Papá

Mientras Denise se preocupaba por cómo podía tomar la noticia su hijo y pensando en todo lo que Gary le había confesado, este se sentó en su silla y levantó el auricular del teléfono.

Lo más probable era que su padre no atendiese la llamada. Este siempre hacía que su ayudante lo hiciese por él y solo cuando realmente le interesaba, se comunicaba después.

Gary siempre había pensado que de este modo hacía creer a todos que era un hombre sumamente ocupado y se veían como privilegiados cuando podían hablar con él.

Si supieran que él era de ese modo con su mujer y su hijo también, la imagen que todos tenían acerca de su padre se vería empañada.

Cuando después del quinto tono, nadie respondió, se extrañó, pero decidió probar de nuevo un poco más tarde. Por el momento tenía cosas más importantes de las que ocuparse.

La siguiente llamada fue a su abogado. Iba a cambiar su testamento.

Horas después, Denise llamó a su puerta para avisarle que la comida estaba lista.

Si no estuviese ya totalmente enamorado de ella, después de probar el delicioso guiso de patatas con carne que preparó, habría caído de lleno a sus pies.

Como había dicho antes, se aseguró de que tomase su medicina antes de recoger la mesa y lavar los platos.

Habían comido juntos a petición de él, ya que quería compartir con ella no solo su mesa, sino también todo lo que pudiese contarle acerca de Mason.

Con cada anécdota que salía de su boca, más impresionado y orgulloso se sentía de su hijo.

— ¿Y además de tus padres, tuviste a alguien más a tu lado? Recuerdo que solías ir mucho con un chico en secundaria. No recuerdo su nombre ahora, pero sé que parecíais muy unidos.

Lo que no dijo fue que no respiró tranquilo hasta averiguar que eran solamente buenos amigos.

—Sí, bueno, él estuvo allí conmigo.

—Me alegra que le tuvieses a tu lado.

—Sí, también yo, pero al final tampoco se quedó.

Decidió no presionar más. Durante aquellos años como empresario, había aprendido que batallas librar y cuáles no. Y Denise se había cerrado tras sus últimas palabras por lo que el tema era aún doloroso para ella.

No pudo evitar preguntarse si finalmente habían traspasado la barrera de la amistad e iniciado una relación más íntima.

El teléfono de ella empezó a croar y la observó tensarse.

— ¿No atiendes?

—Puede esperar.

— ¿Cómo lo sabes? Ni siquiera has mirado de quien es.

—Sé perfectamente quien me escribe, y puede esperar. Con tu permiso, voy a buscar a Mason.

Vio en silencio como ella se secaba las manos, y luego iba hacia el colgador junto a la puerta que daba al garaje para coger su chaqueta y el bolso y después cruzar esa puerta.

Lleno de dudas, todo lo que quería era ir tras ella y hacer que le contase que sucedía, pero sabía que, si lo hacía, solo se cerraría aun más y luego sería más difícil llegar hasta ella.

Sabiendo que no podría trabajar hasta que no regresara y comprobase si había hablado con Mason para contarle la verdad, no estaría tranquilo.

Nervioso, subió a la planta de arriba y caminó hasta la habitación que habían ocupado la noche anterior.

Todo estaba perfectamente ordenado teniendo en cuenta que allí dormía un niño de casi cinco años, lo que le recordaba que quería saber cuándo era el cumpleaños de su hijo. Ese año sería diferente para él, porque lo celebraría por todo lo alto.

Sonrío cuando media hora después, escuchó a su hijo feliz hablando con Denise contándole todo lo que había aprendido ese día.

Se quedó apoyado en la pared que separaba la cocina del comedor y escuchó sin poder borrar la sonrisa de sus labios.

—Y entonces nuestra profesora nos dijo que podíamos llevar galletas o algunos dulces cuando fuese nuestro cumpleaños para celebrarlo todos juntos y como el mío es en Halloween le pregunté si podíamos ir disfrazados y me dijo que si, mami. ¿No es genial? Pero aún no sé de qué quiero mi disfraz. Si el tío David estuviese aquí, él podría ayudarme a elegirlo, como hacíamos antes.

El estado de ánimo de su hijo pasó de estar feliz a triste y una vez más se preguntó qué era lo que no le había contado Denise.

Buscando en su mente, recordó que David era el nombre del amigo de ella en secundaria.

—Cielo sabes que puedo ayudarte a elegir el disfraz, igual que hicimos el año pasado. Será divertido.

—Pero no es lo mismo. Hoy Jamie Jordan me dijo que él iría con su papá a comprar un disfraz y mi papá no está aquí. Los abuelos están lejos y el tío David ya no me quiere...

—Oh, cielo —abrazó a su hijo mientras él se obligó a esperar donde estaba rezando para que ella le contase — por favor no llores, mi amor. El tío David te quiere muchísimo, pero ahora está haciendo su vida y nosotros tenemos que hacer la nuestra también.

—Pero yo quiero a mi papá. ¿Por qué no le llamas para que venga a verme? ¿Es que no me quiere?

—Tu papá te quiere con cada pedazo de su alma y se apenaría mucho si te viese llorar o dudar de su amor por ti.

—Dile que venga, mami. Quiero a mi papá.

—Está bien, cariño. Voy a llamarle, pero ahora seca esas lágrimas. Me pone muy triste ver esos ojitos rojos.

Ella no se lo diría. Dispuesto a hacerlo él, dio un paso para entrar en la cocina, pero la voz de Denise le detuvo.

—Mason, tengo que decirte una cosa y necesito que me escuches atentamente hasta que termine.

— ¿Qué pasa mami?

—Esta casa en la que estamos viviendo es de tu papá.

— ¿Y él está aquí? ¿Dónde mami, donde?

— ¿Recuerdas al señor con el que hablaste esta mañana?

—Tu jefe.

—No solo es mi jefe cariño. Es papá.

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