🦁Prólogo🦁

Jacob frunció el ceño mirando a su mejor amigo, Thomas de diez años, el chico era un idiota, pero, bueno, él también lo era.

Tom terminó de preparar el pegamento con la pintura rosa y lo puso en una lata vieja, al menos esa fue la mejor opción, si dañaban las vasijas de su madre estarían sin sentarse otra semana, fue suficiente la vez pasada cuando le cortaron los frenos a la bicicleta de Miguel, el chiquillo se lo merecía, pero ambos terminaron castigados porque Miguel terminó con un brazo roto.

No fue para tanto, de todas formas se curó enseguida.

Jacob dio una media sonrisa, esta vez todo iría bien, su hermano tendría una grata sorpresa por haberlos delatado.

Tom lo miró y sonrió, sus ojos verdes brillaron mientras señalaba la silla, Jacob la colocó sin preguntar y su amigo subió a ella, luego le alcanzó el bote.

Jacob entreabrió la puerta y Tom se estiró para ponerla entre el marco y la esquina, con mucho cuidado apartó las manos y ambos se rieron, colocaron la silla en su lugar y esperaron a su hermano detrás de la mesa.

La puerta se abrió, el bote cayó y ambos saltaron para burlarse de su hermano, sólo que no fue su hermano, era su padre, el Alfa más temible de la manada empapado de rosa y acompañado del abusón de su hermano mucho atrás que se reía de ellos dos disimuladamente.

Su padre gruñó, sus ojos centellaron de dorado puro y ambos se estremecieron, Tom dio un paso atrás, él hizo lo mismo, ninguno sin dejar de ver a su padre, el Alfa dio un paso hacia ellos y ambos corrieron hacia la ventana.

Thomas saltó cambiando a un león cachorro blanco en el proceso y se sacudió la ropa cuando llegó al suelo, Jacob no lo pensó dos veces e hizo lo mismo, ambos eran un dúo lo suficientemente raro como para ser leones no amarillos, mientras que Thomas era blanco, él era negro, su padre gruñó algo cuando llegó a la ventana, pero ya estaban demasiado lejos como para escucharlo.

Llegar al bosque no fue problema, tenían la energía suficiente como para corretear todo el día y parte de la noche.

Thomas se adelantó y lo miró ladeando la cabeza en un reto, Jacob dejó salir un gruñido feliz y corrió aún más rápido, la tierra junto a la hierba debajo de sus patas se sentía muy bien y eso se ganó un ronroneo.

Thomas resopló y Jacob dio un salto hacia él, ambos rodaron por la maleza y se detuvieron en la tierra húmeda, Tom bajó su lomo y él gruñó tocándole los bigotes con el hocico, Thomas resopló otra vez y dio un salto, esta vez, él encima escondiendo el hocico en su cuello.

Jacob se sintió bien, aunque se supone que no debía, su padre le enseñó que ese era un lugar sagrado para un león, pero Thomas y él lo usaban como una forma cariñosa, le gustaba el olor de Thomas aunque los adultos decían que los cachorros no tenían olor.

Tom dijo que su olor era fresco, como la tierra mojada, sin embargo, Thomas olía como ropa recién lavada y los árboles, nadie más lo sentía por lo que se convirtió en un secreto que ambos guardaban.

Thomas sacó su cabeza y lo miró, ahora sus ojos eran dorados y casi lo hicieron perderse en ellos. Jacob ladeó su cuello al ver algo por el rabillo de su ojo.

Una mariposa azul, ese era todo el movimiento, Thomas gruñó para que fijara su atención en él otra vez y Jacob lo miró, su amigo dejó de gruñir y la mariposa de antes descansó sobre la punta de su nariz, estornudó y ambos corretearon detrás de la mariposa hasta que esta se elevó y desapareció.

Se dejaron caer sobre la roca que rodeaba la cascada de tres metros y suspiraron, su padre se aseguró de tener todo el terreno posible para la manada, por lo que tenían acres suficientes para que toda la manada corriera libre sin asustar a algún humano, Thomas mordió su oreja trayéndolo de vuelta y Jacob gruñó.

"Tu padre es terrorífico" escuchó Jacob dentro de su cabeza, no sabían la razón por la que podían comunicarse siendo cachorros, pero no le habían dicho a nadie tampoco.

"Imagina cuando llegue a casa" resopló.

"Bueno, tu puedes venir a la mía" Jacob cambió en un segundo y lo miró, ambos podían cambiar más rápido que los adultos y todos se asombraban por ello.

— ¿Es en serio? — Thomas cambió otra vez en un niño de diez con pelo blanco y ojos verdes.

— Por supuesto — dijo, ambos se miraron y rieron, estaban llenos de barro y hojas por doquier.

Thomas fue el primero en tirarse al agua y salió luego de unos pocos segundos para sacudirse el pelo, Jacob gruñó por ello, sólo se estaba luciendo, mientras que Thomas podía tirarse al agua él tenía que entrar lentamente pues no se llevaba demasiado bien con el agua, la odiaba, tanto en su forma animal como humana.

Thomas nadó hacia él y le tiró agua a la cabeza, Jacob gruñó e hizo lo mismo.

Salir del agua fue difícil, fue divertido jugar ahí, Thomas agarró su mano y lo ayudó a salir del agua, se sacudieron, luego se convirtieron en cachorros y volvieron a sacudirse, el pelo se les erizó levemente, ambos se burlaron en la cabeza del otro y volvieron al pueblo a paso lento.

A penas llegaron a casa de Thomas este arañó la puerta trasera con una pata y se abrió enseguida, su madre cruzada de brazos los recibió.

— Al baño, ahora — gruñó señalando a su hijo, Thomas lo hizo dándole una última mirada — Y tú, cuando vuelvas mañana a casa te espera un castigo, tu padre está enojado — Jacob gimió como un animal herido y le puso ojos tristes — Nop, yo no hablaré con tus padres, ahora ve arriba.

Jacob corrió escaleras arriba y pasó juntó a Thomas que ya se estaba secando, Thomas le sonrió antes de que se metiera al baño.

......

Thomas se puso un short y una camiseta en lo que esperaba a Jacob, cogió el control remoto de su televisor y comenzó a pasar los canales despreocupadamente, Jacob salió del baño con una toalla en su cintura aún chorreando agua, su cabello negro pegado al cuello y los ojos oscuros un poco soñolientos.

— Tu ropa está en la segunda gaveta — dijo dejando un canal al azar, Jacob se colocó un bóxer, un short y una camiseta igual que él.

Tenían ropa de cada uno en casa por lo que eso no era extraño, desde los tres años fueron prácticamente inseparables.

Thomas miró su espalda mientras la camiseta bajaba, su piel era blanca y sedosa con varios lunares esparcidos, sus mejillas se sonrojaron al sentir algo extraño, sólo por si acaso se colocó boca abajo y dejó de mirar a Jacob.

— ¿Por qué ves eso tan aburrido? — murmuró Jacob pasando los canales, no había nada, así que decidieron jugar con sus teléfonos.

— Esto es aburrido — gruñó, Jacob saltó sobre él y forcejearon un rato, Jacob ganó esta vez sentándose sobre su ingle, no pareció notar nada extraño y si lo hizo lo ignoró completamente.

— ¿Sabes que Lena besó a Tim? — Thomas asintió confundido — Alguien intentó besarme, bueno, han sido varias...

— Ya basta, te estas jactando — dijo Thomas dándole un golpe en el hombro.

— No, no lo hago, no las he besado, me molesta como huelen — Thomas aguantó la respiración, le pasaba absolutamente lo mismo y que Jacob lo confirmara lo puso todo nervioso.

— Jacob, deberías bajar — susurró, los ojos de Jacob brillaron y mordió sus labios.

— ¿Por qué? — preguntó escondiendo la nariz en su cuello.

Thomas ladeó el cuello dándole más acceso, si sus padres lo supieran darían el grito en el cielo, se suponía que un león no debía enseñarle el cuello a otro, mucho menos dejar que su lengua rozara el lugar como estaba haciendo Jacob.

— Estoy seguro de que sabes — dijo apretándolo más hacia él, Jacob suspiró sobre su cuello y luego salió de su escondite para mirarle.

— ¿Podemos besarnos? — cuestionó Jacob mirando su boca, Thomas aspiró su aroma, ahora era más fuerte que nunca y asintió.

Sus bocas se tocaron ligeramente, lo suficientemente inexpertos como para no saber qué hacer, Jacob ronroneó, Thomas agarró su cabello húmedo y abrió la boca, al segundo el beso fue mucho mejor.

Ambos se separaron jadeantes, con los labios brillantes y la mirada de Jacob parecía ser de hambre, Thomas pensó que su mirada debía decir lo mismo, se sentía extraño.

Jacob volvió a bajar sus labios a los suyos, el toque fue ardiente y le envió sensaciones a la parte baja de su abdomen, ambos gimieron, pero el calor los hizo separarse, su cuerpo parecía estar en llamas, una sensación incómoda y exasperante, miró a Jacob buscando ayuda, pero él parecía estar en la misma situación, sus mejillas estaban rojas y se agarraba de las sábanas con fuerza.

Thomas lloriqueó y se dejó caer al suelo, este debía estar lo suficientemente frío como para ayudarlo, pero no lo hizo.

Thomas notó que sus aromas estaban por toda la habitación, ambos cargados y pesados en todo el lugar al punto en el que no podía respirar, sólo concentrarse en el olor a tierra mojada de Jacob lo alivió momentáneamente.

Probablemente estuvieron ahí dentro mucho tiempo, quizás sólo unos segundos, Thomas lo sintió como una eternidad de miseria hasta que su madre abrió la puerta dejando escapar un poco del olor.

Su madre jadeó mirándolos, su vista yendo del uno al otro, dio un paso dentro y ambos dejaron salir un gruñido, luego ella corrió a algún lugar, probablemente a buscar a su padre, pues el próximo en verlos fue él.

El cabello rubio de su padre fue lo primero que vio o probablemente lo único que veía a esas alturas, su cuerpo y su mente no estaban lo suficientemente sintonizadas y sólo tenía un pensamiento.

"No lo alejen de mi"

Su padre dio un paso, ambos gruñeron, pero él lo hizo aún más fuerte poniéndolos en su lugar, él era el beta de la manada, por lo que no era tan fuerte como el padre de Jacob, pero lo suficiente como para dejarlos quietos.

Thomas se encontró en otra habitación luego de eso, su cuerpo tan caliente que no sabía que hacer consigo mismo.

Escuchó la voz del alfa y luego una puerta cerrada, Jacob, se habían llevado a Jacob y eso hizo que el calor empeorara.

— Thomas, ¿estás bien?

— Váyanse — gruñó, sus padres se retiraron y Thomas no pudo ser lo suficientemente rápido para quitarse la ropa.

Podía comprenderlo ahora, simplemente habían despertado como Alfas.

Se llevó su ropa a la nariz, el olor de Jacob se mantenía ahí, lloriqueó dándose cuenta de la situación, era un Alfa igual que él, ambos eran leones, debía haber algo malo con él.

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