Vacío

Feliz cumple, DavidCaberoOrea.
Gracias por estar siempre. Por todas nuestras charlas, silencios y locuras.
No te lo digo pero TE QUIERO MUCHO.
Eres una de mis más importantes constantes en mi vida.

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El despertador sonó temprano.
Quería dejar todo listo para que Mason desayunase y llevarlo al colegio y como ama de llaves, tendría que preparar el desayuno de Gary también.

Su opción de esquivarle hasta que volviese del colegio quedó descartada en cuanto entró en la cocina y le encontró allí tomando una taza de café.
Miró hacia la cafetera que el día anterior había dejado limpia, y la vio vacía.
Debía llevar despierto varias horas si había terminado con toda la jarra.

-Buenos días, señor.
-Buenos días Denise.
Cerró los ojos al escuchar su nombre salir de sus labios.
Lejos de perder el atractivo con los años, en el caso de Gary solo había aumentado.
Y todavía lograba que sus piernas fallasen con solo una mirada.

-¿Que desea desayunar?
-Solo tomo café por las mañanas. ¿No vas a mirarme?
Por lo visto su intención de hacer que la encimera brillase todavía más tendría que esperar.
Volviéndose despacio hacia él levantó la mirada y la enfocó en esos bonitos ojos azules que tenía.
Eso fue en lo primero que se fijó cuando coincidieron en el consejo escolar.
Desearía no haberse fijado antes en él, pero desgraciadamente para entonces ya estaba totalmente enamorada.

Gary seguía sin creer que después de cinco largos años, ella estuviese allí.
¿Que había sucedido con todos los planes de futuro que tenía?
Había admirado su ambición en la secundaria.
Ella siempre tuvo claro lo que quería. No como él.
Había permitido que su padre decidiese que era lo mejor para su futuro, dejando que le mandase lejos de lo único bueno que tenía en su vida. De lo único que le importaba.

Era cierto que ahora era conocido como un gran empresario, y que vivía cómodamente, pero siempre anheló lo que dejó atrás.

- ¿Como te fue la vida?
Vio el momento exacto en el que sus ojos lo fulminaron.
-Bueno, estoy donde debo estar. Aprendí que las acciones tienen consecuencias y ellas me han traído aquí para trabajar para ti, pero eso es todo. Te agradezco la oportunidad y sobre todo por permitir que mi hijo esté conmigo, pero solo soy tu ama de llaves. Nada más.
-¿Por qué crees eso?
-Bueno, déjame pensar... Me dejaste tirada en esa playa hace cinco años. Estaba desnuda y avergonzada y tuve que llamar a mis padres para que viniesen a recogerme. ¿Tienes idea de cuan vergonzoso fue?
Cogió aire despacio y se dirigió al frigorífico. Necesitaba mantener sus manos ocupadas.
-Lamento mucho lo ocurrido.
-Estoy segura de eso. Ya no importa. Hiciste tu vida y yo hice la mía.
-Denise, escucha...
-¡Mami, mami!

Gary, quien había avanzado hasta ponerse a su espalda, se apresuró a regresar donde dejó su taza de café, ahora frío y fingió centrarse en unos papeles mientras las manos seguían temblándole.
Había estado tan cerca de tocarla.
Había olido el aroma de su jabón y seguía siendo el mismo incluso después de tanto tiempo.

-Cariño, no debes bajar corriendo las escaleras, podrías hacerte daño. Ni tampoco debes gritar. Ahora no estamos en casa y mamá trabaja aquí.
-Lo siento mucho, mami.
-Está bien. ¿Te apetecen unos cereales?
-Si, por favor.
-Enseguida te los sirvo. Siéntate cielo y da los buenos días.

Denise fingió no estar nerviosa. Había esperado que no se encontrasen tan pronto, pero viviendo en la misma casa, era inevitable.

-Buenos días, señor.
Gary levantó la mirada y por segunda vez en dos días, se quedó sin habla.

-¿Usted no habla? Lo siento, no lo sabía. Soy Mason y ella es mi mamá. La mejor mamá del mundo y la mejor cocinera y la mejor...
-Creo que ya es suficiente, hijo. Toma tus cereales y luego nos iremos al cole. ¿Un sándwich de queso para el recreo?
-¡Me encanta el sándwich de queso!

Gary inhaló con fuerza.
Era una mini copia suya.
No solo físicamente. El sándwich de queso era su comida favorita.
Quería mirar a Denise y pedirle una explicación, pero era incapaz de apartar la mirada de ese niño.

-Bien, es hora, cielo. Coge tu chaqueta y la mochila.
-Que tenga un buen día, señor.
Asintió aun incapaz de pronunciar una palabra.
Los vio irse hacia el garaje y solo cuando ella se volvió después de ponerse su chaqueta y un gorro sobre la cabeza, fue capaz de articular algunas pocas palabras.
-Mason, él es...
-Estoy segura de que ya lo sabes. Voy a dejarle en el colegio y volveré enseguida. Lamento que te enterases así.

Solo cuando escuchó la puerta del garaje abrirse y luego cerrarse, se dio cuenta de que lo que sentía, más allá de la sorpresa, era un enorme vacío.

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