Capítulo 5



Taichi despertó sintiéndose desorientado y con el cuerpo pesado como si este de repente pareciera haber aumentado de peso varios cientos de libras.

―Tómate las cosas con calma ―aconsejó el profesor Nishijima.

El hombre se encontraba sentado en una silla cerca del catre de donde él se encontraba recostado.

―En donde estamos? ―preguntó Tai al no reconocer el lugar.

―En mi casa ―respondió el profesor. ―Al ser un Omega he aprendido a tomar ciertas precauciones y a medir el tiempo entre series u oleadas. Las primeras veinticuatro horas las pasaste en la escuela, para ser más exactos en mi oficina. Por suerte para ti fue viernes y los sábados solo un par de clubes utilizan las instalaciones, pero ninguno se acerca al laboratorio. Cuándo considere que era más o menos seguro, le pedí a Kyotaro que nos transportara en el auto hasta aquí.

―Mamá ―exclamó Tai con toda la intención de levantarse.

―Ella sabe que estas aquí, tranquilo. Tuviste la lucidez suficiente para dictarme el numero antes de que el celo nublara completamente tu razón. Le expliqué lo que sucedió, y ella me conto algunas cosas con respecto a tu situación y a tu casta.

―Entonces... ¿lo sabe?

―Sí, aunque lo primero que debes saber es que los Omega de alto rango no se muestran a tan temprana edad, así que tu no eres uno. Sino... ―Nishijima respiró profundo. ―Los únicos capaces de hacerlo son las Castas Puras, Alfas u Omegas son en extremo raros, y creo que entiendes muy bien lo difícil de tu situación.

Taichi apretó entre sus manos las mantas que hasta hace poco le cubrían.

―Lo complicado aquí es que la mayoría cree, hasta yo llegue a considerar, que tu casta sería Alfa, por lo que será muy complicado que ahora te hagamos pasar por Beta. Además de eso entre menos personas sepan este secreto será mejor, pero vas a necesitar mucha ayuda.

―Profesor Nishijima, usted es un Omega, así que supongo que es la persona más indicada para hacerle esta pregunta. ―El maestro fijo su mirada en el niño y esperó. ―¿Hay alguna forma de hacerme pasar por Alfa?

Nishijima apretó los labios. ¿Qué estaba loco? Acaba de decirle que era complicado ya de por si hacerlo pasar por Beta y le sale con esa pregunta. Así que con una sonrisa forzada se obligó a responder.

―Sería más fácil si aspiraras a ser Beta.

―¿La hay? ―presiono Tai.

―La hay ―respondió Nishijima en un resoplido molesto. ―Pero será muy complicado, vas a tener que trabajar el doble o triple que cualquiera Alfa normal.

―No importa, yo...

―Si tan decidido estas lo primero que debes saber es que, tendrás que imitar el aroma Alfa y eso solo puedes conseguirlo de dos maneras ―dijo Imura apersonándose, toda su fisonomía asemejaba un enorme témpano de hielo, frio y distante, pero Taichi podía ver en su mirada una pizca de preocupación.

―¿Cuáles son?

―Dejar que un Alfa te reclame.

Y ante la sola idea Taichi se estremeció, porque obviamente el Alfa en cuestión tendría que ser uno adulto, un adolescente de la edad de Taichi no estaba aún en control de sus habilidades y marcar a un Omega requería de cierta maduración de los órganos reproductivos.

―¿O...?

―Las máscaras de olor, pero sin duda estas enterado del precio de estas.

Taichi asintió con la cabeza y luego agacho la mirada mientras comenzaba a sentir que los caminos se le cerraban.

―Sigo insistiendo en que pasar por Beta sería mucho más fácil ―insistió Nishijima. ―Podrías seguir ocultando tu aroma, y solo tendrías que cuidar tus ciclos de celo.

―Voy a ser un Alfa... ―afirmó Tai. ―Debe haber una forma.

―Tai, lo que estas pidiendo es casi imposible, un Omega, jamás, escúchalo, nunca podrá ser o compararse en lo más mínimo a un Alfa.

―Claro que no, POR QUE YO SIENDO OMEGA SERE MUCHO MEJOR ―gritó Taichi con lágrimas resbalándole por los parpados. ―Solo necesito una oportunidad para demostrarlo.

Nishijima estaba anonadado, ¿de dónde sacaba este niño tal convicción?

Una risa se escuchó en la estancia llamando la atención de los dos Omegas.

―Acabo de decidir que estoy de tu lado ―anunció el Alfa con un brillo en los ojos que, hasta ese momento nunca había visto Nishijima en la mirada de su pareja. ―Voy a ayudarte y veamos hasta donde llegas enano.

Taichi agradeció la intención, una persona más que estuviera de su lado siempre sería bueno.

―No Tai, no lo entiendes, Kyotaro Imura no es solo un profesor ―aclaró renuentemente Daigo.

―Tai ―interrumpió el profesor Imura. ―Antes de convertirme en maestro mi trabajo implicaba tener algunos contactos, así que alégrate, ya puedes dejar de preocuparte por la máscara de olor. Y espero que estés preparado, porque voy hacer que ningún Alfa, por muy fuerte que sea, pueda doblegarte. Lo demás dependerá de tu fuerza de voluntad.

Taichi por dentro agradeció a cualquier deidad que estuviera ayudándolo al poner a estos dos hombres maravillosos en su camino.

.

.

.


4 años después.


Yamato cuadro los hombros y afilo la mirada, y eso fue suficiente para que el otro diera un paso atrás. A estas alturas y con ahora dieciséis años encima Yamato llevaba mejor eso de ser Alfa, y aunque lo negara había encontrado varios beneficios, los cuales explotaba con bastante frecuencia.

Como en este momento que con su sola presencia era capaz de evitar que su compañero de clases intentara golpearlo, porque su aura dominante le advertía que se estaba metiendo con el sujeto equivocado. Es decir, intimidación.

―Voy a decirlo una sola vez Sato, no he estado nunca, ni estoy interesado en estar con tu chica ―afirmó sin desviar su mirada del otro. ―Lo que ella diga o quiera me tiene sin cuidado. Y tú deberías hablar con ella y no venir a reclamar rumores que no tienen validez.

Y luego dio media vuelta para salir de ahí mientras gruñía. A paso medido abandono el aula, observando en los pasillos a los otros alumnos tomar sus cosas, juntarse con sus amigos y hacer planes.

No era ni por asomo la primera vez que se veía envuelto en una situación parecida, desde que su banda comenzó a volverse un poco más popular, y él debutó para asombro de todos como vocalista, tenía que escuchar el reclamo de algún novio celoso al menos una vez a la semana.

Pero a él poco o nada le interesaban esas chicas que descaradamente se le acercaban con sus aromas expuestos, buscando llamar su atención, despertar al Alfa que fuera de la época de celo, casi siempre mantenía oculto.

La mayoría de sus compañeros de clase, y en general de los adolescentes de su edad, parecían más interesados en tontear con su recientemente adquirido control sobre su segundo género que en pensar en su futuro.

Las Omegas con sus aromas tentadores y voces dulces que manipulaban y hacían doblegar la voluntad de manera pasivo-agresiva, sus mentes astutas, cuerpos flexibles y ágiles.

Los Alfas, con sus voces de mando, sus cuerpos ganando musculatura y mente sagaces, veloces, cuerpos grandes y carácter dominante. Buscando siempre sobrepasar los límites, queriendo levantarse como el mejor.

Quizás las únicas excepciones a las descripciones anteriores serían los amigos de Taichi, y Taichi mismo.

Koushiro Izumi siendo un Beta de rango medio la pudo haber tenido fácil, ser solo uno más y disfrutar de una adolescencia más o menos tranquila, sin embargo, el pelirrojo era demasiado competitivo para un Beta y gustaba de dejar en ridículo a muchos Alfa que pensaban podían hacerle frente en el ámbito digital. Koushiro era un programador nato, y su mente brillante le había granjeado un lugar en el pódium en muchas competencias a nivel nacional e internacional.

Joe Kido, el antes patético Alfa de rango medio, sin duda dio un giró de 360 grados, pues ahora con diecisiete, casi dieciocho años se mostraba confiado, de conversación agradable y presencia amable. Muchas de las personas lo describían como un Alfa confiable y responsable. Sus notas siempre lo colocaban por delante de la mayoría y nadie dudaba que pudiera llegar a la Nacional de Medicina sin problemas.

Sora Takenouchi, la Omega de alto rango que se integró al grupo poco después que pasaran a secundaria, era la típica estrella, dulce, amable, delicada, cordial, en pocas palabras perfecta. Muchos rumoreaban que era la novia de Taichi.

Y por último, aunque no por ello menos importante, el líder. Taichi Yagami. Si al principio Matt quedo fascinado con el chico debido al fuego incandescente que parecía ser su determinación y ferocidad, ahora podía decir que como Alfa Tai era lo que cualquiera de esa casta aspiraría a ser.

Taichi no solo era capitán del equipo de futbol, sino que apoyaba al de basquetbol, natación, atletismo y hasta al de boxeo en competencias importantes, sus notas, aunque no eran de excelencia, si eran buenas. Su carismático carácter, bromista, casi pícaro, coqueto, siempre lo hacía resaltar a donde fuera, y como cereza del pastel, un físico de infarto.

Taichi a pesar de practicar muchos deportes apenas tenía musculatura, su figura era grácil y definida, pero no por ello era alguien a quien pudieras intimidar, lo había visto poner en su lugar a hombres con el doble de peso; y su rostro de rasgos felinos conquistaban a cualquiera que tuviera la fortuna de verle.

Y aunque Matt admitía todo aquello no por eso eran amigos, de hecho, se habían mantenido uno lejos del otro, como dos predadores que a la distancia respetan su supremacía, pero no están dispuestos a ser aliados.

Respeto.

Eso era todo.

O al menos eso era lo que Matt pensaba cada que por alguna razón terminaban de frente, ya sea porque coincidían en alguna materia, o se encontraban en lugares públicos como el centro comercial, el cine y otros.

Intercambiaban saludos, pero no había conversación.

Algunos llegaron a preguntarle si lo odiaba, además de describirlos cómo los típicos polos opuestos, Taichi era fuego, mientras Yamato se comparaba al hielo. Y la verdad era que no, él no tenía nada en contra de Yagami, pero...

Para si mismo Yamato admitiría que sentía que Taichi ocultaba algo, y su aroma, cuando a estado cerca de él su aroma lo repele, como si fuera una bofetada, cual si él supiera que era una... una máscara... como sí detestara el aroma por falso.

Pero desde que tiene memoria y Taichi se declaró como Alfa al mundo siempre ha tenido el mismo aroma, así que Matt no entiende el porqué de ese sentimiento. Y por todo lo anterior puede decir que no lo conoce lo suficiente para dudar de algo tan significativo y valioso, como es aroma.

Y volviendo al presente, a este día que de por sí ha ido mal, por supuesto no podía ir a casa sin la mala suerte de toparse con Tai.

Justo recargado en el marco del portón se encontraba el anteriormente nombrado, lucia sensacional, su cabello marrón bailaba con el viento mientras el sol de la tarde parecía divertirse creando diferentes matices. Incluso su piel morena brillaba y detallando más a fondo su rostro mostraba un ligero sonrojo.

Hermoso, esa era la definición que brincaba, una que le hacía enfurecer porque Taichi era igual que él un Alfa, y un Alfa no puede tener nada con otro Alfa.

―Hola Yamato ―saludó Tai con una sonrisa que le hizo estremecer, y de ser menos estoico sonrojar.

Matt apenas hizo un gruñido de reconocimiento y continúo su camino.

―¡Hey! ―exclamó al verse ignorado, y corrió a colocarse frente al rubio para obligarlo a detenerse.

―¿Qué quieres Yagami? ―esta era la conversación más larga que habían sostenido durante todos los años que llevaban de conocerse, claro, sin contar el día que se conocieron.

―Yo, veras ―y con gesto nervioso se rasco la nuca. ―Quería pedirte ayuda.

Matt elevo las cejas, debió haber escuchado mal.

―Veras, tú eres bueno en eso de la música y... ―¡Ah! Sí, olvidaba que el casi Dios Taichi Yagami era un completo negado a la música y cualquier otro tipo de expresión artística, un don que Matt tenía bastante dominado. ―Hay una chica que...

Y la sola mención de una tercera persona hizo que Matt apretara los puños y empujara fuera de su camino a Tai para continuar andando a paso rápido.

―Búscate otro ―espetó casi iracundo, lo cual era estúpido porque Tai no dijo nada fuera de lo normal para hacerle sentir rabia.

―Voy a pagarte ―ofreció intentando seguirle el ritmo.

―Mi precio sería muy alto ―respondió sin verdaderas intenciones de ceder.

―No importa, te prometo pagar hasta el último centavo ―dijo desesperado.

―Y quien te dijo que estaba hablando de dinero ―corrigió Matt deteniéndose y dando media vuelta para sentir el cuerpo de Tai estrellándose contra su pecho.

Matt parpadeo un tanto conmocionado ante un descubrimiento delicioso, como siempre veía a Tai a la distancia había pensado que eran aproximadamente de la misma estatura y no diez centímetros más alto que él, además su pecho era casi pequeño en comparación de la amplitud del de Matt. Y justo cuando el cerebro de Yamato quiso ahondar en otros aspectos su nariz capto ese asqueroso aroma.

Olía a maderas con un toque de eucalipto, nada del todo desdeñable, pero que al olfato de Matt le pareció hasta ofensivo por alguna razón desconocida.

―Lo siento ―se disculpó Tai separándose rápidamente.

―Lo que sea, solo regresa por donde viniste ―sugirió Matt listo para dar por finalizado este encuentro extraño.

―Haré lo que quieras y durante todo el tiempo que tu decidas ―dijo Tai con voz desesperada. ―De verdad, necesito tu ayuda.

Matt casi rechino los dientes al pensar quién sería la maldita afortunada que tendría a Taichi tan dispuesto a soportarlo con tal de conseguir un obsequio que el Alfa considerara digno. Pero la verdad sea dicha, la propuesta no era del todo desdeñable, tener a su disposición a Taichi Yagami no era una oferta que pudiera rechazar.

―¿Que necesitas? ―y esa sola pregunta hizo sonreír a Tai de una manera deslumbrante. ―Se específico, porque de eso dependerá la paga.

―Quiero que compongas una canción para una chica.

Matt sonrió de lado, ―que romántico ―se burló.

―Ella es muy especial para mí y quiero que lo sepa ―afirmó Tai con la mirada ardiente.

―Lo haré ―respondió, ―pero si quieres transmitirle de verdad tus sentimientos vas a tener que ayudarme, nadie aparte de ti puede expresar lo que ella significa en tu vida ―y al decir todo eso Matt sintió una extraña opresión en su pecho.

Maldición, como podía repeler al chico y al mismo tiempo sentirse tan miserable al pensar que Taichi estaba enamorado de alguien más.

―Pues tu eres el experto, dime que tengo que hacer ―y lo miró como si Matt fuera el maestro que está apunto de dictar una catedra magistral, y le enternecía esa parte de Tai, la forma en que se entregaba a cada cosa con todo su ser. Ser amado por alguien como Taichi debía ser grandioso.

―Escribe una carta, quiero que pongas en papel todo lo que quieres decirle. Basado en ella escribiré la letra y a partir de la letra haré una melodía que combine. Además, deberemos pasar un tiempo juntos.

―¿Qué? ¿Por qué? ―se exalto Tai casi dando un paso atrás.

―Pues porque te iré mostrando los progresos y tú tienes que dar el visto bueno o no, yo puedo leer e interpretar tus palabras, pero no siempre será atinado.

―¡Oh! Comprendo. Con respecto al precio...

Matt se encogió de hombros, siempre entrego el trabajo primero, si vale la pena me pagas, sino...

―Muy bien, entonces mañana tendré la carta.

―¿Tienes prisa? ―preguntó Matt.

―La verdad un poco, quería dársela como un regalo de cumpleaños, pero creo que tarde más de lo debido en decidirme en pedirte o no ayuda.

―¿Para cuándo cumple años?

―El mes que viene

―Si que te tardaste ―dijo con fastidio. ―Normalmente me cuesta hasta seis meses tener una canción completamente terminada, con arreglos y todo, pero supongo que podemos acelerar el progreso si destinamos los fines de semana.

―Los fines de semana.

―Qué, ¿tienes algún compromiso?

Taichi se mordió los labios de una manera que a Yamato le pareció sugerente y que hizo nacer en él el deseo de lamerle la boca.

―Yo... si prometes no burlarte te digo ―dijo con un adorable sonrojo en sus mejillas y las pupilas de sus preciosos ojos marrones dilatadas.

Yamato tuvo que desviar la mirada, cuando conoció a Tai pensó que era un niño lindo, cuando lo vio en la cancha pateando el balón le erizo la piel ante su pasión, y ahora que podía vislumbrar de a poco el tipo de hombre en que Taichi se convertiría, solo podía desear que la vida le tuviera destinada una pareja la mitad de lo grandioso que a sus ojos era Yagami.

―No lo haré.

Taichi suspiró y luego miró a su derredor como buscando que nadie fuera a estar remotamente cerca.

―Estoy trabajando medio tiempo en... en... ―y su rostro no podía estar más rojo. ―Bueno, no tengo que decirte en qué, solo que en la mañana no puedo.

Yamato sonrió aún más ampliamente. Taichi tenía un secreto y en ese momento él el poder de hacerlo hablar.

―Dime, de que trabajas ―presionó Matt.

―Ishida ―gruñó Tai, uno que a Matt le pareció más un ronroneo grave. Pero no podía ser, debió escuchar mal porque de las tres castas, solo los Omegas ronroneaban.

―Yagami ―respondió juguetón.

―Soy una botarga ―confesó en tono reprimido. ―Contentó.

Matt por dentro se estaba destornillándose de la risa, una botarga, esperaba que de las que bailan.

―¿En dónde?

Taichi una vez más se mordió el labio inferior y Matt considero que si volvía a hacerlo una tercera vez iba a comerse esa boca a besos.

―En... la tienda de ramen.

―Espera, me estás diciendo que la gallina fea que baila frente a ese establecimiento ¿eres tú? ―y esta vez no pudo aguantarse la risa al recordar la forma en que la gallina se movía. ―¿Y los pasos de baile los pones tú, o te obligan a mecer la barriga?

―Si, si es muy gracioso, al menos la paga es buena ―informó como último recurso para defender su empleo.

―Me supongo que sí ―siguió riéndose Matt. ―ya que le pones mucho ritmo.

Taichi a estas alturas ya hubiera golpeado al idiota que se burlaba, pero era Yamato quien estaba riéndose hasta casi faltarle el aire, nunca lo había visto siquiera sonreír sinceramente, así que era toda una novedad y para que mentir, Matt tenía una risa cautivadora.

Yamato era un Alfa, eso lo sabía de sobra Taichi, por eso durante todo ese tiempo siempre mantuvo la distancia a pesar de las incontables veces en que deseo acercarse al rubio, por su seguridad no podía ni debía exponerse más de lo necesario, y Yamato era un riesgo muy alto.

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..&&&&&&...

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Taichi corría, llevaba en su mano derecha bien sujeta la carta que Matt le había pedido. Esperaba haber hecho un buen trabajo. Quería que esa canción plasmara lo que sentía por ella, lo que le hacía soñar y sobre todo que cada vez que la escuchara no importando donde estuviera, supiera lo mucho que la amaba y que nunca estaría sola.

Llego jadeando al punto de encuentro, y por un segundo pensó que se había equivocado de dirección pues el lugar marcado era un estacionamiento. Miro una vez más la dirección que Matt le había escrito el día de ayer, y no encontró error, estaba en el lugar correcto.

―Al fin llegas, pensé que me dejarías plantado ―dijo Matt a su espalda, y a Taichi se le fue el aire al ver a Yamato Ishida vistiendo únicamente un pantalón deportivo y una camiseta sin mangas.

―Vamos, mi casa está pasando la calle ―dijo sin darse cuenta que tras sus palabras Tai estaba más blanco que una hoja de papel.

―T.. Tu, ca... casa ―tartamudeo.

―Si. ―Matt no supo cómo interpretar esa reacción. ―Alguna objeción, no es como si fueras una virginal Omega.

Taichi sintió que las rodillas le temblaban. ¡Con un demonio, ÉL era un virginal Omega!

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..&&&...

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Taichi se retorcía las manos y se removía cada dos por tres en el sofá mientras Yamato leía muy detenidamente la carta que había escrito. ¡Dios! quería salir corriendo de ahí lo más rápido que pudiera, estaba nervioso y eso en si era un problema porque el efecto de la pastilla inhibidora se consumiría más rápido, dejando libre su verdadera esencia que aplastaría la débil máscara de olor que nunca podría competir contra el aroma real de un Omega Puro.

―Estoy impresionado ―alagó Matt sin terminar de despegar los ojos de la letra desigual de Taichi. ―De verdad, lo que has escrito... es... pues es... Wow

Taichi se sonrojó.

―Y ya estoy considerando un tipo de ritmo que puedo darle.

Taichi sintió mariposas en el estómago debido a la emoción. ―¿Crees que puedas terminarla? ―preguntó esperanzado Taichi.

―Yo diría que hay altas probabilidades, sí.

―Gracias Matt, no sabes lo que esto representa para mí ―dijo sinceramente.

Matt ablando su mirada, Taichi era una persona transparente, podías ver en sus ojos sus emociones, y en este momento mientras lo miraba podía percibir su alivio, la gratitud y un destello de algo más.

―Debes amarla mucho ―comentó con un tono un tanto amargo.

―Ella es muy especial, es la luz de mi vida.

Matt no estaba seguro de cómo se sentía un corazón roto, pero debía ser muy parecido a lo que estabas sintiendo, aun así, lo siguiente que salió de su boca fue;

―¿Cómo es ella? ―preguntó.

Taichi se ilumino por completo, olvidándose de su incomodidad comenzó a contarle sobre la dulce sonrisa que mostraba el brillo de su alma, sobre el exquisito color de sus cabellos castaños, y lo misteriosa que podía ser su mirada amatista. Sus movimientos elegantes, y su gracia al bailar.

―Ella es perfecta ―suspiró Tai. Luego con una sonrisa ligera agregó. ―Aunque eso no le impide amenazarme por las mañanas. Deberías verla, su rostro de muñeca se arruga mientras tira de las mantas con toda su fuerza.

―¿Ella vive contigo? ―pregunto asombrado Matt. Acaso esos dos... no, no podía ser, eran demasiado jóvenes.

―Sí ―respondió ladeando la cabeza.

―Pero... pero... no es demasiado pronto.

―¿Pronto? ―cuestionó Taichi al no entender, un segundo después sus neuronas lograron encontrar la explicación más lógica. Matt creía que la canción era para su pareja. ―Matt creo que estas confundido. La canción no es romántica.

―¿Como que no es romántica? ¿Acaso he estado escuchando a hablar a la persona equivocada?

―No, Matt, lo que quiero decir es que, habla del amor, pero no es romántica.

―Ahora sí que estoy confundido. Como puede reflejar amor, pero no ser romántica.

―Porque es para mi hermana ―gritó desesperado por hacerse entender.

Y ambos se quedaron mirando, entre argumento y argumento ellos habían ido acercándose hasta estar a centímetros el uno del otro.

Era la primera vez que estaban tan cerca, la primera vez que sus ojos chocaban con tanta intensidad y la primera vez que sintieron que no existía nadie más en el mundo que la persona que en ese momento estaba justo en frente.

Yamato dejo de respirar, si respiraba iba a inhalar ese nauseabundo aroma que echaría a perder el momento, quería, deseaba terminar con el martirio que era sentirse atraído y repelido por Taichi Yagami.

Tai abrió la boca y el aire se deslizo hacia adentro como un listón de caramelo, y debió ser lo más exquisito que había probado porque sus pupilas se dilataron, sus mejillas se colorearon y un suave ronroneo brotó de su pecho.

Yamato dejo ir un jadeo y entre todo el amasijo de aromas que lo rodeaba había un débil y casi exiguo rastro de...

―Chocolate ―gruñó Matt pelando los dientes.

Lo que hubiera pasado a partir de ahí podría haber sido intenso, sin embargo, la puerta siendo abierta y la voz de Hiroaki llamando a su hijo rompieron cualquier encanto extraño que los tuviera atrapados.

Taichi no lo pensó, se puso de pie y agradeciendo la ayuda salió de ahí lo más rápido que pudo.

―¿Quién era él? ―cuestiono Hiroaki sorprendido apenas verlo desaparecer por el cubo de las escaleras, Yamato jamás, nunca había invitado a nadie a casa.

Un bufido grueso fue la respuesta que recibió, Matt tenía la cabeza gacha y sus manos se aferraban al sofá con fuerza descomunal. Estaba salivando y todo su cuerpo gritaba que corriera tras su pareja.

―Taichi Yagami ―dijo en un gruñido grave que hizo a su padre tensar el cuerpo porque ya antes había escuchado ese sonido, y no indicaba nada bueno.

.

..&&&&...

.

Taichi salió del departamento sintiéndose extraño, bajo las escaleras mientras sus manos desesperadamente sacaban su teléfono y marcaban. Dos tonos y contestaron.

―Necesito que vengan por mi ―jadeó. ―Por favor... que sea pronto ―suplicó dictando la dirección y sintiendo los primeros estertores de lo que él sabía era un síntoma de su celo.

―Vamos para allá, mientras tanto intenta esconderte ―recomendaron a través de la bocina.

Taichi terminó de bajar, para su suerte, sin toparse con nadie, luego sus ojos buscaron un lugar que pudiera servirle de refugio improvisado.

Continuara... 

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