Capítulo I

"Pequeño rayo de sol,
Pequeña luz de esperanza
Mi alma es hoy una danza
Música y versos de amor.


Como si fueras la flor
que sale de la penumbra
y con tus olores alumbras
la noche de este viajero...
Somos gigantes pequeños

Aguas de fuentes perdidas"

("Pequeño rayo de sol"- Alberto Plaza)

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Todo empezó una madrugada de sábado en la que Diana Barry a punto de alcanzar el máximo nivel de la desesperación se apareció en Green Gables, sin importarle las altas horas que eran o asustarles, y sobre en especial el que le hubiesen prohibido volver allí y no relacionarse con Anne; con tal de pedirles ayuda porque Minie May, su hermanita menor, tenía fiebre elevada y problemas de ahogo.

Diana, encontrándose sus padres en un corto viaje de negocios y habiendo confiado en ella para dejarla encargada de la casa junto al personal del servicio al considerar que era lo suficiente mayor, no había tenido a quien más recurrir en tamaña situación de emergencia.

-Estaba enfermita pero no pensábamos que podía empeorar así, ha sido algo imprevisto y no sé qué hacer...- les contó entre sollozos

-No te preocupes, la sacaremos de esta hasta que llegue el doctor y la atienda como es debido- le había dicho Anne para intentar tranquilizarla, con todo el tesón y la confianza que le caracterizaban, prestándose a darle una mano sin miramientos de inmediato.

-Anne de verdad lo siento... por molestarte ahora y por todo...- arrepentida y un tanto avergonzada la pelinegra entonces había proferido, sin embargo la pelirroja jamás rencorosa pasó página en ese momento a todas las consecuencias del problema previo que tuvieran, que les llevara a un obligado distanciamiento.

-No te preocupes, asunto olvidado y gracias por confiar en mí, para eso estamos las amigas- le hizo ver, y de tal forma con el permiso y apoyo de los Curthbert, quienes también se preocuparon por lo que ocurría, pudieron ambas llegar en carreta rápidamente a la mansión Barry, pudiendo salvarse así la pequeña niña de un severo cuadro de asma, como después explicara el doctor.

-Y todo gracias a los truquitos médicos de esta lista y hermosa señorita que coadyuvó a la estabilización de nuestra dulce Minnie May- ensalzó el médico al llegar al punto, siendo así las habilidades que Anne aprendiera a lo largo de la vida y de sus caóticas experiencias laborales, sin que ella misma lo previera, de repente grandemente elogiadas y agradecidas, sobre todo por los señores Barry, volviendo en resumen de tal modo Diana y ella a tener el permiso de continuar siendo las mejores amigas.

Aquella hazaña como era de esperarse en un pueblo pequeño, no tardó en trascender y para el día lunes, al comenzar la semana, cuando las vieron llegar a las dos de lo más contentas y conversando como las buenas confidentes que eran, todos en la escuela ya sabían lo acontecido y no dejaban de comentar al respecto.

No obstante las dos jovencitas no prestaron mucha atención al respecto, Diana no profundizó al responder a las preguntas curiosas ni Anne permitió que se le creciera el ego ante los elogios hipócritas que de repente comenzaran a hacerle, prefiriendo ambas centrarse en los múltiples temas en los que debían ponerse al día platicando, y al final sus compañeros decidieron dejar de importunarlas.

Y uno de los tópicos más importantes, era por supuesto Gilbert Blythe, sobre quien Anne le había hablado en las últimas horas un montón... desde la reunión de agradecimiento que tuvieran en su casa, suscitada de manera sorpresiva por los padres de Diana la tarde del mismo sábado, hasta el picnic que el domingo les habían permitido realizar después de darles el visto bueno para retomar la amistad. Anne había reconocido entonces que creía estar enamorada de él y una vez realizada aquella confesión sentía como que el corazón por ratos quería estallarle en el pecho mientras la ilusión le corría libremente por las venas, sabiendo que él también gustaba de ella, más cuidaba de no ser muy notoria con esa parte del tema, pues lo último que deseaba era que su secreto se pregonara, temiendo que su burbuja feliz pudiese reventarse de un momento a otro.

Ansiando de tal modo tan sólo que se diera la oportunidad de poder hablar con él unos momentos a solas, habiéndose decidido a contarle que lo quería, esperó que ese día llegara a clases, más los minutos desde el toque de la campana pasaron y aquello no sucedió, llegó el momento de entregar las tareas y de concentrarse en las materias pero él no apareció. Anne desvió varias veces la mirada hacia su asiento vacío, entendiendo que de alguna extraña forma y de sobremanera lo había comenzado a extrañar, preocupada por él aun cuando se decía en su interior para calmarse que se encontraba en el mismo pueblo y que lo lógico era que se le hubiese presentado algún inconveniente no muy grave y que asistiría al día siguiente.

Sin embargo, llegó el martes y Gilbert continuaba ausente para su mortificación, pero por suerte a la hora de salida, el profesor, consciente de que eran buenos amigos, le llamó al escritorio y le entregó sus libros que estuvieran guardados en el armario, pidiéndole de favor que se los llevara junto a la tarea, ya que conocía que vivía no muy lejos de la casa de los Blythe.

-Por supuesto que lo haré Sr. Philips, gracias... Quiero decir, "gracias por confiar en mí", yo le llevaré los libros a Gilbert sin demora- nerviosa a causa de la ansiedad, profirió

-Verá que confío en usted Shirley- el amargado del Sr. Phillips le recalcó –El joven Blythe es uno de mis mejores alumnos y no quiero que la calamidad familiar por la que está pasando, interfiera en sus calificaciones-

"¿Calamidad?" retumbó en la cabeza y el corazón de Anne cual golpe feroz

-...Entonces es por eso que se ha ausentado de clases...- pensó en voz alta de la impresión, pero luego recordó en frente de quien se encontraba y disimuló -...Claro- acordó sin presentar objeciones y sin formular preguntas que sabía que el maestro no iba a contestar, se retiró.

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-Tranquila Anne, no debe ser tan grave- le había dicho Diana de camino intentando tranquilizarla –Mira el lado positivo de esto, dentro de poco lo verás y le reconfortarás de cualquier cosa. Es una suerte para ti que el Sr. Phillips te haya delegado como mensajera, porque estabas ya a punto de morirte sin verlo. ¡No lo niegues!- le acusó al último divirtiéndose a su costa y Anne no pudo contradecirla al respecto.

Una carreta entonces apareció por aquella ruta y Anne no tardó en reconocer para sorpresa que se trataba de Jerry, quien venía de la ciudad de realizar algunos mandados.

-Buenas tagdes hegmosas señogitas- les saludó levantándose la gorra en un gesto de caballerosidad y con su marcado acento francés, deteniéndose junto a ellas –Voy gacia a Green Gables, desean que les pase gejando por algún lugag en espegcial- ofreció

-Claro, hacia mi casa- profirió Diana de inmediato, sonrojándose de repente para extrañeza de Anne, que no obstante por su lado acotó:

–Yo tengo que pasar por casa de un amigo para entregarle unas cosas, pero nos queda de camino, no hay problema-

Sabiendo aquello el joven las ayudó a subir y juntos emprendieron de tal modo el viaje hacia sus destinos.

La conversación estuvo amena, en especial para Diana y Jerry según Anne pudo darse cuenta, llegando a congeniar tan bien los dos que por ratos Anne sintió que inevitablemente estorbaba y tal como lo intuyó desde un principio, al llegar el turno de bajarse su amiga se retractó de su decisión de acompañarla, como le prometiera, excusándose de que estaba cansada y necesitaba ir directo a su casa.

-No hay problema. Descansa Diana, te veré mañana- Anne se despidió así –Y tú Jerry cuida a mi mejor amiga, ¿de acuerdo?- le pidió en tanto al alto chico, haciéndolos sonrojar con ello a ambos por igual.

-Pog supuegsto madeimoselle, la cuidagé como todo un paladín- Jerry expresó empero y poco después Anne vio partir la carreta, sonriendo mientras movía la cabeza. Surgiéndole una idea de que algo podía ocurrir entre ellos dos.

-Bueno...- suspiró entonces volteándose hacia la casa de Gilbert que estaba a pocos metros de distancia y tomando valor y respirando profundo se dijo –A lo que vinimos-


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Continuará...

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