🐈De vuelta a casa.

Alec y sus hermanos ya habían cruzado el portal, y él se sintió aliviado al sentir el aire de Nueva York contra su piel, recién había terminado de llover, y el ambiente era freso y agradable.

Llegó a él un ligero olor a café, por debajo del de la tierra mojada, y no pudo evitar inhalar placenteramente.

—¡Al fin en casa!— gritó Jace.

—¡Clary!

De pronto, notaron la presencia del vampiro. Simon corrió hacia su amiga para recibirla en brazos.

—¡Simon!

Y Alec estaba muy deseoso de abrazar a Magnus de esa manera.

—Bueno, yo ya me voy— anunció Alec, bajo las risas de los chicos, pero la única que pareció prestarle atención fue Isabelle.

—Vas con Magnus ¿verdad?

—Hum... Si— respondió con un ligero sonrojo—. Realmente lo extraño.

Isabelle hizo una expresión de ternura y asintió, deseándole suerte.

Alec se dirigió al departamento, caminando bajo ese ambiente tan familiar, pero no se sentiría en casa hasta que estuviera él con Magnus.

Mucha gente decía que el brujo estaba loco, y varios lo hacían sin bromear. Y Alec a veces también lo creía. Sino ¿cómo se hubiera fijado él en un Cazador de Sombras tan simple como él?

—Gracias— Alec pagó los dos cafés y caminó la última calle hasta el loft.

Le pareció una gran idea tratar de ser un poquito romántico. Así que decidió comprar flores y café para su novio.

Pero no había florerías abiertas o cerca, así que el café tendría que ser suficiente por ésta vez.

De todos modos, pensó que no tendría valor suficiente para pararse frente a su novio con un ramo de flores.

Tocó la puerta. Pudo haber entrado con llave, pero no le había hablado a Magnus para decirle que ya había regresado, y quería darle una sorpresa.

Pero nadie abrió, y tocó nuevamente. Cinco minutos después, decidió usar su llave.

—¿Magnus?— dijo una vez que entró.

En respuesta, Presidente Miau se acercó a él para recibirlo.

—Hola, pequeñín— se agachó para acariciarlo.

Más maullidos se escucharon, y Alec vio que había más gatos. Dos de ellos se perseguían y jugaban.

La ventana estaba abierta, y con frecuencia venían algunos gatos a jugar con Presidente, así que no se sorprendió.

—¿Magnus está en casa?— preguntó él. Pero Presidente no le dirigió a Magnus como en otras ocasiones, sólo regresó a jugar.

Alec se levantó del piso, y fue a dejar los cafés en la cocina.

Quizá salió a comprar algo, pensó Alec.

Había pasado ya un par de horas, y Magnus no volvía.

Mientras tanto, Alec había visto jugar a los gatos, y durante un momento se les unió.

Uno de ellos salió por la ventana, quién sabe a dónde, y no volvió. Pero el otro no parecía tener prisa. Alec se imaginó que quizá y se quedara a dormir.

Llamó a su novio, y esperó a que contestara.

De pronto, se escuchó música, proveniente de su habitación. Alec se preocupó, porque no era sólo música. Fue hacia ahí, y encontró lo que temía.

El teléfono de Magnus.

Las cosas son así: cuando Magnus sale de casa, nunca deja la ventana abierta, a menos que tarde poco en volver o tenga las salvaguardas.

No hay salvaguardas, y Magnus ya tardó demasiado.

Además de que jamás deja su teléfono. Muchísimo menos en el suelo.

Preocupado, tomó una camisa de Magnus, y usando su runa de rastreo, le buscó.

Nada.

No había rastro de Magnus. Como si hubiera desaparecido, como si...

Su sangre se heló. Llamó a Catarina para pedir ayuda.

—¿Hola?

—Catarina...

—¡Hey, Alec! ¿qué pasa?

—Magnus... Magnus desapareció.

La chica de piel azul se encontraba en medio de la sala, con el libro favorito de Magnus en sus manos. Ella lucía muy concentrada, casi como si aplicara fuerza sobre el libro; éste estaba cubierto de los rastros de magia de Catarina, que en cierto momento, se vio preocupada.

—No puedo encontrarlo...

Alec sintió un vuelco en el estómago.

—Es... ¿Está...?

—¿Muerto? Es muy poco probable. Sabe defenderse, y hablé con él ayer, y tú anoche ¿no? ¡Tantos siglos de vida! Es impensable que le haya pasado algo en una noche.

—¿Entonces?

—No lo sé. Quizá esté dentro de alguna salvaguarda, o hechizo de bloqueo. Tal vez no esté en tierra.

—¿Un hechizo de bloqueo?

—Precisamente, para evitar que lo encuentren. Pero no creo que haya hecho eso, sinceramente. Hay que evaluar todas las posibilidades. Magnus no es muy cuerdo, en este momento podría estar montando delfines...— pero Alec no parecía estar pensando en delfines, ni siquiera parecía prestar atención. Se veía muy preocupado, y Catarina se dio cuenta— Alec— llamó— ¿qué tienes?

—Yo... Es que Magnus jamás de había ido así, y él...

Catarina se acercó a él y le tomó del hombro de manera tranquilizadora. Le miró con ternura, y Alec se sintió mejor.

—No te preocupes ¿si? Conozco a Magnus, no debió ir muy lejos. Y si lo hizo, iremos hasta el fin del mundo hasta encontrarlo ¿está bien? Te prometo que volverá a casa— Alec asintió, reconociendo la habilidad de Catarina de reconfortar a la gente. Sus pacientes debían quererla mucho—. Ahora dime ¿Magnus te dijo algo? Cualquier cosa nos puede ayudar a encontrarlo. Quizá sea su mejor amiga, pero tú eres su novio; lo que no me dice a mí, te lo dice a ti.

—No... No me dijo nada relacionado a irse, o algo así, pero... Él estaba... un poco deprimido, pero no quería admitirlo. Tenía muchas pesadillas, y nunca quiso hablar al respecto, por muy mal que se encontrara.

Catarina volvió a usar su hechizo de rastreo, a la vez que caminaba por el loft, buscando más pistas.

No iba a llorar. No en frente de Catarina. No permitiría que su angustia y miedo le derrotaran de esa manera. Magnus estaba bien. Tenía que estarlo.

De pronto sonó su teléfono, y lo tomó con manos nerviosas.

—¿Hola?

—¿Alec?

—¿Jace?

—Hijo de la... ¿Dónde estás? ¿estás bien?

—¿Qué? Estoy en casa— nuevamente se sonroja ante su propia naturalidad— ¿qué pasa?

—Te siento muy preocupado ¿todo bien?

—No... Digo, si. Bueno... No lo sé, es que...

—Con eso tengo suficiente. Voy para allá. No te nuevas de ahí, hijo de...— colgó.

—¡Alec!— ése no era Jace. Era Isabelle, que al parecer, no conocía la existencia del timbre— ¡Alec! ¡Abre la maldita puerta! ¡ALEC!

—¡Hey, tranquila!

—¡¿No le preguntaste qué tenía?! ¡¿Qué clase de Parabatai eres?!

—¡Uno que sabe esperar a que abran la puerta!

Alec abrió, preocupado de que su hermana derrumbara la puerta. Catarina se asomó con curiosidad.

—¡ALEC!

—¡Ah! ¡Si escucho, maldita sea!

—¿Qué pasa? ¿qué tienes?

—Sordera.

—¡Hablo en serio, idiota!

—¡También yo, carajo! ¡deja de gritar!

—Alec— habló Jace— ¿qué pasó?

—Y-yo... Es que Magnus... él...

—¡¿Él qué?!— exigió Isabelle. Entonces Catarina hizo acto de presencia, sorprendiendo a los recién llegados, y respondió por Alec al ver que no podía hablar.

—Magnus desapareció.

Como cuando regresas a Alec a casa por el bien de todos, pero te llevas a Magnus :v

Pero como siempre, Alec tendrá mucho apoyo e.e

¡¿Y qué carajos pasará el siguiente capítulo?!

io k c .-.

¿Recuerdan que les dije que hice un meme? :v

Ese me gustó mucho xdxd

Además de que estuvo un poco complicado :'v

A HUEVO, ALEXANDER YA REGRESÓ A NUEVA YORK, COMO LO PROMETÍ.

¿Pero de qué sirve, si Magnus se fue a la chucha? .-.

Ps no sé, pero io cumplí >:v

En Cuéntame un cuento Magnus... les dije que si les gustaría ser Puffins, para no sólo dirigirme a ustedes como "lectores" ¿qué dicen? n.n

Lofyu <'3

—Willow🌠

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