17. capítulo

Se despertó asustada y desorientada.  La luz era muy escasa y no podía reconocer la habitación en la que estaba. Poco a poco sus ojos se acostumbraron y reconoció la celda. Era la misma en la que había estado encerrada durante su castigo. Bueno, después de todo había abofeteado a Damon. No esperaba irse de rositas después de eso. De todas formas iba a empeorar las cosas. En cuanto alguien entrara en la celda intentaría escapar.

El tiempo pasó con lentitud, tanta que creyó que iba a volverse loca hasta que sintió pasos en el pasillo.  Se situó detrás de la puerta pero el que entró estaba prevenido y en lugar de darla la espalda la aplastó con su cuerpo contra la pared.

Alex miró con odio a su esposo.

- Suéltame bastardo-exigió.

- En cuanto te tranquilices un poco.

- Me tranquilizaré en cuanto estés definitivamente muerto, cabrón.

El vampiro cerró la puerta con un gesto y la empujó hacia la cama.

- Si sigues insultándome voy a tener que hacer algo al respecto.

- ¿Insultarte? Créeme, no es lo peor que tengo pensado hacer.

Se levantó de la cama y cogió la lámpara de la mesilla. Damon suspiró exasperado.

- ¡Por Dios! ¿No puedes quedarte quieta?

La chica avanzó hacia la puerta sin dejar de observarle. Él la siguió con la mirada.

- ¿De verdad crees que saldrás de aquí si yo no quiero que salgas? -preguntó divertido.

Alex no contestó. Agarró la manilla de la puerta y casi gritó de alegría al ver que ésta se abrió.

 Cuando volvió a mirar al vampiro él ya no estaba. Se giró para salir y allí delante estaba él. Con un gesto hizo que la lámpara saliera volando y luego la arrastró a ella hasta la cama. Alex forcejeó y él se limitó a sujetarla. La chica intentó todo para soltarse pero sus brazos y piernas se agitaron inútilmente. Al final paró agotada.

- Se acabó Alexia - ordenó él-no más resistencia, no más ataques y no más insultos.

- Intentaré escapar día tras día, vampiro. No dejaré de intentarlo nunca.

- Sí lo harás-afirmó él con tristeza-aunque tenga que obligarte. Ahora mírame a los ojos, Alexia.

-¡No! prometiste que no lo harías.

El chico la sujetó la cara para poder mirarla a los ojos.

- Prometí que no te controlaría si tenía otras opciones. Si sigues así vas a acabar dañada así que. ..-fijó su mirada en ella- De ahora en adelante no intentaras escapar, no atacarás a ningún vampiro y obedecerás las órdenes que te dé. ¿Me has entendido, Alexia? Quiero que lo repitas.

Alex luchó contra el impulso que la obligaba a obedecer, luchó con todas sus fuerzas pero no pudo evitar repetir palabra por palabra lo que él había dicho.

Damon la soltó.  Alex le miró con odio aunque no se movió.

- Sube a nuestra habitación Alexia. Estarás más cómoda.

La chica salió de la celda sin decir nada. Al pasar por la puerta de la celda de su padre se detuvo.

- Papá… - llamó sin saber que decirle.

- Vete Alex. No voy a hablar contigo.

- Lo siento, papá. Siento todo esto.

Alex subió a su habitación y fue derecha a revisar su neceser. Si Damon se había olvidado de ella tenía que seguir allí.

- ¡Bingo!-exclamó la chica encontrando el frasco de agua de verbena. Sin pensarlo se bebió la mitad del contenido y se guardó el frasco en el bolsillo. Poco a poco notó cómo su voluntad iba volviendo.

Se tumbó en la cama para pensar en su próximo paso. Tenía que fingir que seguía controlada para que se confiara. Debía estar presente cuando a su padre le borraran sus recuerdos sobre los vampiros y le dejaran ir. Luego tenía que escapar ella.

La despertó un roce suave en la mejilla. Damon, sentado en la cama, la miraba con ternura.

- ¿Estás bien? - la preguntó.

- ¿Qué más da? -respondió ella encogiéndose de hombros.

- Alexia... sé que éstas enfadada conmigo...y sé que crees que tienes motivos para ello pero... no puedo dejar que te vayas con tu padre-explicó él tumbándose con ella y abrazándola por detrás.

Alex no se resistió. Un par de lágrimas de escaparon de sus ojos y el chico las recogió con suavidad.

- Descansa pequeña -susurró - mañana será otro día.

Nadie molestó a Alex esa noche. No siquiera Damon. Ella se preguntó dónde estaría durmiendo y se autoconvenció de que no la importaba. La noche pasó con mucha lentitud,  consiguió dar alguna cabezada pero no fue capaz de dormir unas horas seguidas. Cuando amaneció se dio una ducha y se cambió de ropa. Cambió el frasquito con la verbena al bolsillo de su pantalón y bajó a desayunar.

En el comedor ya se había servido el desayuno pero no había aún ningún vampiro. Se lo imaginaba, la hora del amanecer era en la que ellos tenían el sueño más profundo. Disfrutó de la tranquilidad hasta que Marc y Miriam entraron riendo en la sala. Los dos se callaron al verla allí.

- Hola Alexia,  ¿estás bien? - preguntó Marc con cautela.

Ella le miró con fijeza.

- ¿Qué sabes que te hace pensar que es por mi bien el ser retenida, Marc?

El chico palideció casi tanto como su novia.

- No...

- No me mientas, Marc -pidió la chica con tristeza-hemos sido compañeros durante 2 años. Cada uno de nosotros confiaba su vida al otro. No me mientas ahora, por favor.

Marc suspiró. Avanzó y la abrazó con fuerza.

- Damon nos ha prohibido...

En ese momento se oyó un gruñido.

- Quita las manos de encima a mi esposa, humano -ordenó el rey entrando.

Marc la soltó de inmediato. Damon le fulminó con la mirada y el chico fue a sentarse al otro extremo de la mesa.

André entró en el comedor poniendo los ojos en blanco.

- ¡Vamos, hermano! Sólo ha sido un abrazo entre dos viejos amigos.

- No quiero que ningún hombre abrace a mi esposa - alegó el rey.

- ¿Qué es lo que has prohibido decirme, Damon?-preguntó Alex.

El vampiro la miró apretando los labios.

- Siéntate Alexia. Vamos a desayunar con calma.

-Ya he desayunado-dijo la chica enfadada-quiero saber qué ocurre.

Damon se acercó para mirarla.

- Te he ordenado que te sientes.

Alex obedeció. Si él se daba cuenta de que no estaba controlada no le dejaría estar con su padre.

- ¿La has controlado? - preguntó Elise espantada.

Damon la miró levantando una ceja.

- Si se te ocurre una forma mejor de mantenerla a salvo de sí misma, te escucharé.

Elise no contestó y el resto del desayuno transcurrió en un tenso silencio. Después Damon la ofreció la mano para levantarse. Dubitativa ella la cogió y el chico la condujo fuera del comedor.

- Voy a borrar los recuerdos de tu padre ahora, Alexia. Espera en nuestra habitación.

- Déjame estar con él, Damon, por favor. Necesito despedirme.

El vampiro empezó a negar con la cabeza.

- Damon, te lo suplico. No podré vivir tranquila sin saber qué le has dicho.

Alex se acercó mucho a él.

- Por favor, no soy ningún peligro. Estoy controlada por ti, no puedo hacer nada extraño.

Damon suspiró.

- Está bien. Pero te quedarás a mi lado, Álex y si te digo que salgas lo harás de inmediato ¿de acuerdo?

Ella asintió con la cabeza.

- Gracias.

Damon suspiró.

- Vamos, sé que estáis escuchando. Terminemos con esto de una vez.

André, Elise, Miriam y Marc salieron del salón con cara de culpabilidad. Los cuatro estaban tremendamente serios, tanto que Alexia se preguntó de nuevo qué le estaban ocultando. De todas formas, no tenía tiempo para pensarlo. Ahora tenía que conseguir salir de allí con su padre y sólo la ayuda de un poco de verbena.

Caminaron hacia los calabozos y André abrió la puerta. Su padre estaba sentado en el camastro pero se puso de pie al verlos.

- ¡Vaya! Parece que ha llegado la hora. ¿Vais a matarme? ¿O sólo borraréis mi mente para que no sea un estorbo?

- Papá...-empezó a hablar Alexia dando un paso adelante.

Damon la detuvo sujetándola de un brazo.

- A mi lado, Alexia.

La chica obedeció pero metió la mano en el bolsillo y destapó el frasco de verbena. Damon lo olió de inmediato pero no consiguió localizarlo antes de que Alexia se pusiera junto a su padre.

- No os mováis, no quiero haceros daño-amenazó ésta-sólo quiero salir de aquí con mi padre.

-¿No estaba controlada, hermanito?-preguntó André con la misma expresión divertida de siempre-no me digas que estás perdiendo facultades.

Damon le miró e hizo una mueca.

- Trajo verbena. Se me ha olvidado quitársela. No se lo digas a nadie ¿de acuerdo?

- Basta de charlar-ordenó Alex nerviosa-quitaros de la puerta, por favor.

Damon hizo un gesto a los demás y estos se retiraron a un lado. Él, en cambio, no se movió.

- No voy a quitarme, Alex- aseguró.

La chica sacudió el frasco en su dirección hasta salpicarle un poco de verbena. Vio claramente las quemaduras en su piel pero él no se inmutó. Alexia tembló. Si esto no funcionaba no sabía qué iban a hacer.

James y ella estaban arrinconados y Damon ocupaba todo el espacio de salida. Alex estaba a punto de arrojar todo el frasco contra él y salir corriendo cuando Miriam dio un paso adelante y se inclinó ligeramente ante Damon.

- Lo siento, majestad. Has prohibido que se lo contemos pero tiene que saberlo.

- Miriam...

- Lo sé, aceptaré el castigo por desobedecer pero...

En ese momento James cogió a Alexia por detrás y la sujetó con el brazo en el cuello mientras la quitaba el frasco de la mano. Con un golpe lo rompió contra la pared y se lo puso en el cuello a la chica, muy cerca de su carótida. Damon gruñó furioso.

- ¡Papá! ¡Me haces daño!

El hombre la sujetó aún con más fuerza y Alex pensó que iba a desmayarse.

-No me llames así, zorra.

-¿Por qué dices eso?-preguntó la chica sin entender nada.

- Porque no es tu padre-respondió Miriam.

Alex la miró asustada.

- ¿Qué estás diciendo?

James rio con crueldad en su oído.

- Esa vampira tiene razón, Alexia. Al final has resultado ser la misma zorra de vampiros que tu madre. Ella también estaba encandilada con uno cuando nos conocimos, de hecho aunque no lo sabía cuando nos casamos, ella estaba preñada para entonces.

- ¿Te has vuelto loco?

Alex forcejeó para tratar de escapar pero su padre apretó el cristal en su cuello hasta hacerla sangrar. Damon se movió hacia ellos al verlo y James apretó aún más.

- ¡Cuidado vampiro! La mataré sin dudarlo si te acercas.

- No vas a salir de aquí, James. Lo sabes.

El humano rio.

- La cuestión es si Alex saldrá viva, vampiro. Ahora, quítate de la puerta o te juro que la mato.

Damon apretó la mandíbula pero se apartó para dejar libre la puerta. James arrastró a Alex hacia la salida.

-¿Qué vas a hacer con ella, James? ¿La matarás igual que hiciste con su madre?-preguntó Miriam.

Alex se detuvo, horrorizada. Miró el rostro del que creía su padre y vio que él la miraba asustado. Supo que era verdad.

-¿Tú mataste a mamá?-preguntó negándose a andar.

-Camina o...

-¿Mataste a mi madre?-gritó la chica.

Le hundió el codo en el estómago y Damon tenía a su padre tumbado contra el suelo en una fracción de segundo. Elise se movió hacia ella y la sujetó cuando intentó acercarse de nuevo a James.

- No, Alex, no te acerques, basta.

- Mató a mi madre, Elise-repitió la chica.

Elise la abrazó.

-Basta, pequeña, todo ha terminado, cálmate.

-Llévatela de aquí, Elise-ordenó Damon- no tiene por qué ver esto.

-Yo la llevaré-ofreció Marc.

La chica se abrazó a él llorando y su amigo la cogió en brazos para sacarla de allí. Elise les siguió.

En la celda quedaron sólo André, Miriam y Damon con James. El rostro de Damon estaba transformado por la rabia.

-Te arrancaría ese negro corazón del pecho con mucho gusto, James. Prometiste que no la harías sufrir con la verdad.

-¿Crees que me importa que sufra? Desde el momento en que la follaste dejó de merecer respeto alguno, vampiro. No me importa lo que la pase. Si pudiera la mataría por dejar que te metieras entre sus piernas.

Damon rugió y le apretó el cuello hasta que André le paró.

- No es que me importe que mates a esta rata pero... ¿estás seguro de que quieres hacerlo?

El rey respiró hondo antes de fijar su mirada en él.

- Olvidarás todo lo que sabes sobre vampiros, James. Te irás a vivir lejos y empezarás una vida nueva. Nunca tuviste una hija, nunca supiste nada sobre los vampiros ni sobre grupos de cazadores. Y no te acercarás a esta ciudad jamás. ¿Me has entendido?

- Sí, he entendido.

Damon le obligó a repetir todas las instrucciones y después envío a Raoul con un coche para llevarle al aeropuerto.

- Si vuelvo a verte alguna vez, James, te mataré sin pensarlo- le advirtió antes de irse.

Miriam suspiró cuando el coche desapareció.

- No hables, Miriam, no he olvidado que te has saltado mis órdenes. Será mejor que no te vea en un par de días.

La vampira desapareció antes de que él decidiera un castigo alternativo.

- Umm...te estás ablandando, hermano. Hace unos meses la habrías mandado azotar sin dudarlo.

- Si mandase azotar a todos los que me desobedecen últimamente, hermano, tendría que empezar por mi propia familia.

El joven hizo una mueca.

- Hora de desaparecer.

André desapareció con la misma rapidez que Miriam y Damon se quedó sólo en el exterior de la casa.

-¿Cómo está?-preguntó a Elise cuando la sintió junto a él.

La vampira negó con la cabeza.

-Horrorizada, chocada y sin poder parar de llorar. Marc está con ella y, no te pongas posesivo, Damon. Ahora necesita otro humano junto a ella.

Damon caminó hacia la casa.

- Elise - dijo antes de entrar-tenías razón. No me había dado cuenta pero... tenías razón.

Elise la abrazó.

- Lo sé, hermano. Todo irá bien, ya lo verás.  Ve a ver a tu esposa.

Damon se materializó delante de la puerta de su habitación. Los suaves sollozos de Alex se oían desde allí. Marc salió en ese momento.

- No creo que sea buena idea que entres ahora, Damon.

El vampiro le miró con incredulidad.

- Alégrame el día y dime que estás tratando de impedir que entre en mi habitación, humano. Te aseguro que necesito un poco de sangre en este momento.

Marc tragó saliva.

- Alex...

Él vampiro dio un paso hacia Marc.

- Alexia es mi esposa, no te conviene olvidar eso. Ahora sal de mi vista.

Marc no se hizo de rogar y se refugió en su habitación casi tan rápido como un vampiro. Damon suspiró y entró en la habitación.

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