XXXIV

Odiaba su vida, odiaba la universidad, odiaba a Ryoken por ser tan lindo que no podía sacarlo de su mente durante los exámenes... odiaba los exámenes, odiaba todo.

— Quiero morirme...

— Ya somos dos...

— ¿Ah...? —Yusaku volteo a ver a la persona que se había sentado a su lado, no pudo evitar sobresaltarse en cuanto Ryoken lo imito mostrando las horrendas ojeras que tenía bajo los ojos por no dormir, su piel más pálida de lo usual y la forma tan desarreglada en la que lucía su ropa y cabello casi daban la impresión de que recién se había levantado de la cama; en serio odiaba a Ryoken por verse tan hermoso aún en ese estado— Te ves del asco...

— Tu no te ves mejor que yo...

— Extraño la preparatoria... ahora Dojun-sensei y sus ejercicios de nivel imposible no parecen tan malos...

— La verdad es que tu eras el único que los hacía... —El albino soltó una amarga risa mientras se apoyaba en la mesa de madera— Dojun-sensei te odiaba... todos lo sabían...

— Lo se, yo también lo odiaba... y ahora lo extraño...

— ¿Tan muerto y fatigado estas?

— Sí...

El par de amigos se largó a llorar de la desesperación unos minutos, antes de colapsar por el sueño y quedarse dormidos sobre esa misma mesa. 

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