Parte 1

Rin no entendía por qué Ryuji quería con tanta insistencia el que Lightning lo adoptara como su pupilo. ¿Qué era tan genial de él? Según su amigo aquel era un exorcista excepcional y reconocido. Alguien muy importante y hábil, pero para el medio demonio no era más que un hombre raro y sucio.

Independientemente de lo que él pensara de Lightning, Suguro parecía admirarlo de una manera impresionante, casi era como si lo idolatrara de cierta forma. Okumura, ante esto, se sentía mal por no poder ayudar a su buen amigo a conseguir lo que deseaba. Lo peor es que lo único que se le ocurría para apoyarlo era entregarle su espada al exorcista, puesto que éste había comentado que permitiría a Bon convertirse en su pupilo si se le entregaba la kurikara para fines científicos y de investigación. Rin de verdad lo pensaba seriamente cada vez que veía la funda de su espada, pero desechaba velozmente la idea de su cabeza cuando caía en cuenta que eso solo provocaría que su amigo se enfadara con él al punto de gritarle, regañarle y seguramente golpearle, porque aquello no era cualquier cosa nada más.

Ryuji lo había dicho él mismo cuando se negó a la petición del exorcista, aclarando que la espada era literalmente la vida del muchacho de ojos azules y no podía ni quería intercambiar el alma y corazón de uno de sus más importantes amigos a cambio de la mentoría de Lightning. Iba a lograr que le enseñara, pero por merito propio y sin regateos.

El medio demonio sonreía conmovido cuando recordaba aquella ocasión, sintiendo un calorcito en su pecho que se mitigaba al resto del cuerpo y su corazón que se saltaba un latido con clara emoción; el castaño ni siquiera se detuvo a pensar en su respuesta y rechazó la negociación inmediatamente.

De todas formas, Rin seguía sin entenderlo.

Era una tarde como cualquier otra mientras se encontraban sentados alrededor de una mesa de la cafetería, comiendo y charlando. Bon estaba pensando qué más podría hacer para llamar la atención del exorcista cuando Konekomaru se atrevió a preguntar:

—¿Por qué te esfuerzas tanto por esto?

No era raro que Suguro quisiera ser excepcional en todo lo que hacía, pero si resultaba extraño que tuviera tanta fijación por una persona y más cuando ésta le había rechazado.

El muchacho de cabellos teñidos se notó avergonzado de repente y sus ojos cafés se cerraron para evitar ver las reacciones de sus amigos cuando pronunció:

—He caído por él.

Los tres jóvenes restantes se mostraron asombrados. Rin rompió el silencio aseverando que no entendía a lo que se refería Bon, pero que le apoyaría en lo que necesitara. Shima y Konekomaru por otro lado intercambiaron una mirada antes de desearle suerte al par, sobre todo a su amigo de la infancia que agradeció con voz bajita.

...

Rin a lo mejor era idiota (la verdad es que lo era) y seguía sin comprender las palabras del chico con múltiples perforaciones. Aunque no expresaba sus dudas en voz alta ni se quejaba cuando ayudaba a Ryuji con alguna tarea que Lightning le pedía completar, la confusión seguía rondando dentro de su cabeza. Necesitaba que alguien le explicara qué sucedía.

En un principio había pensado en preguntar a Yukio, pero éste pocas veces llegaba al dormitorio debido a lo ocupado que decía estar así que lo tachó de su lista mental de opciones. Shiemi fue la segunda persona en cruzar su mente hasta que rechazó la idea al entender que tanto ella como él sabían nada con respecto a las relaciones humanas; que apenas estaban teniendo amigos y sabían lo que era más o menos vivir como el resto de las personas de su edad. Shura no tenía tiempo gracias al caos con los exorcistas y solo le preguntaría al respecto a Mephisto si sucumbía a la demencia; aquel hombre no era muy bueno respondiendo dudas, era muy ambiguo y misterioso, logrando que Okumura solo se confundiera más.

Finalmente había optado por preguntarle a Miwa por lo que se adentró a la habitación que éste compartía con Renzo y Ryuji cuando el ultimo mencionado no se encontraba. El par lo recibió cortésmente en el cuarto y los tres se dispusieron alrededor de una mesita baja de centro a charlar con algunas bebidas y bocadillos que el mismo Rin había llevado.

—¿Qué es lo que te inquieta, Okumura-kun? — habló Konekomaru, notando el movimiento ansioso que hacia el aludido con su cola.

Rin se rascó la mejilla con un dedo mientras pensaba cómo hablar. Shima, por otro lado, abrió una bolsa de frituras y comenzó a comerlas despreocupadamente.

—No sé qué pasa con Suguro.

—¿A qué te refieres?

—Pues... entiendo lo que es admirar a alguien y todo eso, pero la actitud de Bon... hay algo que no entiendo del todo. Tampoco sé a qué se refería con su respuesta de la otra vez.

—¿Cuándo dijo que había caído por Lightning? — preguntó el joven de cabello rosado y el contario asintió—. Ay, Okumura-kun, es tan obvio. Bon tiene un crush con él.

Rin inclinó la cabeza hacia un lado, demostrando que seguía confundido.

—¿Qué es un crush?

Shima le miró como si fuese un alíen y luego cruzó miradas con el joven de lentes que, sin más, encogió sus hombros.

—Un crush— comenzó a explicar al medio demonio cuyos ojos grandes y azules le observaban con detenimiento—, es como... es una persona que te interesa como algo más que solo un amigo. Es como un interés romántico o sexual.

Okumura frunció los labios mientras se sumía en sus pensamientos, tratando de comprender lo que su amigo le había dicho. Cuando cayó en cuenta de la situación soltó un gritó de asombro y horror a la par que su cola se tensaba y erizaba.

—¡Pero Lightning es un viejo! — sentenció, poniendo las manos sobre la mesa—. ¿No sería ilegal? Suguro aun es menor de edad y...

—No creo que Bon piense en salir con Lightning-sensei— comentó Miwa—. Quizás es algo así como su tipo ideal.

—Uhm... ¿Sí?

—Bueno, eso es lo que yo pienso. Si quieres saber exactamente la respuesta podrías preguntarle Bon directamente.

Rin calló y sorbió su gaseosa lentamente con rostro derrotado. Sus amigos le miraban atentamente, interesados en sus reacciones y sus ideas.

—¿Por qué te preocupa tanto? — preguntó Miwa.

El joven de lentes notó que el otro muchacho soltó un largo suspiro a la par que depositaba su frente contra la madera de la mesa. Okumura gruñó de manera suave y se enderezó nuevamente, con los ojos azules clavados en su botella de soda a medio llenar. Tanto Shima como Konekomaru se percataron que su amigo parecía perdido en sus pensamientos, no estaba presente en el momento y solo se movía de manera casi automática.

—Suguro es muy genial— musitaba el chico de afilados colmillos en una voz bajita que milagrosamente el par podía oír—. Tipo ideal... supongo que todos tenemos uno de esos. Sí, bueno. Él es mi tipo ideal.

Shima de pronto comenzó a ahogarse con un bocado a medio masticar y el joven de lentes acudió a ayudarle, golpeándole la espalda y entregándole algo para beber. Rin alzó la mirada y observó al par como si acabase de darse cuenta de que aún seguía con ellos. Al ver a su amigo tosiendo vehementemente antes de beber todo el líquido de la botella que se le ofreció, se inclinó hacia él con preocupación.

—¿Estás bien, Shima? — preguntó el muchacho de cabellos oscuros.

Luego de tragar con fuerza y de lograr recuperar el aire perdido, el pelirosado se limpió los ojos pues lagrimitas se habían acumulado ahí por el esfuerzo y miró al joven del otro lado de la mesita.

—¿Te gusta Bon? —hubiera chillado si no fuera porque su voz sonaba ronca y estrangulada.

—¿Eh? — Rin parpadeó con duda y frunció las cejas—. ¿De qué hablas?

—¿Cómo que de qué hablo? Okumura-kun, acabas de decir que Bon es tu tipo ideal.

—Uhm. Sí. Lo es. Bon es muy cool, ¿no crees? Pero no sé si podríamos decir que me gusta.

—¿No?

Okumura negó con la cabeza antes de arrugar aun más el ceño, bajando la mirada a sus manos y volviendo a sumirse en sus pensamientos. Al menos él creía que las cosas eran así.

—Creo que solo me preocupa porque, bueno, Suguro es mi amigo y Lightning se me hace un poco raro, ¿no creen?

—Es verdad que el profesor tiene métodos peculiares de exorcismo— aceptó Miwa, asintiendo con la cabeza numerosas veces de una manera tranquila—. Pero no creo que sea una mala persona. Que alguien sea raro no significa que sea malo, Okumura-kun.

Rin miró en silencio al joven de lentes y, sin más, aceptó con un movimiento suave de su cabeza, volviendo a beber de su gaseosa con los hombros encogidos, meneando nerviosamente su cola de un lado al otro a sus espaldas. 

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