Fiesta... sorpresa
Ambos se reunieron con los demás en la cocina.
Incluso a pesar de que se mostraron cordiales con los otros, Gary podía ver que no todo estaba bien, sin embargo, aquel no era ni el momento ni el lugar para hablar de ello, por lo que tendría que esperar a que todos se marcharan para preguntarle sobre lo ocurrido.
La afinidad entre Eva y Denise se dio de forma instantánea. Era como si ellas se hubiesen conocido desde hacia tiempo.
Ambas compartieron anécdotas del embarazo, mientras David hablaba con los padres de Denise y se mantenía a cierta distancia de ella.
—Tu mujer está acaparando a la mía, Jenkins. Debo preocuparme de que conspiren contra mí. Eva es perfectamente capaz de eso y mucho más. No tienes idea de los huevos que tiene mi mujer. Ahí donde la ves, es todo fachada.
—¿Intentas decirme que tu mujer es una especie de ogro?
—Peor... Si no la amase tanto, correría en dirección contraria. Créeme. Es un hecho. Y es peor estando embarazada.
—¿Por qué te empeñas entonces en mantenerla en ese estado la mayor parte del tiempo?
—Porqué las ventajas superan su mal genio. Podrías descubrirlo pronto. Tienes una gran mujer aquí.
—Lo sé. Soy jodidamente afortunado por haberme reencontrado con ella y que me haya dado la oportunidad de arreglar las cosas.
Malcom palmeó su espalda antes de ir hacia donde su mujer y robarle un beso frente a todos, haciendo enrojecer a Denise hasta la raíz del pelo.
Los invitados comenzaron a llegar no mucho después.
Denise disfrutó muchísimo viendo a su hijo corretear de un lado al otro, incluso cuando era David quien les perseguía haciéndoles reír.
Siempre amó la relación que ellos tenían y lamentaba que las cosas jamás volvieran a ser igual.
Unos brazos la rodearon por la cintura y dejó que su cuerpo se apoyase contra el firme pecho de Gary, quien observaba la misma escena que ella.
—¿Me lo contarás?
—Sí. Lo prometo.
—Bien. Vamos. Malcom está deseando que le cuentes que vamos a hacer con el sótano.
Horas más tarde, los invitados empezaron a marcharse.
Todo había salido a pedir de boca, y no podía estar más feliz que viendo a su hijo disfrutar de todo aquello.
Apenas había quedado pastel, los pocos niños que quedaban, ya empezaban a frotarse los ojos debido al cansancio.
Únicamente los adultos habían permanecido sin disfraz, aunque tanto Denise como Gary le habían prometido a Mason salir a la noche siguiente a pedir Truco o Trato, disfrazados.
Eso había sido suficiente para que su hijo aceptase.
Entre todos ayudaron a recoger las pocas cosas que quedaban en el jardín, ahora cubierto con una enorme carpa para evitar el paso del frío, cuando Eva se tensó a su lado.
La mirada de ambas fue al suelo, donde un enorme charco empapaba los pies de Eva.
—Mierda. Está bien. Voy a mantener la calma. He hecho esto antes. Solo tengo que respirar. Solo... ¡Joderrrrrrrr!
Denise se puso inmediatamente en movimiento.
Se encontraban las dos solas en la cocina mientras los demás seguían yendo a por lo que quedaba, así que tras ayudar a Eva a sentarse sobre uno de los taburetes, corrió hacia el jardín y buscó con la mirada a Malcom, quien reía por algo que Mason estaba diciendo.
Corrió hasta ellos y tiró de su brazo mientras lo apresuraba para llegar a la cocina.
—Denise estoy encantado de haberte conocido, pero Eva va a cortarme las pelotas si...
—¡Rompió aguas!
No había terminado la frase cuando él se adelantó e inmediatamente llegó hasta su mujer.
—Estoy aquí, nena. Está todo bien. Respira hondo...
—Ya respiro, Malcom. Solo llévame al maldito hospital antes de que tenga a nuestra hija aquí mismo.
—¿Hi... Hija? ¿Es una niña?
—¡Haz el jodido favor de llevarme al hospital Malcom o te juro que te castro de por vida!
Casi sintió a los demás hombres, quienes les habían seguido, encogerse ante las palabras de la pequeña mujer.
Malcom no esperó a que ella siguiese amenazando. La cogió en brazos y se volvió momentáneamente hacia ellos.
—Los chicos pueden quedarse aquí. Haremos una fiesta de pijamas. Suerte con tu hija, tío.
Malcom se las apañó para sacarle el dedo de en medio a Gary antes de cruzar la puerta que alguien debió abrir para ellos y dejarles allí.
—Bueno, ¿quién está listo para irse a dormir?
Tras algunas protestas y la promesa de colchones en el suelo y una película, los niños se retiraron hacia la habitación de Mason para tener su improvisada fiesta de pijamas.
Los padres de Denise y David se despidieron poco después, y ellos subieron hasta su habitación después de comprobar que los niños habían caído en un sueño profundo cuando la película ni siquiera había llegado a la mitad.
Ya con sus pijamas, y una vez bajo las sábanas, Gary abrazó a Denise antes de preguntar.
Se mantuvo en silencio mientras escuchaba cada palabra que ella decía y después, le contó lo que había hablado él con sus padres.
—¿Entonces a que vino todo lo que me dijo?
—Los humanos tenemos la capacidad innata de meter la pata hasta el fondo.
—Al fondo y a la derecha en su caso.
—Sí, bueno. Sin embargo, creo que vuestra relación no termina hoy. Tal vez tome tiempo, pero sé que se arreglará.
—Pareces seguro.
—Lo estoy. No conozco mucho a David, pero sé que te quiere. Y sé que ama a Mason. Solo está confundido. Prueba de hablar con él de nuevo, esta vez en un sitio abierto. Tú no lo has visto hoy porque has intentado evitarle la mayor parte del día, pero vi el arrepentimiento en sus ojos. Sabe que lo jodió todo, y no va a dar el paso para respetar lo que dijiste.
—¿Por qué ese interés en que me reconcilie con David?
—Porqué si pudiste darme una segunda oportunidad a mí después de todo, creo que él la merece también. Ahora vamos a dormir. Mañana tendremos un desayuno interesante.
—No hay nada que unas tortitas con chocolate no solucione.
Ambos cayeron en un sueño profundo, hasta que cerca de las cinco, el teléfono de Gary le despertó.
ELLA YA ESTÁ AQUÍ. EVA ESTÁ BIEN Y YO SOY TOTALMENTE INCAPAZ DE SEPARARME DE ESTA PRECIOSIDAD. DILE A TU MUJER QUE HAY UNA NUEVA DENISE EN LA CIUDAD. DENISE EDDISON. GRACIAS POR CUIDAR DE MIS HIJOS.
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