11🦁
El león blanco gruñó probando la sangre en su boca, era de su pareja, lo sabía, el cambiaformas era suyo, escuchó cada una de sus palabras, aunque no comprendió el significado de la mayoría.
Sus ojos se enfocaron sobre el guardia, el hombre hizo una mueca y golpeó uno de los barrotes con un palo, el león se echó atrás gruñendo.
Cayó cuando una de sus patas falló, su cuerpo dolía demasiado volvió a ponerse de pie, el guardia se desplomó sobre su cara y cojeó hacia allí para ver lo que pasaba.
Gruñó cuando alguien se detuvo frente a él, otras personas pasaban a su lado cargando a otros, no sabía que estaba pasando, el sujeto frente a él se agachó y lo miró.
— Thomas, dime que no eres completamente salvaje — dijo, volvió a gruñir.
El hombre alto se puso de pie y abrió la celda, no se movió al ver el arma, a veces las utilizaban para sedarlo, en cuanto lo intentara le saltaría a la yugular, el hombre no cogió su arma sacó algo de su bolsillo trasero y lo acercó poniéndose de rodillas.
Se acercó lentamente olfateando un aroma de su interés, llegó al hombre y aspiró el olor a tierra mojada, ronroneó y el hombre le sonrió diciéndole que se llamaba Miguel.
El hombre empezó a caminar sosteniendo aún la tela con el aroma, lo siguió, quería seguir olfateando eso, el aroma era exquisito.
Sus ojos se entrecerraron con molestia cuando llegó arriba, vio a muchos humanos, también cambiaformas subiendo a cosas de hierro, todos se quedaron mirándolo, gruñó descontento.
— ¿Es él? ¿Por qué está en esa forma? — caminó hacia el hombre que le hablaba así.
El hombre retrocedió y Miguel le dio a oler la tela, eso lo distrajo.
— Está inestable, no creo que pueda cambiar — le dijo al hombre mientras él ronroneaba y paseaba por sus piernas.
— ¿No es peligroso?
— No — dijo Miguel mirándolo y sonriendo, le gustaban esas sonrisas, lo tranquilizaba — Sólo modula tu tono.
— Sí, lo siento, debemos curarle en cuanto lleguemos a la manada.
— Sí, vámos al auto — Miguel le señaló uno de esos artefactos.
Arrugó la nariz descontento, luego Miguel arrojó la tela sobre algo muy suave y mullido, cayó en la trampa y saltó hacia allí acurrucándose en el olor, abrochó algo sobre él y se quedó dormido con el movimiento.
Miguel lo despertó desabrochando una cinta, luego sacó la tela e hizo que lo siguiera, lo seguiría hasta el fin del mundo si hacía falta, gruñó dolorido y entró en una casa, una mujer lo vio e hizo una mueca despectiva.
— Hay que bañarlo y curarlo — dijo intentando tocarlo, gruñó, eso no pasaría, nadie lo tocaría.
— Intentaré hacer que Jacob venga y que me ayude con él — dijo dándole la tela, se acurrucó.
— Prácticamente lo tienen preso ahí ¿Cómo harás eso?
— Los leones se ocupan del parto de sus cachorros y tú eres partera.
— Es una buena excusa.
......
Jacob se secó las manos húmedas, su padre formó un alboroto cuando Thomas y los demás cambiaformas desaparecieron, quiso culparle, pero por supuesto ¿Cómo haría algo así estando prisionero?
Ayudó que Jacob dijera que Thomas era salvaje, el maldito prácticamente rebosó de felicidad.
Su padre autorizó el viaje a la partera con la condición de que le acompañara un guardia, Jacob aceptó en seguida y subió al auto, Miguel iba delante señalando el camino, luego se detuvieron y su guardia se durmió sobre el volante.
Jacob sonrió por el dardo en su cuello y lo metió en un bolsillo antes de salir.
— Lo siento, tenía que traerte, Thomas no deja que nadie le toque.
— Está bien — murmuró caminando hacia allí.
Miguel abrió la puerta y Thomas levantó la cabeza dejando salir un gruñido, Miguel lo hizo retroceder, los ojos del león brillaron.
Jacob intentó abrir la boca para decirle que le gruñía a él, eso no sucedió, Thomas cojeó y se paró frente a Miguel enseñando los colmillos, Jacob alejó su mano y se puso de rodillas.
Thomas olfateó su cuello y decidió que no le gustaba el olor así que lo mordió con fuerza, alguien detrás lo llamó asustado, Jacob movió una mano para que supiera que estaba bien.
Thomas lamió el lugar y ronroneó frotando nariz con nariz.
— ¿Puedes cambiar? — el león gruñó — Supongo que eso es un no ¿Dónde está la bañera?
Miguel señaló el camino y Thomas le siguió contento, la bañera ya estaba llena con el agua caliente y el león gimió al ver el agua, Jacob le acarició la nariz.
— Si no te baño no podré curar tus heridas — Thomas le lamió el cuello y luego se metió al agua, Jacob lo bañó con cuidado, las heridas no se veían nada bien y Thomas no habló en ningún momento.
— Sal, voy a secarte — Thomas salió y se sacudió el agua mojándolo todo, Jacob sonrió cuando su pelo se erizó completamente, Thomas gruñó amenazándolo con la mirada así que Jacob lo secó con una toalla grande sin volver a reírse.
El león mordió su camisa y lo jaló, Jacob lo siguió hasta una cama con... ¿esa era una de sus camisetas?
Jacob la cogió y frunció el ceño, Thomas lo tiró a la cama y apoyó las patas sobre su pecho haciéndole presión, luego movió la cola juguetonamente.
Eres un jodido hasta cuando tienes esta forma.
— Creo que quiere tu olor en la sábana, no ha querido despegarse de la camiseta — dijo Miguel entrando con un kit de primeros auxilios.
— ¿De dónde salió? — Thomas lamió su mejilla con su lengua rasposa y le ronroneó.
— De tu armario, no pensaste que Thomas me seguiría voluntariamente ¿verdad?
— ¿La usaste como cebo? — Thomas gruñó dándole la razón, ambos rieron — Thomas, vamos a curarte, sal de encima — Thomas ronroneó, pero no se movió.
— No creo que se mueva, yo puedo curarle, pero debes entretenerle — dijo Miguel sacando todos los utensilios.
— Bien.
¿Sabes lo difícil que es estar tan lejos de ti?
Thomas ronroneó.
Aún debo quedarme allí Thomas, esa leona tendrá mis cachorros.
El gruñido enojado lo hizo reír.
Pero una vez los tenga se irá, no sé cómo, pero tú y yo cuidaremos de los cachorros ¿estás de acuerdo?
Thomas ronroneó otra vez, no inició ninguna conversación a través del vínculo, por lo que no tenía idea de lo que quería decir.
Espero que eso signifique un sí y pronto puedas cambiar.
Jacob lo acarició.
Sabes que te amo ¿verdad? Mi intención nunca fue hacerte daño, solo salvar tu vida, espero que me perdones.
¿No preguntarás cuanto tiempo tendrás que esperar?
Thomas le encajó levemente las uñas en el pecho, Jacob sonrió.
Ella los tendrá en veinte días más, luego seremos libres para amarnos, mientras debes quedarte aquí y curarte completamente.
— Listo — dijo Miguel recogiéndolo todo, Jacob miró de nuevo a su león con varios parches encima, no parecía importarle mientras estaba ahí ronroneándole — Te dejaré un rato más, en media hora nos vamos.
Miguel salió, Thomas lo arañó descontento por lo que había escuchado y se acomodó sobre él de manera que no podía mover ni un musculo, el mensaje estaba claro, no te moverás de aquí, Jacob suspiró y le acarició la cabeza, Thomas cerró los ojos dándole la bienvenida al toque.
Te hablé de esto, debo irme, pero te prometo que regresaré a ti, soy tuyo Thomas.
El león se bajó, le dio un gruñido y se sentó dándole la espalda, mirando la ventana atentamente, Jacob no supo cómo sabía que estaba enojado, simplemente lo supo. Se acercó y colocó una mano sobre su cabeza, el animal no se movió.
Solo veinte días Thomas, luego seré tuyo para toda la vida.
Y con esas últimas palabras salió de la habitación, Thomas no lo siguió, se quedó allí mirando a nada en específico, dejándolo marchar
¿No fue eso lo que pidió?
Jacob hizo una mueca al llegar a la puerta y sacó el neutralizador de su bolsillo, esa era la única forma, si su padre supiera que Thomas estaba allí y teniendo contacto con él lo mataría si no podía mantenerlo prisionero.
Inhaló su aroma una última vez y se roció con el químico escondiendo su olor y también el de Thomas.
......
Sólo diez días más se dijo Jacob caminando ansioso, su león arañaba por salir y su padre seguía presionándole, Karen cada vez más exigente y su león prácticamente rogaba por matarlos.
Karen entró a la habitación, Jacob miró su barriga, las leonas cambiaformas sólo debían esperar dos meses por el parto, dio gracias por ello, no se veía esperando nueve meses lejos de su compañero.
Karen lo besó, Jacob recibió el beso sin quejarse, ella acarició su pecho y esta vez si la alejó, no se acostaría con ella, eso nunca.
— Estas más sumiso que antes — murmuró mordiéndole el cuello.
Jacob se tensó y apretó los puños con fuerza, Karen lo miró y sonrió mientras acariciaba su gran barriga, eso lo hizo estremecer, sólo unos diez días más y sus cachorros estarían en el mundo, luego no tendría que preocuparse por ella o su padre, los mataría si hacía falta, pero ahora tenía que resistir por sus cachorros.
— Lo acepté — ella lo miró sospechosamente.
— Es extraño que te empezaras a portar bien luego de que tu león escapara — Jacob dejó salir el aire para evitar tensarse y verse sospechoso.
— Mejor libre que siendo torturado por ustedes.
— ¿Aunque sea un salvaje? — preguntó con una sonrisa sentándose en la cama.
— Prefiero que sea eso a que esté muerto — ella se encogió de hombros.
— Tu padre quiere verte — Jacob gruñó.
— No me importa.
— Ve antes de que se ponga de mal humor — amenazó deslizando una de sus garras por su barriga.
Jacob gruñó, lo peor es que esa mujer era capaz de hacerse daño así misma con tal de mantenerlo al margen.
Salió de la habitación enojado, esto terminaría pronto, caminó a la sala de estar donde se encontraba su padre últimamente y la vio vacía.
Jacob frunció el ceño y siguió caminando por el pasillo, la figura de Miguel le llamó la atención, el hombre le pasaba información sobre Thomas cada vez que podía, por suerte su padre confiaba en él y tenía entrada libre.
Caminó hacia la antigua habitación de Thomas lo más calmado posible, cada guardia lo vigilaba, pero una vez que llegaba a ese pasillo todos lo dejaban solo, probablemente pensando que estaba a punto perder la cabeza.
Jacob lo agradecía de todas formas.
Miguel lo miró preocupado desde la cama, Jacob se tensó, su ansiedad subiendo a la superficie.
— ¿Qué pasa?
— Te lo diré, pero no te precipites — murmuró, eso no hizo nada para calmarlo y gruñó.
— Dímelo
— Thomas enfermó, lleva tres días con fiebre alta, nadie a podido determinar la razón.
— ¿Qué? Llévame con él — Miguel lo miró y suspiró.
— No podemos correr ese riesgo.
— ¿Entonces por qué viniste a decírmelo?
— Porque estoy seguro de que tu león lo siente, te llevaré si es lo que quieres, pero siempre existe el riesgo de que alguien lo sepa.
— Llévame con él, luego lidiaré con las consecuencias.
Miguel asintió y caminó hacia uno de los guardias, a Jacob no le importó lo que hablaban mientras lo llevaran, repitieron el mismo proceso de la última vez.
Karen lo miró desde la sala de estar, sus ojos más brillantes de lo habitual, Jacob subió al auto ignorándola.
El guardia fue sedado como la última vez y Jacob corrió hacia la casa, Thomas no le dio la bienvenida, pero su olor estaba por todas partes, Miguel le señaló la habitación.
Jacob fue hacia allí, Thomas estaba sobre la cama con la respiración entrecortada, aún era un león y tenía su camiseta muy cerca de la nariz.
Jacob gimió y le acarició el hocico.
— Lleva así estos últimos tres días, no despierta, no come, estamos preocupados — dijo Miguel desde la puerta.
Jacob miró a Thomas y un gemido se precipitó por su garganta.
Tom, te necesito aquí conmigo, no me digas que te rendirás ahora, cuando estamos tan cerca de tener lo que queríamos y más.
El león no lo escuchó y si lo hizo no reaccionó, su respiración empeoró y Jacob sintió un gran vacío en su pecho, sin saber muy bien que era se alejó de ahí excusándose con Miguel por el momento.
Necesitaba un poco de aire y un poco de tiempo para procesar que probablemente su compañero estaba perdiendo la batalla y no volvería a verlo.
Dio grandes zancadas en la tierra y cogió varias respiraciones, esto se estaba haciendo mucho más difícil de lo que pensaba.
— Así que él está aquí después de todo — escuchó desde lejos, Jacob se giró entrando en pánico cuando la vio.
— Karen
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