Capítulo XIII
Ya casi estamos llegando al final amigas, muchísimas gracias por acompañarme en esta historia.
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-¡Ya sé, juguemos algo!- Un par de horas después, luego de merendar entre amigos como si se tratase de una gran familia, el delicioso banquete y uno de los zumos de frutas (éste ya no equivocado) que preparara Marilla, Anne propuso para rellenar el tiempo con algo más divertido que sólo conversar, y por ello fue a uno de los armarios por el juego de Scrabble de Matthew.
Jerry recomendó a su vez naipes y sacó de uno de los bolsillos de su sencillo pantalón un paquete bastante usado de barajas.
-Es necegsagio paga todo tragbajadog llevag uno de estogs siempreg contigo- les comentó –Uno nugca sabe cuágdo se va abugrig con los compañegos en los descangsos de la vida labogal-
-Eso es muy cierto- admitió Anne -Yo creo que jugar naipes está bien mientras no se te haga vicio- opinó
Diana en tanto, consultaba si había algún instrumento musical en la casa para poder tocar, sabiendo que la música era algo que se le daba muy bien y queriendo así entretenerlos... sobre todo a Jerry, a quien en el fondo buscaba impresionar.
Y Gilbert por su parte, prefería irse por las charadas, si de proponer algún juego se trataba.
Con todo, entre la algarabía juvenil por el debate sobre qué harían de forma subsiguiente, la más pequeña del grupo aún sin llegar a comprenderlos bien, lanzó una propuesta que de inmediato a todos encantó.
-¿Y si jugamos a las escondidas?- era su juego favorito y simplemente lo sugirió y todo el grupo al instante se entusiasmó al respecto.
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Se dio por lo tanto la elección del buscador, al escoger cada uno sin ver de un tarro que contenía palillos para brochetas, el más corto. Y quien quedó fue Gilbert.
-De acuerdo, no hay problema, ustedes vayan y ocúltense mientras yo me encargó de contar hasta treinta- profirió no quedándole de otra, y entre risas de tal modo todos, enseguida corrieron a perderse.
Pasado el tiempo necesario para que diera inicio a la búsqueda, Gilbert intuyendo inteligentemente que Diana se habría escondido junto a Minnie May, y obviamente Jerry (que andaba perdido por la primera) en un lugar no muy lejos de ellas, decidió aventurarse mejor al piso de arriba, estando seguro de que Anne había sido la única, como dueña de casa, en tener la suficiente confianza para ir a ocultarse allá.
-¡Bien, listos o no, ahí voy!- advirtió previamente y así sigiloso subió tras sus pasos, más no tuvo que ejercer mucho esfuerzo para hallarla puesto que de repente estando en pleno pasillo, un ruido proveniente de una de las habitaciones principales le alarmó de que algo se le había caído y allí su premura fue por poder ayudarla.
-¡Anne!- preocupado le llamó
La encontró entonces en la vieja recámara de Marilla y para su sorpresa, ya sin esconderse, tan sólo sentada en el suelo del armario con un montón de papeles regados alrededor, ocupada de lleno en inspeccionarlos.
-Anne... ¿estás bien?- le preguntó interesado también en lo que tanto le despertaba interés y sin poder dejar de admirar al tiempo lo especial que era, y cuando al responderle le escuchó la voz acongojada, al instante se angustió
-No lo sé... creo que encontré algo-
Gilbert de tal forma caminó de inmediato hasta arrodillarse a su lado para comenzar a darle una mano al levantar toda aquella documentación, que por lo visto se le había caído al tratar de esconderse en el armario, y fue ahí cuando se dio cuenta que la mayoría de ésta contenía la letra de su padre. Eran cartas.
-Esto es...-
-...La correspondencia secreta entre Marilla y tu papá- terminó de revelarle ella, que ocupándose ya de leer varias no podía contener más las lágrimas –Sufrieron mucho con su frustrado amor... ahora entiendo por qué Marilla era tan escueta al hablar del tema-
Él que sí conocía algo de esa historia con ternura extendió una mano y le secó las lágrimas
-Pero lo importante es que vencieron la adversidad y ahora sin importar los años, los que tienen a su haber y los que pasaron separados, están juntos- le hizo ver -Ya no llores, por favor- aparte conmovido le pidió y ella asintió intentando sonreír aun cuando no podía detener su llanto. Algo que sólo un abrazo logró calmarle... Un abrazo que cuando poco a poco se separaron y sus rostros quedaron provocativamente cerca, dio paso a un beso.
Su primer beso y fue muy dulce. Duró varios segundos que luego se transformaron en minutos cuando emocionados con lo que acababa de suceder repitieron el contacto de sus labios hasta que sus corazones encendidos en algo se apaciguaron...
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Después al bajar, teniendo consigo el secreto no sólo de sus besos sino también de su naciente relación, se toparon con que Jerry, Diana y Minnie May se encontraban de los más tranquilos platicando y comiendo galletas en la cocina... bueno, conversando en realidad los dos adolescentes, totalmente perdidos en los ojos y las sonrisas del otro, mientras la pequeña niña jugaba con una de sus muñecas a un lado.
Gilbert y Anne felices intuyeron así que algo ocurría también entre sus amigos... pero esa era otra historia...
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Continuará...
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