Capítulo VII
CAPÍTULO VII
Los siguientes días como si del trabajo de una Enfermera se tratara, Marilla pasó cuidando de John Blythe. Algunas veces Anne le acompañaba, cuando sus asuntos escolares no interferían y otras veces hasta habían terminado con Gilbert haciendo las tareas juntos como buen equipo en una amistad que se fortalecía día a día; pero por lo general la dama enamorada, no escatimaba en esmerarse en su atención con el enfermo, sin importarle ya lo que en el pueblo empezaran a hablar en torno a su nombre.
-Marilla, como tu amiga de años, estoy en mi deber de decirte que están comenzando a esparcirse rumores de ti en todo Avonlea sobre tu relación con John Blythe y tu inapropiado comportamiento para una mujer de tu edad y condición- llegó así el día en que Rachel Lynde le comunicó de frente –Y no es que yo esté de acuerdo con todas aquellas habladurías pero si tengo que comentarte que en el fondo comparto la opinión sobre que frecuentar a un hombre viudo en su casa, no importa en las circunstancias que esto se suscite, es un tanto indecente- acotó
-Pues la verdad Rachel es que a estas alturas ya no me importa lo que la gente opine. Pueden decir lo que quieran pero yo tengo mi propia brújula interior que se fortaleció con todo lo que aprendí y sufrí en el camino hasta llegar aquí, hasta llegar de nuevo a él, después de errar mi dirección original... y por eso ahora que he vuelto a encontrarla, no voy a abandonar hasta llegar al final- con renovado ánimos que inclusive hacían ver su espíritu rejuvenecido, Marilla profirió y continuó elaborando sin distraerse los panecillos que esa tarde le llevaría a su amado.
-¡Creo que en definitiva te has vuelto loca!... O en definitiva el convivir bajo el mismo techo con Anne, tu peculiar criatura pelirroja, te ha influenciado tanto que ya hasta te expresas como ella- con algo de malicia debido a que no fuesen tomados en cuenta sus tan "importantes" consejos, la Sra. Lynde, un tanto enfadada argumentó -¡¿Es que acaso no te importa que digan que ahora eres una mujer liberal?!.- aparte no se quedó sin consultar
A lo que su amiga de toda la vida tan sólo encogiéndose de hombros, sonriendo acotó:
-Como diría Anne y la juventud de ahora: "Es lo que hay"-
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Como sospechaba todo el mundo la vieja aparente amistad entre Marilla y John Blythe que fue retomada a causa de la enfermedad, no tardó en transformarse en idilio. Y aquel oculto romance que surgiera en la época de juventud y que fuera fortalecido por el tiempo y la añoranza, estalló en un remanso de paz y alegría que devolvió la esperanza y reestableció la salud, terminando por convertirse el lazo que los unía en algo que duraría toda la vida.
Por ello a la mitad de la tercera semana, cuando al Sr. Blythe ya se le empezaba a notar bastante mejoría, él no aguardó un momento más para formularle nuevamente la petición que ella en sus años mozos debido a sus responsabilidades, rechazara.
-Mi adorada Marilla, ya no tenemos nada que perder, ya mucha agua ha transcurrido por debajo de nuestros puentes, ahora solo nos falta ser felices...- comenzó expresando el buen señor -...Lo que quiero decir es... si me harías el honor de acompañarme hasta el final del camino tomada de mi brazo... Marilla Cuthbert, Marilla de Green Gables, de la adorable casita de tejas verdes, ¿Te casarías conmigo?- y al final profirió
Y en ese momento sin importarle el poder contagiarse al aproximarse demasiado a alguien convaleciente o no, la dama que hasta entonces había decidido permanecer soltera, encerrando su corazón, llena de emoción besó el hermoso prendedor sobre su sweater que él le obsequiara y del que no se había vuelto a separar desde la noche en que volvieran a verse como símbolo de su promesa de amor, para luego inclinándose sobre la cama donde él se encontraba acostado, llenarlo de besos también como tanto había extrañado hacer, expresando de tal modo su afirmativa respuesta y cambiando su solitario destino.
Poco después Gilbert fue llamado también a la habitación, quien ya previéndolo venir, no le tomó por sorpresa ver a los dos enamorados sonrientes y tomados de las manos, ansiosos de compartirle la venturosa noticia.
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Continuará...
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