🥀Capitulo 2🥀

Camina hacia el frente, con la mirada siempre en alto, mirando hacia arriba, anhelando el futuro incierto...
—E.L

Verano del año 1989

10 años de edad

Durante ese extraño verano se encontraba dibujando tranquilamente en la habitación una que para nada era pequeña, ahora tenía el cabello más rojizo por supuesto le había crecido, la piel blanquecina resaltaban con el vestido de color verde esmeralda que tenía puesto, uno muy hermoso, el cual había sido un regalo de su padre.

Era perfecto, maravilloso, todos le decían que parecía toda una princesa, por eso así le llamaba su padre y ahora se le conocían por ese apodo.

Ya había pasado dos años desde que vivia en ese lugar, el código de sangre era muy estricto y difícilmente podría decir que no había privilegiados.
Pero a ella le gustaba mucho aprender en especial para sus clases de esgrima o de arco, debía de ser ágil y rápida en eso.

Su padre estaba orgulloso de ella.

La quería tanto a su manera.

Estaba dibujando con varios colores en acuarela muy llamativos, le gustaba mucho el dibujar y ahí adentro era un  privilegio poder hacerlo.
En ese lugar nadie contaba con privilegios, pero aún ella no lo sabía; no prestaba la suficiente atención a lo que pasaba a su alrededor, en lo he se ocultaba en los ojos de todos ellos.

Estaba tan concentrada en su paisaje, el cual era un bosque inmenso con una gran casa, su actual casa, cuando comenzó a escuchar un ruido proveniente del ropero, ese que se encontraba en el fondo de aquella extraña habitación.

Se asustó.

Ella no tenía ninguna mascota para que provocara ese ruido, que era lo que se escuchaba, la pequeña se le quedó observando por un momento, su corazón latía al frenesí, pues le daba mucho miedo los lugares pequeños y oscuros y ese era uno de ellos.

Lo mejor que pudo decidir fue llamar a su abuela, por instinto.

—¡Mila! ¡Mila!—grita su nombre en desesperación, no pensaba bajar de la cama.—,creo qué hay algo en mi habitación.—exclama ella asustada.

Ella realmente no sabía que más hacer, ir a verificar por ella misma no era la opción.

La señora con miedo entra rápidamente al escucharla gritar de esa maneras, claramente pues ella no es de hacer escándalo, el cuerpo de su abuela entra a su campo de visión, era una persona alta con cabello rubio vestía esa ropa tan linda como de siempre.

Ahí en ese lugar todos vestían muy elegantes a todo momento.

—¿Que pasa Alessia?—pregunta pasmada. Sin comprender la situación.

—Creo escuchar algo de ahí.—apunto hacia el ropero con insistencia.

—¿En dónde?—pregunta su abuela, ella sólo apunta con su pequeña mano, en ese entonces.

—Pero ahí no hay nada.—sisea ella convencida.

—¿De verdad?—emitió asustadiza.

Desde que había tenido que cambiar de habitación se sentía así todo el tiempo hacía frío y se escuchaba todo.
Ya se había acostumbrado a compartirla con Alisson como para acostumbrarse a estar separadas.

—Ahí no hay nada.—dice ella mostrándole el ropero para así convencerle.—Aquí sólo está tú ropa.

—Pero ahí había algo, yo lo he escuchado.—pero su abuela no le cree.

—No hay nada de que preocuparse cariño, será mejor que bajes a cenar tienes poco tiempo antes de que limpies todo eso.

Con el susto se le habían caído varías pinturas sobre la cama. Ahora pareciera como si estuviera sucia.

La niña sólo asiente, ella lo sabía muy en el fondo lo presentía.

Su abuela sabía lo que se escondía en ese ropero, pero no había dicho nada.

Porque tendría que decírselo a una niña a la cual no debería decirle nada.

Esa señora no era Lauren.

Ella no la quería.

¿Donde estaba su madre?

Decide dejar de pensar  y mejor olvidarlo el tema, baja de su cama dejando de lado sus cosas de pintura en una pequeña mesa de noche, se pone sus zapatos y su abrigo, era verano pero se sentía muy frío el lugar.

Asi lo eran todos.

Baja las escaleras topándose con varios adolescentes y niños de su edad todos dirigiéndose a diferentes lugares apresuradamente. Aquí había horarios y debías ser puntual si no querías perder la hora de comer o estudiar.

Con la vista de reojo estaba buscando a su hermana, quien seguramente estaría en la biblioteca, le encantaba leer al igual que ella, se la pasaba todo el tiempo entre los libros.

—Alessia ¿porque no estás en tu clase?—le pregunta una voz que reconoce enseguida.

Voltea despacio a ver a su querido tío Rousseau pero ella le decía simplemente Rou ya que no sabía pronunciar muy bien su nombre. Se le dificultaba un poco.

Le sonríe angelical.

—No tengo hasta la siguiente hora.—contesta con simpleza observando si de casualidad veía a su hermana.

La extrañaba mucho, más cuando su padre las separó.

—De acuerdo, tú padre te esta llamando, el está en el jardín de las rosas.

El jardín de las Rosas.

Ese lugar, no le agradaba, se le revolvió el estómago, no sabía que era exactamente, pero ese laberinto era escalofriante y muy lindo a la vez. Por lo que sabía ese lugar era preciado y muy bien cuidado para su padre, pero por más hermoso que fuera no le gustaba para nada la sensación que trasmitía dicho sitio.

—Esta bien ahora mismo iré.—le sonríe inocentemente sin saber lo que vería.

Ojalá nunca hubiera ido.

Desde ahí comenzó todo, desperto de su burbuja de cristal, se rompió tan fácil como su fragilidad.
Todo era una ilusión, ahí todos eran unas bestias, con falsas apariencias.

No era un lugar seguro como le hicieron creer.

Llorando en silencio, con el sólo pensamiento de querer desaparecer, en eso su hermana se une a ella, asustándola en el proceso.

—Shh no hagas ruido que las bestias escucharán Alessia, ahora ya lo sabes.—sonríe con malicia en su rostro.—Ten mucho cuidado. Aquí nadie es un ángel perdido. Nadie lo es. Ni siquiera nosotras.

Dejando  atrás a su padre y madre, limpiándose la cara en donde tenían manchas de sangre salpicada por doquier y en el suelo hacia estaba el cuerpo de una chica agonizando, pero no por mucho tiempo.

Su madre si pensárselo termina con su sufrimiento.

***

Había pasado meses desde aquel suceso sangriento, todo aquí seguía como si no hubiese pasado nada, fue difícil verles sin pensar en eso a cada momento, hoy era el cumpleaños de ambas, el décimo cumpleaños había llegado, desde antes nos habían dicho que habría una gran fiesta, según Vladimir su padre vendrían muchas personas importantes, esta fecha parecía ser de gran interés.

Su madre quien estaba apurándolas con que estuviéramos listas, las tres estábamos vestidas de color rojo y rubíes en nuestro cuellos, no sabía porque tanto alboroto, la pequeña termina de ponerse ese vestido mientras su madre le sujetaba perfectamente el cabello, su hermana gemela estaba terminando de colocarse sus adornos en su cabello, le gustaba mucho ser el centro de atención, ella siempre lo lograba, pero en ese momento ella estaba muy pensativa.

Más de lo normal.

—Printsessa.—me llamo su padre sacándole de sus pensamientos, ella asiente regalándole una sonrisa forzada desde que se había enterado de lo que ellos hacían se sentía en un peligro constante.

Mi madre ella solo era ella. No sabía qué pensar, no sabía qué decir. Ni que sentir hacia su persona. Era una sensación de no querer ni siquiera saber más de lo debido. Era muy complejo comprenderlos, incluso el amarlos.

—Que hermosa te vez.—le llama a mi hermana quien deja de pensar en lo que sea que ella pensaba y esta le sonríe.

—Padre.—sisea a modo de saludo.

—Gde tvoya sestra, eta devushka buntar'?—¿Donde está su hermana, esta chica es una rebelde?.—exclama su padre molesto en ruso, el odiaba ir tarde a algún evento, pero en especial de este ya que desde hace mucho tiempo lo venía recordando para que todo saliera perfectamente bien. Y Alisse era todo lo contrario.

Ahora su otra niña lo estaba arruinando... otra vez. Era otra hija de mi querido padre que nos presentó hace un poco menos de un año.

—Ona ne moya sestra, ona ublyudok-Ella no es mi hermana es una bastarda—sisea mi gemela sin pensarlo.

Lo cual le molesto demasiado, tanto que le golpea duramente su bello rostro, dejándole una marca en su mejilla.
La pequeña salta de su lugar y su madre grita de horror, nadie esperaba ese acto.

—No chto ty delayesh'? eto tvoya doch' ne bey yeye-¿Pero que estas haciendo? esta es tu hija no la golpees—contesta su madre verificando que su hermana se encuentre bien.

Agnes hazme el favor de callarte y mejor vete a buscar a esa niña.

Su madre le obedece al instante, no sin antes advertirle con la mirada, su hermana Alisson no lloro pero en su rostro se podía leer el odio más puro.

El le ignoro por completo y sólo dijo fríamente;

—No tarden en menos de una hora nos vamos.—se retira y cierra la puerta fuertemente.

Estaba molesto.

—Esto es una mierda.—maldice en un susurro.—¿Porque tuvo que traerla? No le bastaba con nosotras.

Me encojo de hombros, restándole importancia.

—No deberías de hablar así, menos frente a él.—la familia era muy creyente, a pesar de todo, algo ilógico, pero aquí ya nada tenía mucho sentido.—Solo compórtate y se educada.

—Está familia está maldita, todos están locos, he escuchado como mi madre se la pasa llorando, en su habitación, no se porque está con un tipo como el cómo termino en este lugar olvidado por Dios.

—Lo ama seguro que es eso. Y Dios él siempre es justo.

—¿Es en serio? Que inocente eres Alessia, aquí todas las rosas están malditas. Ella también tienen su lado bonito y horrible.

—¿Quienes son las rosas?—pregunta desconcertada.

—Nosotras, que no ves, eso es lo que somos para ellos, mira lo que representamos deja de ser tan ingenua...—suelta un suspiro de cansancio.

La niña se le queda observando pensativamente, no entendía mucho lo que decía, porque siempre tenía que hablarle a su manera, con tanto secretismo y palabras que no llegaba a comprender, no le importaba por ahora ya lo averiguaría por su propia cuenta cuando fuera necesario.

***

El lugar era maravilloso, le encanto desde el primer momento que lo vio.
Su madre estaba sonriéndole a todos, cómo si realmente fuera tan feliz que no le cabía en su cuerpo, por su parte hacía lo mismo, lo había pedido su padre antes de llegar al sitio.

Sean amables, sean muy educadas, en especial sonrían mucho mis printsessas.

—Esto estará muy aburrido.—comenta Alisse, notablemente desinteresada en toda esta fiesta.

Ella no quería venir desde el principio, hasta se había tratado de ocultar pero tio Rou le había encontrado y había advertido que no lo volviera a hacer, de todas formas le encontraría. El tenía razón, había muchas personas trabajando en el Código de sangre sabían cada uno de nuestros pasos.

—No querida, ustedes se divertirán, esta es su noche.—emite Vladimir con una sonrisa cómplice hacia su madre. La cual le evade su emoción.

Alisse pone mala cara y camina hacia donde están los bocadillos el se limitó a observar a sus padres pero ellos no le prestan atención a lo que sucedía solo avanzan en busca de una mesa entre todos los presentes que estaban en el lugar, las gemelas cohibidas deciden mejor acercarse al balcón en donde se podían observar las estrellas que iluminan el cielo. Eso les trasmitía un poco de paz en este caos.

—¿Tú sabes a qué se refería nuestro padre?—pregunta ella mientras Alisson no deja de observar el lugar que era muy hermoso y ostentoso.

Ahí era en donde vivían sus abuelos paternos Románovna mi abuelo Dimitri y Mila está última no era considerada su abuela en absoluto.

Aunque no era mala pero la pequeña ya tenía a una, Lauren y ella era la única que quería.
Los padres de su madre habían fallecido, según había escuchado ya que ella nunca habla sobre eso, sólo le gusta estar con sus hijas, el tiempo que ella pudiera, ya que se ocupaba mucho. En ciertos asuntos.

Algunos meses se desaparece y luego regresaba como si nada, ellas no sabían a donde se iba por tanto tiempo, eso de alguna manera le molestaba. Pues sin ella estaban a merced de su padre.
Alessia se sentía mejor estando con ella, aunque su tío Rou siempre les estaba cuidando y consintiendo a ambas, el era el único que les traía chocolates a escondidas en nuestras clases de ballet.

Eso le provocó una sonrisa.

—No lo sé. Supongo que habrá regalos y bueno mucha fiesta porque esto apenas va a comenzar y apenas son las 9:00 de la noche.—habla ella con aburrimiento.

—Siento que me aburriré mucho más que tú.—contesta ella mientras se sienta en un cómodo sillón.

Sus padres estaban hablando con unas personas pero de vez en cuando volteaban a observar hacia las niñas, lo cual ellas ignoraban.

—Parece que después de todo Alisse se la pasará muy bien. —comenta Alisson observando hacia esta.

Y si que era verdad ella estaba bailando con su tío Rou entre risas, se veían muy divertidos.

—Parece que si hay alguien que si le agrade.—eso era cierto su hermana era de un temple de hielo y arrogante toda una niña fría y sin emociones.

—Puede ser.—contesta ella mientras se mete una fresa en su boca sin tomarle más importancia.

***

Cuando al fin es media noche todo el lugar se pone en silencio incluso la música clásica había dejando de tocar.
Su madre les había dejado desde hace más de dos horas atrás algo normal en ella, desaparece de repente, su querido padre como siempre pide atención a todos los presentes.

—Bueno como ya sabrán hoy es el comienzo de una nueva generación, una muy importante porque se trata de mis princesas de mis hermosas hijas .—con la mirada les invita a pasar a las tres, Alessia se sintió aún más pequeña enfrente de todas esas personas y sus miradas intuitivas.—Ellas son mis pequeñas Rosas Rojas. El código de sangre está orgulloso de tener a estas hermosas niñas en nuestro linaje.

En eso unas personas les toma a cada una bajando de ese pequeño escenario hacia los pasillos de esa mansión lúgubre, estaban confundidas, no sabían qué era lo que pasaba, ese sitio era más temible de lo que pensaba, tenía muchos pasillos largos y algunos muy tenebrosos, eso le provocó escalofríos.
Las habían separado a las tres, a ella se la  llevan a una habiatacion en donde no se veía absolutamente nada solo sentía la respiración de la persona que le tenía tomando de sus brazos.

Tenía miedo, pues no le conocía.

—Pequeña princesa.—la voz de su padre no le tranquiliza ni un poco.—, sabes que tú eres mi felicidad, eres la mejor hija que pude tener, ¿si lo sabes?—comenta su padre entrando a su vista viéndola fijamente.

—Si padre.—contesta sumisamente bajando la mirada.

—Tendrás que hacer algo mi niña. Así sabré que tú también mereces mi amor y completa admiración.—eso le causo confusión, no sabía nada de lo que pasaría en ese momento.

La mente de su padre no tenia límites.

—¿Que es lo que haré?—pregunta sutilmente tratando de averiguar.

—Tu harás todo para ganarte la vida.—le dice la pequeña solo se limita a asentir lentamente ahora con más confusión y terror.

Sin saber a lo que esa bestia se refería.

—Sí yo te digo corre tu corres, sí yo salto tu saltas, aquí no se piensa, se actúa y por nada del mundo no se duda en absolutamente en nada ¿Entiendes eso? El miedo aquí no existe y nunca lo sentirás.—le dice el señor que supuestamente era su padre, para su desgracia.

La habitación de pronto se ilumina ahora si podía ver a su padre, quien tenía una mirada maligna, todo en su ser daba escalofríos.

Aún no se acostumbraba a eso.

—Esta persona que ves aquí.—apunta a la que estaba en una esquina de la pequeña habitación la cual apenas notó.—Es una persona muy mala, todo lo que hizo afectó mucho nuestros negocios, y tú pequeña Princesa ¿Crees que merece vivir?—pregunta el mientras evalúa al sujeto quien tenía la boca amordazada. Parecía querer decir algo con la mirada.

Piedad.

—¿Por que no lo haría?—pregunta dudosa y con miedo.

Ella ya estaba comprendido todo y eso le asustaba de muchas maneras.

—Porque sí no lo haces, tu morirás en su lugar ¿Entonces que...?

—No.—responde con seguridad.—No merece vivir.—contesta tratando de ser convincente pero no podía, nadie merecía morir. Ella no debía decidir la vida o la muerte, pasar por todo esto menos a su corta edad.

Era cruel e injusto.

El sonrie orgulloso, eso era lo que el quería escuchar.

—Estas aprendiendo Alessia. Ahora dispara.—le dice este entregándole un revólver, el cual pesaba entre sus frágiles y blanquecinas manos, pero aún así la sostuvo. Con su respiración agitada. Le vio, buscando ver otra opción, los penetrantes ojos le decían todo. Ella debía de eliminarlo.
Desde que había llegado tenía clases de arco y maldiciendo ella tenía una muy buena puntería, el eso lo sabía.

No tenía opción. Si no hacia lo que él quería, sería ella quien recibiría un disparo ella era muy pequeña no sabía lo que eso significaría y tampoco que no sería el último.

Así que lo hizo.

Disparó.

Sabía de lo que era capaz de hacer el con tal de obtener lo que quisiera.

—S dnem ​​rozhdeniya printsessa-Feliz cumpleaños princesa.—sisea el abrazándola.

¿Feliz?

No pudo apartar la mirada de la persona cuando había disparado. Queda en silencio observando como la vida abandonaba su cuerpo rápidamente, sus ojos verdes ya no le veían, el había muerto. Y ella lo había matado.

Se había convertido en una asesina.






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