Capítulo XII
Matthew pensaba que los dos jovencitos viviendo en Green Gables habían traído renovada vida a la casa, llenándola de un ambiente diáfano así como de alegría y buena vibra, incluso más del que experimentaran junto a Marilla con la llegada de Anne. Entonces comenzaron a darse juegos en los prados de Green Gables, partidos de football o de béisbol por parte de los chicos y reuniones de chicas algunas otras tardes. La antigua villa se volvió así en buena manera una algarabía completa y él sin desconfiar de Anne y Gilbert, porque sabía se portaban bien, decidió no limitarlos con sus amistades, permitiéndoles experimentar la adolescencia feliz que a él le hubiese gustado tener.
De tal forma, una tarde de sábado en cuanto llamó a la puerta una visita inesperada, requiriendo para un importante asunto su presencia, no le resultó tan difícil llegar a un consenso.
-Hola Matthew, disculpa que me presente así pero te traigo muy buenas noticias- Jeanie, su amiga de la infancia y primer amor, quien aparte era propietaria de la boutique más afamada de Charlottetown, apareció sorprendiéndole para notificarle que le tenía una excelente oportunidad de negocios con unos conocidos fabricantes de alimentos amigos suyos en territorio continental, quienes estaban interesados en comprarles directamente buena parte de la producción de su cosecha, debiendo de tal modo ir a verles para concretar la venta.
-En serio, no tengo palabras que me alcancen para agradecerte querida Jeanie... ¿pero debemos ir ya?-
-Pero por supuesto, es aparte de un simple negocio tu oportunidad de crear con ellos una sociedad. Algo que no se va a repetir si no lo aprovechas- la fina dama le hizo ver
-Descuide Sr. Cuthbert, yo me haré cargo de la administración de la granja y de cuidar bien de la casa hasta que usted regrese y además le reitero mi promesa de proteger a Anne con mi vida, como le dije el día que llegué. Puede ir tranquilo- Gilbert tuvo que intervenir entonces para que no perdiera esa oportunidad de negocio que le traería muchos beneficios y Matthew dándole así la mano reforzó la confianza que tenía en él, aceptando.
Y aunque estaba seguro de que ambos jóvenes sabrían comportarse pues ya eran los suficiente grandes y además la vida les había preparado desde muy temprano para hacerse cargo de responsabilidades, le pidió de favor también a Jerry que por seguridad de todos se quedara desde esa noche junto a ellos en la casa puesto que lo más probable era que él estuviera de regreso al día siguiente al anochecer, viendo que tendrían que viajar a las oficinas de aquella compañía en el continente para concretar el negocio.
-No hay nigún proglema señog Cuthbegt, mi famigia sabe que si no llego a la casa es pogque tuve que quedagme en el trabajo y no se preogcupan- con su acento francés Jerry expresó –Descuide yo cuidagé bien junto a Gilbegt de Anne y de las chicas- el buen muchacho enseguida aceptó y el señor Cuthbert agradeció en ese momento el estar rodeado de tantas buenas personas.
-Te lo agradezco Jerry pero igual Jeanie y yo pasaremos de camino por tu casa avisando...- notificó y sólo entonces reparó en algo más que oyera y que se le estaba pasando por alto
-...¿De las chicas, dijiste?... ¿pero cómo?- tuvo que preguntar Matthew sin entender
Le tocó el turno a Anne de pronunciarse así con una notoria sonrisa de aprieto, ya que había algo que le mencionara por encima al inicio de semana pero no había tenido tiempo de confirmárselo.
-Me olvidé de contarte Matthew que sí le dieron permiso a Diana para venir a quedarse a dormir hoy, y va a traer consigo a Minnie May-
Matthew no pudo disimular su cara de sorpresa al enterarse, más era capaz de poner las manos al fuego por ella y por eso no le prohibió la reunión de última hora, más no dudó en dejarles una pequeña recomendación antes de partir
-De acuerdo pero por favor, no armen ningún lío. No den de qué hablar a la gente. Recuerden siempre que cada acción tiene consecuencias, por lo que no hagan algo de lo que después se puedan arrepentir- preocupado les pidió.
-No te preocupes Matthew, nos portaremos bien y no te defraudaremos. Muchas gracias por todo- profirió ella dándole un fuerte abrazo y pidiéndole a su vez que se cuidara –Que tengas un muy buen viaje, ve tranquilo. Ya verás que no te decepcionaré y te demostraré con creces cuanto puedes confiar en mí, en tu Anne- añadió luego emocionada tomándole las manos
-Yo también confío en ti Anne- agregó por su parte la dulce Sra. Jeanie y luego se dirigió a quien fuera alguna vez su enamorado –Desde que la vi supe que era una excelente chica y además es la niña de tus ojos Matthew-
-Sí lo es- admitió él.
Anne les dio de tal forma un abrazo a cada uno y luego junto al resto les vieron a la pareja mayor partir en el carruaje de la señora hacia la ciudad.
-¡Estaré de vuelta mañana a primera hora, hasta mientras no se olviden de encender la calefacción que hace demasiado frío!- hasta el último el amable caballero les fue dejando recomendaciones
-¡Lo tendremos en cuenta Matthew, no te preocupes! ¡Diviértanse!- Anne contestó mientras les despedía agitando un pañuelo y desde lo más profundo de su corazón deseó que lo último que expresara en realidad sucediera, que todo les saliera bien y que volvieran felices y contentos consiguiendo no sólo el negocio sino también arreglar sus asuntos pendientes, porque Matthew también se merecía tener un amor.
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No mucho después de que partió Matthew y poco antes del ocaso, unas muy alegres hermanas Barry aparecieron de la mano y cantando por el camino, llevando consigo una canasta de picnic en la que su madre había ordenado a las cocineras de su mansión les pusieran varios tipos de dulces, frutas y sándwiches para compartir en Green Gables, donde sus íntimos amigos. Habiéndoles permitido ir, creyendo que estarían esa noche bajo la tutela de Marilla.
Una mentirita inofensiva que lanzara Diana después de todo para poder pasar el fin de semana junto a su mejor amiga hablando de chicos, sin tener la menor idea de que aquello le resultaría con creces mejor de lo esperado.
-¡Anneeee, que emoción! Va a ser una noche muy divertida! ¡Mira pedí que prepararan el rollo de manjar que sé que tanto te gusta!- le comentó ni bien verla, al saludarla y darle un abrazo, una vez que la chica pelirroja se acercara a recibirlas al divisarlas llegar.
-Pues yo te tengo una noticia mejor- Anne con entusiasmo le anticipó contándole en secreto, en tanto les hacía pasar a la casa por la puerta de la cocina, que era la que tenían más cerca –Resulta que por azares del destino... ¡tenemos la casa para nosotras solas!- empezó
-¡En serio!- Diana incrédula tuvo que corroborar mientras tomándose ambas de las manos comenzaban a dar saltitos, y Minnie May mientras tanto, mirándolas sin comprender las cosas, las imitaba procurando tan sólo ser popular.
-Sí, Matthew tuvo que salir a Charlottetown debido a un asunto de negocios repentino y...- Anne riéndose entonces de lo irreal que le parecía también todo aquello, terminó de compartirle con cierta picardía el resto de la noticia –Y ahora prepárate... Estamos bajo el cuidado de Gilbert... y Jerry ¿puedes creer?-
Diana por unos instantes se quedó lívida pero luego reaccionó
-¡¿Queeé?!- exclamó impresionada y nerviosa de oír aquello. Más su hermanita ajena a sus razones y sin entender el por qué no dejaba de mirar a su amiga con los ojos muy abiertos como platos, reclamó atención a su haber por unos momentos.
-¿Puedo comer ya?-
-Claro cariño, ven siéntate por aquí por favor- Anne le indicó encantada de atenderla y retirando de las manos de la estupefacta pelinegra el canasto para luego ayudar a la pequeñita a sentarse a la mesa, donde se encargó de servirle un poco de lo que ella por sí misma arrodillándose en la silla para alcanzar a mirar dentro de la cesta, pidió.
En ese mismo rato, conversando sobre deportes los chicos entraron y enseguida se suscitó una fuerte conexión de miradas entre el francés y Diana, pasando a volverse el resto de los presentes a su alrededor, un mundo aparte.
-Diagna...-
-Jerry...-
Algo que al comprobarlo en esa ocasión Gilbert con sus propios ojos, le permitió terminar de extinguir sus ocultos celos hacia el muchacho por causa de Anne, por lo que la miró entonces a ella con complicidad, sonriéndole de verdad aliviado, aunque no fuera a reconocerlo jamás en voz alta y ella como comprendiéndolo, logrando leer en él a esas alturas ya como si fuera un libro abierto, moviendo tan sólo la boca pero sin pronunciar palabras le expresó: "Te lo dije".
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Continuará...
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