XII
Cierto día, cuando Yusaku llegó a casa se encontró a Ryoken encerrado en el baño, el olor salado de las lágrimas que su amado omega derramaba lo asustaron ¿Que había pasado en las tres horas que no estuvieron juntos?
Golpeó la puerta intentando entrar, Ryoken no se había percatado de su presencia hasta ese momento, tal vez ni lo escuchó llegar, pero ese no era el tema principal, lo era el saber que le ocurría a su esposo.
Ya estaba por derribar la puerta cuando Ryoken salió con los ojos irritados y las marcas que dejaron las lágrimas en su rostro; a Yusaku se le rompió el corazón verlo así y no evitó abrazarlo y liberar feromonas para calmar a su omega.
— ¿Qué ocurrió?
— Nada… sólo… cosas…
— Sabes que puedes decirme cualquier cosa ¿Cierto? —Le dijo mientras se alejaba un poco de su pareja.
— Lo se… pero de verdad cariño, son sólo tonterías…
Yusaku no le creía ni media palabra, pero no tenía más opción que creerle, ya después lo obligaría a decirle la verdad.
— De acuerdo… si tu lo dices.
— Si, ahora ve a la cocina ha hacer la cena, yo te alcanzo en un rato.
— ¿Es en serio? —El omega asintió disolviendo el abrazo con una leve sonrisa— De acuerdo…
Cuando Ryoken lo vio irse en dirección a la cocina, aprovechó la oportunidad de deshacerse de la evidencia, aún no creía que era tiempo de decirle a alguien más sus propias sospechas…
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