😿¿Magnus?...
Tanto trabajo en el Instituto, que Alec quería explotar.
Pero como ser jefe tiene sus privilegios; ¿por qué no hacer el trabajo en casa?
Se supone que vive y debe estar en el Instituto, pero no es su casa. No. Su casa es donde está Magnus.
Así que cuando llegó al loft, entrando con su propia llave (qué orgullo sentía), se relajó y se olvidó del ambiente de tensión del Instituto y las calles.
Todo estaba muy callado.
Entró y dejó su arco, su chaqueta.
Y ahí estaba su novio, en un sillón, profundamente dormido y con Presidente Miau junto a él; ambos acurrucados y hechos bolita junto al otro.
Siempre han hecho un gran dúo, pensó Alec, el dúo perfecto; y en ese momento, cualquiera podría confundir a Magnus con otro gato.
Alec sonrió y se acercó a su novio, dejando un pequeño beso en su cabeza.
Después se dirigió a la cocina y empezó a preparar café para ambos; porque conociendo a Magnus, despertaría en cualquier momento.
O quizá durmiera toda la noche, pero, a veces, el olor del café funcionaba como imán.
Estaba concentrado en las cosas que tenía que hacer. Dejó hervir el agua y se perdió en sus pensamientos.
De pronto, vio llegar a Presidente Miau, se veía alterado.
—¿Qué pasa, pequeño?
Presidente salió de la cocina, y volvió a entrar dos segundos después, como si dijera "¿me vas a seguir o qué?".
Alec apagó el agua y siguió al gato, que subió con desesperación al sillón donde estaba durmiendo Magnus, e intentó despertarlo con sus patitas.
Entonces, Alec se dio cuenta por las expresiones de su rostro: Magnus estaba teniendo otra pesadilla.
—Magnus, mi amor... Tranquilo, no pasa nada...
Salieron pequeños quejidos de la boca de Magnus, tal vez por el monstruo que lo atormentaba o porque Alec intentaba despertarlo.
—Cariño, aquí estoy, aquí estoy...
Magnus despertó de golpe. Se veía muy asustado y parecía incluso no reconocer dónde estaba.
—¿Mi amor? ¿estás bien?
Magnus lo miró como si fuera lo único que conociera, y como si hubiera aparecido de la nada.
—Alexander...— se abrazó a él con fuerza y no dijo nada más.
Alec le regresó el abrazo con ternura y acarició su espalda para tranquilizarlo.
—Shhh... Shhh... Ya pasó...
Presidente se acurrucó contra Magnus, como si también intentara consolarlo.
—Alec, fue horrible...
—Hey, fue sólo un sueño— respondió casi con un susurro—; todo está bien...
Se mantuvieron así por unos minutos, Magnus no parecía tener ni la más mínima intención de soltar a Alexander.
Después de un rato, Alec habló.
—Gatito ¿qué pasó? ¿qué tienes?
Magnus, que tenía su cabeza en el pecho de Alec; lo miró desde abajo por dos segundos, pero volvió a cubrir su cara.
—Magnus...
Pero Magnus no contestó. Y de pronto, Alec sintió que empezó a llorar.
—No... No, cariño... No llores, no pasa nada ¿si? Yo te cuido...
—Alec... Lo siento...
—¿Por qué dices eso, amor?
—Alexander...
Estuvieron así otro rato, hasta que Alec sintió que Magnus se volvía a quedar dormido.
—Ven...
Alec cargó a Magnus, él se recargó en su hombro, y lo llevó a su habitación.
Recostó a Magnus sobre la cama. Parecía un niño pequeño que no se quería alejar de su madre.
Dejó un beso en su frente. Decidió ir a la cocina para traerle un café a Magnus.
—¿Alec? ¿a dónde vas?
—Tranquilo, te traeré un café ¿si?
—Pero...
Dejó la frase colgando, pero no era necesario que lo dijera: no quería quedarse solo.
—No tardo, mi amor.
Alec vio que Presidente entró en la habitación, subió a la cama y se puso junto a Magnus; el lo abrazó y pareció tranquilizarse un poco.
Alec tomó también unas galletas, porque no sabía si Magnus había cenado aún.
Llegó a la habitación para encontrarse con una tierna imagen: Magnus abrazaba a Presidente como si fuera un niño, y tenía los ojos cerrados, como si tuviera miedo de abrirlos.
Jamás había visto tan vulnerable a Magnus.
Llegó y se acostó junto a él para abrazarlo, con Presidente en medio de ellos, que se quedó dormido al instante.
—Cielo, te traje café.
Magnus abrió los ojos lentamente.
—Y galletas Oreo.
Hizo una pequeña sonrisa, y Alec sintió el progreso.
Alec le dio su taza y Magnus dio un pequeño sorbo, después dejó la taza en su mesa de noche, y de pronto, abrazó a Alec con fuerza.
—Gatito ¿quieres una galleta?
Magnus no despegó su cabeza del torso de Alec, pero aún así, negó en silencio. Presidente, de nuevo despierto, se acurrucaba junto a Magnus, ronroneando ligeramente para calmarlo. Incluso el gato se veía triste.
Y de pronto, Alec se preguntó ¿qué tan común era esto para Presidente y para Magnus? ¿cuántas noches no estuvo ahí para susurrarle palabras bonitas? Durante esas noches, era Presidente el que se acercaba a Magnus para apoyarlo.
Se sentía agradecido con Presidente Miau. Él sabía lo cercanos que eran él y Magnus, y que se entendían de una manera que nadie (a veces tampoco él) podía comprender.
—Magnus...
Magnus le miró desde su regazo, y Alec vio caer una lágrima. Magnus volvió a bajar la cabeza, como deseando que Alexander no le haya visto llorar.
—¿Qué pasó?...
—No... No, nada. Fue... Fue sólo una pesadilla. No... No te preocupes.
—¿Qué soñaste?
Magnus no contestó, e incluso Alec pudo sentir cómo se formaba un nudo en su garganta.
Presidente levantó la cabeza, dirigiéndole una mirada muy triste hacia Magnus; después se recargó más en él.
Por muy curioso que parezca, Alec reconoció esa mirada como un «Quiero ayudarte, me duele verte así. Quiero que estés bien, pero no puedo hacer nada».
—Nada...
—Magnus...
Sabía que no o haría hablar, por mucho que insistiera. Magnus sólo se lo contaría si era muy necesario.
—Alexander...
—¿Si?
—Hum... ¿Me abrazas?
Ya lo estaba abrazando, pero a petición suya, lo acercó más a su cuerpo, Magnus se recargó en su pecho y Alec sintió que se relajaba un poco más.
—Te amo, Magnus...— susurró muy bajito.
—También... yo... Alexander...
Se quedó dormido de nuevo; y para no despertarlo, Alec no se quitó ni los zapatos. Abrazó a su Gatito y le susurró palabras bonitas, aún sabiendo que estaba dormido.
Y a esa valiente, sensible y bella criaturita que dormía en sus brazos, le prometió en medio de la noche que le protegería de sus propios demonios...
♪
Aquí.
Empieza.
Lo.
Sad.
:'D
Vale, pues. El drama xd
Tengo la intención de que la esencia del libro, no sea exactamente triste, sino más bien, tierna.
Pero como es propio de mí y de mis historias, claro que habrá lágrimas :')
¡Los amo! ^³^
—Willow🌠
19 de septiembre, 2018
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