CAPÍTULO 2.

Advertencia de contenido sexual explícito, de aquí en adelante. No es lo mejor, pero a través de la practican dicen que las cosas mejoran. Gracias por leer <3 lamento los errores.

(...)




CAPÍTULO 2.

“Un mocoso, un anciano y
otras cosas”.


Tomó el autobús, había salido de la escuela. No era de extrañarse, en secundaria le costó ponerse al día, hasta que su madre le hizo entender que la estaba hiriendo y de alguna manera, solo con estudios podría adquirir una forma de que las cosas en la vida no fueran tan duras. Por eso es uno de los mayores en la clase de ese último año, de todos modos no es tan terrible. Se sentó al lado de la ventana, mirando las calles. Johnny había iniciado con un nuevo trabajo apenas cumplió la mayoría de edad. Cómo alfa, solía tener unas hormonas alocadas que no hacían demasiado bien en el cuerpo de alguien que era impulsivo y había hecho cosas terribles por un odio incrementado y malos consejos.

Aquel trabajo, era una ganancia en ambos lados, a parte de darle un lugar propio el cual costear y sobrevivir por su cuenta, lejos de su padrastro lleno de mierda, también ganaba cuando podía calmar el salvajismo de su interior. Al menos en cierto punto, el mismo estaba sintiendo placer al momento de darlo, y eso estaba bien. Solo que habían reglas. Había límites que no debían cruzarse y Johnny estaba bien con eso, no solo por su fuerza a cumplir con esas reglas, si no, que servían para denotar, que nada de lo que hacía se trataba de una relación alfa/ omega real.

Quiso cerrar los ojos y dormir, pero ya estaba por llegar a su destino. En su mochila, estaba escondida la camiseta de la escuela a la que asistía, siendo parte también del equipo de fútbol. Bajó del autobús, caminando hacia la instalación que se había convertido en parte de su rutina. Algunos ojos se le quedaron viendo, su forma de vestir lo hacían a veces llamar demasiado la atención. Ya sabes, un adolescente que parecía perdido en el espacio-tiempo. Johnny abrió la gran puerta, para ser puesto en la mirada por la recepcionista. Le estaba sonriendo de lado a lado.

—Tienes trabajo, chico. —señaló ella, apenas llegó al gran mesón.

—Y dime, ¿Qué tengo que hacer? —preguntó. Se había acostumbrado a omitir los saludos, cuando pasaban los datos de su cliente.

La mujer sonrió, sosteniendo una hoja.

—Tendrás que estar en esta dirección a las seis. Y mira, Encino, este es un premio mayor. —guiñó un ojo. — Su nombre es Daniel LaRusso, omega. Seguro te gustará, porque creo que tú le gustaste.

Johnny asintió, mirando la escasa ficha que Daniel LaRusso había dado. Parecía un mojigato, comúnmente habían ciertas partes para rellenar alguna fantasía, algún juego, algo. Porque al momento de alquilar un alfa, este alfa puede ser quién desee el omega. Daniel le dio la impresión de ser un omega recién presentando, alguien de su edad, eso lo entusiasmó, siempre lo hacía. Se lamió los labios, despidiendo a la mujer, para caminar a su propio departamento en Reseda y darse alguna ducha. El apestoso sudor de gimnasia no era agradable. Al llegar a su departamento, boto algunas latas de cerveza que tenía sobre la mesa, si su amigo notaba aquello, era probable que estuviera en problemas. Se duchó rápido, imaginando cómo luciría aquel omega de posición adinerada. Quizás estaba haciendo esto a escondidas de sus padres, Johnny decidió llegar en su motocicleta, una de las cosas buenas que logró obtener de su padrastro. Además aquello, le daría cierto toque dramático a lo que se supone que harían.

Al conducir hacia Encino, se imaginó cómo sería este omega. Si tendría ojos azules y cabellos claros o si era alto. Al leer la dirección, se encontró de frente con una casa hermosa, le sorprendía lo alejados que estaban unos de otros. Tal vez se debía a unas arquitecturas en el barrio. Se quitó el casco, mirando en su celular, que había llegado justo a tiempo. Suspiró, parándose en la puerta, levantando la mano para tocar el timbre. Esperó un momento, cerró los ojos, sintiéndose inquieto, entonces la puerta fue abierta.
Allí parado, había algo que no pasó por su mente. Un omega bajo, de piel canela, ojos castaños, enormes que se le quedaron mirando fijamente. Aquel omega de verdad lucía muy lindo. Aunque la ropa que estaba usando, no solía ser asociada a la ropa de un adolescente.

— Soy Johnny. —señaló, antes de que todo consistirá en miradas.

Daniel siguió estancado en lo que debía decir, mirando al alfa que estaba al frente de él. Sintiendo sus mejillas calentarse por la mirada que estaba recibiendo. Aquel alfa lucía mucho más impotente al verlo de verdad. De alto y tenía una complexión que le hizo sentir cosas, poco sanas.
El problema era que Daniel parecía un adolescente y Johnny parecía mucho mayor.
Estaban cayendo en el primer error, porque estas apariencias habían sido complicadas de entender.

—Soy Daniel. Bueno, ya lo sabes. Y yo, ¿Quieres pasar? Bueno, definitivamente debes pasar. —habló rápido.

Johnny negó, para luego sonreír. Daniel frunció el ceño ante eso, se estaba burlando de él.
Al entrar, el aroma de la comida llegó a Johnny, lo que lo hizo sentir raro y ya no sabía si burlarse o no de este Daniel. Porque comúnmente tenía que entrar, follar y repetir aquello. No había una previa, al menos no con comida de por medio. Pero se acomodará a las reglas de su cliente.

—¿Eres algo así como Italiano? —preguntó, siguiendo al otro hacia la cocina.

—Sí. Y no me digas que lo único que has probado es la pizza, porque estarías ofendiendo mucho otros platillos.

—Es complicado. —soltó. Tomó el asiento que se le estaba señalando, para mirar de reojo los adornos que habían en la cocina y más allá en las otras salas. Sintió como Daniel preparaba algunos platos, sin poder evitar bajar su mirada por la espalda hasta el trasero detrás de unos lindos pantalones negros. — ¿Y en qué escuela o universidad estudias? —preguntó, ladeando la cabeza sin dejar de mirar.

Daniel hizo una pausa, dejando de acomodar la pasta en el plato que estaba formando para su invitado especial.

—¿Te refieres, como para ver si fuimos juntos o algo así? —interrogó de vuelta, Johnny dejó de mirar, enfocado ahora su vista en la nuca de Daniel.

—¿Cómo?

—Ya sabes, como una conexión del destino. Estudie West Valley y fui a la UCLA. — explicó. Acomodando el plato frente a Johnny, para sentarse él también. — ¿Y tú?

Johnny parpadeó, mirando a Daniel como si lo que acabara de decirle, no tuviera sentido con lo que veía.

—Todavía sigo estudiando en West Valley.

Daniel escupió el jugo que había estado bebiendo, tosiendo para alarmar a Johnny. Tomó una servilleta mirando con pánico al chico frente él.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó, aún tosiendo.

—Dieciocho. Eso, evidentemente está en mí ficha, pero tú. ¿Tienes veinticinco o algo así?

—¡Dios! ¡Eres un mocoso! —exclamó Daniel. Levantándose de la silla. El aroma que había estado neutral, lleno del aromatizante de la casa, se comenzó a poner pesado.

Johnny frunció el ceño, levantándose ante lo que parecía ser un insulto.

—Oye, disculpa. Maldito anciano. —regañó. Cruzándose de brazos, sus mejillas tenían un tono rosa, que no se sabía si era por la ira que había comenzando a sentir o el aroma que estaba llegando a su nariz.

Daniel alzó un dedo, apuntando a Johnny con él.

—No pienso hacer esto con un mocoso. Debí haberlo sabido, oh Dios. Era un sidra terrible. —añadió, caminando de un lado a otro.

De pronto su caminata se detuvo, junto ambas piernas, sintiendo como su excitación se hacía presente, apoyando sus manos en la mesa. Johnny no necesitaba demasiado, incluso su propio olfato agudo lo había notado, sus pupilas se dilataron y pensó que debía dar media vuelta y salir de ahí. Total, no iba a perder absolutamente nada, no con este seguro malentendido en las edades. Sin embargo, también tenía una presión en sus pantalones, que le estaba haciendo sentir arrepentimiento si salía de ahí. Debía estar con este omega, interiormente sentía que nunca había deseado tanto eso como ahora.

—Yo. ¿Dieciocho, no? —preguntó Daniel. Al levantar su cabeza, todo era un desastre. Sus ojos, se veían oscuros y consumidos por la lujuria. — Quédate, quédate. Lo necesito.

Daniel en cualquier otro momento no hubiese suplicado. Pero ahora no entendía nada, el deseo estaba creciendo en su vientre y la necesidad de ser follado por un alfa, este que tenía al frente en el ahora. Le hacían querer olvidar lo que inicialmente le había preguntado. Johnny asintió. Al momento de asentir, Daniel dejó escapar un jadeo, tomando la muñeca del chico, para caminar hacia la habitación. El aroma fuerte del omega en celo, estaba mareando a Johnny. Se abrió una puerta y comprendió que estaba siendo llevado a una habitación.

—Espera, ¿Tomas una pastilla o algo así? —preguntó, mirando como el omega buscaba cerrar las cortinas, casi como si hubiera alguien dispuesto a llegar tan lejos para husmear.

—Sí, sí. — Daniel mintió. Había dejado de tomarlas justo cuando dejó los supresores. Su ideal era acabar con un cachorro en espera después de esto, aunque el alfa fuera un niño recién salido de la escuela.

Johnny pensó que eso estaba bien, parte del protocolo. Entonces esperó, la señal que debía darle Daniel, sobre lo que quería, como lo quería y en qué momento estaría bien. Espero, pero Daniel avanzó hacia él, parecía mucho más perdido a cada minuto. Los delgados dedos del hombre —el cual sabía que en realidad no tenía ni entraba en los veinte—, le tomaron la camiseta, para luego estampar un beso hambriento en sus labios. Algo en el interior de Johnny gruñó, ante todo, este hombre tenía una historia detrás. Se veía tan confundido y eso no hacía más que excitar a Johnny. Daniel soltó un gemido desesperado, al no verse tocado, llamando la atención del alfa joven ante en él, hasta que las manos pálidas comenzaron a recorrer su espalda, colándose en su piel, para acariciarla de arriba abajo hasta llegar a los costados de su cintura.

Daniel podía sentir lo mojado que estaba, como sus muslos tenían la mancha que escurría. De pronto, el aroma los cegó por completo, olvidando por un instante quiénes eran y lo que se suponía que era un trabajo.
Johnny comenzó a quitarle la ropa de inmediato, tirándolo sobre la cama para acomodarse encima de él.

—¡Alfa! —chilló Daniel, cuando la lengua del rubio comenzó a lamer uno de sus pezones.

Johnny le quitó la ropa interior, gruñendo con fuerza al ver la apertura mojada y el pene erguido cubierto de líquido preseminal. Acercó su boca al interior de los mismos, sintiendo el temblor en el cuerpo del omega al comenzar a lamer desde su pene hacia su agujero.

—Mira todo lo que te puede hacer este mocoso. —sonrió de lado, hundiendo su lengua en el agujero cubierto de mancha.

Daniel gimió fuerte, cuando su cuerpo comenzó a temblar por las sensaciones. Haber suprimido el celo tantos años, lo hacían jodidamente sensible, añadiendo que esté también era el primer alfa que lo tocaba después de tanto. Se sintió sucio al momento de entender, que el alfa que le estaba comiendo el culo en ese momento, con la cabeza hundida entre sus piernas, era mucho más joven que él. Aquello lo excito, quizás si tenía una fantasía que ahora mismo estaba descubriendo.

—Y-Yo quiero. —intentó formular Daniel, sujetando los cabellos rubios, intentando que el meneo de la cabeza de Johnny se detuviera y poder respirar. — ¡Johnny! —jadeó. — ¡Oh John! Quiero, déjame chuparte el pene.

Johnny se detuvo. Nadie lo llamaba John y definitivamente se había interesado. Se alejó del lugar donde había estado ocupado, sin dejar de sostener los muslos de Daniel. Sonrió de lado, su cabello era un desastre, mientras que su boca tenía un rastro de brillo, donde fácilmente se podía ver rastro de la mancha del omega. Ante esta vista, Daniel se mordió los labios. Era demasiado para él mismo. Murmuró algo que no se entendió muy bien, sentándose de rodillas en la cama, alcanzando el cinturón del alfa, gruñendo suavemente enfurecido por no poder bajar rápidamente el pantalón. Se sentía muy aturdido, con la necesidad de por fin calmar el deseo de chupar la polla de este alfa. Cuando logró bajar el pantalón, abrió los labios, al momento en que notó el miembro salir de su prisión y erguirse orgullo ante su vista, chocando con el abdomen de Johnny.

—¿Me la vas a chupar o no, omega?

Ante la mención de su género secundario, Daniel se sintió complacido. Totalmente como un omega en su primer celo, deseoso por complacer al alfa que tenía en frente.
Se agachó, dándole una lamida para luego intentar tragarlo todo de una vez, sintió arcadas, pero su propio deseo le hizo ir más profundo. Quería tanto, pero tanto sentir lleno por este alfa.

Después de que todo pasara, tendría tiempo de sentirse culpable por desear a este chico y no a otro. Hoy, ni los siguientes días, no.

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