VI

Ryoken en serio quería patear a su adorado e imbécil esposo, pero el dolor en su cadera no le dejaba moverse demasiado, además Yusaku tenía el sueño muy, pero muy pesado. Podría tirarlo al piso de un golpe y el alfa se acomodaria para seguir durmiendo.

Pero en serio que lo odiaba, ¿¡Acaso no puede ser menos bruto cuando tienen sexo!? Aunque usualmente al omega no le importaba, de hecho le encantaba que su esposo se lo hiciera con tanta pasión que a la mañana siguiente estuviera adolorido de la cintura para abajo; pero ahora Yusaku sí que se excedió y esa maldita mancha de sangre que había en su la cama se lo demostraba.

No había sangrado desde su primera vez, ocasión única donde el idiota alfa a su lado fue considerado y gentil en ese momento, pero ya su esposo de cabello azul y mechones rosa iba a ver… porque además de obligarlo a lavar la sábana, lo va hacer dormir en el sofá, veamos si unas cuantas noches sin sexo le hacían comprender que no tenía que ser tan animal todo el tiempo en su intimidad.

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