Capitulo 2
Es tan irónico que un pequeño pedazo de papel tuviera la capacidad de ser tan poderoso para no apartar la mirada sobre el. Su poder es tan inmenso que aunque quisiera moverme y tratar de olvidar que existía, que se encontraba en mi pequeño mueble empolvado, aparecía nuevamente en mis pensamientos sin mi permiso, como una gran bofetada con guante blanco en mi conciencia.
Odiaba lo estupido que era no poder quietarle la mirada o poder dejar de pensar en eso. Lo odiaba. Detesto la idea de que una hoja insignificante tuviera tanta influencia sobre mi. Me hace sentir débil, como una desagradable cucaracha indefensa. Pero sabía que esa hoja insignificante lo valía todo. Era mi tesoro, lo más valioso que tenía en mi miserable existencia. En esa hoja estaba lo que más deseaba, lo que en sueños imaginaba una y otra vez con tanto anhelo. Poder llamarle, poder hablar con él y escuchar su encantadora voz.
Con una gran sonrisa tome el pequeño papelito entre mis temblorosas manos, intentando no romperlo. Leo lentamente lo que tenia escrito en el, admirando la hermosa letra que con dedicación y esmero se había plasmado. Aun podía sentir el aroma del azulado impregnarme las fosas nasales, un exquisito aroma a menta.
Sabía bien que no era probable que le llamara ¿Qué le diría?.
Observe la ventana con cansancio, las pequeñas luces de la ciudad iluminaban con intensidad en la oscura noche, mostrando la gran belleza de aquel peligroso lugar. Berlín lucia en su esplendor al caer la noche. Las hermosas luces de colores bailaban con el canto de los grillos y el parpadeo de las estrellas, dejando a cualquiera maravillado, una buena forma para brindar a la gente tranquilidad y olvidar la amenaza que deambulaba por las calles.
Me levanto sin acomodar las sabanas y me dirijo a la ducha, dejando que la tibia agua tocara mis largas púas. Amaba el agua, me gustaba sentirla y verla. Me parecía tan libre, tan colorida, tan fresca, así como él.
Somos tan diferentes, tan desconocidos el uno del otro, uno era libre, otro vivía atrapado. Mi única libertad lo era él, estar cerca suyo, ver sus facciones tan aniñadas, aquello llenaba de color mi vida, alegraba mi destrozada alma. Necesitaba de él y mucho.
Cierro el grifo para secar mi cuerpo. Tomo mi chaqueta oscura, guardando en el bolsillo interno la nota.
~*~
La noche estaba agradable, el sonido de los autos eran más tranquilizante que las voces de los niños por las mañanas. Las calles ya no estaban ten abarcadas por la gente que se dirigía a su aburrido trabajo, era lo mejor. Me sentía libre, tranquilo, sin sentir las miradas de miedo que la gente me dirigían, los insultos que gritaban desde lejos, las noches se volvieron mi refugio, el único momento en el día en que podía hacer lo que quisiera sin sentirme juzgado.
Entre en una pequeña tienda, desviándome un poco de mi destino. Era una tienda realmente pequeña, solo contaba con dos angostos pasillos de comida chatarra y un pequeño refrigerador con bebidas. Un lugar sencillo pero práctico para un aperitivo. Tome una bebida energética para luego dirigirme a la caja.
— ¡Hola Shadow! — saludó la gata blanca de ojos azules, mostrando una sonrisa resplandeciente.
Lily era la dueña de la pequeña tienda. Su rostro mostraba la edad de una pequeña e indefensa niña a pesar de tener treinta y cinco años. Era amigable y con una insaciable curiosidad sobre la gente que entraba a su negocio. Así fue como la conocí aquel día que insistía con tanto empeño en saber mi nombre.
Me limite a hacer un pequeño gesto con la cabeza, no tenía ganas de conversar y mucho menos perder mi valioso tiempo.
— Es curioso que cada noche, a la misma hora pases por aquí y compres esta bebida ¿No crees? — sonríe — ¿Ha donde vas exactamente? —
— No te metas en lo que no te importa — alce la voz molesto.
Lily bajo la mirada intimidada sin decir nada. Tomo mi dinero y me regreso el cambio.
Sé que no debí molestarme, tan solo era una pregunta sencilla, pero mi paciencia era tan diminuta que con cualquier pequeñez explotaba. Aún así, disculparme no serviría de nada, pues prefiero que no se metan en mis asuntos, por su bien, entre menos se relacione conmigo, mejor.
Salgo del lugar sin mirar atrás, tan solo concentrándome en mis cosas. La noche se volvía más helada y el aire aumentaba cada vez más. Al parecer hoy sería una noche complicada, pero aún así debía continuar.
Me siento en una banca, lejos de los enormes edificios. Estaba fría y polvorienta, al parecer nadie la usaba, aunque era normal. Este parque ya no era visitado como antes, dejó de ser mantenido y con el tiempo se deterioró. Tan solo está banca logro sobrevivir.
Bebo un poco de mi bebida, esperando al cliente. Me gustaba llegar antes de tiempo, así podía disfrutar un poco de la vista y relajarme por un momento, imaginando que vivía tranquilamente y podía hacer lo que quisiera.
— Oh mira a quien me encontré — hablo una voz a mi espalda, cada vez acercándose más.
Sonrió inconscientemente al escucharla de nuevo.
Sonic se sienta a mi lado sin permiso y sin importarle el espacio personal que invadía.
— ¿Qué haces aquí Shads? —
— Solo observó —
Giro hacia enfrente, examinando la vista. Frente a nosotros solo había árboles marchitos y césped sin podar. Tal vez no era una gran vista o algo de que maravillarse, pero no podía contarle la verdad. Él era muy curioso y hacía demasiadas preguntas, preguntas que yo respondería a pesar de mis esfuerzos por callar.
— Es una horrible vista — hizo una mueca mientras negaba enérgicamente — Creó que no sales muy seguido, ya no sabes diferenciar de algo hermoso y algo horroroso —
— ¿Y tú si? —
Eleva su mano hasta sus labios, simulando que pensaba. Tuve que resistirme en no lanzarme sobre él. Esa pequeña acción lo hacía ver tan adorable y a la vez tan inocente.
— ¡Lo tengo! — grito feliz mientras se levantaba de la banca con un brinco.
— ¿Qué es lo que tienes? —
— Lo entenderás cuando lleguemos —
Extendió su mano hacia mi, esperando con una sonrisa a que la tomara.
— ¿Ahora? — inquirí con sorpresa — No, no puedo —
— Oooh vamos ¿Acaso el gran Shadow The Hedgehog tiene miedo? — dijo burlón.
Era una mala idea, una terrible y mala idea. Mi cliente no era para nada amigable, si no estaba aquí a la hora acordada, mi cabeza tendría precio y lo más probable es que la de Sonic también. Aunque, la idea de ir de paseo con él era muy tentadora, pero ¿cuantas veces tendría esta oportunidad?
A la mierda el cliente.
Tomo su mano, sintiendo como una chispa recorría mi cuerpo al sentir su piel sobre la mía. Era una sensación tan exquisita y a la vez prohibida.
— Bien, ¿Y ahora? — dije mientras lo observaba al rostro, tratando de ignorar que estamos tomados de las manos.
— Solo sujétate fuerte — guiño un ojo para luego comenzar a correr a gran velocidad.
Sentir el aire chocar con mi piel era realmente muy satisfactorio, casi maravilloso. A pesar de la gran velocidad se podía ver la ciudad en un ángulo que jamás había visto. Es realmente hermoso. Tantos años que permanecía oculto y perdiéndome de tantas maravillas.
Observó a Sonic de reojo esperando que no lo notara.
Ahora entiendo porque es un alma libre, el no se pone ninguna atadura,no piensa las cosas, ni siquiera pregunta, solo actúa como su corazón le ordena. Creo que por eso me enamore, su forma de ser tan distinta a la mía, la forma en que toma los problemas, siempre viendo el lado bueno de las cosas y sonriendo a pesar de todo. Me hacía ver que la vida siempre se pude ver de manera positiva, siempre existe una oportunidad.
Si tan solo fuera un sentimiento mutuo.
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