Capitulo 52

Yagi comenzó en el amor a la edad adulta con Sasaki. Eso no quería decir que no tuviera experiencia en el sexo o en las citas. En realidad, significaba que nunca supo el valor de una pareja hasta que formalizó con quién fue su amigo y compañero por muchos años.

Por lo tanto, él sabía que si bien no era lo mismo, que la depresión de su pupilo se debía a la ausencia de Midoriya. Nunca había visto a Bakugou tan decaído mientras entrenaba, él lo miraba desde una banca —ya que todavía tenía prohibido el ejercicio intenso— para cronometrar sus tiempos y evaluar su rendimiento, y podía decir que sus ojos rojos no tenían el mismo brillo competitivo e intensidad que todos los días.

El mayor se preguntaba si debería darle un descanso o si eso haría que su pupilo se ofendiera. No estaba seguro. El cenizo iba de máquina en máquina en el gimnasio, con unos auriculares blancos de aquí a allá que se movían junto con su cuerpo, su ropa negra le quedaba ajustada y le preocupaba que fuera lo único que tuviera, ya que se avecinaba una fea tormenta y dudaba que fuera a protegerlo del agua.

Realmente quería detenerlo, que se sentara junto con él en la banca y hablarán un poco para que se relajará. No tendría ningún consejo amoroso para darle —y no creía que lo necesitará— pero podría escucharlo. Podría sugerirle que intentará salir con sus amigos en vez de entrenar. Le quedaban un par de días de vacaciones, no pasaría nada si dejaban uno o dos entrenamientos de lado para que tuviera momentos libres.

¿Lo estaba tratando como un niño al pensar así? No tenía dudas de las capacidades del cenizo, pero seguía siendo joven y tenía una vida que disfrutar. O, al menos, su deseo era que disfrutará de la vida más de lo que él y sus antecesores lo hicieron.

Para el final, Toshinori decidió que tal vez el ejercicio duro era la manera en que Katsuki hacia catarsis, ya que entre un entrenamiento y otro podía ver que se relajaba. Así que lo dejo continuar hasta que acabo y se le acercó en la banca, para sentarse a su lado y esperar su evaluación.

—Un resultado perfecto como siempre, joven Bakugou —dijo sin reservas y notorio orgullo —Aunque he notado que has estado más disperso que otros días, ¿te gustaría hablar de eso?

—...No, es algo que puedo manejar solo, All Might —declinó el cenizo pero al ver que su mentor se deprimía por no serle de ayuda, suspiro y se llevó una mano a la nuca, inseguro de qué decirle, solo pudo soltar de manera honesta lo siguiente —Creo que me apegue demasiado al tiempo que pase a Deku y tengo que cambiarlo.

— ¿Cambiarlo? —repitió confundido el mayor — ¿Y eso por qué? No creo que llegues al límite de la codependencia por reconocer que extrañas al joven Midoriya.

— ¿Y si pasa? —murmuró de mal humor el cenizo —Depender demasiado de alguien no me gusta. Me volvería un jodido inútil.

—Bueno, podrías no verlo de esa forma para empezar —sugirió el rubio de manera amable —Las parejas son dos personas con puntos y metas en común, que están juntos en búsqueda ide lograr ciertos objetivos y tener felicidad. La dependencia entre ellos se basa en un vínculo fuerte y estable, que respeta los límites de cada uno y sus espacios. En mí opinión, tú no dependes del joven Midoriya más de lo que él depende de tí. Si lo extrañas mucho, está bien, es normal.

— ¿Es normal que incluso extrañe su estúpida mania de hablar dormido? —preguntó completamente en serio el menor y el rubio se rió.

—Sí, es normal —aseguró el mayor acariciando la cabeza del cenizo con ternura —De seguro el joven Midoriya también debe extrañarte mucho.

—Más le vale —murmuró el cenizo no quejándose, por una vez, de las palmaditas del héroe sobre su cabeza como si fuera un niño.

— ¿Por qué no sales con tus amigos para distraerte un poco? —sugirió el héroe —Disfruto mucho de nuestros entrenamientos, joven Bakugou, pero también es importante que disfrutes el poco tiempo libre que tienes y hagas buenos recuerdos con tus amigos. Piénsalo un poco.

El de quirk explosivo decidió que su mentor tenía algo de razón en sus palabras y que salir un poco le ayudaría a despejar su mente. Eijirou le había invitado el otro día a una tarde de pesca, junto con Denki y Hanta y él todavía no le dió su confirmación. Para cuando lo hizo, el grupo de chat que tenía con sus amigos explotó en un montón de stickers de alegría y que prometían diversión. Mina no podía ir ya que estaba en casa de una de sus primas pasando las vacaciones y Shoto visitaba a su madre en su hogar natal. A Kyoka la pesca no le llamaba la atención por mucho que el de quirk electrico le aseguro que sería divertido y se negó a ir. Por lo tanto, sería una tarde de amigos solos, de esa forma la había llamado el rubio.

El cenizo se sintió bien con su elección.

A Izuku los días en la facultad se le hicieron un tanto más difíciles desde la ausencia del cenizo. Sus compañeros ya ni siquiera lo molestaban al verlo tan deprimido y, en cambio, le brindaban ánimos y golosinas, como si fuera un niño que estaría contento con solo unos chocolates. En Los Colores, Adriana le insistía en que no descuidara su trabajo y Henry lo distraía con otros proyectos para que mantuviera su mente ocupada. El profesor Shield y Melissa también intentaban que enfocara su energía en otras actividades como andar en bicicleta o leer las tesis de alumnos próximos a graduarse.

Por unos momentos, parecía funcionar. Asistía a sus clases con sus compañeros, trabajaba en sus inventos y participaba en las conferencias con la rubia. Pensaba en otras cosas, nuevos inventos e ideas, se reía con alguna tontería de Douglas y evitaba que Adriana se cayera de la patineta antigravedad que le faltaba perfeccionar. Sin embargo, después llegaba a su dormitorio, encendía las luces de la cocina y ya no había nadie para recibirlo, no estaba esa voz gruñona y mandona que le mandaba a bañarse por el calor que hacía en las calles y que luego le daba un beso para levantarle al ánimo si lo veía cansado.

No había olor a comida casera y picante o a desinfectante —ya que cierta persona le tenía manía a los gérmenes— las ventanas abiertas dejaban pasar la leve brisa veraniega y todo estaba ordenado como si nadie lo hubiera tocado. No estaban a la vista otros libros diferentes a los de informática e ingeniería, las mancuernas que se acostumbró a ver a un lado de la cama para no patearlas y quedar con un dedo adolorido también habían desaparecido, ese olor dulce a caramelo se esfumó casi por completo aunque una pequeña parte seguía intacta en su cama, en las sábanas y la almohada.

El de pecas se sentía muy melancólico en ese primer momento en que llegaba al dormitorio y se daba cuenta de su soledad. Después, haciendo un enorme esfuerzo de voluntad, se preparaba la cena, llamaba a el cenizo para hablar un rato —intentaba por todos los medios no alargarlo demasiado para no agobiarlo— y animarse un poco, revisaba sus apuntes y luego se iba a dormir.

Sin dudas, quería volver a Japón. Al menos, solo le quedaban dos días en Estados Unidos. Incluso ya tenía su maleta hecha, mañana tenía el día libre y le harían una despedida en Los Colores y la universidad.

Pronto vería a Katsuki, sus padres y amigos.

Muy pronto.

La idea de ir a recibir al de pecas al aeropuerto fue casi de todos pero quién hizo la organización fue Iida. El representante de la clase A convocó a todos en el aeropuerto a cierta hora, Uraraka trajo un par de carteles que ponían "Bienvenido miembros asociado al curso de héroes" y "Bienvenido devuelta Izuku" que tenían dibujitos de conejos y las letras en verde brillante. Asui propuso que hicieran una pequeña fiesta de bienvenida y Yaoyorazou ofreció su casa para llevarla a cabo.

Kaminari, Jiro, Ashido y Sato estaban a cargo de esa fiesta, así que no podían ir al aeropuerto. Estaban —con el permiso de la dueña— redecorando la enorme mansión para su fiesta, haciendo la comida y en el caso de la pareja, eligiendo la playlist de música y poniendo los equipos para hacer karaoke.

Los Midoriya también estaban presentes, divertidos por las propuestas de los adolescentes y pidiendo que por favor cuidarán que su hijo pudiera volver a casa sano y salvo. Bakugou no sabía cómo decirles que había altas posibilidades de que él mismo emborrachara al de pecas para divertirse.

O para tener una "agradable bienvenida de pareja". También le gustaba esa perspectiva de un precioso chico con pecas sonrojado por el calor del alcohol y encima suyo.

— ¿Ya estás listo para ver a tu amorcito? —se acercó la de quirk de gravedad a el cenizo, que estaba sentado en una silla del aeropuerto y se sentó a su lado — ¿Lo extrañaste mucho?

—Cierra la boca, cara redonda —gruño el cenizo — ¿Dónde está tu novia loca para que no me fastidies?

— ¡Himiko-chan es genial, gruñón! —le golpeó en el hombro la castaña, de forma amistosa al cenizo y suspiro, recargando sus codos en las rodillas y sosteniendo su cabeza con sus manos —Esta en la universidad. Ella ya tenía clases y no podía venir, aunque me dijo que iría a la fiesta.

— ¿Deprimida por no ver a tu amorcito? —se burlo el de quirk explosivo.

—No uses mis malas bromas en mí contra, Bakugou-kun —se rió la castaña para después girar la cabeza y mirar hacia el cenizo con una sonrisa — ¿Sabes? Nunca te di las gracias.

— ¿Las gracias porqué? —preguntó extrañado el cenizo, que él recordara, no hizo nada para que la castaña le estuviera agradecida.

—Si no fuera por ti, quizás nunca habría conocido a Deku-kun. Y eso hubiera sido una pena. Es decir, creo que hay personas que están destinadas a conocerse —dijo la de ojos chocolate —Pero sin ti no habría sido posible y me habría perdido de un gran y querido amigo, que siempre está ahí para escucharme y apoyarme, además de que es la persona más dulce y fuerte que he conocido. Así que, ¡gracias!

La castaña después de eso se puso de pie, le brindo una enorme sonrisa al cenizo y se dirigió hacia Tsuyu para charlar. Al parecer, el vuelo de Izuku ya estaba por llegar.

Destinadas a conocerse, ¿eh?

El de quirk explosivo se puso de pie mientras pensaba en eso. No creía tanto en el destino. Él fue a esa sala de Soporte Técnico con una sola idea, conocer a su ingeniero y desestresarse un poco de todo lo que era la clase A, ser pupilo del gran All Might, tener grandes rivales a los que no quería reconocer y bueno, de su vida adolescente en general. Fue con las expectativas bajas y se llevó la sorpresa de su vida cuando un chico —en ese entonces bajito— de enormes y brillantes ojos esmeralda lo salvó de la explosión diaria de Hatsune. Se encontró con la persona que hacia sus granadas y la cual parecía más complicada de lo que creía.

Un chico de carácter duro y aspecto dulce. Un chico sin quirk. Un chico inteligente y fuerte.

El chico de quién iba a enamorarse. Tecnicamente, él fue a buscarlo, ¿no? Eso no contaba como destino. Pero...si hubiera seguido su orgullo de fingir que estaba todo bien y le valía todo una mierda, posiblemente hubiera mandado por la borda las palabras de Yagi, se habría dirigido por otro camino y no lo habría conocido.

Tal vez, que conociera a Izuku sí fue el destino. Sin embargo, enamorarse de él fue puramente decisión suya y no se arrepentía de nada.

Menos cuando al ver a las personas salir del abordaje, vio a ese chico de cabello rizado verde despeinado, ojos esmeralda que miraban en todas direcciones en busca de algo, con una vestimenta que consistía en una bermuda beige y una remera celeste junto con sus usuales zapatillas rojas. Una maleta en una mano y un bolso en la otra.

El cenizo sonrió levemente cuando lo vio reírse de las pancartas de Ochako, lo observó acercarse a Tenya y Shoto que le daban palmadas en la espalda a modo de bienvenida, una enorme diferencia con Eijirou que le saltó al cuello y le dió un abrazo de oso que le saco un quejido que incluso él pudo escuchar a la distancia. Se rió de eso y aunque el sonido fue bajito, el de pecas debió escucharlo y reconocerlo, porque de inmediato sus ojos esmeralda de dispararon hacia donde estaba él.

Y en ese instante en que se vieron, solo existieron ellos dos.

Izuku abandonó su maleta y bolso, corrió lo más rápido que pudo y olvidando por completo que no solo la clase A estaba presente, sino también sus atentos padres, agarro al cenizo por la cintura y lo alzó en brazos. De los nervios, al más bajo se le escapó una explosión.

— ¡Kacchan, estoy de vuelta! —le dió una vuelta el de pecas en el aire.

— ¡Bienvenido idiota, pero bájame! ¡Que me bajes! —se quejo el cenizo pero entre risas — ¡Deku, hablo en serio, bájame!

— ¡No quiero!

— ¿Deberíamos preocuparnos? —pregunto Todoroki que se mantenía a la distancia observando la escena.

—Nha, si Bakugou realmente estuviera enojado le habría explotado la cara como a Kaminari —le aseguro Kirishima a su novio, pasando un brazo por sus hombros y sonriéndole —Midoriya goza de beneficios exclusivos.

—La traducción sería que puede hacerle lo que quiera a Bakugou-kun y sobrevivir —se rió la castaña —Aww, ¿no significa que ya están juntos? ¿deberíamos celebrar eso también?

—No creo que haga falta, Ochako-chan —menciono Asui.

Mientras el cenizo seguía gritando que el de pecas lo bajara, Hisashi e Inko se preguntaban si debían darle a su hijo un "pase libre" por el día de hoy ya que tenía su fiesta y ya al día siguiente preguntarle cuánto quisieran sobre su relación con el de quirk explosivo. Como eran padres piadosos, decidieron que lo dejarían pasar hasta mañana y solamente sonrieron tiernamente hacia ambos jóvenes.

El de pecas bajo al cenizo después de unos minutos pero no lo soltó, lo tenía fuertemente agarrado de la cintura y no le importaba nada de nada que le estuviera pellizcando las mejillas por el espectáculo que acababan de montar. Le beso en los labios cuando le soltó y fue correspondido, lo que quería decir que no estaba de tan mal humor por lo que acababa de hacer.

Bakugou seguía avergonzado pero, bien, tener a el de ojos esmeralda con él hacia que su humor no pudiera ser siempre malo. Se relajo y agradeció que los padres de Midoriya no hicieron preguntas por lo que acababan de ver, aparte de darles unas miradas cómplices y asegurarle a él que le habían mandado a Mitsuki un vídeo de su "bienvenida" —genial, su madre tendría material para joderlo por años— con su hijo, para que lo tuviera presente al momento de volver a casa. Los mayores se llevarían el equipaje de su hijo a su hogar y pidieron que los mantuviera al tanto si la fiesta se prolongaba.

—Al menos no fue tan malo, Blasty. A mí todavía me da miedo cuando Endevador-san me recibe en su casa —dijo el de dientes puntiagudos —Me recorre un escalofrío.

—Mí viejo no te haría daño, Kirishima. Antes, lo congelo —respondió el bicolor que caminaba a un lado de su pareja.

—No creo que sea bueno que congeles a tu padre, Todoroki-kun —comento divertido el de pecas, que sostenía la mano del cenizo con una mano mientras hablaba con sus amigos —Aunque sea por defender a Kirishima-kun.

—Es cierto, Shoto, tengo que enfrentar a tu padre como hombre —asintió para sí mismo el pelirrojo — ¿No es así, Blasty?

—Si puedes soportar mis explosiones, puedes contra el padre del mitad-mitad, Kirishima —contesto el cenizo, lo más cercano a un halago que podía darle a su amigo.

Uraraka se rió de ellos y comento que a ella le dió bastante miedo cuando visitó por primera vez el departamento de Toga, que estaba bajo el cuidado de Shimura. El hombre la recibió con una expresión sombría y preguntó qué intenciones tenía con su hermana menor, lo cual la hizo sudar de los nervios. El de pecas le juro que su profesor solamente debió haber actuado, ya que no era tan aterrador como lo describía la de quirk de gravedad. O, al menos, él nunca lo había visto actuar de ese modo.

Entre charlas y un par de bromas la clase A llegó a la enorme mansión de Yaoyorazou, dónde Kaminari y los demás habían terminado de acomodar todo para una buena fiesta. El de pecas estaba conmovido por todo el esfuerzo de sus amigos y se paso gran parte de la noche dándoles las gracias.

Fue una fiesta divertida. Jiro y el rubio hicieron un buen trabajo con el improvisado karaoke, aunque tuvieron que vetar del mismo a Mineta por su chillona voz para cantar o de lo contrario los dejaría a todos ellos sordos. Sato preparo pizzas, sándwiches y para los veganos como Sero, Asui, Fukumigake y Koda, tenía hechos un par de aperitivos a base de verduras. Las cervezas estaban a disposición de todos y para variar, Iida no hacia la menor protesta ya que la de quirk de creación lo había invitado a bailar y estaba demasiado ocupado intentando no quedar en ridículo con ella.

En cierto momento de la noche, la pareja se separó para ir con sus amigos, el de pecas tenía que ponerse al día con los suyos y el cenizo no quería parecer acaparador, así que fue a entretenerse con sus amigos y sus tornerías por unas horas. Luego de un rato, cuando se encontraron nuevamente, se sentaron juntos en uno de los sofás y bebieron hasta que, de alguna forma, el cenizo quedó con las piernas sobre el regazo del pecoso, riéndose de su cabello y jugando con el cuello de su camisa.

El de ojos esmeralda no estaba mejor, tenía los brazos estirados en el sofá y se reía de cada tontería que escuchaba, las manos del cenizo sobre su cuerpo le hacían sentir calor pero no el suficiente como para hacerlo delirar. No todavía.

—Kacchan, en verdad, en verdad, te extrañe —dijo, arrastrando un poco las palabras y acariciando el rostro del cenizo — ¿Tú me extrañaste?

—Hum —frunció los labios el cenizo —Tal vez.

— ¿No me extrañaste? —hizo un puchero el de ojos esmeralda —Que malo, yo te extrañe mucho.

—No hagas pucheros, no eres un mocoso —se rió el cenizo, apretando la nariz del pecoso y viendo como seguía haciendo pucheros — ¿Si digo que te extrañe, vuelves a sonreír como el idiota adorable que eres?

— ¿Crees que soy adorable? —preguntó el de pecas.

El cenizo se rió, asintió con la cabeza y se acercó más en el sillón para quedar sobre el de pecas y besarlo con lentitud. Pudo escuchar el silbido de Denki detrás suyo y el grito de Minoru que decía que consiguieran un cuarto pero los mando a la mierda, literalmente, mostrándoles el dedo medio mientras seguía besando al de pecas.

No se pasó de la raya ya que, esta vez, no era como si tuvieran un lugar para tener sexo. Lo soltó y se quedó viendo su rostro, sonrojado y pecoso, con el cabello revuelto y los ojos brillantes.

— ¿Cómo mierda vas a creer que no te extrañe, Deku? —murmuró casi en un tono de reproche —Joder, sí que me volví cursi por tu culpa. Hacerme decir tal idiotez para verte contento.

—Me gusta el Kacchan cursi —sonrió el de pecas, abrazando al cenizo por la cintura y frotando su mejilla contra su pecho como si fuera un cachorrito —Me gusta Kacchan todo el tiempo. Muchísimo.

—Más te vale decirle eso a las mocosas de primero cuando empiece el cuatrimestre —amenazo el de quirk explosivo ya que, debido a la bebida, no estaba poniendo controlar bien sus celos —Eres mío, nerd. Mí jodido y cursi novio.

—Soy tuyo —apoyó el mentón en el pecho del cenizo y sonrió —Kacchan, ¿me das un beso? Quiero un beso.

—Que demandante.

Antes de que Izuku pudiera hacer pucheros, Katsuki lo beso y acaricio su cabello, disfrutando del sabor a cerveza en sus bocas y la suavidad de su pelo contra las palmas de sus manos.

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