Capítulo 9



Taichi parpadeo asombrado al ver las cajas por todo el lugar. Cierto que Yamato le advirtió que acababa de mudarse, pero esto estaba más allá de una simple mudanza. Porque él también había sufrido con su cambio, pero tuvo cuidado de ir trasladando sus cosas de a poco, de modo que nunca tuvo tal desastre. Simplemente era incomprensible como es que la cama estaba junto a la barra de la cocina. Y de hecho lo único que Matt tenía muy bien ubicado donde estaba era su guitarra.

―Siéntate ―invitó Matt y Taichi se retorció las manos sin poder escoger cual de todas las cajas parecía la más sólida para aguantar su peso.

Esto estaba fuera de lugar, él no podía ignorar el desastre que era la vivienda de Matt, y aún peor, quitarle el tiempo que seguro estaba destinado para arreglarlo.

―Sabes que, no pensé bien las cosas cuando me apresuré a... pedirte que me entregaras la canción ―dijo Tai mirando en derredor. ―Así que, podemos posponerlo hasta que tengas un poco de orden aquí.

A Yamato se le salió una risita.

―¿Estas molesto con MI desorden? ―he imprimió a su pregunta un tono de incredulidad.

―No ―tajó Tai.

―Pues yo creo que si ―siguió picando Matt. ―Creo recordar que el precio a esta canción era...

Taichi casi dio un respingo al escucharlo, hacía tantos años atrás de aquello y Matt aun lo recordaba. Pero estaba bien, después de todo la canción fue terminada y él aun deseaba tenerla.

―Dije que haría lo que desearas y por el tiempo que quisieras, y me sostengo ―afirmó mirándolo directamente a los ojos.

―No esperaba menos de un Alfa como tú ―felicito Matt sin darse cuenta del brillo en la mirada de Taichi.

Pues por dentro Tai casi bailaba al escuchar esa fehaciente declaración. Alfa, él era un Alfa a los ojos de Matt.

―Hagamos esto, vas ayudarme a ordenar mi departamento y hasta entonces voy a desayunar, comer y cenar contigo.

―¿Qué? Peeerooo eso no es posible.

―¿Por qué no?

―Pues porque yo trabajo y regreso muy tarde y...

―Ok, desayuno y cena.

Taichi volvió a mirar el lugar, si trabajaba diligentemente le tomaría cerca de una semana tenerlo todo listo, pero teniendo en cuenta que apenas dispondría de un par de horas por la tarde cuando volviera del trabajo, pues quizás ese tiempo se extendería a tres.

Con un suspiro resignado acepto.

Y ya que el acuerdo estaba hecho, no iba a seguir soportando tremendo desastre.

―¿Ya has desayunado? ―preguntó Tai.

―No, tuve una mañana algo agitada y no puedo encontrar entre todo esto ni una cuchara.

―Supongo que entiendo esa parte ―dijo para agregar. ―Vamos, hare algo básico y luego podemos empezar por limpiar la que será la recamará para poner la cama en su lugar.

En un silencio un tanto incomodo ambos subieron al siguiente piso. Taichi estaba tenso debido a que esta sería la primera vez que dejaría entrar a un Alfa a un espacio tan privado. Y que fuera precisamente Yamato ese Alfa lo estaba poniendo cada vez más nervioso.

Por su parte Matt se moría de ganas por conocer su casa, esperando que en ese espacio en donde Tai debía encontrar seguridad pudiera percibir la esencia y confirmar que era él el dueño de ese aroma que tanto anhelaba.

Pero apenas la puerta se abrió, oh desilusión, parecía que todo el departamento fue rociado con inhibidor de aromas. Así que no pudo evitar que su Alfa gimoteará dolido, como si ese descubrimiento fuera una afrenta.

Taichi lo invitó a sentarse en la mesa mientras el preparaba el desayuno, pero agradablemente Matt a diferencia de otros Alfa a los que les encanta ser atendidos, se negó a ello y se aferro a ayudar.

Conversaron animadamente, Taichi contando las maravillosas experiencias y personas que tuvo en España, y Matt le relato el momento en que decidió que la música estaba bien como pasatiempo, pero que buscaba mucho más para su vida.

―¿Entonces en Madrid declaraste tu casta?

―Si.

―¿Y cómo es que decidiste estudiar idiomas?

Para este punto ambos estaban sentados en la mesa desayunando muy a gusto.

―Pues durante la secundaria mi... ammm tutor me obligo casi a palos a estudiar ingles ―dijo recordando como Imura y Nishijima se habían aferrado a que aprendiera dicho idioma, así que en casa no hablaban nada que no fuera inglés. ―Cuando me fui a España, tuve que aprender castellano y un poco de español latino, así que ya iba de gané.

―¿Entonces cuantos idiomas hablas? ―preguntó sorprendido.

―Dominó seis, y comprendo y habló superficialmente tres más.

Esa era una respuesta que Yamato no se esperaba en lo más mínimo. Así el líquido atragantándose en su garganta y haciendo que prácticamente lo escupiera fue una reacción muy lógica.

Parpadeo un par de veces, luego tragó aire antes de comentar que solo le faltaba saber golpear matones para ser un super Alfa. Palabras que salieron en tono de burla, pero que lo dejaron mudo cuando Taichi no lo negó, y bajo la cabeza un tanto apenado.

―¿Es enserio?

―Sé un poco de defensa personal, nada de lo que presumir ―dijo Tai minimizándolo. ―Además, estoy seguro que siendo militar eres muy diestro en pelea.

―Compitamos, a ver quién es mejor ―retó Matt.

Taichi rodó los ojos, odiaba esa parte de los Alfa, tan competitivos y dispuestos a demostrar su superioridad.

―No es necesario, seguro eres mejor ―concedió Tai deseando pasar a otra cosa.

Matt pareció entender, así que no insistió más.

Terminando de lavar los platos del desayuno, Matt y Tai bajaron a intentar poner un poco de orden en la vivienda del primero.

Y mientras movían y abrían cajas para descubrir lo que guardaban en su interior, limpiaban ventanas y pisos. Se perdieron la hora de la comida. Para cuando el estómago de Taichi volvió a reclamar alimento eran ya las seis de la tarde.

El día se había ido volando y siendo sinceros a pesar de estar trabajando, pasaron un tiempo muy ameno.

―Adoró como ha quedado la recamara ―comentó Matt todo sucio, pero muy contento con el resultado. ―A este paso si mañana volvemos a trabajar todo el día posiblemente dejemos más o menos despejada la sala o la cocina.

Taichi tumbado en la alfombra solo acento con la cabeza. De lo que menos tenía ganas era de subir a su casa para preparar la cena, pero había dado su palabra y era un pago que él aceptó, así que con todo el cansancio a cuestas se puso de pie.

―¿A dónde vas? ―preguntó Matt viendo como prácticamente Tai arrastraba los pies rumbo a la salida.

―A preparar la cena ―respondió.

Yamato frunció el ceño, ¿de verdad Taichi creía que iba a obligarlo a cocinar después de una faena tan larga y pesada? Pues al parecer sí. Así que, sin tomarse la molestia de pedir opinión, sujetó de la mano a Tai para tirar de él a la salida y de ahí escaleras abajo hasta el primer local de comida que encontró.

Taichi estaba que temblaba, su mano atrapada por la de Matt le provocaba un sentimiento cálido, y la vista de la espalda ancha del Alfa frente a él le hizo por primera vez en su vida agradecer ser un Omega, porque eso significaba que podía aspirar al amor de alguien como Yamato.

Pero pensándolo de nuevo, ¿Qué diría Yamato si se enterara a estas alturas que era un Omega? Les había mentido a todos, no podía sólo proclamarse alegremente a los cuatro vientos como Omega. En primer lugar, porque se sentirían traicionados, aun cuando Tai consideraba que el segundo genero no era ni por asomo algo que te definiera. Y en segundo, porque al hacerlo estaría renunciando a su vida. Lastimosamente a pesar de ser un adulto totalmente independiente, como Omega masculino se le tenía prohibido trabajar a menos que su Alfa le respaldara, aunque eso no impedía que su sueldo saliera a nombre de su pareja, porque él no tenía derecho a devengar un sueldo.

Es decir, contarle a cualquier Alfa que era un Omega era un juego de azar, porque si se equivocaba al elegir pareja, estaría perdido para siempre.

Porque Matt lo respetaba como un igual mientras pensaba que era un Alfa, pero si se mostraba como Omega, ¿qué cambiaria en su comportamiento? ¿Sería capaz de denunciarlo? O quizás aprovechándose de aquel secreto le obligaría a... bueno, en ese rango había muchas posibilidades.

Si pensaba en eso, solo existía un Alfa en quien depositaría toda su confianza. Quien estaba seguro jamás lo sobajaría, ni tampoco se aprovecharía de ese estigma de nacimiento.

―Joe... ―murmuró Tai sin darse apenas cuenta. Al notarlo se tranquilizó pensando que lo había dicho con la voz tan baja que esperaba Matt no hubiera llegado a oírlo.

Pero que para su desgracia Yamato escuchó claramente, y le hizo hervir la sangre al pensar que Taichi seguramente estaba deseando pasar un día como el que ellos acababan de compartir con el médico.

Era frustrante.

Con toda su fuerza de voluntad se obligo a esconder los celos, pues era más importante esforzarse porque Taichi se diera cuenta que era él, y no Joe, quien sostenía su mano.

Cenaron tan amenamente como había sido su día, para luego regresar y despedirse en el arrellano de las escaleras.

―Entonces... te veré mañana, ¿no? ―Matt lo menciono más como una confirmación pues no deseaba obligar a Tai a aceptarlo de la noche a la mañana en su vida.

―Claro, el desayuno se sirve a las siete, se puntual.

Yamato se mordió los labios, ahora estaba lamentando el haber puesto aquellas demandas como pago, porque hubiera sido mil veces mejor que Taichi lo invitara por gratitud. Pero lo hecho, hecho estaba.

―Ahí estaré.

Y con esas últimas palabras ambos tomaron rumbos separados.

Yamato no paraba de darle vueltas. Durante todo el día no había sentido ni el más mínimo atisbo de aquel aroma, de hecho, Taichi en ocasiones hasta parecía no tener ninguno, lo cual era muy extraño tomando en cuenta que a la mayoría de los Alfas les encantaba marcar territorio. Él no lo hacía porque lo consideraba estúpido, porque no era un perro para andar por ahí rociando su aroma en todo lo que tocara.

―Tal vez Taichi piensa lo mismo y por eso...

Pero la explicación no lo dejaba satisfecho, así que volvió sobre sus pasos mientras intentaba pensar en una buena excusa para que Tai le abriera la puerta y le permitiera estar un rato más en su compañía.

―Podríamos ver una película ―consideró comenzando a hacerse ilusiones.

Las mismas que fueron destrozadas cuando encontró a Joe parado justo frente al departamento de Taichi, mientras el dueño lo invitaba a pasar. Yamato quería patear la puerta hasta echarla abajo, pero ¿Qué ganaría? Además de que Tai volviera a ver su parte más lamentable.

Taichi era un Alfa, uno que sabía actuar y cuidarse solo, no era un Omega que necesitara su protección. No un Omega que corriera peligro estando a solas con un Alfa.

Taichi era un Alfa y eso debía recordarlo Matt muy bien, porque si pretendía que le diera una oportunidad de ser su pareja, seguramente lo haría con toda dignidad, porque no podía imaginar a un Taichi sumiso, uno que bajaría la cabeza para tomar el papel de Omega. No, Taichi seguramente demandaría su igualdad, ambos aprenderían a ceder, pero por sobre todo, a confiar el uno en el otro. Porque lo peor de una relación Alfa x Alfa, u Omega x Omega, era que no podían formar un Lazo, a lo más que podrían aspirar sería a un Vínculo, uno fácilmente desechable pues se forma al impregnar a tu pareja con tu aroma.

Lo único que les permitiría seguir juntos sería su amor y confianza.

Así que considerando todo lo anterior, Matt calmo a su Alfa interno lo más que pudo y regreso sobre sus pasos mientras se repetía una y otra vez:

Taichi es quien elige, no puedo forzarlo.

Y en alguna parte de su mente, de su espíritu y corazón, una voz le susurraba que, si Taichi fuera un Omega, sólo tendría que esperar a su celo para marcarlo y hacerlo suyo le gustara o no. Una idea que Yamato desecho sintiéndose una persona horrible, pero que hizo cosquillear a su encía y crecer a sus caninos.

A quien quería engañar. Si tuviera la oportunidad la tomaría sin dudarlo.

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.

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Yamato entro a la base sintiéndose atrapado, una sensación que nunca asocio a su lugar de trabajo pues había temporadas en que se quedaba a dormir en las barracas hasta por un mes entero sin que ello representase un problema. Sin embargo, ahora no veía hora en que pudiera salir y correr a casa a cenar.

La sola idea de una cena con Taichi le hacia temblar el corazón.

Y lo mejor era que hoy podrían hacerlo en su casa, o sí, porque el domingo pareció un poco más largo que el sábado y lograron prácticamente terminar de desembalar casi todas las cajas. Quedaban unas cuantas, pero la cocina ya era completamente útil.

Pestañaba al imaginarse llegando a casa, al abrir la puerta el exquisito aroma de la comida recién hecha por su lindo esposo con tan solo un delantal cubriendo su deliciosa desnudes... y luego cenaría...

―Por tu cara de vicioso cualquiera diría que tu pareja mañana no va a poder caminar sin dolor ―se burlo Takeru sin apartar la mirada de la pantalla de su celular, aunque la sonrisa toda sardónica que tenía le decía a Yamato que hablaba muy enserio.

Yamato se sonrojo levemente, no quería darle a su hermano menor más motivos para meterse con él.

―Aunque, en primer lugar, no sabía que ya tenías pareja. ¿Acaso no pensabas decírmelo? ―cuestiono con tono juguetón Tk.

Y la respuesta a esa pregunta era un rotundo, NO.

Con Dios como testigo, amaba a su hermano, pero cuando se trataba de parejas era peligroso pues Tk tendía a ser un tanto coqueto por decir lo mínimo. Lo que terminaba con él siendo descartado y remplazado a veces, no siempre, pero si con regularidad cuando Matt cometía la tontería de presentarle a su hermano, a su interés amoroso antes de comenzar a salir.

Así que en definitiva no iba a arriesgarse. Aunque... en este caso ¿Sería posible que Tk se interesara en Tai siendo un Alfa?

Siendo más joven salió con Betas y una que otra Omega, y Tk siendo un Beta de rango Alto con tendencias Omegas, una mezcla bastante extraña que lo convertía en un tipo de persona que atraía a casi todas las castas, también. Aunque en su caso ubo Alfas que se mostraron interesados en él, pero Tk siempre los desdeño, su inclinación siempre fue a los Omega.

―Matt, Matt... con un demonio, DESPIERTA ―gritó Tk palmeándole el hombro con fuerza. ―Son las diez. La revisión ya debe haber empezado.

Yamato lo miró como si acabara de salirle una segunda cabeza, y luego al fin sus neuronas decidieron trabajar y comprendió lo que su hermano quería decir. Hoy era lunes, y los lunes se hace la revisión de mantenimiento a los aviones, aviones designados a un piloto que debe estar presente. Y el reloj marcaban para este momento las diez y él seguía en el vestidor tan tranquilo como si fueran las ocho.

Tomó la chaqueta de su uniforme y corrió al hangar lo más rápido que sus piernas le daban. Al menos esperaba que este no fuera el comienzo de un horrible día. Pero en el peor de los casos, quizás era hora de ir pensando en un cambio, un empleo que le permitiera salir temprano y estar libre los fines de semana.

Anteriormente nunca extrañó tener tiempo para él, de hecho apenas ser aceptado en la academia militar dejo de lado muchas cosas, entre ellas la música, y de no haber sido porque Tk se ferro a pasar tiempo con él su familia se hubiera perdido mucho de su vida.

Las bajas eran un engorro, tramites y tiempos extensos de espera para las respuestas, pero ¿valía la pena? ¿En donde y de que podría trabajar?

De lo único que estaba seguro era de que en el futuro deseaba una familia, y que no pensaba terminar como su padre, divorciado, no por falta de amor, sino por el exceso de trabajo. Quería ver a sus hijos crecer, escuchar como iban aprendiendo a hablar, sus primeras veces, sus problemas escolares y amorosos. Quería ver a su pareja despertar cada mañana, darle un beso deseándole un buen día, cenar juntos, pasar sus años, su vida, hasta que ambos fueran demasiado viejos para siquiera pensar en tener sexo.

Y todo eso había despertado de algún tipo de letargo en que se encontraba durmiendo por la llegada de Taichi.

Por eso en ese momento sentía sus pies ligeros, si le llamaban la atención o amenazaban con despedirlo, ya no importaba, lo que es más, le darían una excusa perfecta para salir huyendo de ahí.

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Joe Kido temblaba levemente mientras contemplaba la entrada principal de Baeksan, eran las seis y tantos de la tarde y estaba casi seguro de que Taichi no tardaría en salir, se había asegurado de ello al llamarle a Sora para confirmar.

Su plan era invitarlo a cenar y después tener una relajante caminata, charlar, o solo hacerse compañía.

Quería verlo, sentirlo cerca y que Taichi a su vez pudiera leer en su mirada el ardiente amor que llevaba años sintiendo y alimentando. Taichi fue la llave a una vida mejor y quería compartirla con él, para que pudiera ver de alguna forma el fruto de su trabajo y recibir su recompensa en el amor que Joe estaba dispuesto a poner a sus pies.

A las siete en punto los empleados comenzaron a abandonar el edificio, entre ellos Sora y Taichi quienes acompañados de otros dos parecían muy entretenidos en su conversación.

―Sora, Tai ―gritó Joe llamando su atención.

Taichi levanto de inmediato la mano para saludar a su amigo, Sora también le dedicó una sonrisa, aunque esta última un tanto cómplice.

―¿Y que te trae por aquí? ―preguntó Taichi sin perder su buen humor.

―Pensé que quizás... ¿les gustaría ir a cenar y beber algo?

Taichi apenas escuchar lo dicho dio un paso atrás, como si la invitación fuera una víbora peligrosa.

―Lo lamento, pero ya tengo planes ―respondió, luego agregó ―pero vayan ustedes. Ya nos veremos, ahora debo irme.

Le hubiera gustado ir, sin embargo, aun le debía a Matt varias comidas, pues a final de cuentas no fue él quien termino arreglando el departamento del rubio, y se sentía un poco mal de tomar la canción sin una compensación adecuada, por eso estaba dispuesto a cocinar para Yamato hasta que este mismo pusiera un alto.

Y para que negarlo, disfrutaba en gran medida pasar tiempo con el Alfa, sabía y comprendía que no podía ni debía soñar con algo más, pero estaba dispuesto a vivir una bonita fantasía mientras pudiera, porque para él estaba más que claro a quien elegiría. Aunque eso significara conformase. Pero aun así ya era mucho más de lo que prácticamente todos los Omegas varones podrían desear.

Siendo realistas, Taichi vivió una infancia hermosa, una adolescencia llena de experiencias y buenas personas, de aventuras, consiguió estudiar lo que le gustaba, encontrar un trabajo y sentirse completamente aceptado. Cuando hablaba su opinión era tomada en cuenta, y nunca, ni por asomo, vio su foto colgada en la red como un artículo.

Fue y era libre.

Corría sin las cadenas que el segundo género normalmente le enredaría en el cuello como una pesada y estrangulante cadena.

Fue frente a las personas Taichi Yagami y no solo el Omega.

Y no pensaba perderlo, iba a pararse frente a todos con la frente en alto siendo él, sin máscaras, y de esa manera le gritaría al mundo: Los Omegas no somos débiles ni frágiles. Los Omegas somos capaces de ser y llegar a donde nos lo propongamos.

Y todas esas esperanzas estaban siendo depositadas en la firme creencia de que Joe sería el tipo de Alfa que él necesitaba.

Un Alfa que pensara con la cabeza y no con la entrepierna.

Taichi detuvo sus pasos y miró hacia atrás, Joe aún hablaba con Sora, debería ir con Joe, empero...

Será mañana, cuando no le deba a Matt, se dijo, la realidad era que estaba comenzando a enamorarse de Yamato Ishida, si no es que más bien los sentimientos que desde hace mucho tenía hacía él estaban tomando fuerza.

La cena para esa noche fue bastante simple, un poco de sopa y algunas verduras al vapor, porque aún no cobraba su primer sueldo y estaba quedándose corto de efectivo. Pero estaba contento de compartirlo con Matt.

A las nueve menos quince Yamato se apersono en su puerta y para su sorpresa llevaba a cuestas su guitarra.

―Yo aun... ―dijo Taichi titubeando.

Matt elevo una ceja de manera coqueta mientras le sonreía.

―No es como si el gran Taichi Yagami no pagara sus deudas, así que que diferencia hay entre si escuchas la canción hoy o mañana, de todos modos mis alimentos están asegurados.

Taichi boqueo como pez fuera del agua, ciertamente pensaba pagar, sin embargo, de lo que no estaba seguro era de que su corazón resistiría sin explotar de amor. Yamato tocando y cantando sólo para él fue hace mucho una de sus fantasías adolescentes. ¡Rayos! Si hasta había tenido uno o dos sueños inquietos al pensar en Yamato.

Primero cenaron, y en todo momento los ojos de Taichi se deslizaban sin querer hasta caer en el instrumento, una acción que Matt no paso desapercibida y le causo ternura, porque Taichi era un niño que intenta hacerse el fuerte, pero de todos modos deja ver lo que desea.

Tai siempre fue así, una persona transparente, sin dobleces y eso era lo que más le gustaba a Yamato de él. Sabía que si algún día Taichi aceptaba y devolvía sus sentimientos nunca lo traicionaría, jamás lo lastimaría.

Al terminar y después de lavar los platos, Yamato tomó la guitarra y como si fuera su propia casa, se acomodó en la sala. Sus manos extrajeron el instrumento y con delicadeza se aseguraron de que estuviera afinada antes de comenzar a cantar.

Taichi vio todo eso, y a pasos lentos se fue acercando, temía que si se movía demasiado rápido despertaría de ese maravilloso sueño. Pero cuando Matt empezó a cantar de verdad, Taichi se quedo congelado en su lugar.

La voz de Matt era maravillosa, deslumbrante, una armoniosa compilación de sonidos que hacían a todo su ser vibrar emocionado. Tanto que casi había olvidado como respirar.

Verso tras verso, el riff que los acompaña lo trasportaba a un mundo en donde podía ser feliz, en donde le era licito amar a Yamato, no porque fuera Alfa y Omega, sino por ser Matt y Tai.

Una vez concluyó Taichi se deshizo en aplausos, era increíble lo que Yamato había creado a base de la carta que hace años escribió, y lo poco que hablo sobre lo que deseaba.

―Es maravillosa, sublime... es... es perfecta ―afirmó Taichi sin dejar de aplaudir.

―Pues viniendo de ti es un verdadero halago ―respondió Matt dejando de lado la guitarra para ponerse en pie y acercarse a Tai. ―Si tú dices que es perfecta, entonces lo es, porque tú no mientes.

Y esa frase destruyo por completo a Taichi.

Porque Taichi era un mentiroso, toda su vida estaba cimentada sobre una falacia que pronto se desquebrajaría si no tenía cuidado.

Construyo una utopía, un pequeño mundo en donde podía hacer y ser lo que quisiera, pero la delgada barrera que lo separaba se tambaleaba y no tardaría en reventarse dejándolo expuesto a merced de las hienas que no dudarían en destrozarlo. Y lo único en sus manos era la decisión de esconderse tras un Alfa, o mantener su supuesta independencia y atenerse a terminar...

Taichi no quería ni pensar en ello. Si los niños omegas la pasaban mal, los adultos... los adultos... los jóvenes que sobrepasaban los veinte años terminaban en burdeles de mala muerte después de haber perdido el interés de sus dueños, violados una y otra vez por Alfas y Betas que frente a la sociedad desprecian públicamente a los Omegas masculinos, pero al amparo de la noche se escabullen para saciar sus deseos más oscuros.

Y luego cuando están tan rotos que ya no sirven, se les da otra utilidad aún más espeluznante. Pasan a ser animales de caza, o de sacrificio. Porque hay Alfas que encuentran divertido dominar a los Omegas y ver hasta que punto la Voz puede someterlo. Les dan la orden de permanecer quietos mientras son destazados pedazo a pedazo.

Se habían llegado a saber casos donde los niños apenas saberse Omegas, se suicidaban debido al terror. Triste, pero cierto. Este mundo no toleraba la idea de un hombre embarazado a pesar de que las castas eran ya bastante antiguas.

Niños Omegas...

Los niños Omegas deberían tener los mismos derechos que cualquiera, ¿Por qué eran diferentes? ¿Por qué los odiaban? ¿Por qué era tan mal visto?

―...chi... ichi... ICHI... TAICHI ―gritó Matt para llamar la atención del traductor. De un segundo para otro se había quedado mirando el piso como si fuera la mismísima Capilla Sixtina.

―Yo... lo lamentó, me decías.

―Nada... sólo que te quedaste muy pensativo y...

―Lo siento, te hice sentir incomodo ―se disculpó Taichi percatándose que su cuerpo estaba temblando. Así que fue una reacción natural golpear la mano que Matt intento colocarle en el hombro en forma de apoyo. No debía mostrar debilidad, porque este Alfa frente a él no era alguien en quien confiara, y por lo tanto no mostraría fragilidad porque un solo error podría ser su ruina.

―Lamento pedirte esto, pero... podrías retirarte. Tengo un asunto que debo atender con urgencia y...

Yamato se mordió el labio inferior, no sabía en que se había equivocado, hasta hace un segundo parecía que todo estaba bien, que ellos estaban bien.

―Esta bien, te veré mañana ―concedió Matt tomando sus cosas para salir de ahí.

Apenas escuchar la puerta cerrándose Taichi se dejó caer para permitirle a su cuerpo exteriorizar lo que estaba sintiendo. En posición fetal se abrazo con fuerza a si mismo, asustado de lo que la vida le había deparado, del destino que tendría si no actuaba de manera inteligente.

Un rato después cuando al fin logro volver a controlarse fue en busca de su teléfono, en el listado localizo con quien deseaba hablar y marco. Dos tonos y dio línea.

―Joe ―nombro Taichi percibiendo como las lagrimas le bajaban por la mejilla por lo que estaba a punto de hacer. ―¿Estas en casa? ¿Puedo ir a verte? ―Tai casi suspiro cuando recibió un Si para ambas preguntas. ―Estaré ahí en menos de quince minutos.


Continuara... 



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