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Jacob aguantó la respiración por lo que le pareció una eternidad esperando la respuesta de Thomas, todo era en serio y esperaba que su compañero supiera eso.
Thomas dio un paso atrás, se pasó la mano por el cabello y se sentó en la cama, todo eso sin darle siquiera una mirada, le dio la respuesta que quería incluso antes de escucharla.
— No, la respuesta definitivamente es no — Jacob abrió la boca para protestar, Thomas lo evitó cuando siguió hablando — Sé que te crees invencible ahora mismo, me he sentido así, pero eso no es suficiente y yo no estoy dispuesto a meterme en algo tan estúpido.
— ¿Estúpido?
— Si, no creo en compañeros Jacob — dijo Thomas, Jacob reprimió el quejido de su león — Todo eso se puede ir al carajo, no me quedaré a tu lado porque el destino quiere que así sea ¿Qué hay de lo que yo quiero?
— No funciona así — negó Jacob.
Se suponía que estaban hechos el uno para el otro, eso no quería decir que te creara sentimientos por la otra persona, atracción tal vez, pero el amor lo tenían que conseguir ellos.
— No puedo sentir nada por ti porque el destino lo quiere.
— Thomas — gruñó, Thomas apretó la mandíbula y le siseó una orden.
— Vete.
— Cometes un error — gimió.
— No sería la primera vez, ahora vete, quiero descansar — murmuró tan bajo que si Jacob no tuviese mitad animal no hubiese podido escucharlo.
Jacob salió y gruñó de frustración ¿Por qué ese hombre tenía que complicar las cosas aún más?
Thomas siempre fue terco, pero no era esta persona, este Thomas era frío, reservado y... un cobarde, se dijo, pero ¿podía culparlo?
Su compañero sufrió cuando los separaron, él se llevó la peor parte y probablemente le hicieron cosas que ni siquiera podía imaginar.
Con otro gruñido tocó en la habitación de Anna, la humana le abrió la puerta en unos minutos, Jacob podía escucharla correteando por toda la habitación mientras se colocaba ropa junto con... su novio, captó por el olor. Torció los ojos, justo lo que le faltaba, interrumpir los polvos de su mejor amiga, Anna le abrió la puerta con una sonrisa y las mejillas sonrojadas, la habitación olía a feromonas, Jacob dio un paso atrás y estornudó.
— Lo siento, vendré en otra ocasión — murmuró dando otro paso atrás, Anna agarró su brazo y le dio una sonrisa.
— No, ya...uh — murmuró buscando las palabras, luego miró al pelinegro de ojos claros forrado en cuero, Mac era uno de los malos en la universidad, por decirlo así, motos, malas compañías, el chico tenía perforaciones en la ceja, orejas, la lengua y sabrá dios que más, se dijo Jacob — ... Ya terminamos, Mac ya se iba.
Mac, se puso de pie y le regaló una lenta sonrisa, era un poco más bajo que Jacob y su piel era morena como si tomara el sol todos los días, Mac agarró su chaqueta de cuero, se la puso al hombro y llegó a la puerta, Anna se estiró a por un beso, él se lo dio de buena gana y se retiró luego de darle un toque en el hombro a Jacob como saludo. A Jacob le gustaba el hombre, no de la forma en que le gustaba Thomas, eso nunca, pero era uno de los mejores novios que había pasado por la lista de Anna, solo esperaba porque siguiera ahí, dos meses ya eran un logro.
— ¿Te quedaras ahí todo el día o vas a entrar? — Jacob arrugó la nariz cómicamente.
— No entraré, huele a feromonas por todos lados — Anna frunció los labios y sus mejillas se colorearon de rosa, su pelo rubio lo hacía resaltar mucho más.
— Dios! Qué vergüenza — musitó, luego señaló su nariz — Odio tu olfato, vamos a tu habitación — dejó salir con un gruñido digno de una leona mientras cerraba su puerta y caminaba en dirección a su habitación.
— ¿Realmente te gusta este? — preguntó refiriéndose a Mac, Anna suspiró dramáticamente.
— Si, aún estoy esperando porque aparezca algún defecto.
— Es un matón, tiene perforaciones por todos lados, mala actitud — enumeró para molestarla, Anna lo miró.
— ¿Son defectos? — Jacob dejó salir un bufido y abrió su puerta, Anna se tiró sobre su cama sin siquiera preguntar — ¿Estás bien?
— Yo... eso creo — dijo con un suspiro tirándose en el asiento a un lado, Anna levantó la cabeza para mirarlo.
— ¿Qué pasó con Thomas? — preguntó sentándose y poniendo una mano en su rodilla, Jacob se llevó las manos al rostro y volvió a suspirar, a ese paso iba a morirse de desilusión.
— ¿Cómo sabes?
— No lo sé, cada vez que pones esa cara tiene que ver con él.
— Peleamos — dijo mordaz, Anna hizo una mueca desconcertada, ya eran dos, se dijo.
— ¿Por qué? Cuando hablamos ayer parecías haber tomado una decisión.
— La tomé, no fue difícil — aceptó, Anna asintió — Pero hay más que eso, mi padre le hizo daño hace trece años por mi culpa y aún está herido.
— Eso quiere decir que no te acepta — completó Anna dando en el clavo, Jacob sintió una punzada.
— Ni siquiera acepta que somos compañeros, dice que son emociones creadas y yo... no sé qué hacer — casi lloriqueó, sólo casi, Anna le acarició la cabeza como si fuese un pequeño gato.
— Me dijiste que mucho antes de que supieran eso eran muy unidos — ella dijo tratando de entenderlo.
- Si, yo me enamoré de él desde cachorro, el vínculo no te crea emociones, simplemente lo hace todo más fácil.
— ¿Y qué harás? No quiere verte ¿verdad? — Jacob frunció el ceño, luego gruñó cuando una idea llegó a su mente.
— Lo forzaré a que me vea, es mi beta — Anna negó.
— Todavía no eres el Alfa.
— Tendré que adelantar las cosas — murmuró, Anna se puso de pie y lo regañó con la mirada.
— Jacob, no lo estás pensando bien.
— Lo estoy pensando, le mostraré que puedo darle lo que ofrecí — dijo saliendo disparado hacia la puerta, Anna preguntó.
— ¿Y eso es?
— Una manada.
......
Thomas gimió sintiéndose terriblemente mal, su león rasguñaba y gruñía enojado.
Se acostó y miró al techo, no podía aceptarlo, por supuesto que no, la condición para salir del reformatorio fue Jacob, mientras Thomas no se acercara a él todo estaría bien, su león rugió descontento.
Thomas hizo una mueca, su león podía ser un idiota, pero él no, no se olvidó de nada de lo que le hicieron pasar, su león dio un gruñido afirmando que lo recordaba.
Thomas bajó del avión temblando como una hoja, su cuerpo aún seguía teniendo los espasmos de su presentación y la droga en su sistema no lo dejaba pensar con claridad, sus padres dijeron que todo estaría bien y Thomas les creyó.
¿Por qué no iba a creerle a sus padres? Los dos guardias procedentes de la manada lo empujaron para que caminara, Thomas cayó al suelo y se raspó la rodilla, ninguno lo ayudó por lo que tuvo que levantarse solo.
El viaje en auto lo hizo marearse el doble y en cuanto llegaron a algo parecido a un colegio de piedra sus guardias lo empujaron fuera del auto y se marcharon.
Thomas se estabilizó sobre sus rodillas y levantó la cabeza sólo para toparse con un personaje vestido de traje caro y zapatos que reflejaban su rostro pálido. El hombre agarró su mano y lo levantó, juntos caminaron al colegio.
— ¿Sabes por qué estás aquí Thomas? — Thomas negó pausadamente y lo miró.
El hombre parecía estar en sus treinta, olió, era un cambiaformas lobo, por lo que podría tener aún más, su cabello caoba era corto, con una nariz fina y un rostro agradable, pero sus ojos eran otra historia, Thomas se detuvo asustado, esos ojos vacíos eran los de un loco.
— Estas aquí para que yo te arregle, hay cosas malas contigo y yo, bueno, puedo corregirlas.
— ¿Malas? — murmuró.
— Te gusta tu amigo ¿verdad Thomas? — Thomas dio un paso atrás y miró de un lado a otro buscando a Jacob, pero por supuesto que no estaba, solo eran este loco y él.
— ¿Jacob? ¿Dónde está?
— Está en casa aun horrorizado por lo que pasó — dijo, Thomas frunció el ceño dando otro paso atrás.
— Yo no tuve la culpa — el hombre negó.
— Él dice lo contrario Thomas, pero no te preocupes, una vez que salgas de aquí serás normal.
— Soy normal — gruñó, su león saliendo a la superficie, pero no lo suficiente.
— No Thomas, no lo eres.
— Yo... ¿Qué? — gruñó mientras dos hombres lo agarraban por cada brazo, Thomas pataleó — Suéltenme — ordenó frenético, nadie hizo caso, ambos hombres lo alzaron como si no pesara nada, Thomas trató de cambiar a su león, pero el animal no venía ¿Qué rayos le dieron? ¿y por qué lo enviaron a este lugar?
......
Thomas jadeó y escupió la sangre en su boca, su cuerpo estaba tan magullado que cada parte dolía, pero ellos no se detenían, otro pie conectó con su estómago y se arqueó del dolor, si tan solo pudiese cambiar, podría curarse y salir corriendo de ahí, pero su león no podía salir, a penas podía gruñir.
— Thomas, los niños buenos no reciben castigos, todo se detiene con unas simples palabras, solo tienes que prometer alejarte de Jacob — Thomas negó y recibió un golpe en la cabeza por eso.
— No — murmuró tosiendo, el hombre negó con una sonrisa.
— Tener sentimientos por tu mismo sexo está mal — le dijo, Thomas bufó y le escupió los perfectos zapatos blancos.
— No
— Eres un pequeño terco, pero por suerte acabamos de empezar y tenemos todo el tiempo del mundo _ respondió limpiándose con un pañuelo, luego lo tiró sobre él — Llévenselo de aquí — los otros hombres lo agarraron y lo arrastraron por un pasillo, quizás ahora podría cambiar y dejar de sentir todo el maldito dolor.
Lo tiraron al suelo de cemento y luego de unos minutos lo rociaron con agua, tanta presión que Thomas lloriqueó, el agua lavó la sangre, lo dejó completamente húmedo y congelado, su ropa adhiriéndose a su cuerpo de una forma desagradable. Volvieron a levantarlo y arrastrarlo, el lugar donde lo dejaron no fue más agradable.
Lo tiraron prácticamente a un hueco, el lugar era lo suficientemente estrecho como para causarle claustrofobia, Thomas peleó en vano, los guardias le cerraron la puerta en la nariz, Thomas arañó el lugar y lloriqueó, en ese lugar no podía transformarse, su león rugió de dolor, no había peor castigo para un cambiaformas que retener a su animal, obligarlo a permanecer bajo la piel humana.
Thomas se levantó jadeando, su león gruñó y lo arañó, a ninguno de los dos le gustaban esos recuerdos, por lo que los tenía muy en el fondo de su mente, su teléfono vibró.
Thomas vio tres llamadas perdidas de su padre e hizo una mueca. Contestó en cuanto el teléfono volvió a vibrar.
— ¿Qué pasa? — gruñó.
— Tienes que venir ahora — ordenó su padre, Thomas frunció el ceño y volvió a gruñir, ya no le gustaba que le ordenaran.
— ¿Por qué? — su padre bufó.
— Tienes que estar presente por tu Alfa, se supone que eres su beta — Thomas arqueó una ceja.
— Él aun no es Alfa.
— Tienes que venir y ser testigo — ¿se suponía que eso debía decirle algo? Porque no lo hacía.
— ¿De qué?
— Eres demasiado lento, tu alfa acaba de retar a su padre — murmuró, Thomas dejó caer su teléfono con el corazón latiéndole a mil, Jacob había perdido la cabeza esta vez, un reto no era un maldito juego, el león retador si no ganaba perdía la vida, con eso en mente corrió.
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