Largo día

Decir que Mason estaba encantado era quedarse a medias.
En cuanto aparcaron en una de las plazas del garaje, estaba saltando arriba y abajo en su asiento.
—Esto es enorme, mami. ¿De verdad vamos a vivir aquí?
—Así es, pero tenemos un trato. No puedes olvidarte.
—Lo sé, mami. ¿Podemos ir a ver mi cuarto?
—Vas a dormir conmigo. Este lugar es grande y es mejor si permanecemos juntos.
—Está bien.
—De acuerdo. Ahora, ayúdame con tus cosas. Antes he traído las cajas, así que solo falta lo que compré para preparar la cena.

Juntos llevaron las bolsas hasta la cocina y rápidamente preparó la merienda de Mason y mientras él disfrutaba de un zumo y unas galletas en forma de dinosaurio, Denise guardó la compra y empezó a organizar la cena.
Esperaba que saliese bien porque necesitaba ese empleo. Su hijo era lo más importante. Tenía que dejar de pensar con el corazón y dejar a la mente tomar el control.
Tenía que dejar el pasado a donde pertenecía y lo consiguió, hasta que acostó a Mason después de que cenase y bajó a calentar la cena.

La mesa había sido preparada mientras su hijo cenaba.
Preparó algunos entrantes y enfrió el vino.
Una rápida llamada a Pamela le confirmó que a Gary le encantaba el vino blanco por lo que un prosecco iría bien con la cena.

Él llegó pasadas las nueve. Mencionó algo acerca de ducharse rápidamente y que, si los invitados llegaban, les sirviese una copa en el salón.
Dijo todo eso sin apartar la mirada de su teléfono.
O bien estaba realmente distraído con lo que había en él o era un maleducado, pero supuso que contra más tardase en reconocerla, mejor.

Siguiendo sus órdenes, en cuanto los invitados llegaron les acomodó en el salón con algunas bebidas mientras esperaban por él.

Cerca de las diez y media, anunció que la cena estaba lista y esperó a que todos estuviesen sentados para servirla.
Una vez más él no la miró.
Estaba empezando a pensar que lo hacía a propósito, pero entonces le vio levantar la mirada y quedarse blanco.
Se puso de pie tan rápido que ella retrocedió y escapó a la cocina con una breve disculpa.

Él no la siguió. Supuso que fingiría que todo estaba bien frente a sus invitados y que una vez que marchasen, iría tras ella.

Se mantuvo ocupada hasta que tuvo que servir el postre.
Sintió su mirada sobre ella en todo momento y casi deseó que siguiera sin notarla.

*******************

Estaba deseando que todos se marcharan.
La cena había ido muy bien hasta que vio a su ama de llaves.
No podía ser ella. Ni siquiera se parecía a la chica que vivía en sus recuerdos.
Su pelo seguía siendo largo, y sus hermosos labios que esa noche habían sido rojos, ahora tenían un color más natural.
Y sus ojos aun podían traspasar su alma y ligarle eternamente a ella.

Cuando el último invitado se fue, corrió a la cocina para descubrir que los platos ya habían sido fregados y ella había escapado a su dormitorio.

Aquella noche no durmió. Dio vueltas en su cama tratando de recordar lo que su secretaria le había dicho sobre su trabajadora.

Mujer soltera, con un hijo.

Recordó que se había sorprendido, pero estaba tan desesperado por tener a alguien que le ayudase con la casa, que siempre y cuando el niño no fuese un terremoto y su madre cumpliese con sus obligaciones, no tenía inconveniente.

Pero ahora que sabía quién era su ama de llaves las cosas cambiaban.

Deseó golpearse a si mismo cuando se acordó de que ella había estado esa tarde en su oficina, y él estaba tan concentrado en sus cosas que ni siquiera la miró.

¿Había sabido desde el primer momento que trabajaría para él?

¿Y por qué aceptó después de que se portara como un imbécil en el pasado?

Quizá ella no le guardaba rencor después de todo.

Quizá ni siquiera tuvo importancia para ella.

Y esa idea tampoco le gustó nada, porque ella si significaba algo para él. Significaba un futuro al que se había visto obligado a renunciar, pero ya no tenía a su padre encima para hacerle la vida imposible.

Denise estaba soltera y viviendo bajo su techo. Y si, tenía un hijo, pero Gary estaba dispuesto a enmendar el error que cometió cuando la abandonó en esa playa cinco años atrás.

Iba a demostrarle que la amaba y que nunca dejó de hacerlo.

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