Capítulo 43

Debían ser las cuatro de la madrugada. Las calles estaban desiertas y hacia muchísimo frío, una noche común de invierno, ya sin señales de los festejos del Año Nuevo. Lo que daba un ambiente tranquilo dónde dos jóvenes iban caminando a la par por la calle, sin intercambiar palabras entre ellos y sin un rumbo fijo que seguir.

Bakugou no quería presionar a Midoriya con su conversación, estaba por completo sobrio y creía tener una idea clara de lo que quería hablarle. No deseaba adelantar ese momento. Por la manera en que el de pecas se estaba comportando, podía darse cuenta que tal vez se enojaría. O podría ser que no. De todos, modos quería guardar su paciencia en caso de necesitarla.

Estaban cuatro cuadras lejos del manga-café dónde seguían sus amigos, no le avisaron a nadie que se iban a ir, pero aún así Kirishima los vio y pareció un poco preocupado por ambos, aunque no se paró para detenerlos ni les hizo preguntas. Sus cosas quedaron en la cabina, por lo que el pelirrojo debía suponer que sin importar lo que pasará volvieran por ellas. Pero el cenizo no descarto que los saliera a buscar, en medio de la noche, si no volvían en una hora o más.

Mientras no lo dijera a Ashido o Kaminari que lo vio abandonando el lugar con el pecoso, todo estaría bien. Y, honestamente, el de quirk explosivo esperaba que Todoroki sirviera de distracción para su mejor amigo. No creía poder aguantar sus preguntas ahora.

—Kacchan, ¿está bien si vamos al parque de ahí? —rompió el silencio el de pecas, señalando hacia el parque que había en la cuadra de en frente —Nos podemos sentar en las bancas para hablar.

El más bajo simplemente se encogió de hombros y cruzó la calle, sin esperar al de ojos esmeralda que le gritó desde atrás que tuviera cuidado. No había autos a esa hora y los semáforos se podían ignorar por completo. El parque estaba iluminado por sus farolas y en completa soledad, el de quirk explosivo se dirigió hacia los senderos que conectaban con la parte central y el de pecas le siguió hasta que llegaron a una fuente de mármol blanco, un enorme semicirculo que debía servir para sentarse y apreciar el día en ese parque. Había unas tres bancas alrededor, de madera vieja y desgastada, que por el tamaño podían sostener a cuatro personas. El de ojos rojos se sentó en el medio y el de pecas se quedó de pie, delante suyo, para mirarlo.

Esos ojos esmeralda lo hicieron sentirse mucho más nervioso que cualquier tipo de prueba que hubiera enfrentado en la academia.

— ¿No vas a sentarse? —cuestiono, alzando el cuello para mantener el contacto visual con el más alto —Me va a dar un jodido dolor de cuello de esta forma, Deku.

—E-Es que creo que es mejor si me quedo de pie —tartamudeo nervioso el de pecas —Si-Si me siento, voy a terminar sin decirte nada y me quedaré paralizado. Es un minuto, solo uno, Kacchan.

Izuku podía sentir como el valor que tuvo antes se le escapaba entre sus dedos con solo estar delante de Katsuki, que tenía sus ojos rojos prestando atención a sus palabras y las mejillas junto con la nariz rosadas por el frío. Su garganta estaba seca y sus manos hechas puños a sus costados, podía sentir sus uñas clavándose en sus palmas con ansiedad.

El cenizo no estaba en mejor estado. La tensión lo tenía a nada de soltar una o dos explosiones ahí mismo. Pero se aguanto, respiro hondo y se calmo.

—Pues, solo dilo de una vez —demandó sintiendo el corazón acelerado.

El de pecas asintió y junto aire, bajo la cabeza y cerro los ojos, en lo que soltaba todas las palabras que sentía a la vez.

—Quería darte las gracias por acercarte a mí en el primer año, por haber querido ser mi amigo, por animarme a participar en el Festival Deportivo, por haber estado ahí cuando paso lo de mi secuestro, por haber creído en mí siempre...—empezó el de pecas sintiendo una opresión dentro de su pecho —Por hacer que conociera a Kirishima-kun, a Kaminari-kun, a Sero-kun y Ashido-san, por haberme recibido siempre en el salón de clases, por visitarme en el taller. Si no fuera por ti, nunca me la habría pasado tan bien en la escuela, no me habría reído tanto ni me hubiera divertido. Kacchan, quería darte las gracias por todo eso.

No, no, no. No es solo eso. No es solamente agradecimiento lo que siento, no lo es. No lo es.

El de pecas podía sentir las lágrimas en sus ojos, el miedo trepando por su garganta, la parálisis que subía por sus piernas. Las dos palabras que más quería decir no salían de sus labios, estaban atrapadas dentro suyo, asustadas de ser rechazadas. Asustado él mismo de ser aceptado.

Porque no se sentía suficiente para alguien como Katsuki Bakugou.

— ¿Y eso es todo?

El más alto abrió sus ojos de golpe al escuchar el tono de voz del cenizo. Había sonado tan bajito y lamentable que creyó que lo estaba imaginando, pero cuando levanto la cabeza para verlo, pudo ver que el de ojos rojos tenía el ceño fruncido y que su labio inferior temblaba un poco. Lucia decepcionado de una manera que le apuñaló el corazón y basto para que lo que más quería decirle saliera de una vez.

— ¡Me gustas, Kacchan! ¡Me gustas muchísimo! —exclamo abrumado, con las lágrimas cayendo de sus ojos y llevando una mano a su cara para limpiarlas —T-Te quiero, Kacchan. Te quiero muchísimo.

Midoriya cayó de rodillas al suelo, sus piernas no aguantaron más y una ola de alivio le invadió cuando finalmente dejo salir esas palabras, para después dar paso a la tristeza y el miedo cuando escuchará la respuesta del cenizo. Se intento limpiar las lágrimas, en vano, porque estás seguían cayendo sin tregua por su rostro. Y estuvo por un momento tan perdido, que cuando el cenizo le agarro el rostro con ambas manos, ni se dió cuenta que debido al llanto tenía hipo y que eso debía hacerlo lucir el doble de patético de lo que se sentía.

— ¿Por qué lloras? —quiso saber el de quirk explosivo, limpiando las lágrimas del pecoso y acariciando su piel con cuidado —Ni siquiera te he respondido.

—P-Porque no hay forma de que te guste, no la hay. Tú eres genial y yo no —murmuró el de pecas abatido —Soy penoso, un llorón, un inútil sin quirk...

—Pues, noticias buenas para ti inútil sin quirk, que me gustas y muchísimo. Aunque seas un llorón y se te estén cayendo los mocos, me gustas.

Bakugou agradeció que el de pecas se hubiera quedado callado con su respuesta. No soportaba escucharlo hablar de esa manera sobre sí mismo, con tanto menosprecio. Sabía que aún era inseguro. Años de maltratos dejaban marcas que ni el tiempo podría borrar y él quizás había subestimado ese aspecto de su vida. Por supuesto que se sentiría inseguro respecto al amor y cuando lo vio tan sonrojado por sus palabras, con la boca abierta como un completo idiota, solo pudo alegrarse de haber tenido paciencia y no haber explotado todo como quería hacerlo desde hace rato.

Realmente era un tonto héroe enamorado.

—No es verdad —susurro el de pecas —No puede ser verdad.

—Es la puta y jodida verdad, una que si fueras más atento y menos denso te habrías dado cuenta desde hace como un maldito año, Deku gruño, apretando las mejillas del más alto y haciendo que hiciera muecas en el proceso —Me gustas, nerd idiota. Y quiero que te lo grabes en tu cabeza densa. Me gustas.

Izuku tuvo un enorme shock, al grado de que su cara ardía contra las manos frías del cenizo de lo caliente que estaba, sus labios solo pudieron cerrarse en una fina línea y sus rodillas temblaron, se acomodó en el suelo para poder esconderse de los ojos rojos del cenizo, que lo veían con una mezcla de ternura y diversión, mientras se volvía una especie de tortuga humana que no era capaz de mirarlo.

Por piedad, el de quirk explosivo lo dejo tener su crisis nerviosa, le soltó la cara y escucho los leves chillidos y murmullos que salieron desde su escondite. Estuvo tentado en ponerlo la mano fría en la parte descubierta de su cuello, para llamarle la atención y molestarlo, pero fue bueno. Tuvo paciencia, aguardo y luego de unos largos y fríos veinte minutos, vacilante, el más alto levanto la cabeza, sus ojos esmeralda brillaban con timidez bajo las farolas de la calle y el más bajo llevo una mano hasta sus rizos verdes, para tocarlos con cariño.

—...Te gusto —murmuró, casi como si buscará confirmarse a sí mismo lo que acababa de escuchar —Te gusto. Mierda, ¿te gusto, Kacchan?

—La pregunta ofende, maldito —tiró de un mechón verde del más alto y este ni se quejo, debía seguir bastante aturdido —Sí, me gustas. Me gustas, Izuku.

—N-No digas mi nombre, siento que el estómago se me va a salir por la boca Kacchan, no lo hagas —rogó el de pecas que, cada vez que escuchaba su nombre salir de los labios rosados del más bajo, sentía que sus tripas se retorcían en agonía —No puedo con todo junto, por favor.

—De acuerdo, Deku —aceptó el cenizo, en un tono de voz bajo, acariciando los rizos verdes esperando darle algo de tranquilidad al más alto y agrego — ¿Te estas por desmayar?

—Sí, posiblemente, sí —asintió el de pecas.

Katsuki soltó una fuerte carcajada que hizo que el de ojos esmeralda le viera con indignación, ya que él iba muy en serio, como la conversación siguiera creía firmemente que podría llegar a desmayarse. Sin embargo, ese sentimiento se esfumó a medida que lo veía reírse, su corazón se aceleró de una manera agradable, sobrecogedora y se puso de pie para sentarse a su lado en el banco, con las rodillas temblando pero más tranquilo que antes. El cenizo se terminó de reír cuando lo vio tomar lugar a su lado y le miro con la cabeza inclinada, debía estarse muriendo de frío pero no presentaba la menor queja.

Era el chico que amaba el que estaba a su lado. El futuro héroe número uno del país. Y le había dicho que le gustaba él, ¡de toda la población del país, de el mundo entero, él le gustaba! Oh, algo tenía que estar muy mal en eso, ¿no?

El de pecas negó con la cabeza, intentando espantar los pensamientos negativos y vaciló un poco al mirar al contrario, aunque finalmente lo hizo. Estaba nervioso y ansioso, pero podía compensarlo con su determinación de hacer las cosas bien con el cenizo.

—Kacchan, me gustas y estoy muy feliz de que hallas dicho que también te gusto, pero no creo poder salir contigo —apretó las manos al ver la mueca de decepción y tristeza en el cenizo y se apresuro en agarrarlo de los hombros, con desesperación absoluta — ¡A-Aún no, al menos! ¡Dame un tiempo, por favor! Y-Yo soy muy inseguro, quiero prepararme, al menos mentalmente, para estar contigo porque no quiero que por mis inseguridades pase algo malo entre nosotros o nos peleemos por tonterías. Q-Quiero ser un buen novio, humm, hasta entonces, ¿podrías esperarme, por favor? I-Igual voy a demostrarte todo el tiempo que me gustas y-y s-si me dejas quisiera...

Fue aterrador lo cerca que estuvo de enojarse cuando escucho la primera parte del discurso de Midoriya pero, afortunadamente, el de quirk explosivo se contuvo y lo escucho todo. No podía negar que se sintió triste con lo primero pero después se fue sintiendo mejor y al final, notando lo rojo que se puso nuevamente el de pecas, supuso lo que quería.

Bakugou estaba más que conforme con concederlo. Podía sentir las manos del pecoso, las que sostenían con firmeza y cuidado sus hombros, su mirada esmeralda estaba fija en él, en espera de su permiso y el cenizo sintió su rostro caliente, no se atrevía a decir nada. No era un maldito sentimental y tampoco sabía cómo ser cursi. Por lo tanto, solo cerro los ojos y rezo porque el de pecas no fuera tan denso por una vez.

Algún Dios halla arriba debió haberlo oído, porque el más alto actuó de inmediato cuando el de quirk explosivo cerro sus ojos, se acercó despacio y pego sus labios a los suyos en un toque inocente, tímido y primerizo. No duro mucho, pero volvió a repetirlo cuando se sintió confiado y lo hizo unas tres o cuatro veces. Luego, soltó los hombros del más bajo y se quedó sentado derecho en la banca, con las manos sobre las rodillas y el rostro ardiendo.

Por otro lado, aunque el cenizo estaba avergonzado, una sonrisa engreída y atrevida se mostró en sus labios en lo que molestaba al de pecas.

— ¿Por qué no usaste la lengua, Deku? —escuchar el chillido del pecoso hizo que toda esa noche helada valiera la pena —No tenemos siete años.

— ¡L-Lo haré cuando esté mentalmente preparado! —exclamó el de ojos esmeralda.

—Entonces tendré que esperar unos cinco años —se quejo el de quirk explosivo —O siete, carajo. A este paso me voy a morir virgen por tu maldita culpa, jodido puritano.

Al parecer, el cenizo no tenía intenciones de que sobreviviera esa noche, el de pecas estaba a dos palabras más de un preinfarto por culpa de la vergüenza y los nervios, se ahogo con el aire mismo de la noche fría y comenzó a toser, causando que al de quirk explosivo le diera otro ataque histérico de risa.

Para cuándo los dos estuvieron "bien" tuvieron una pequeña conversación para definir su relación, acordaron ciertas cosas —que les parecieron escenciales— y se prometieron otras. Katsuki pudo comprender la necesidad del pecoso de un tiempo para hacerse la idea, para prepararse y pensar en un futuro juntos, porque Izuku quería una relación larga y duradera con él, una relación como la que tenían sus padres, una que terminaría con ellos juntos para toda la vida. Para asumir un compromiso así, primero, quería hacer su pasantía en Estados Unidos, ya que había ganado la beca a final de año y se iría durante las vacaciones de primavera-verano del tercer año de Yuei, establecer bien su carrera como ingeniero y convencerse a sí mismo, que sí podía estar con el número uno, que sí merecía ese amor. Eso también le llevo al cenizo a pensar en su futuro como héroe, realmente quería ser el mejor y el número uno, y sabía del gran sacrificio que hizo All Might para serlo. Sin una familia que lo acompañara, con una pareja con la cual solamente podía estar en su retiro. Admiraba muchísimo a su mentor, pero para ciertas cosas estaba seguro que no iba a seguir su ejemplo.

La sociedad de héroes ya no era la que necesitaba un símbolo como lo fue All Might, no era perfecta y tenía sus detalles, sus temas que mejorar y tratar, todavía necesitaba a héroes poderosos para brillar y sostenerla pero no con tanta necesidad. El cenizo sería un gran héroe, daría lo máximo de sí para serlo, pero si compartir esa enorme carga con otros le daba más tiempo con el pecoso y la oportunidad de estar juntos como una pareja "normal", lo haría. Por muy orgulloso que fuera, iría a compartir esa carga con sus amigos y así, quizás, no solo él, sino todos podrían tener un futuro mucho mejor del que pensaron.

En el futuro, cuando alguien les preguntara —y habría muchas personas que lo harían— cuando empezaron a salir, darían la fecha que sería cuando Izuku Midoriya, el más joven y talentoso ingeniero de Japón, volviera de su larga pasantía en Estados Unidos para retomar las clases del segundo cuatrimestre en Yuei, dónde en medio del aeropuerto y en una bienvenida hecha por sus amigos y sus padres, el muy alto y grandote muchacho alzaría en brazos al cenizo, el cuál gritaría con el rostro todo rojo que lo bajara y dejara de sacudir en los aires, esa obvia demostración de afecto y amor haría que todos supieran que estaban saliendo oficialmente. Sin embargo, para ellos su relación cambio para siempre ese primero de enero, en ese parque y en esa banca, hablando tomados en la mano sobre cómo sería su futuro, sobre qué esperaban y qué querían cumplir. Ese sería por siempre su día especial, el primer día donde demostraron sus sentimientos y fueron correspondidos.

No lo contarían porque era vergonzoso. Porque sus padres y amigos, quizás, se iban a reír de que hablarán por tanto tiempo del futuro siendo que su relación apenas estaba comenzando. Debido a que no entenderían lo significativo que fue para ellos dos ese momento, que querían alargarlo por toda la noche. No, no lo iba a contar, sería algo solamente suyo, que nadie llegaría a saber.

Pasaron horas en ese parque hasta que, como predijo el cenizo, Eijirou los encontro. El pelirrojo estaba muy preocupado cuando no volvieron al manga-café en cuatro horas —ni ellos mismos imaginaron que habían pasado esa cantidad de tiempo afuera— pero sin querer ser fatalista, los salió a buscar imaginando que a lo mejor solo estaban dando un inocente paseo y se los cruzaría en el camino. La verdad era que estaba muerto de preocupación y a nada de llamar a una guardia militante que ni siquiera existía con tal de encontrarlos. Cuando los diviso en el parque, corrió hasta ellos y abrazo al cenizo, gritando que estaba muy pero muy feliz de que estuvieran bien.

—Maldito exagerado —se lo saco de encima el de quirk explosivo a su amigo —Deja de llorar.

— ¡Pero estaba muy angustiado, Blasty! —hizo un puchero el de dientes puntiagudos para después mirarlos a ambos y fruncir el ceño —Ay, amigos, deben estar muertos de frío. Vamos de una vez al manga-café, les pediré algo caliente, ¿qué les parece?

Bakugou y Midoriya no tenían razones para negarse, era cierto que tenían mucho frío y que ya no era necesario que siguieran en el parque. Por lo tanto, se pararon de la banca, sintiendo las piernas y el trasero congelados por el tiempo que pasaron sentados ahí, y siguieron a un alegre Kirishima, que no parecía nada cansado y eso que llevaba despierto el mismo tiempo que ellos. El pelirrojo les contó que Todoroki, Kaminari, Sero, Mineta, Ashido y Hagakure estaban muy dormidos en el manga-café, que Yaoyorazou se había vuelto adicta a los juegos de carreras y que Iida estaba peor que ella con los de ajedrez, que Uraraka y Toga se la pasaban riendo desde hace horas por una llamada telefónica que tenían con Tenko y Touya, y que Jiro se pasaba por los cubículos a dibujar cositas en las caras de los dormidos. Estaba todo bastante entretenido que incluso los empleados lo estaban pasando bien con ellos, les dieron chocolate caliente gratis hace una hora y un par de mantas para los dormidos.

En lo que el pelirrojo se perdía en sus anécdotas, el de pecas y el cenizo se quedaron detrás suyo, disimuladamente, el de ojos rojos golpeó sus nudillos de la mano derecha con la del más alto y él no tardo, por suerte divina, en entender lo que quería. Con el rostro cubierto de rojo, acepto tomarle la mano y siguió mirando al frente, fingiendo que estaba bien cuando ambos sabían que quería desmayarse en ese momento.

Katsuki estaba seguro que nunca se habia sentido tan feliz en su vida.

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