Capítulo 8
Yamato tomó asiento en la misma mesa del día de ayer y anteayer, llevaba casi una semana almorzando en Digi-Digi con la esperanza de volver a captar el aroma que tanto lo alteraba, sin resultados. Simplemente lo había vuelto a perder.
Miyako Inoue qué era como ahora sabía se llamaba la dueña del lugar, lo miró con una sonrisa antes de tenderle el menú. Matt la ignoró, no estaba de humor para hacer sociales. Pidió un desayuno continental del que apenas provó bocado en los cuarenta minutos que estuvo ahí mientras escudriñaba con la mirada a los clientes.
Con un suspiro se dispuso a pagar la cuenta e irse sintiéndose ridículo de su persistencia, y aun con todo eso estaba seguro que volvería mañana a la misma hora porque algo le impedía rendirse.
―Yamato ―nombraron, y Matt sintió un leve aleteo, apenas una pisca de ese delicioso aroma que tanto deseaba. Y al elevar la mirada sus ojos azules se toparon con...
―Sora ―dijo Matt al reconocer a la pelirroja.
―¡Oh! Yamato ―exclamó ella feliz. ―Es una agradable coincidencia ―dijo sentándose frente a él y arruinando sus planes de marcharse. Pero siendo sinceros sentía curiosidad por saber si era ella la que intentaba ocultar el aroma a chocolate, o por el contrario era algún tipo de fragancia que se veía opacada por su olor natural.
Ella comenzó a hablar sobre los últimos años, el como terminó trabajando para Baeksan y conoció a Mimi Tachikawa. La mención de Mimi hizo que Matt mirara a Sora, y esta explicara que tal vez él no lo había notado, porque llevaba mucha prisa por salir, pero ella estaba acompañando a Mimi ese día en que quedaron en verse.
Matt se disculpo por su falta de atención al no reconocerla y saludarla. Sora le resto importancia y continuo su perorata muy contenta pues desde la secundaria ella estaba más que interesada en Yamato Ishida, y aunque al principio intento ser su amiga, el aura gélida y su falta de entusiasmo para con las chicas, y aun más para con los Omega, le hicieron imposible entablar cualquier relación; más tarde se hizo amiga de Tai y como entre ellos parecía haber cierta rivalidad, a pesar de suspirar por Matt jamás volvió a intentar nada.
Y para rematar, la única vez que Matt se acerco a ella fue para preguntar por Tai, y en cierta medida le dolió. Pero ahora eran adultos, Matt se había convertido en un Alfa exquisito y ella aún estaba interesada en él.
La campana de la puerta que anunciaba un nuevo cliente se escuchó, y entonces todo el mundo pareció reducirse a esa cafetería.
Matt se puso de pie al reconocer a Joe Kido quien con una enorme sonrisa y enfrascado en una mena conversación entraba acompañado de Koushiro Izumi.
Si ellos estaban ahí eso quería decir que...
Y por segunda vez la puerta se abrió dando paso a quien más deseaba ver.
―Taichi ―jadeó Matt bajo la asombrada mirada de Sora que no podía creer la exagerada reacción de Ishida.
Pero Tai ni lo había notado, pues con la sonrisa en los labios no perdió tiempo en lanzarse a los brazos de Koushiro que lo estrecho con verdadera felicidad.
Había extrañado con toda su alma a sus amigos porque siendo sinceros nunca encontró en España a nadie que pudiera darle ese título, tenía conocidos y personas con las que llego a sentir cierta afinidad, pero nunca como la de Joe, Koushiro y Sora.
Joe no tardó en demandar atención ganándose una sonrisa por parte de Yagami, quien con los brazos abiertos recibió al Médico en un efusivo abrazo al que Joe no dudo en imponer fuerza al rodear la estrecha cintura de Taichi, y valiéndose de sus casi diez centímetros extra, elevarlo del suelo.
Taichi simplemente disfruto el contacto, alegre de ver que el chiquillo que le temía hasta a su propia sombra había quedado muy atrás.
―Bájalo ―ordenó Yamato parándose muy cerca de la feliz reunión, con la piel erizada y los colmillos de fuera. Era un Alfa apunto de atacar.
―Yamato ―llamó Sora asustada sin entender el cambio tan abrupto que sufrió el rubio.
Koushiro se puso al frente de Matt mediando entre él y Joe, como Beta tenía más posibilidades de hacerlos razonar, aunque disimuladamente miraba a Tai. Tener a un tercer Alfa con las hormonas alteradas convertiría lo que debió ser un hermoso rencuentro en un disturbio que podría terminar en una celda. Por suerte Tai parecía estar controlándose mejor que el Doctor, que mostró los dientes en forma agresiva y respondió.
―¿Y si no quiero? ―pico Joe poniéndose a la defensiva. Cuando eran niños probablemente hubiera hecho caso, habría dimitido, pero esos tiempos quedaron muy atrás y ahora era un Alfa que no bajaba la cabeza ni rehuía a nada.
―Joe, por Dios ―dijo Sora intentando mostrarse calmada, una fachada que pronto cayó porque los aromas de dos Alfas la estaban abrumando. Sudaba frio y como todo Omega en una situación de peligro dejo salir un leve gemido que indicaba su vulnerabilidad y miedo, seguido a eso libero su aroma.
Koushiro llevo una mano a su nariz, si bien era un Beta ser uno de rango alto en este momento le permitía percibir los aromas, por eso podría decir que este enfrentamiento no terminaría bien, pues Yamato y Joe nunca parecieron llevarse bien y el motivo siempre fue...
―Tai ―gimió Koushiro. Taichi en este momento por más autocontrol que demostrara tendría que estar llegando a su límite, un Alfa tan territorial y obcecado como Tai nunca permitiría que agredieran a los que él consideraba cercanos.
Para sorpresa Taichi miraba directamente la escena sin pronunciar palabra, el sudor le bajaba por la frente mientras apretaba en puños las manos. Un hilo de sangre bajo por la comisura de su labio dándole a entender a Koushiro la enorme voluntad de la que estaba siendo acopio para no saltarle encima a Ishida.
Taichi dio media vuelta y salió de ahí a toda prisa.
― ¿Qué demonios quieres Ishida? ―gruñó Joe. ―Nadie te invito a esta reunión, y si eres un maldito sexista entonces lárgate, no eres nadie para juzgar nuestro tipo de relación.
―¿Estas con él? ―preguntó Matt sintiendo como la furia aumentaba dentro de él.
―Y que si así fuera, no te concierne ―espetó tintando su tono con superioridad.
Una respuesta que le valió un puñetazo en plena cara. Sora grito cuando Joe haciendo valer estatura y peso empujo a Matt por los hombros para hacerlo caer.
Esta pelea había estado pendiente desde hace mucho, y aunque ellos quisieran negarlo era obvio que estaban aprovechando para sacar toda la frustración que sentían desde que un niño llamado Taichi Yagami se cruzo en sus vidas.
Joe porque a pesar de lo mucho que se esforzó nunca logro ser el igual de Taichi, siempre lo vio hacia arriba, a su forma de ver era el Alfa perfecto, fuerte, inteligente, confiable, y sobre todo amable y humilde, valiente. Y ese epítome de superioridad miraba de manera disimulada, pero con anhelo al estúpido y creído Yamato Ishida. Joe se moría cada que la vista de Tai por escasos segundos seguían el cabello rubio del cantante. Incluso en algún momento llegó a atrapar a Tai escuchando con demasiada atención una que otra canción cuando las chicas de su salón las ponían a todo volumen en sus teléfonos celulares.
¿Qué tenía Matt que él no? ¿Por qué Tai no podía mirarlo de la manera que lo hacía con Ishida? Y justo ahora cuando pensó que tenía una oportunidad de acapararlo porque Yamato había desaparecido de sus vidas, este regresa.
Joe golpeaba con todas sus fuerzas sin importarle que cada golpe suyo era respondido por dos o tres de Yamato. Estaba tan furioso, y odiaba tanto al rubio que estaba dispuesto a morir con tal de destrozarle en lo posible su grotesca cara.
Por su parte Yamato estaba celoso, Joe había estado al lado de Tai durante mucho tiempo, se había bañado de la calidez de Taichi y si había llegado a ser alguien era debido a él.
Debía alejarse lo más pronto posible o iba a colapsar. Por un instante había sentido sus rodillas doblarse con toda la intención de gimotear por protección como lo había hecho Sora, y por Dios que no pensaba rebajarse a ello.
A unos pasos de Digi-Digi se sujetó al primer árbol que se topo en su camino para respirar desesperadamente aire limpio, necesitaba, quería sacar de su sistema esos aromas. Y luego para su horror total algo inesperado sucedió.
Taichi abrió cuanto pudo los ojos, miro hacia abajo a su entrepierna como si no pudiera creer lo que estaba sintiendo. Su entrada había comenzado a lubricar. La sensación húmeda y la relajación en su pelvis que precedían a la excitación le eran conocidas de sus celos, pero... él ni estaba en celo, ni encontraba una razón por la cual su libido estuviera despierto.
―Tai ―gritaron desde la puerta, y Taichi quería que la tierra se abriera para tragárselo.
Por suerte para Taichi se trataba de Koushiro, quien había confundido su malestar, pensando que se debía a su exagerado control sobre sus instintos que le pedían someter a los otros dos Alfas.
Tuvo tiempo de inventar una excusa más o menos creíble, tomar un taxi y llegar a casa. Apenas sentirse seguro mando todo al demonio y dejo que su Omega tomara el control, por primera vez en años se permitió actuar como lo que era, su cuerpo se restregó contra su cama con tanta necesidad, mientras su entrada lagrimeaba lubricante y palpitaba. Simplemente el cuerpo de Taichi había reconocido que necesitaba de su Alfa, el problema era que no sabía a ciencia cierta a cuál de los dos Alfa, porque el aroma que emanaron no era el que normalmente tenían, sino una variación que dejaba al descubierto su enojo. Y entremezclado causaron en Sora y él solo dolor, aunque debió haber algo más, de otro modo Taichi no estaría sufriendo de aquellos síntomas.
No lo pensó mucho porque no quiere fantasear con su amigo Joe, y cuanto menos con Yamato a quien no conoce de nada.
Se concentra en lo que su cuerpo necesita y le pide con urgencia. Se toca, se intenta saciar, pero después de un par de eyaculaciones no ha logrado el orgasmo ni esta satisfecho. Frustrado se da un baño de agua fría porque no le queda de otra.
A la mañana siguiente tiene trabajo y no piensa faltar más allá de lo estrictamente necesario.
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Yamato se encontraba afuera de Baeksan con la mirada bien fija en la puerta de entrada. Estaba completamente dispuesto a esperar todo el día de ser necesario, pero hoy vería a Taichi y aclararía todas esas sensaciones que lo estaban volviendo loco.
El día anterior apenas darse cuenta que Tai había desaparecido tanto él como Joe se calmaron lo suficiente para lanzarse miradas asesinas y cada quien ir por su lado.
Ahora sabía que, a pesar de ser un Alfa, Joe estaba muy dispuesto a buscar una relación con Taichi. Y él, él hace mucho que mando todo al diablo con respecto a los tabús y prejuicios sociales. Su familia sabía de esa posibilidad y nunca mostraron más que aceptación a cualquier decisión que tomara, siempre y cuando lo hiciera feliz. Y aunque hubo mucho que reprocharles a ambos, la falta de amor nunca formo parte de esa lista.
¿Así que porque intentar ir en contra de lo que sentía? ¿Por qué negarse a lo que le gustaba?
Y mientras pensaba en eso lo vio salir acompañado de al menos cinco compañeros más. Entre ellos iba Sora.
Remilgo por su poca suerte. La pelirroja iba a ser un pequeño gran obstáculo a salvar si quería hablar a solas con Taichi.
Discretamente siguió al grupo hasta un bar cercano, en donde pidieron una mesa y bebidas. Al parecer estaban celebrando.
Con forme la velada fue avanzando Matt sonreía al ser testigo del cambio de actitud por parte de Tai con forme el alcohol iba haciendo efecto en él. La sonrisa que en todo momento mostraba y los chistes sin sentido que hacían reír a sus acompañantes porque estaban demasiado ebrios para entenderlos de verdad. Se notaba a leguas que se estaban divirtiendo.
A eso de las diez dieron por finalizada su reunión, Sora se despidió con un poco de preocupación en la mirada al notar que Tai quizás bebió de más. Aún así se marchó en un taxi casi ordenando que le llamara en cuanto llegara a casa. Los demás hicieron lo mismo, se despidieron y cada quien tomo su rumbo.
Matt espero hasta ver caminar solo a Tai, al parecer pensaba tomar un autobús. Se fue acercando, acortando cada vez más la distancia. Comenzaba a percibir de apoco su aroma, o el aroma que parecía ocultar el que realmente emanaba de él y que Matt sabía era Chocolate.
Balanceandose como un bambú ante la brisa Tai se planto en la parada, sus ojos miraban a la distancia y hasta ese estado semi consiente pareció enamorar más a Yamato, quien sonrió y aprovecho la falta de concentración para terminar de acercarse. Debido a esa proximidad noto como por un leve segundo Tai olfateaba el aire y sonreía como si hubiera encontrado algo agradable.
Mirándolo nuevamente de cerca Matt podía decir que los años le habían sentado de maravilla. Taichi Yagami era un hombre exquisito a la vista, piel suavemente morena, cabellos cobrizos, de estatura media y complexión atlética. Si lo abrazara seguro encajaría con facilidad contra él, sus cuerpos juntos debían ser como dos piezas que al fin formarían un todo.
El autobús llego y Taichi abordo tambaleante, tanto que Matt tuvo que sostenerlo para que no callera cuando su pie resbalo de los escalones.
Tai agradeció la ayuda y termino de subir. Matt rio, estaba tan borracho que ni siquiera lo reconoció.
Tomó asiento junto a él, la bolsa que usaba Tai era de marca corriente, y de hecho la ropa que llevaba puesta no era de la mejor calidad y aun así lograba darle un toque de distinción que otro jamás lograría.
―Vainilla y cerezas ―murmuró Tai antes de cerrar los ojos.
Con el balanceo del aútobus Taichi comenzó a adormecerse, y pronto estaba intentando acomodar su cabeza sobre el hombro de Yamato quien con la respiración agitada y la emoción recorriendo cada arteria de su cuerpo se animó a olfatear sus cabellos.
Una leve sacudida le hizo despertar y darse cuenta que ya estaba por llegar a su destino. Tai se levantó intentando que sus pies coordinaran los suficiente para no tropezar entre ellos, se sujeto al pasamanos y solicito la parada.
Matt lo siguió, esta era una oportunidad única para saber dónde vivía, además de asegurarse de que llegara a salvo.
El pequeño departamento en el tercer piso era demasiado modesto para el dinero que se supone devengaba al ser empleado de Baeksan pensó Matt, aun así, fue feliz de ver que en el segundo piso había uno disponible. Entre sus planes no estaba una mudanza, sin embargo, no estaba de más cambiar de aires.
Bajo las escaleras de dos en dos, estaba eufórico al pensar en las miles de probabilidades que ofrecía el futuro, los encuentros fortuitos y aunque lo negara, la pequeña, diminuta posibilidad e haber encontrado a su pareja destinada, un milagro que solo uno en millones tiene la suerte de vivir.
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Taichi despertó con el incesante golpeteo en la puerta y un dolor de cabeza que punzaba con cada uno de esos infernales sonidos. Lo único que quería era que se detuvieran, pero parecía que eso no pasaría a menos que abriera la puerta.
Se levanto de la cama a trompicones para darse cuenta que estaba aun vistiendo la misma ropa que ayer llevo al trabajo.
Y esa misma línea de pensamiento pareció despertar su cerebro mientras este parecía preguntarse ¿Qué día es hoy? ¿Qué hora es?
Ya más despierto se apresuro a abrir la puerta para encontrarse con un joven en cuyas manos reposaba una caja de ¿comida?
―Buenos días, ¿Taichi Yagami? ―preguntó el repartidor con una amable sonrisa.
―¿SÍ? ―respondió él con desconfianza.
El joven entrego la caja y dio media vuelta.
―Espera... el dinero
―Esta pagado ―gritó sin girarse.
Taichi se quedo con la caja en las manos, sin entender del todo lo que había sucedido, pero supuso que ya sabría de quien procedía ese obsequio que llego caído del cielo, porque estaba fuera de sus posibilidades averiguarlo en ese momento, pues apenas tenia tiempo de darse una ducha y cambiarse de ropa. Hubiera sido imposible que desayunara si tuviera que cocinar.
Con el tiempo medido salió de la casa, camino a la parada de autobús y se dispuso a pasar un buen día.
En la oficina no hubo nada relevante, informes que requerían de una traducción adecuada para que fueran pasados a los distintos jefes de oficina. A las tres de la tarde era la hora de comer y como de costumbre bajo a la cafetería para empleados.
Su grupo usual de amigos ya estaba ocupando una mesa al fondo cuando él llego. Sora levanto la mano para hacerse notar, Tai no dudo en acercarse pensando que fue ella quien, quizás adivinando su resaca, y precavida como solo ella podía ser le había enviado el desayuno.
Entre la plática Tai no encontró el momento adecuado para agradecerle, así que considero que la mejor alternativa era esperarla al salir e invitarle como agradecimiento a cenar o al cine, según lo deseara, después de todo era viernes y mañana no había trabajo.
Sora salió a eso de la seis de la tarde y Tai no dudo en acercarse. Aunque lo que menos espero fue que ella negara rotundamente ser la persona que le envió el desayuno.
Así que Tai simplemente se disculpó por la confusión y se dispuso a volver a casa barejeando entre sus amistades quien más pudo haber tenido el detalle, pero no logro pensar en nadie más. Al llegar a su edificio noto un camión de mudanza, pero sabiendo anticipadamente que faltaba un inquilino en el segundo piso, no puso mayor atención.
Al entrar a su casa torció la boca, ¡demonios! Debió estar de verdad muy ebrio pues a su paso fue tirando cosas y al parecer le dio por buscar algo, porque la sala y la cocina parecían haber sido cateadas a conciencia. Además de eso, lo único relevante era...
―¿Pero que rayos me paso por la cabeza? ―se dijo mientras observaba el frasco de cerezas en conserva y la esencia de vainilla, ambos vacíos pues su contenido lo había derramado por la alfombra, como si quisiera aromatizar su vivienda con ese aroma.
Se prometió no volver a beber de esa manera.
Una vez termino de limpiar la sala y la cocina, además de dejar en la estufa a fuego bajo una sopa hirviendo, se dirigió a su dormitorio. Apenas entrar se dio cuenta que quizás fue ahí en donde termino la mayor cantidad de vainilla y cerezas. Si hasta encontró un par de las frutas rojas entre las ropas de su closet. Iba a tener que lavar todo eso.
Y al terminar, a eso de las ocho y media, una nueva calamidad se presentó. No había absolutamente nada en su despensa.
Así que, aunque al día siguiente era sábado y normalmente aprovechaba para dormir más, su pequeña borrachera al parecer lo estaba obligando a romper con esa rutina. Lo primero sería ir a dejar su ropa a la tintorería, rezando para que pudieran quitar las manchas rojas de cereza de sus camisas, y luego al supermercado. Porque no tenia ni un solo huevo.
Y como lo había planeado al día siguiente, se levantó temprano y fue directo a la tintorería. Al llegar al supermercado saco la lista que había hecho de los víveres, pues aún no le pagaban, lo bueno es que ya estaba a nada de recibir su primer pago. Pero por ahora era necesario limitarse a lo más esencial.
―Salsa para ropa ―nombro en voz alta mientras miraba la lista.
―¿Salsa para ropa?
Taichi levanto la vista al escuchar la pregunta, la voz le había sonado conocida. Sin embargo, lo que menos espero fue encontrarse con un par de ojos azules que lo miraban divertidos.
¿Debería sentirme ofendido? Se preguntó Taichi mientras apreciaba la clara burla en el rostro agraciado de Ishida.
―Cada quien tiene sus manías para nombrar las cosas ―dijo e intento pasar a su lado.
―Sí, bueno... ¿Te hace falta comprar muchas cosas? ―preguntó Matt cerrándole el paso.
―¿Y eso porque debería importarte? ―cuestionó a la defensiva Tai, porque Yamato y él no tenían precisamente una amistad, y la ultima vez que se cruzaron Matt estuvo a punto de golpear al pobre Joe, que es el Alfa más amable y calmado que conocía.
Matt se mordió los labios, ciertamente no era una pregunta que debería responder Tai, y la había hecho porque al encontrarse ahí tenía la posibilidad de ofrecerse a llevarlo de regreso en el coche. Ahora que también estaba el pequeño detalle de que Taichi no sabía que él se mudo al departamento abajo del suyo y que sabia su domicilio. Algo que podría hacer pensar a Tai que era un acosador.
―Yo... solo quería ser amable. Es decir... la ultima vez no resulto muy bien y estoy apenado por haber arruinado su reunión.
Tai pareció evaluarlo, luego en un resoplido cansado asintió con la cabeza.
―Esta bien, no pasa nada. Sólo, espero que la próxima vez que te encuentres con Joe sean más civilizados. Aunque lo dudes, en secundaría eras alguien a quien él admiraba.
Matt elevo las cejas ante lo dicho.
―¿Enserio?
―Si, es decir, eras el tipo de Alfa que cualquiera querría de amigo y pareja.
―Tu no... ―afirmó Matt con amargura y luego se pateo mentalmente, como se le ocurrió hacer tal recriminación. A su favor diría que sus labios fueron más rápidos que su cerebro. Un segundo después la risa de Tai detuvo cualquier reclamó interno.
―Claro que quería ser tu amigo, siempre quise, pero la verdad era que no encontré la forma de disculparme por lo que hice el día que nos conocimos ―aclaró con la mirada ladeada y el rubor ganando terreno en su rostro. ―Te deje a medio pasillo aun sabiendo que estabas herido. Y luego todo empeoro ese día en que el profesor Imura me llevo dentro de la escuela. Cuando apareciste diciendo que habíamos quedado de vernos... yo sabia que estabas intentando ayudarme, que lo hacías por que la situación parecía sospechosa. Nunca encontré el momento para acercarme a ti, siempre estabas rodeado de personas que buscaban tu atención. Y con forme pasaba el tiempo pensé, ya ni lo ha de recordar, y me daba vergüenza ir a darte las gracias demasiado tarde.
Y era en parte verdad, aunque mayormente lo evito debido a que sabía que Matt era un Alfa de alto rango. Simplemente estar cerca le intimidaba de alguna forma, que nunca llego a comprender porque además de Yamato, no tuvo problemas para tratar con otros de su casta.
Yamato sintió una leve esperanza aleteando en su corazón, si todo eso era cierto entonces...
―Yo... tengo la canción.
―¿La qué?
―La canción que me pediste hacer antes de que ... antes de que te fueras.
A Taichi esa noticia pareció caerle como balde de agua fría porque sus manos perdieron fuerza y soltó la canasta con las cosas que había comprado. El ruido hizo que varios de los clientes voltearan su vista en su dirección, pero al ver que solo había sido un pequeño accidente pues Tai levantaba todo a las carreras con ayuda de Matt, regresaron a lo suyo.
―Si aun la quieres, es tuya.
Taichi no sabía que decir, era increíble que Matt hubiera terminado su encargo aun sin saber si algún día se volverían a ver.
―La quiero...
Mientras conducía Matt solo podía pensar en lo afortunado que había resultado su encuentro con Tai, pues no solo habían aclarado mal entendidos, sino que ahora lo tenía sentado a su lado y con dirección a su departamento. La verdad sentía mucha curiosidad de cómo reaccionaría Taichi cuando llegaran al mismo edificio en donde él vivía.
Al propósito Matt había omitido su dirección, simplemente se limitó a invitarlo a su casa, por supuesto no esperaba que accediera de inmediato. Contrario a eso Taichi pareció muy entusiasmado de hacerse con la pieza musical lo más pronto posible.
―¿Aún tocas? ―preguntó interesado sin saber que Matt estaba por demás feliz de que fuera el mismo Tai quien iniciara la conversación.
―No, lo deje como mero hobby.
―Entonces, ¿a que te dedicas?
―Soy piloto.
Taichi silbó impresionado.
―¿Algún día podría acompañarte? Debe ser increíble volar.
Yamato le sonrió antes de responder que sí, si Taichi deseaba eso entonces buscaría la forma de meterlo de contrabando a pesar de que la base tenía una regla muy estricta sobre cero visitas.
Taichi no pudo ocultar su gesto de horror combinado con sorpresa cuando Yamato tomó el cajón de estacionamiento en el mismo edificio en donde él vivía.
―Vamos ―invito Matt retirándose el cinturón de seguridad y botando los seguros de las puertas. ―Deberás disculpar el desorden, pero acabo de mudarme el día de ayer y...
―No puede ser ―gimió Tai, luego con una enorme sonrisa agrego. ―Vives justo debajo de mí.
Yamato ya lo sabía, pero hizo su mejor actuación para aparentar que acababa de enterarse.
Continuara...
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