Un pequeño cachorro salía corriendo sollozando fuertemente mientras se guiaba por el olor de su madre.

Con sus manitas hacía arriba esperando el momento en que su madre lo alzara en brazos, para seguidamente guiar su carita a el cuello de esta soltando pequeños gimoteos, guiando su dedito pulgar hacía su boca mientras mantenía sus ojitos cerrados.

De estar jugando tranquilamente con sus primitos a estar sollozando fuertemente mientras se tallaba los ojitos casi con desesperación.

Estaba aterrado.

Era alrededor de los 5 años cuando el alfa perdió la visión.