Capítulo XI
Difícil había sido para Anne poder cerrar los ojos y conciliar el sueño esa primera noche de Gilbert en la casa, considerando todavía sin podérselo creer que era un sueño en sí mismo el que ahora vivieran bajo el mismo techo.
Cuantas risas habían compartido ese día, cuantos juegos y miradas significativas, como aquellas traviesas que no paró de dirigirle durante toda la merienda, mientras de broma en broma chocaban ambos sus pies debajo de la mesa disimulando en todo momento sus asuntos como buenos actores ante Matthew.
Y no ayudó para nada a su estado de delirio el que esa mañana al intentar ganar de nuevo el baño, levantándose temprano, se lo topara a él a la salida de allí y sin camisa luego de claramente haberse bañado, peinado y lavado los dientes.
-Eh... hola...- profirió entonces sintiéndose por completo abobada y sin poder aunque quisiera dejar de mirarlo
-Hola- respondió él reprimiendo una sonrisa al darse cuenta de lo que le causaba
-Quiero decir buenos días Gilbert... buenos días- se corrigió ella de inmediato ruborizándose por lo tanto, sintiendo más fuerte que nunca ese tipo de tensión que había entre ellos, que no alcanzaba a ponerle nombre, pero que sabía les afectaba por igual.
-Buenos días Anne- replicó él el formal saludo y para apaciguarle el nerviosismo (según ella misma con mayor vergüenza percibió) se atrevió a acomodarle un mechón de cabello (que en esos momentos para hacer más épica la situación no tenía para nada ordenado), acariciándole la mejilla en el trayecto cuando terminó para torturarla y haciéndole por lo tanto temblar toda.
Se quedaron mirando entonces a los ojos y Anne estupefacta estuvo segura de que la iba a besar porque le vio luego dirigir sus bonitos ojos a su boca, pero en ese rato el sonido de un cucharón golpeando una cacerola se escuchó desde la cocina provocándoles un buen sobresalto.
-¡Jovencitos a levantarse que es día de escuela!- era la forma de Matthew de decirles que ya estaba listo el desayuno... y también de cuidarlos.
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Los rumores en Avonlea se esparcían demasiado rápido y alguien a quien el trabajador de la casona Blythe le había comentado sobre la mudanza temporal de Gilbert a Green Gables, no había tardado en difundir la noticia que para ese lunes ya todo el mundo parecía saber. Y los maliciosos comentarios al respecto no tardaron en dejarse oír, ni bien los protagonistas del suceso pusieran un pie en territorio de la escuela, una vez que Matthew pasara por allí en la carreta de camino a la ciudad, dejándolos.
-No es posible, Gilbert está viviendo con ellos, ¡Junto a ella, bajo el mismo techo!- comentó con indignación y cruzándose de brazos la envidiosa de Josie Pye a Jane Andrews.
-¿Entonces es verdad?- necesitó corroborar con incredulidad Tillie, acercándoseles al escucharla.
-Qué clase de vida libertina es esa que llevan- opinó a su vez Jane impresionada.
-Primero fue la tutora de Anne perdiendo la cabeza por el padre de Gilbert y aventurándose al matrimonio de forma apresurada y casi clandestina y ahora esto... Los hijos conviviendo casi a solas y sin restricciones en la casa Cuthbert. Mis padres dicen que es una inmoralidad, pero qué más podía esperarse proviniendo de ese tipo de gente- añadió echando más leña al fuego la rubia alta –Los que asombran al seguir en ese tipo de comportamiento son los Blythe-
Rubby a quien para entonces ya había comenzado a gustarle Moody, solo se encogió de hombros al respecto y prefirió no opinar, a diferencia de Diana quien a su lado al contrario sí dio su punto de vista.
-Pues yo creo que así son las personas descomplicadas que prefieren vivir a la vanguardia de los tiempos venideros y no ancladas a creencias del pasado. Gente que le da igual importancia a los lazos formados por el corazón como a los de la sangre, como debe ser y sin importarle lo que otros digan- compartió inspirada y muy orgullosa de su criterio, pues no por nada su coeficiente intelectual era también uno de los mejores de la escuela, detrás del de Anne y Gilbert.
-Entonces eso quiere decir que ahora ellos dos son algo así como hermanastros- Tillie por su parte se encargó entonces de resumir el asunto.
-Y a mí me parece que ambas se han juntado demasiado con Anne, pero ya mejor pasemos a otra cosa- expresó Josie con fastidio y prefiriendo dar por zanjado el tema de conversación, al menos por esos momentos, se dirigió hacia los asientos, donde las demás la siguieron.
Los chismes también llegaban de parte de los chicos y nadie parecía preocuparse de no dejarse oír por los afectados, más estos los afrontaron con valentía y tranquilidad, esmerándose en aparentar indiferencia.
Por lo tanto al ingresar, cada uno se dirigió hacia su propio asiento y tan sólo se miraron de lejos de tanto en tanto para darse ánimos y fuerza, pues lo que de verdad existía entre ambos era lo único que importaba. Lo que empezaban con el pasar de los días con mayor fuerza a sentir sin tener que explicárselo a nadie. Ese lazo invisible como bien mencionaran que hacía que el cariño entre ambos se viese cada vez más desbordado, al punto de traspasar la barrera de una simple amistad...
Anne no sabía bien para esas alturas que mismo eran o no, sólo reconocía en su interior que lo adoraba con todo su corazón y que lo necesitaba en su vida por siempre.
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Continuará...
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