Capítulo 11

NOTA 📌

Os dejo una imagen de como me imagino a Kenji. Más o menos así, pero con gafas:

—(TN), espera —le llamó Kenji, antes de que se retirar del aula donde llevaban a cabo las actividades del club de lectura.

—¿Sí? —preguntó ella, tras darse la vuelta y observar cómo el chico de cabello castaño claro se ajustaba las gafas de vista tras las cuales se encontraban unos ojos gris oscuro.

—Quería darte esta lista de libros que puedes leer en verano —respondió él, pasándole una hoja de papel. Podría habérselo mandado por WhatsApp, pero él era más tradicional—. No es que sean obligados, simplemente por si te interesa alguno.

—Gracias... —murmuró, haciendo una pausa entre sílabas, mientras leía los títulos por encima.

Ya había pensando en leer varios de ellos; pero con los estudios sus padres tan solo le dejaban leer lo necesario para poder cumplir con las actividades del club, así que le faltaban bastantes de aquella lista.

Por suerte, aquel fin de semana comenzaban las vacaciones de verano y tendría más tiempo libre.

—Si quieres... Podemos quedar algún día a tomar algo y vamos comentando el que te leas —propuso, con tono aparentemente tranquilo, ya que por dentro estaba de los nervios.

—Claro, estaría genial —aceptó ella, emocionada. Kenji siempre tenía muchas cosas interesantes que comentar sobre los libros.

—Bien, vamos hablando entonces.

—Sí. ¡Que disfrutes mucho de las vacaciones! Y nos vemos pronto —se despidió, con efusividad, antes de dar la vuelta y abandonar el aula.

La peli(t/c) bajó las escaleras con energía y, con paso acelerado, se dirigió hacia la salida.

Cuando cruzo las puerta principal ya vio a lo lejos a Ace y Sabo esperándola. Ambos charlaban animadamente mientras la mayoría de alumnas les miraban al pasar.

Algunas lo hacían con descaro, otras con timidez y, otras, incluso cuchicheaban entre ellas y soltaban alguna risilla.

—¡Ya estoy, chicos!

—Cuánta energía después de un día de clase —comentó Ace, despeinándole el cabello.

—No un día cualquiera. El día de antes del comienzo de nuestras merecidas vacaciones —le corrigió ella, alzando el dedo índice de su mano derecha.

—Oh, vamos. Todo el mundo sabe que te encanta estudiar y hacer deberes —le recordó el pecoso.

—No es que me guste, solo no es una molestia para mí. Lo que me gusta es leer y es lo que podré hacer durante las vacaciones.

—¿No lees bastante con los libros de clase? —se burló el pelinegro, a modo de broma.

—Desde luego no te ganarías la vida como humorista —atacó ella.

—Siento interrumpir vuestro divertido pique, pero por ahí llega Luffy —señaló Sabo, haciendo un ligero movimiento de cabeza para señalar a su hermano pequeño—. Ahora sí podemos irnos y empezar nuestras vacaciones.

[•••]

—Así que has quedado con tu querido Kenji... —comentó Ace, girando el bolígrafo hábilmente con los dedos—. ¿Es una cita?

—No es ninguna cita. Me recomendó unos libros y he leído el primero de la lista. Solo vamos a comentarlo, como hacemos en el club.

—¿Cómo van esos deberes? —preguntó Dadan, entrando a la habitación del pecoso sin previo aviso. Llevaba una bandeja entre las manos—. Os traigo un poco de zumo y unas pastas.

—Muchas gracias Dadan. Otra tarde más y habremos acabado todo —respondió la joven, sonriente, mientras la mujer de cabellos rizados dejaba la bandeja sobre el escritorio.

—Así me gusta. Y eso que solo llevamos dos semanas de vacaciones.

—Así nos lo quitamos de encima cuanto antes... —murmuró el pelinegro, que estaba agobiado por aquel horario que se habían preparado para hacer los deberes. Idea de (TN), claro.

—Eso es. No seas quejica —indicó la peli(t/c) dándole un suave manotazo en el hombro—. Un mes y medio entero sin nada de deberes.

—Bueno, os dejo solos para que continuéis —se despidió Dadan, antes de retirarse de la habitación.

—Vale, sigamos con lo nuestro. Mañana nada más vuelvas a casa me cuentas cómo ha ido. ¿Qué podemos apostarnos?

—¿Qué dices, Ace? —cuestionó la chica, rodando los ojos.

—Siempre acierto.

—Sí, es verdad. Solo que Arata acabó resultando ser un gilipollas.

—Ni me lo nombres. Me entran ganas de pegarle un puñetazo cada vez que lo recuerdo —gruñó el pecoso, apretando el puño con fuerza.

—Venga... —murmuró ella, colocando la mano sobre la de su amigo—. Vamos a acabar los deberes. Y ya mañana nada más llegue a casa te cuento que tal con Kenji.

—Una de bolera —se le ocurrió de repente al pelinegro—. Pagas una de bolera. Me apetece jugar y darte una paliza.

—Primero, ya veremos quien paga —aclaró la peli(t/c)—. Y, segundo, ya veremos quién da una paliza a quién.

[•••]

La hora de la verdad había llegado, y (TN) estaba más nerviosa de lo que esperaba. Y todo por culpa del tonto de Ace.

Ella ni si quiera había pensado en la posibilidad de que aquella quedara fuera algo más que charlar sobre el libro que había leído, pero su querido amigo le había metido esa idea en la cabeza y, de vez en cuando, se le pasaba por la mente.

Caminaba a paso rápido por las calles del distrito. Habían quedado en una cafetería que estaba cerca del instituto. Un establecimiento bastante simple, pero no muy concurrido.

¿Por qué el corazón le iba tan rápido? Estaba completamente segura de que acabaría haciendo el ridículo.

Sacó el móvil del bolso y tecleó rápidamente un mensaje para aquel maldito pecoso.

«Te mataré».

No tardó en llegarle una respuesta. Ace sabía perfectamente que la peli(t/c) estaría nerviosa y era su deber como mejor amigo estar pendiente del móvil.

«Me lo agradecerás, pagarás la partida a los bolos y te daré una paliza».

(TN) suspiró, pesadamente, negando con la cabeza mientras pensaba en la estúpida apuesta.

Cuando giró la última esquina y alzó la mirada, pudo observar a Kenji sentado en una de las mesas de la terraza. Se despidió rápidamente de su amigo —sin ni siquiera mirar al móvil mientras pulsaba las teclas— y guardó el móvil en el bolso.

—Hola, Kenji —saludó, amablemente, una vez llegó hasta la mesa—. Has llegado antes.

—Temía hacerte esperar y me he adelantado, así que he ido cogiendo sitio —se explicó él, mientras la joven se sentaba en la silla que estaba libre.

—Muy considerado —comentó ella, sonriente.

El chico de cabello castaño claro no pudo evitar mirarla fijamente mientras ella echaba un vistazo a la carta.

Estaba nervioso. Nunca antes se había fijado en una chica, al menos no de aquella forma tan intensa.

(TN) tenía algo que le cautivaba. Ya no era solo físico, que también le atraía en ese sentido. Era su forma de ser y su manera de expresarse. Sí, aquello era lo que le había hechizado.

Sin embargo, no se veía capaz de declararse. Ojalá expresar sus sentimientos se le diera tan bien como los estudios.

—¿Ha pensado ya lo que quiere? —La voz del camarero le hizo volver al mundo real.

Sintió calor en las mejillas al ver como aquellos ojos (t/c) le observaban, acompañados de una dulce y divertida sonrisa que ella intentaba reprimir.

—Sí, un capuchino —respondió el joven, ajustándose las gafas.

—Bueno, tengo que decirte que... Si todos los libros de la lista son tan buenos como el primero, tengo mucho que agradecerte —comentó la chica, una vez su pedido ya estaba anotado y el camarero se hubo retirado.

—Me alegra que haya sido de tu gusto, y me encantaría saber tu opinión o si tienes alguna crítica —solicito Kenji, deseoso de escucharla.

Estuvieron más de una hora charlando sobre aquella novela. La peli(t/c) devoró el pedazo de tarta de limón que había pedido junto a su café con leche, e incluso se pidió un pequeño croissant de mantequilla con las pintas cubiertas de chocolate.

—Madre mía, se ha hecho un poco tarde —comentó la joven, al darse cuenta que era casi hora de comenzar a preparar la cena.

—Es cierto —afirmó el chico de ojos gris oscuro, echando un vistazo rápido al reloj que adornaba su muñeca—. Te acompañaré a tu casa. Vivimos por la misma zona.

Estuvieron charlando un rato más mientras recorrían las calles, alzando ligeramente la voz para escucharse el uno al otro a pesar del barullo producido por los peatones y los ruidos de los vehículos. Algunos turistas eran bastante ruidosos.

—Ya hemos llegado —anunció la peli(t/c), señalando el portal que estaba a unos pasos de distancia—. Lo he pasado muy bien.

—Yo también —dijo él, mientras pensaba en las palabras exactas que podría decir para volver a quedar con ella. Aunque fuera sin libros por en medio.

—Ya he acabado casi los deberes de verano, así que en nada me pondré todavía más en serio con tu lista —explicó ella, emocionada—. ¿Quedaremos para comentar el siguiente?

—(TN)... —murmuró Kenji. Acto seguido se mordió el labio por dentro, mientras meditaba bien cómo continuar—. Me gustaría que quedáramos igual, aunque no fuera para comentar un libro.

—Claro, podemos quedar para hablar de otras cosas.

—No... Es decir, sí... —farfulló, perdiendo la calma por completo. La joven no pudo evitar sorprenderse. Nunca antes le había visto así, tal vez... ¡Oh, Dios! Si era lo que pensaba se iba a morir de la emoción—. Lo que quiero es invitarte a una cita. Me gustas, (TN).

—A mí... También me gustas —confesó la peli(t/c), tratando de reprimir todas las abrumadoras sensaciones que se estaban apoderando de ella.

—Entonces, ¿aceptas mi invitación?

—Sí, claro. —Aquel tonto de Ace no había fallado—. Pero quiero aclarar algo desde el principio, y es el tema de mi relación con Ace. No quiero que...

—No te preocupes por eso. Sé que sois amigos desde el colegio y no tengo ningún problema con eso —le interrumpió, antes de que continuara—. Y te lo digo en serio. Sé que puede ser difícil de creer después de lo que te pasó con Arata... Pero conmigo no debes preocuparte por eso.

—Bueno, te tomo la palabra... Pero tendrás que demostrármelo.

Acompañó su advertencia con una divertida sonrisa, para mostrarle que era un comentario a modo de broma. Sin embargo, espera con todas sus fuerzas que aquellas palabras fueran ciertas.

Tras una rápida despedida, y con la promesa de hablar pronto, (TN) cruzó su portal y sacó rápidamente el móvil del bolso.

«Tenías razón. Pagaré la partida, pero no pienso perder».

[•••]

—Ace, Ace... ¿Cuándo será el día en que nos traigas una chica a casa? —preguntó Dadan, negando con la cabeza.

—Este es un picaflor, no esperes mucho de él —advirtió Garp, que ya llevaba un par de copas de sake.

(TN) se había acercado a casa de Ace. Era una merienda para despedir las vacaciones de verano, e incluso Garp había podido acercarse un rato.

—Pero sí Ace ya trae a una chica a casa —apuntó Luffy, mirando a la peli(t/c).

—Sí, Luffy, sí... —murmuró la mujer de cabello rizado, dando unos golpecitos en la cabeza del pequeño. Acto seguido se giró hacia Sabo y bajó la voz—. ¿No es un poco raro que vaya ya al instituto y no haya espabilado?

—Ya espabilará —le tranquilizó el rubio, restándole importancia al asunto. Observó al pequeño, que acababa de sacarse un poco y lo examinaba con fervor—. Digo yo...

—No tengo suerte con las chicas, ¿vale? —espetó el pecoso, algo harto del tema—. Y paso. Me da igual tener una relación o no. No es lo más importante para mí.

—Bueno, bueno... Hagamos algo divertido. Es el último día de vacaciones —propuso (TN), cambiando drásticamente de tema—. Un juego de mesa o algo...

La joven era la única conocedora del "desastre amoroso" que Ace había vivido de nuevo. Al menos la única de los que estaban presentes en aquella casa.

El pecoso había conocido a una chica a través de las redes sociales. Él no solía usarlas a menudo, pero había colgado alguna que otra foto.

La chica en cuestión era de otro instituto, aunque había odio hablar del famoso Portgas D. Ace, que cada vez era más popular entre los adolescentes —especialmente entre las féminas—.

El problema había sido el mismo que en otras ocasiones: su amistad con (TN). Al parecer, las chicas que conocía, no podían soportar la relación entre ambos.

Ace jamás pondría en juego aquella amistad de hacia años por otra chica a la que apenas conocía, así que siempre pasaba lo mismo.

Y así iba sucediendo, una vez tras otra durante todos aquellos meses del penúltimo año de la secundaria mayor. Hasta que el pecoso decidió que era mejor no intentar nada serio y tan solo disfrutar de manera esporádica.

No hacía daño a ninguna chica. Ellas sabían lo que había, ya que él siempre ponía las cartas sobre la mesa.

No es que buscara lugar cada vez que iba a alguna fiesta o a tomar algo por las noches con sus compañeros del club de boxeo. Simplemente surgía de vez en cuando.

Se le solían acercar bastantes chicas y de vez en cuando se sentía atraído por alguna. No había nada de malo en eso.

Se resignó a estar solo en ese aspecto, solo pero tranquilo y sin tener que renunciar a nada de lo que quería.

[•••]

—¡Ace! Mira que notazas has sacado —exclamó (TN), dando saltos y señalando el nombre de su amigo en el papel colgado en el tablón.

—¿Me lo dices tú, empollona número uno de la clase? —le recriminó él, en tono de burla, despeinando sus cabellos (t/c) con la mano.

—Ey, que me ha costado hacerme el pelo esta mañana —gruñó ella, apartándole.

Varias chicas que solían fijarse de más en Ace cuando caminaban por el mismo pasillo no podían evitar ocultar su envida al ver como el pecoso se comportaba con (TN).

Todo el mundo sabía que no existía más que amistad entre ambos; pero también querían ser despeinadas, abrazadas y besadas por él. Poder llegar a conocerle tan a fondo como la peli(t/c).

—Por cierto, ¿qué hablabas con ese compañero tuyo del club? —preguntó la joven. El pecoso se había retirado casi toda la hora del descanso y todavía no había contado absolutamente nada.

—Me han pedido unirme a una banda de música que tienen.

—¿De música? —preguntó ella, extrañada—. ¿Y cuál se supone que sería tu papel?

—El batería ha dejado el grupo, así que me harán una prueba a ver qué tal se me da.

—No has tocado la batería en tu vida —le recordó ella, incrédula—. Ah, bueno, claro. No van a perder la oportunidad de tener a un chico popular como tú en su banda.

—¿Soy un chico popular? —cuestionó él, poniendo cara de interesante.

—E idiota —se burló ella.

—Me han dicho que me enseñarán lo básico. Sería una experiencia interesante, pero seguro que Dadan no lo aprueba...

—¿Por?

—Porque después de las vacaciones de primavera empieza el último curso y lo considerará como una distracción.

—Puedes hacer perfectamente todo a la vez. Solo hacer falta organización.

—Bueno, eso explícaselo a ella...

—Vale —accedió la joven, encogiéndose de hombros. Ace la miró fijamente, durante unos segundos.

—¿Crees que podrás convencerla?

—Y no solo eso. Organizaremos un buen horario de estudio con tu nuevo pasatiempo, para que sea cierto que vas a poder con todo.

—¡Eres... la ... mejor! —exclamó el pecoso, cogiendo a su amiga por la cintura y elevándola del suelo para darle un par de vueltas—. De verdad, no se lo que haría sin ti.

—Ya te he repetido mil veces que nunca lo sabrás —dijo ella, una vez con los pies de nuevo sobre el suelo.

—Ey, (TN). —La joven se giró al escuchar la voz de su novio.

—Kenji —saludó, dándole un rápido beso en la mejilla.

—Primero de todo, enhorabuena por tus notas —empezó el chico de cabello castaño—. Segundo... He contado los votos y adivina quien será la nueva presidenta del club de lectura en mi ausencia.

—¿Qué? —preguntó, quedándose boquiabierta. Kenji la había propuesto, pero temía que pensaran que era por su relación y no por sus capacidades. Pero, al parecer, el resto había estado de acuerdo—. ¡Me muero de la emoción!

La peli(t/c) abrazó con efusividad a su novio, y acto seguido a su mejor amigo.

Kenji no podía evitar sentirse inexplicablemente bien al verla tan feliz. A Ace le pasaba lo mismo, aunque no de la misma forma que su novio, claro. O eso es lo que todo el mundo pensaba, incluido él mismo.

Ace probablemente miembro de una banda de música, (TN) presidenta del club de lectura y último año de secundaria mayor.

Desde luego, sería un curso muy intenso. Sobre todo, si se incluían las grandes decisiones que ambos jóvenes tendrían que tomar en relación a su futuro.

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