CAPÍTULO 1.
CAPÍTULO 1.
"Dejar los supresores y buscar
aquel lugar que ofrece un compañero".
Lo había estado pensando durante una semana, sintiendo el dolor en su vientre y el escalofrío en la parte de atrás de su cuello, junto a su nuca. Amanda tenía razón, él mismo también lo sabía, suprimir el celo era una horrible decisión. Pero temía dejarlo seguir su curso, el aroma de sus feromonas podía llegar a ser demasiado abrumador para el resto, siete años conteniendo la naturaleza era suficiente para alocar sus hormonas y para hacerlo actuar como un omega sin control recién presentado.
Pero si quería preocuparse por sí mismo y dejar de lado el negocio —que estaba yendo muy bien y no podía ponerlo como excusa ahora—, debía dejar la medicina. Miró con desgana el frasco pequeño, parado de frente al espejo que tenía en el lavado del baño. Contrario a su rutina, suspiró afligido, dejando el frasco de pastillas dentro del mini mueble que era parte del espejo. Ese era el primer paso, deshacerse de los supresores, dejar escapar su aroma para el mundo, al menos para que la ansiedad que lo estaba consumiendo disminuyera.
Salió del baño para elegir un suéter de tejido fino y conducir hasta el elegante café dónde tendría su pequeña salida con Amanda, parecía que también había que trabajar con su rutina de trabajo extremo y tomarse descansos para sí mismo que no se basarán en quedarse dormido en su escritorio. La música sonó de manera lejana en la radio del auto, el valle se veía como siempre, notó algunos de sus carteles en lo alto, mientras doblaba hacia una esquina, era exitoso, claro que podría con la siguiente etapa de su vida personal, aunque en el fondo le gustaría poder tener el control que tiene en la oficina, consigo mismo.
Estaciona el auto, bajando deprisa, puede sentir algunas miradas pegadas a él, analizando, podría significar porque lo reconocen, es evidente "el tipo de los autos que dice Banzai ", su rostro está en cada parte del estado de California, además el mérito de incluir parte de la cultura japonesa en sus concesionarios tiene también un propio reconocimiento en la memoria de la gente. O quizá se debe al aroma que ha comenzado a soltar sin querer, el aroma natural que tiene un omega próximo a su ciclo de celo. Lo cierto es que desde hacía años que su aroma propio había sido apagado por los supresores, dejando solo al sentir del olfato el perfume o el champú que mantenía.
Sonrió algo distraído cuando la mirada de una chica de aspecto veinteañero se le quedó viendo al entrar, fue una fracción de segundos para que la alfa pareciera reconocer por instinto que ese omega estaba deseando algo que podía darle. La puerta de cristal que casi la golpea la hizo reaccionar, mientras Daniel alzaba su mano, hacia la omega que le esperaba ansiosa.
Los ojos de Amanda le miraron fijamente, denotando sorpresa.
—Lo hiciste. Puedo olerte totalmente desde acá, y recién es el primer día.
—No me lo digas así, suena incluso fatal. Como si no tuviera suficiente con ser parte del centro de atención. No puedo salir a la calle, me siento incomodo, no soy yo, son las hormonas. —comentó, arreglando un poco el suéter desde la parte del cuello.
Ella asintió, lo cierto es que algunas miradas seguían sobre los hombros de Daniel, mirándolo como si fuera la primera vez que lo veían y, posiblemente no por ser el tipo de los comerciales.
—Supongo que este es el primer paso, el siguiente es buscar un alfa, leí algunas cosas. Tú dices qué aspectos quieres en él o revisar directamente fichas que tienen. —comenzó a decir, mostrando la página de la vez pasada, pero desde la pantalla de su celular. —El alfa que eliges llegará a tu casa si eso lo hace más cómodo, dependiendo si deseas ir a algún hotel o no. Y es tuyo, por el tiempo que lo necesites.
Daniel le miró con la misma expresión de terror. El problema era que aunque las reglas de aquello le daban un poder sobre lo que quería, no dejaba de pensar en las dificultades que podrían tener esos alfas sobre elegirlo, se sentía avergonzado por no ser él lo suficiente en una "ficha" impuesta por el ojo humano. Si hablaba mucho o si tenía el cuerpo demasiado escuálido o relleno en algunas partes, porque bueno, noches de donas le habían hecho tener grasa extra en las caderas. ¿Y eso era atractivo? La voz susurrante del pasado le decía que no demasiado.
—¿Crees que podrás hacerte cargo con Loui la próxima semana? —preguntó tragando saliva.
—Claro, las cosas van bien. — le guiñó un ojo.
Suspiró dándole un sorbo al café que la mesera había traído hacía un momento. Podía hacer esto, peores cosas le atormentaron en el pasado, este pequeño pero importante detalle sería una anécdota que contar en el futuro cuando por fin pueda estar esperando a su cachorro, un suspiró feliz salió de él al imaginarse acariciando un vientre de seis meses, Amanda le sonrió, el miércoles se encaminará a la dirección más cercana, pagaría por un alfa al que se llevaría, solo lo que su arriesgado celo durará.
No era una de las formas que le hubiese gustado, pero alguien como él, que había repartido parte de su vida al trabajo, era su opción más válida. Amanda se marchó antes, subió a su auto y regresó a casa por una emergencia con Miguel. Daniel pudo sentir esa sensación, en alguna parte de su vientre, fue tras sus pasos hacia su propio auto, para dar una vuelta por el centro comercial en busca de rellenar absurdamente su armario.
(...)
Daniel soltó un quejido lastimado en medio de la noche, abrió los ojos sintiendo su cuerpo pesado, encendió la lámpara tratando de tomar del vaso de agua que había llevado para la noche. El calor que sentía en su rostro comenzó a descender por su cuerpo, había estado haciendo las cosas de forma normal durante los días que había dejado la medicina, claramente su aroma podía ser notado con mayor facilidad pero no pensó que el celo que recordaba le tocaba cada fin de mes, lo atacara de imprevisto, incluso antes de siquiera poder tener en sus manos la ficha de un alfa. Gimió algo avergonzado cuando su parte trasero comenzó a mojarse, definitivamente debió haber previsto esto. Un gran descontrol en su cuerpo, que había presentado muchos síntomas de cansancio, terminarían en esto una vez que el celo fuera libre de seguir.
—No ahora. No ahora. —murmuró, cerrando los ojos. Sus mejillas tenían un tono rosado que se expandía por su piel.
Atinó a sostener su celular, para poder mandarle un mensaje a Amanda. Sus manos temblaron al sostener el aparato, entre suspiros cortados escribió: "Se adelantó el celo".
Al apretar enviar soltó el celular que cayó en medio del cobertor esponjoso de plumas. La ropa se sentía como una asfixiante tortura. Quitó rápidamente sus pantalones de pijama, para empezar a tantear con su mano aquella zona en medio de sus muslos, soltó un gemido mucho mayor, estaba temblando y eso que sólo había rozado con sus dedos de forma suave su apertura, estaba empapado, no se suponía que esto fuera de esta forma, dejarlo tan sensible.
Imagino que podían ser las manos de un alfa, que le tocaban. Fue cuando introdujo el primer dedo. Pasó toda la madrugada calmando su deseo de tener algo más que lo pudiera follar. Lo que acabó en un desastre total cuando Amanda entró a la casa.
Lo primero que percibió la omega al entrar a la casa de Daniel, fue el espeso aroma que había adentro, cargado de un aire tibio, que nada tenía que ver con lo que sucedía con el clima. Camino hasta la habitación principal, encontrando una cama totalmente deshecha, con algunas ropas de dormir tendidas en el piso alfombrado. La ducha estaba sonando, lo que significa que tenía en esos momentos el celo había dejado un espacio para poder estar lúcido. Daniel salió del baño con una expresión seria, camino hasta la mesita de noche, pasando de su presencia para ajustar un reloj en su muñeca. Algunas pequeñas gotas caían de su cabello para terminar mojando un poco su suéter gris, de este día.
Amanda se encontró de pronto conduciendo en dirección a la casa de acompañantes más cercana, con un Daniel silencioso a su lado.
Al salir del auto, la palabra "casa" fue la nada misma comparada con el gran edificio que se estaba alzando en la zona más alejada de la urbanización en All Valley. Tenía puertas automáticas, que añadiendo el aroma a flores del lugar, dieron un toque casi elegante a todo. Incluso Daniel se sorprendió por aquella vista, no era como lo imaginaba. Pudo ver a un grupo de hombres caminando hacia la salida, vistiendo ropa deportiva, el olor llegó a la nariz de él, casi como un detonante, lo que hizo que se sujetara del brazo de Amanda. Avanzaron a la par, donde una mujer que parecía ser beta, hablaba con un teléfono, sonriendo mientras escribía algo en el computador que estaba al frente. Les dirigió la misma sonrisa a ellos —una similar a la que Daniel hacía para vender autos—, y cortó la llamada.
—Buenas tardes, bienvenidos a "Casa Mayor", ¿Quién desea ayuda? —preguntó de forma instantánea, sus ojos viajaron de Amanda a Daniel.
—Él. Él es quien la necesita, es la primera vez que hace esto y lo cierto es que su celo se adelantó, así que es muy complicado todo. —expresó Amanda al instante, explicando la situación.
La beta asintió, mirando nuevamente con análisis al nombrado. Daniel se sintió abrumado por esa sensación de ser visto. Tecleo algunas cosas, moviendo sus ojos de un lado a otro en la pantalla. Hasta que sonrió, complacida con lo que había encontrado.
—Mire, aquí está el catálogo de alfas, disponibles justo ahora. Puede leer sus fichas y señalar cuál es el que desea. ya sabe, debe escoger bien.
Esa era una insinuación. Daniel asintió, acercándose para leer mejor lo que la pantalla mostraba. No quería un alfa con cosas raras, ni que estuviera metido en algún lío con la policía, que no consumiera sustancias ilícitas y tampoco demasiado de esto o de aquello, siguió bajando, sorprendido de algunas cosas, entonces justo al bajar a la letra L, lo vio. Era un tipo rubio, mirando seriamente la cámara, tenia ojos azules profundos, salía que había vivido toda su vida ahí y por algunos detalles más, que era un hombre de deportes, había hecho karate durante algún tipo. Una corriente extraña le recorrió al imaginar a este alfa rubio sobre él, algo avergonzado señaló la pantalla.
—John Lawrence. —leyó.
—Tienes suerte, llegará pronto. —señaló la mujer, luego de haber tecleado algunas cosas. — A menos que desee que se encuentren en otra parte.
—Si, eso. Creo, necesito hacer algunas cosas, ¿Puede ir a las seis a mi casa? Claro, también debo rellenar el papeleo. Esto, esto es realmente nuevo para mí.— confesó suspirando, algunos mechones le cubrieron parte de un ojo.
Amanda pareció dudar acerca de su gusto. Es decir, habían catálogos mucho más encantadores y con mayor información que ese. Y sin embargo, ninguno de los dos notó la fecha del nacimiento de este alfa.
(...)
Hey, gracias por leer esto, la verdad también estoy emocionada sobre lo que puede salir de todo. Así que estamos cerca del primer encuentro, donde sí, la edad y otras cosas más acerca de Johnny le pondrán los pelos de puntas a Daniel. Lamento cualquier error, no fue editado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top