Capítulo 7
Taichi respiró profundo, acomodó como por veinteava vez su corbata y luego reanudó su marcha. Atravesó la amplia explanada del edificio principal de Baeksan Company, una industria coreana cuyo poder adquisitorio estaba creciendo a pasos agigantados.
La entrada constaba de una pequeña escalinata de cuatro peldaños a lo largo, al frente siendo toda la fachada de cristal se hallaban tres puertas giratorias que daban al increíble vestíbulo. Las dos recepcionistas vestidas con ropa formal detrás del enorme escritorio le regalaron una sonrisa cordial apenas verlo, mientras preguntaban el motivo de su visita.
―Una entrevista de trabajo ―respondió luego de devolver el saludo.
Las dos chicas amablemente le indicaron la ruta a seguir, entregándole además un pase de visitante.
―Buena suerte ―le desearon.
Taichi no podía evitar los nervios. Si todo salía bien estaría en la nómina de una de las empresas más prosperas de oriente. Por su puesto no se hacía grandes ilusiones, porque a pesar de haber terminado una carrera con excelentes créditos, aún no gozaba de la experiencia que se requería para el puesto. Y si bien había conseguido la entrevista por sus propios medios, negándose en redondo a que Kyotaro le consiguiera una recomendación, consideraba que podría tener alguna posibilidad si al menos se le presentaba la oportunidad de demostrar su valía.
El área administrativa y en especial Recursos Humanos parecía bullir en pendientes, personas yendo y viniendo en todas direcciones apresuradas en terminar sus deberes. Además de varios hombres y mujeres que postulaban para el mismo puesto que él.
Esto iba ser como mínimo reñido. Tomó asiento en uno de los lugares disponibles y esperó pacientemente hasta ser llamado.
―¿Señor Yagami? ―nombró una mujer pelirroja desde la puerta con su vista siempre clavada en la lista de aspirantes.
―Si, soy yo... ―Taichi se puso de pie y camino rápidamente hasta la chica y entonces sintió que se atragantaba con la emoción que afloro en su pecho al reconocerla. ―Sora, ¿Eres tú?
Sora Takenouchi elevo la mirada y parpadeo un par de veces buscando algún rasgo familiar en el hombre frente a ella, y luego pareció caer en cuenta a quien tenía delante.
―Por todos los cielos, Tai ―gimió ella emocionada.
Habían sabido muy poco de su amigo, después de su mudanza repentina que dejo a muchos sorprendidos y a otro más, como Joe, Koushiro y ella misma molestos y tristes. Habían recibido un par de cartas escuetas sobre en donde vivía, la carrera que pretendía estudiar y sobre todo que los extrañaba. Pero nada más. No mencionaba amigos o novias, si pensaba quedarse en España o si pensaba volver.
―¿Entonces trabajas aquí? Pero que pregunta, es obvio que sí ―se respondió él mismo.
―Soy secretaria, apenas hace un año obtuve el puesto, pero en realidad aun sigo deseando ser diseñadora, trabajo para pagar mis cuentas y las costosas telas que de vez en cuando tengo que utilizar para mis diseños en cada certamen.
―Eso es grandioso, estoy seguro que pronto lo conseguirás.
Mientras charlaban Tai disimuladamente admiraba la estructura interna de Baeksan, su diseño arquitectónico le hacia parecer un palacio de cristal y acero por dentro. Llegados a la sala Sora le deseo mucha suerte y lo dejo pasar con los entrevistadores.
Taichi tomó asiento frente a los tres hombres trajeados que lo miraban de manera sería. Empezaron con las preguntas de cajón, en donde había estudiado, si tenia experiencia de alguna índole, que esperaba obtener a futuro, y otras tantas que Tai respondió con una sonrisa de manera mecanizada.
Agradecieron su tiempo y le pidieron volver con los demás aspirantes.
Eran las tres de la tarde cuando Sora se presentó frente a ellos con una lista de los nombres de los candidatos que pasarían a la segunda ronda de preguntas. Entre ellos estaba Taichi.
Una vez más volvió a estar frente a un jurado, esta vez compuesto por dos mujeres y un varón que con una actitud más cordial iniciaron la ronda de preguntas.
Esta vez eran más personales, como si tenia disponibilidad de tiempo, como veía su futuro de ahí a diez años, cuales eran sus metas a largo y corto plazo, si tenía la intención de continuar sus estudios.
Estaba por responder esta última cuando golpearon a la puerta, el hombre joven de quizás unos treinta y dos años entro con la clara angustia en la mirada.
―Señora, la secretaria del señor Duval acaba de informarnos que viene para acá ―informó a las carreras. ―Pero el presidente salió hace apenas una hora para una cena de negocios y se llevo a la señorita Mimi, así que no tenemos traductor, y lo peor es que le acompaña el asesor financiero de Bank of America Corp.
La mujer del medio se puso de pie, Maki Himekawa era de complexión delgada y de estatura promedio, sin embargo, su actitud era por demás intimidante, su mirada fiera y la confianza con la que tomaba decisiones le había valido para convertirse en poco tiempo en la subdirectora de la sucursal Baeksan en Japón.
―No te alteres por un inconveniente tan pequeño ―reprocho ella mientras caminaba a la salida y le hacia una seña a Taichi para que la siguiera. En un par de segundos estaban ahora parados en la sala donde los aspirantes esperaban.
―Buenas tardes caballeros y señoritas, mi nombre es Maki Himekawa y soy la subdirectora de Baeksan Company Japón. Todos ustedes están aquí para ocupar el puesto de traductor y/o asistente ejecutivo. Así que voy a resumir la entrevista a una sola pregunta.
Los casi quince candidatos contuvieron el aliento, incluyendo a Tai que al haber escuchado el problema ya se estaba haciendo una idea de cual sería esa pregunta.
―Estamos a unos minutos de recibir a Michael Duval, heredero legítimo de ExxonMobil ―que para quien no lo conoce es una empresa petrolera, con presencia en más de 40 países, cuyos ingresos mensuales son aproximados a 284,650 millones de dólares. Y a Wallace Shawn, el asesor financiero de Bank of America Corp, para la que supongo no necesitan antecedentes. Así que sabiendo a los personajes que nos visitan me atrevo a preguntarles, ¿Quién cree estar capacitado para hacer de traductor y apoyo? Les recuerdo que este es un trato multimillonario y el más mínimo error puede costarnos mucho.
Los murmullos en la sala no se hicieron esperar, la mayoría estaba ahí para un puesto menor y no creyeron que tendrían que participar de inmediato en algo tan importante, otros simplemente estaban demasiado intimidados por la cantidad de dinero en juego.
Sin saberlo ellos habían caído en la trampa de Maki, quien al propósito había soltado números para intimidarlos.
―Yo lo haré ―dijo Taichi con firmeza colocándose a un costado de Himekawa.
―Excelente ―fue lo único que agrego antes de indicarle al hombre que había ido a buscarla que le diera a Tai el folder con puntos a tratar de la reunión. ―Lee, memoriza y nos vemos en cuarenta minutos en el helipuerto para recibir a nuestros invitados.
Taichi fue jalado a una oficina elegante y espaciosa, el hombre le tendió tres gruesos folders mientras le indicaba los lugares que podrían interesarle en ese momento, en especial los baños por si tenia que ir a tirar el miedo.
Taichi rio ante ese intento de calmarle.
―Taichi Yagami ―se presentó amablemente.
―Takuya Kambara ―respondió y luego se marcho dejándolo solo.
Taichi respiro profundo y luego abrió la primera carpeta.
La reunión fue fluida y Taichi quedo impresionado por la forma tan ágil y natural con la que Himekawa manejaba los negocios, y de hecho lo único que tuvo que hacer fue escribir las ideas principales y mantenerse alerta por alguna petición de los americanos.
Al terminar la reunión Taichi estaba algo consternado, todo lo que había dicho Himekawa frente a los aspirantes fue exagerado, cualquiera en esa sala pudo hacer el trabajo de manera eficiente.
Maki que pareció leerle el pensamiento comento al aire.
―Puede que tengan las habilidades, pero les falta confianza y ambición.
Y con esas escuetas palabras sonrió mirando el basto cielo oscuro, eran aproximadamente las nueve de la noche y ellos habían acompañado a Duval y Shawn hasta su helicóptero como mera cordialidad.
―Si trabajas duro, estoy seguro que llegaras muy lejos, por ahora lo único que puedo decir es que el trabajo es tuyo. Bienvenido a Baeksan Company.
Taichi salió a eso de las diez después de que Takuya, que ahora sabía era el secretario de Himekawa, le diera un recorrido rápido por las instalaciones, le mostrara la que sería su oficina y le hablara del horario laboral. Una vez en antecedentes salió destilando alegría.
No tenía coche así que caminó hasta la parada de autobús, espero unos diez minutos antes de verlo aparecer, Tokio era muy diferente a Madrid en muchos aspectos, pero estaba recobrando muy rápido su sentimiento de pertenencia a su ciudad natal. Además, las cosas le estaban yendo bien. Había conseguido el empleo y tenía alquilado un pequeño departamento de apenas dos habitaciones cuyo mejor atributo es que se encontraba a tan solo tres paradas. Así que de ahí en adelante podría ahorrarse el transporte porque pensaba usar la bicicleta; y como si la vida no fuera lo suficientemente buena, pronto vería de nuevo a su preciosa hermana. Estaba tan ansioso de estrecharla entre sus brazos, de ver a su madre y agradecerle todo lo que hizo por él, lo que sacrificó, el haberle permitido llegar hasta donde estaba a pesar de ser un Omega.
Con casi veintiún años estaba casi al otro lado, ahora solo debía mantenerse estable, los celos eran un tema que había dominado de una manera u otra y estaba seguro de que, si algún día se encontraba deseando tener familia, el Alfa al que le diera la oportunidad sería una buena persona.
Despertó justo a tiempo de sus cavilaciones, por poco y pasa su parada. Solicito la bajada y espero a que el vehículo se detuviera. Bajo sintiendo que las cosas estaban en orden al fin, que después de tanto trabajo y sacrificio su vida era lo que siempre soñó. Era libre para hacer lo que deseara, era un hombre, un omega con un futuro por delante.
Pero mientras Tai descendía por la puerta trasera, un hombre rubio abordaba por el frente. Uno que apenas pagar gruñó algo parecido a la palabra "chocolate".
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Yamato despertó de muy mal humor, le dolía la cabeza y se preguntaba ¿Por qué siempre terminaba en ese estado de resaca cada que su nariz percibía ese aroma? A noche después de salir de la base intentó llegar lo más rápidamente a casa, mes y medio sin dormir en su cama era demasiado. Amaba volar, pero a veces se encontraba deseando una vida más relajada, un trabajo menos exigente para poder tener vida social.
Y justo para llegar, al tomar el ultimo autobús ese aroma le golpeo la nariz, era apenas un leve indicio, pero para él fue lo suficiente para alterarle los sentidos y ponerlo cachondo.
Tenía años sin sentir esas molestias, entonces ¿Por qué regresaba?
Tiro de las mantas y se cubrió hasta la cabeza, le dolía pensar en ese entonces, cuando el lunes por la mañana, después de la huida de Taichi de su casa, simplemente se entero que se había ido. Su Alfa gritó, su furia fue tal que tuvo que faltar varios días a la escuela porque cualquier cosa le alteraba. Llegando al punto en que Hiroaki se vio en la necesidad de ir a buscar explicaciones a la casa de los Yagami.
Para su sorpresa su padre regreso con una sola y escueta respuesta.
―Se fue a España con unos parientes.
Y así lo perdió. Lo que es peor, se había tragado su orgullo para preguntarle a los amigos de Taichi si tenían una forma de comunicarse con él, un teléfono o dirección a la cual escribirle. Y aunque al principio pensó que lo mandarían por un tuvo, en realidad pudo ver la sincera decepción cuando le confesaron que no les dejó absolutamente nada para contactarle.
Así que resignadamente y con el tiempo volvió a tomar control de su Alfa. Uno que por cierto berreaba cuando Matt intentaba tener pareja, era como si hubiera un lobo dentro de él que exigía dejara de tontear y buscara a su pareja.
Pero la realidad era que Taichi no era su pareja, nunca lo fue y nunca lo sería. Si Tai llego a sentir la conexión entre ellos, al momento de huir le estaba dejando en claro que no deseaba nada con él.
Quizás estaba asustado de como lo tomarían sus padres, de lo que representaría ante la sociedad, como los señalarían por ser Alfas. Pero Matt hubiera estado dispuesto a intentarlo, Dios, su padre le había mostrado apoyo, entre los dos pudieron...
―Pero se largo ―gruñó aventando las sabanas como si estas quemaran antes de comenzar a patalear igual a un niño pequeño haciendo rabieta, como si al hacerlo lograra aventar lejos sus propios anhelos y pensamientos.
Y eso era lo peor, no podía creer que después de años de separación aun le pudiera tanto, que le lastimara pensar en Tai. Que su solo recuerdo removiera en él un anhelo desesperante que hacia a su Alfa gimotear como cachorro abandonado.
Simplemente era patético.
Con desgana se levantó, se puso lo primero que encontró, tomó su cartera y caminó a la salida, lo primero de su lista era abastecer su despensa para las siguientes dos semanas, que eran su periodo vacacional.
Por la posición del sol en el cielo podría decir que eran cerca de las doce del día, y se sentía realmente bien no tener que levantarse a las tantas de la madrugada, ser militar era un asco cuando se trataba de horarios, pero valía la pena cada que se sentaba frente a los controles de un avión. Surcar los cielos, dar piruetas y sentirse libre, amaba los cielos despejados y le asombraba la devastadora fuerza de la naturaleza en estado puro.
Con las compras y sintiendo por primera vez en días la falta de presión por terminar o llegar a tal o cual lugar, camino hasta un parque cercano para descansar en una de las bancas, balas de luz atravesaban las copas de los árboles, el canto de los pájaros y el rumor de la brisa contra la hojarasca, eran detalles que entre ordenes se olvidaba de disfrutar. Vio a la gente pasar, familias completas, niños cuyas risas infantiles demostraban verdadera felicidad, ancianos que con calma disfrutaban de una apacible caminata, pero por sobre todo parejas.
Al cabo de un rato su estómago protestó, aún no había desayunado. Salió del parque y recordó que no muy lejos de ahí había un pequeño café que Mimi, una amiga de la universidad, que ahora trabajaba como traductora de Baeksan, le había recomendado en incontables ocasiones. Y ahora que pensaba en ella se preguntaba si tal vez sería buena idea llamarle y decirle que estaba cerca, quizá hasta podrían comer juntos.
Con ese pensamiento saco su teléfono y marco el número. No tardo en escuchar como daba línea.
―Matt ―chillaron al otro lado. ―¿Cómo has estado?¿Esta todo bien, no sueles ser de llamadas? ¿Quieres que vaya por ti a algún lugar? ¿Debo llamarle a tu hermano? Matt, responde.
Yamato rio, esa era la misma Mimi que el recordaba, efusiva y sin una palanca de freno. Esa que se aferro a ser su amiga e insistió día y noche hasta que lo logro sin importarle mucho lo que él deseara.
―Estoy bien, de hecho, mejor que eso, acaban de darme vacaciones y adivina en donde estoy.
―Dime que de camino a una playa para olvidarte el mayor tiempo posible de tu estresante trabajo.
―No. Estoy yendo en dirección a cierto café que me recomendaste.
―No lo puedo creer, espera, tomare mi descanso y te veo ahí en unos veinte minutos.
Y la comunicación se cortó, Matt torció la boca en una sonrisa algo afectada mientras pensaba que quien buscara una relación con ella seguro debería usar protección para deportes extremos, porque era como saltar a un tren que va a mil por hora.
Al fin de unos cinco minutos al fin lo vio. En la puerta se leía un letrero bastante cursi en rosa y rojo que rezaba, Digi-Digi. Al entrar se quedó gratamente impresionado, el lugar estaba decorado a un estilo muy hogareño. Era como entrar a la sala y comedor de una casa acogedora.
―Bienvenido a Digi-Digi ―dijo una chica de lentes redondos. ―Tomé asiento en donde mejor le parezca y ahora le atiendo.
Matt decidió que una mesa cerca de la ventana era la mejor opción, desde ahí podía ver sobre la copa de los árboles la parte alta del edificio de cristal que era la cede de Baeksan Japón. Una vez más saco su teléfono con la intención de mandarle un mensaje a su hermano, porque de no hacerlo iba molestarse. Eran pocas las veces que podían verse y para que mentir, Matt también estaba deseando verlo.
Y entonces se puso de pie de un salto, sus manos se aferraron a la mesa al tiempo en que sus pupilas se estrechaban, su nariz acababa de percibir de nuevo ese aroma que lo volvía loco.
―Chocolate... ―gruño sintiendo el cosquilleo en sus colmillos que indicaba que estaban comenzando a crecer.
―¿Matt? ¿Esta todo bien? ―preguntó Mimi al verlo tan alterado.
―Estoy bien, pero debo irme ―dijo sin darse cuenta que la chica iba acompañada de otra.
―¿Ese era Yamato Ishida? ―pregunto la omega pelirroja sin poder ocultar el sonrojo en sus mejillas. ―Se a convertido en un Alfa increíblemente guapo.
―Si era él, pero ¿de dónde lo conoces Sora?
―Oh, llegamos a estudiar en la misma secundaria.
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Taichi sintió un leve atisbo de algo, su Omega estaba inquieto, había algo en el aire que le estaba haciendo sentir de esa manera.
―¿Todo bien? ―preguntó Takuya al ver a Taichi detenerse apenas salir de Digi-Digi. Miraba como si buscara con desesperación.
―Todo esta bien ―respondió mientras apaciguaba de la mejor manera su instinto Omega. ―Creí oler... creí oler vainilla... ―y olisqueo discretamente el aire. ―Vainilla y cerezas.
―Amigo, los antojos para después, saliendo vamos por helados o cualquier cosa que tenga esos sabores, pero ahora debemos regresar.
Taichi sabía que Takuya tenía razón, se encogió de hombros restándole importancia y continuo su camino de regreso a Baeksan, pues el descanso había terminado y era hora de volver a la oficina.
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