver. —Audio enviado.
Mientras tanto, a bastantes kilómetros de Londres, cierto pecoso estaba reunido con ellos integrantes de su grupo de música.
Estaban en un descanso después de haber ensayado un poco cuando el móvil de Ace sonó, avisando que había llegado un mensaje.
—¿La novia? —preguntó Daiki, el cantante del grupo. Una sonrisa socarrona estaba dibujada en su rostro. Era un joven de melena castaña clara y ojos oscuros como la noche.
—Si Ace tuviera novia a la pobre le pesarían tanto los cuernos que no podría ni ponerse de pie —soltó Haru, el guitarrista del grupo, entre carcajadas. Este tenía el pelo corto, peinado hacia arriba y tenido de color fucsia.
—Muy graciosos —murmuró Ace, rodando los ojos, antes de llevarse el móvil a la oreja para poder escuchar el audio de su amiga.
No pudo evitar sonreír al escuchar aquel audio. La peli(t/c) con unas copas de más era demasiado graciosa. Como le encantaría estar a su lado.
Ya faltaba menos. Tan solo unas horas y cogerían el avión.
—Haz el favor de estar en condiciones mañana. Que te noto perjudicada —le advirtió Ace, a modo de broma. Envió el audio y volvió de nuevo con sus compañeros.
—Nunca te hemos visto sonreír de esa manera hablando con otra chica —comentó Daiki, cuando el pecoso se sentó de nuevo en la silla.
—Porque (TN) es (TN) —aclaró el chico de cabellos negros, como si fuera algo más que obvio—. Y dejad de exagerar. Tampoco me voy con tantas chicas.
—¡Porque no quieres! Van todas detrás de ti. No nos dejas ni una —se quejó Haru, tras dar un trago a su lata de cerveza—. Jiro no tiene problemas, ya que juega en otro bando.
—Y ligo mas que vosotros dos juntos —sentenció el cuarto miembro del grupo, refiriéndose a Haru y a Daiki.
Su corta melena rubia y ensortijada enmarcaba un dulce y angelical rostro. Parecía el más joven de la banda, pero todos tenían más o menos la misma edad.
Habían dejado todos los conciertos para la primera semana de enero, ya que sin Ace no podían hacer nada.
Sabían que era una ocasión especial, y ellos habían aprovechado para mirarse algún viaje con sus respectivas familias.
No les vendría mal un descanso.
Día 111, 23 de diciembre.
(TN) paseaba sin parar por la calle del metro. Su madre le había mandado un WhatsApp hace rato.
No tardarían en aparecer por aquella puerta.
La gente no paraba de entrar y salir. Algunos usaban el metro como cualquier otro día y, otras personas se reencontraban con sus familiares y amigos que no veían desde hacía un tiempo.
Ella era una de esas personas y no veía el momento de poder abrazarles.
Había pasado casi toda la mañana durmiendo como un tronco en casa de su amiga Ashley. Tras una buena comida se había despejado y trabajar en librería por la tarde —en la que llevaba trabajando desde principios de octubre—le había ayudado a acabar de espabilar.
Se notaba que no estaba acostumbrada a salir tanto de fiesta.
Era de noche y las luces de Navidad iluminaban las calles de Londres. Algunas personas parecían estar aprovechando las últimas horas antes del día de Nochebuena para comprar los regalos.
(TN) ya lo tenía todo controlado desde hacía días. Tanto regalos como el menú para la noche siguiente.
—¡(TN), cariño! —La voz de su madre le hizo parar en seco y dirigir la mirada hacia la entrada del metro.
Estaban allí, todos: su padre, su madre, Ace, Dadán, Sabo y Luffy. Tan solo faltaba Kenji, que vendría en un par de días. Garp no había podido acudir, pero parte del grupo volvería para pasar el Año Nuevo junto a él.
La peli(t/c) iba a llamarles mientras se acercaba a paso acelerado, pero estaba tan emocionada que la voz no podía salir de su garganta.
Su padre y su madre la abrazaron al unísono y ella tan solo se dejó llevar y disfrutar de aquel contacto que tanto había echado de menos.
—Cariño, ¡tenía tantas ganas de apretujarte! —exclamó su madre, rodeándola por completo y apretándola con todas sus fuerzas.
–Mamá... Me vas a asfixiar —le advirtió (TN), que nunca había comprado cuánta fuerza podía llegar a tener su progenitora.
Cuando se libró del agarre se recolocó el abrigo. Volvió a alzar la mirada, estaba vez buscando al pecoso con los ojos.
—Ace... —murmuró, con un perceptible brillo en los ojos—. ¡Ace!
Dio un par de zancadas y se lanzó sobre su mejor amigo, enganchándose como si el fuera un árbol y ella un koala.
Él la rodeó con sus brazos y se dejó hacer mientras disfrutaba de los pequeños y fugaces besos que la peli(t/c) iba depositando sobre sus mejillas.
Ambos podían escuchar los suspiros e incluso ovaciones de algunas personas que pasaban por allí y presenciaban los encuentros de la gente.
A ninguno de los dos les importaba que les confundieran con una pareja. Ellos y sus conocidos sabían que lo suyo no era más que una bonita amistad.
No sabían lo equivocados que estaban, aunque todavía quedaban unos meses para descubrirlo.
NOTA 📌
Como habéis podido observar, el formato a la hora de narrar ha cambiado un poco. A partir de ahora se irá indicando el día en los momentos narrativos. El conteo comienza desde el primer día que la protagonista llega a Londres.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top