O2
Despertó al mediodia y desde que no tenía nada que hacer más que esperar a que anocheciera para así seguir su camino, se quedó ahí acostado, tratando de recuperar energías, pues desde que todo había comenzado, no había dormido en una buena cama, ni comido algo realmente saludable, había preferido gastar el poco dinero con que cargaba para transportes que lo alejaran de la ciudad. Eso lo había agotado bastante y había perdido al menos siete kilos, no le sorprendería descubrir que estaba anémico.
Había perdido demasiado, corrección, había perdido todo, sólo por querer sentirse bonito, y ahora, con su cabello seboso y su cara sucia, desearía volver a ponerse aquellos pantalones flojos o volver a pintarse imperfecciones, desearía verse feo y nada deseable. Pero ya era demasiado tarde, había arruinado todo.
Miro la pared fijamente, pensando en su familia.
Si el alfa lo atrapaba jamás volvería a verlos, ni a reconocerlos.
Y no pudo evitar echarse a llorar, el sentimiento de pérdida se hizo más grande en su pecho, tratando de no desmoronarse, abrazo sus piernas.
Las ganas de darse por vencido cada vez más grandes en su corazón.
Sentía un coraje enorme contra ese estúpido alfa que no dejaba de perseguirlo y furia contra sí mismo porque realmente él era el único culpable de su situación, si hubiera tenido más cuidado.
Bufo. Si hubiera, si hubiera. Siempre si hubiera.
—Pero no lo hice— murmuro.
Con un suspiro se limpió las lágrimas y se levantó, sabiendo que ya no podría descansar más.
Fue a la habitación sin paredes y se sentó en el suelo mirando al bosque.
Se quedó ahí durante horas, mirando cada pequeño movimiento que alcanzaba a percibir, mirando a los animales que valientemente se acercaban a la casa, añorando su libertad.
Estaba listo para salir de aquella casa, cuando, al pasar por una ventana, alcanzó a ver de reojo a una persona completamente vestida de negro apuntándole con un arma, no era un arma común, vamos, no querían matarlo, pero disparaban sedantes que lo dejarían noqueado por casi tres cuartos de hora, lo suficiente para llevarlo ante el alfa que los había contratado.
JiMin, alarmado, retrocedió sus pasos y se echó a correr hacia la habitación sin paredes, aunque al llegar ahí fueron pocos pasos los que dio antes de volver a retroceder. Había cuatro personas, también vestidas de negro y con armas con sedantes, que avanzaban hacia él.
Miro a todos lados con desespero, pero estaba rodeado. Dio unos pasos hacia atrás. La sensación de ser un animal rodeado de depredadores haciéndose cada vez más persistente.
Soltó un chillido cuando, al dar otro paso hacia atrás, pisó un enorme trozo de escombro, causando que su pie se torciera, su tobillo casi tocando el suelo. Se sostuvo de la pared a sus espaldas, siendo rodeado de inmediato por todos.
Su espalda estaba totalmente contra la pared ahora, la barbilla temblorosa y tratando de no apoyar su pie, que probablemente tenía un esguince o algo por el estilo.
Jodida, jodida, jodida, jodida vida.
Las primeras lágrimas comenzaron a derramarse cuando vio una cabeza castaña entrar y sobresalir sobre los demás, en pocos segundos abriéndose paso entre los betas que lo rodeaban.
El alfa Jeon JungKook estaba frente a él, con su estúpida camisa blanca y su estúpido pantalón caqui perfectamente limpio y planchado, y a pesar de las lágrimas, JiMin lo miro con rabia, pero el alfa ni se inmutó.
En una zancada lo alcanzó, enterró sus dedos entre los rubios y esponjosos cabellos de JiMin y lo acerco hacia él, el omega intento resistirse, pero está de más decir que JungKook era más fuerte.
El alfa entonces dejó su cuello al descubierto y sin pensárselo mucho encajo sus dientes el delicado cuello.
JiMin sintió que todo el aire salía de su cuerpo y ausentemente pensaba en que su pie también le dolía (mas ya no estaba seguro), pero aquel dolor se vio opacado por el dolor punzante en su cuello, que ni siquiera le permitía concentrarse en otra cosa que no fuera eso.
Sus ojos de cerraron.
Y cuando los volvió a abrir, el alfa ya había soltado su cuello y lo sostenía de los hombros, viéndolo fijamente.
En un segundo tenía la mente en blanco, no tenía idea de lo que pasaba y en el siguiente se estaba lanzando a abrazar a su alfa, soltando gimoteos y restregando su rostro en su pecho. Inhalando cuanto podía del olor masculino de JungKook, que lo abrazo protectoramente con una pequeña sonrisa y le hizo una seña a los betas para que salieran. Estos asintieron y enfilaron hacia afuera.
JungKook tomo la cara de JiMin entre sus manos y miro sus facciones con atención, notando lo sucio que se encontraba, con una sonrisa un tanto triste le limpio una mancha en la quijada.
—Mira todo lo que ocasionaste por no aceptar tu destino, me hiciste perseguirte durante muchos meses, omega. — éste sólo ladeó la cabeza, sin entender a qué se refería, pues recordemos que paso justo lo que él tanto quiso evitar. Perdió sus hermosos recuerdos, acerca de todo y todos— Vamos, necesitamos limpiarte.
JiMin asintió con efusividad.
A donde fuera JungKook, él quería ir.
Salieron de la casa, JiMin en perfecto estado, pues cuando JungKook lo mordió, su pie había sanado.
El alfa arreglo unas cuantas cosas con los betas y partieron a su casa, ahora también la de JiMin.
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