Capitulo 37
[Para agradecerles sus rápidas respuestas, ¡les traigo está capitulo que iba a salir el viernes! Ya que fueron tan rápidos, puedo progresar con algunos caps que tenía hechos de antes y seguir con el rumbo de la segunda opción de la historia. Muchísimas gracias ❤️]
Mei contenía la sonrisa con un esfuerzo considerable ante la esperada llegada de Bakugou Katsuki a su salón de clases de segundo año dentro del departamento de Soporte Técnico. Desde que Tenko les anuncio que Izuku estaba ausente por enfermedad que había estado esperando la llegada del gran número uno de Yuei a su puerta con deleite.
Un malvado deleite.
—Bakugou, ¿qué te trae por aquí? —pregunto, bateando sus pestañas con inocencia, como si no supiera la razón por la que estaba ahí.
El cenizo bufó, odiando lo obvio y patético que debía verse ante la chica de cabello rosado, pero mándalo al carajo con rapidez.
—Le llevaré su jodida tarea a Deku —avisó, a lo que ella ladeó la cabeza y la vio morder sus labios para no reírse —La vendré a buscar antes de irme.
— ¿Por qué? Yo puedo llevarla sin problema —sonrió, resistiendo la tentación de reírse al ver como el cenizo chasqueo la lengua —Los profesores me lo pidieron específicamente a mí. O, de lo contrario, lo hará el delegado de nuestra clase. Alguien del departamento de Heroísmo no tendría que tomarse esas molestias.
El de quirk explosivo se mordió la lengua sabiendo claramente que la de cabello rosado únicamente buscaba provocarlo. Honestamente, casi todos sabían que a él le gustaba el de pecas a estas alturas, incluida ella. Los de su clase no dirían nada por respeto combinado al miedo muy real de que les explotará sus traseros por "accidente" en uno de sus entrenamientos. El resto de la población de Yuei podía especular al respecto pero ni eso haría que alguien se atreviera a preguntarle directamente o que osara molestarlo, todos en la academia valoraban sus vidas.
Hatsune también lo hacía, claro. Sin embargo, como amiga, tenía en claro que hasta cierto punto el cenizo nunca le haría daño. Y ella lo apoyaba en cuanto el de pecas, había dejado en ocasiones caer un par de comentarios para ayudarlo, pero su amigo era tan denso que tenía miedo de enojarse y soltarlo todo, así que estaba algo distanciada del tema. De vez en cuando, le dejaba caer alguna pista pero no regularmente.
—Pero como yo estoy muy ocupada y supongo que hoy saldré realmente tarde del taller, te dejare hacerlo —dijo, evitando que el de quirk explosivo tuviera que demandarle la tarea para dársela al de pecas —Dudo que al delegado de nuestra clase le importe tampoco. No es Iida.
—Por suerte —bufo el cenizo, más tranquilo y relajado — ¿A qué hora vengo? No iré al entrenamiento de la tarde.
— ¿No que era obligatorio? —cuestiono un poco perdida la de cabello rosado, que recordara los estudiantes de Heroísmo tenían entrenamiento físico todas las tardes desde las cuatro hasta las seis y media con Ereaser Head desde el primer año hasta el tercer año.
—No para los tres mejor calificados —dio una sonrisa de superioridad que hizo a la chica bufar y reírse un poco.
—Bien, supongo que tiene sentido. Por entrenar más no te volverás mejor héroe.
Solo más presumido —se burlo ella, antes de darse la vuelta y entrar a su salón —Ven a las cuatro. Si no estoy aquí, búscame en el taller.
Bakugou se mostró de acuerdo para después darse la vuelta e irse por el pasillo. Saco su celular en el camino para ver el último mensaje de Midoriya, el cuál le explicaba que el resfriado que había atrapado no estaba mejorando y que por esa razón tuvo que faltar a la escuela. Se sentía mal cada vez que lo leía. El de pecas casi nunca faltaba y era su culpa que estuviera enfermo. No espero que quedarse tan tarde en el parque le afectará tanto, pero debió saberlo por la hora hasta la cual estuvieron ahí con el frío nocturno y porque a la vuelta —ya que lo acompaño hasta su edificio como un perfecto caballero— tenía el rostro levemente rojizo, además de que comenzó a estornudar y toser en el trayecto.
No le aviso que iría a verlo. En caso de que estuviera dormido, no quería molestarlo. Supuso que dormiría lo más que pudiera. Ya en la tarde le mandaría un mensaje para avisarle de su visita y que iría le gustará o no.
—Mí muchacho —se rió Hisashi en voz baja —Te vez horrible.
Izuku gruño en voz baja, en lo que el azabache entraba en su habitación, con una bandeja en la que estaban servidos un tazón con cereales y un té. Inko había pasado hace menos de una hora, solo para ponerle cuántos ungüentos medicinales hubiera encontrado por la casa y atarle el cabello en colitas para que no le molestara. Entre el color blanco de la crema, su rostro rojo por la fiebre y los pañuelos esparcidos por su cama, no daba la mejor imagen de todas.
— ¿En cuanto te la puedes sacar? —pregunto divertido el mayor, dejando las cosas en una de las mesitas a un lado de su hijo y observando que levantaba un dedo en respuesta — ¿Una hora? ¿Tanto tiempo?
El de pecas solamente asintió. Su mamá usaba muchas cremas que decía eran medicinales, porque abrían sus vías respiratorias y ayudaban a mantener su rostro fresco. Si eran medicinales o no, él no lo sabía, pero se sentían bien pese a lo incómodas que eran y el tiempo que debían permanecer en su rostro.
—Bueno, esto te enseñará a que no está bien salir hasta tan tarde en la noche —se sentó en la cama para hacerle compañía a su hijo —Aún si es para ver a Katsuki-kun y hablarse en secreto.
Izuku negó con la cabeza, en señal de que que lo hablo con el cenizo no era un secreto, solamente algo de lo que no podía hablar con sus padres. Cuando volvieron a casa del parque, Inko tan perceptible como era, pudo notar que el cenizo tenía los ojos hinchados y que parecía afligido, preocupándose de inmediato y olvidando que él salió de la casa tan apresurado. Hisashi no fue tan agudo pero al ver a su esposa angustiada, se sumo a las preguntas e interrogatorios que quería hacerle al cenizo acerca de su bienestar. El de ojos esmeralda no tuvo que frenarlos con brusquedad para evitar que lo hicieran sentir incómodo, solo explicarles que era un tema que no quería hablar y que deseaba irse a casa.
Todavía podía recordar la mirada de puro agradecimiento que le dió Katsuki entonces. Carajo, debió haber insistido con más fuerza de que no lo acompañará hasta su casa. Se veía tan...delicado, que quería que fuera con Mitsuki y Masaru de inmediato, para que pudiera sentirse más calmado y pudiera relajarse del día tenso que tuvo.
Tenía muchas ganas de verlo. Era obvio que estaría bien, que ya habría procesado todo lo del retiro de All Might y estaba en paz con eso, pero deseaba asegurarse de todas formas. No quería verlo tan abatido. Quería estar ahí para asegurarle que sería el gran héroe que siempre proclamaba y que All Might sería el más orgulloso de todos al verlo.
Era horrible estar enfermo y no poder hacerlo.
—Inko hablo con Mitsuki acerca de eso y lo que sea que ella le halla dicho, la tuvo un poco angustiada. No quiero meterme Izu, pero si Katsuki-kun alguna vez tiene problemas puede venir aquí, ¿de acuerdo? —le acaricio el cabello a su hijo mientras le hablaba en un tono amable —No tienen que estar en la intemperie en un parque hasta la noche. Pueden venir aquí.
Izuku sonrió levemente y asintió, haciendo que Hisashi se sintiera feliz. Quería muchísimo a su hijo y deseaba que su hogar fuera un lugar donde siempre pudiera sentirse seguro y que pudiera compartirlo con alguien más. Se notaba desde lejos que el cenizo era muchísimo más reservado para sus emociones y posiblemente creía en cargar con todo solo, con tal de hacerse más independiente. Eso posiblemente no iba a cambiar, así que, todo lo que podía ofrecerle a ambos era un lugar tranquilo y seguro, dónde podrían ser ellos mismos y hablar de lo que quisieran sin preocuparse por otros.
Ser adolescente podía ser muy complicado e incómodo tanto para los padres como para los hijos. Hisashi solo quería que la experiencia con el suyo y con el de quirk explosivo fuera lo más llevadera posible.
Después de hablar un poquito más, el mayor se retiró, diciéndole al de pecas que su madre le prepararía un caldo de pollo para la noche y evitando reírse de la mueca de asco que hizo. No le gustaba el caldo de pollo y su madre lo sabía, así como también sabía que era lo mejor que podía comer sin vomitarlo una hora después.
Midoriya se resignó a eso y se dió la vuelta, pensando en volverse a dormir. Pero no sentía tanto sueño como antes y quiso sentarse por un rato, de paso, busco su celular para revisar sus mensajes. Le dolieron un poco los ojos ante el brillo de la pantalla y la alejó de su vista por un momento, una vez se acostumbró desbloqueo el celular y se puso a leer los primeros mensajes. Uraraka le preguntaba cómo se sentía, igual que Iida. Todoroki le mando un par de stickers de gatito para levantarle el ánimo. Incluso Toga, que seguramente se enteró por medio de Shimura, le mando un par de mensajes y un correo de voz para preguntarle qué tan mal estaba. Como hubo un largo período de tiempo donde no le importó a nadie más que a su padre y madre, el de ojos esmeralda se sintió bastante feliz por la preocupación de sus amigos y se tomó el tiempo de escribirle a cada uno por separado. Eso hasta que leyó el mensaje de Bakugou.
Uno muy claro y contundente.
Estaré en tu casa en media hora, Deku.
Era increíble como el poder de esa sola frase basto para que su pulso cardíaco saliera disparado por las nubes, haciendo que se levantará de la cama cayendo al suelo con las sábanas y asustará a sus padres que gritaron desde la sala de estar para saber qué le había sucedido. Ignorando sus gritos, el de pecas se metió al baño del departamento en cuestión de segundos, abrió los grifos de la ducha y comenzó a sacarse la ropa. Medio segundo después, el leve golpe de Inko llamo a la puerta y le llegó su voz detrás de la puerta.
— ¿Izuku? —lo llamo un poco preocupada — ¿Está todo bien?
— ¡Sí mamá! —le confirmo el de pecas, entrando en el agua y murmurando que seguía helada.
— ¿Seguro? —esa fue la voz de su padre.
— ¡Sí!
Afuera del baño, Hisashi e Inko se miraron mutuamente sin saber qué provocó que su hijo fuera tan rápido a bañarse pero tenían el presentimiento de lo que iban a descubrir pronto. Volvieron a la sala de estar, la femenina estaba leyendo un libro en el sillón y el azabache trabajando en la mesa con su computadora. Habían dejado todo en su lugar ante el escándalo de su primogénito por lo tanto no fue un problema volver a sus lugares mientras escuchaban el ruido a la distancia del agua de la ducha.
Casi pensaron que lo que sea que le hubiera pasado a su hijo estaba dentro de su rareza "normal". Hasta que escucharon el sonido del timbre del departamento e Inko, un poco sorprendida por la visita que sin dudas ella no esperaba ese día —ella tenía el día libre para cuidar a su hijo y pasar un tiempo leyendo unos cuantos libros por gusto, así que no pensó en salir ni en invitar a nadie y su esposo tampoco— fue a abrirle la puerta a Katsuki, el cuál traía una enorme chaqueta negra junto con una bufanda blanca y una bolsita con el logo de la farmacia más cercana a su edificio.
Entonces, todo tuvo sentido para los adultos.
—Katsuki-kun, bienvenido, pasa —se hizo a un lado para que el joven pudiera pasar y le dió una sonrisa llena de cariño — ¿Le has traído sus tareas a Izuku?
—Sí, Inko-san —respondió afirmativo el cenizo.
— ¿Eso no tendría que hacerlo alguien que vaya a su clase? —cuestiono con curiosidad el azabache, el cuál al ver la mirada de no digas eso de su esposa, se aclaró la garganta y dijo —Bueno, supongo que es lo mismo.
—Sí, es lo mismo —comentó el de quirk explosivo sin entrar en detalles, dejando su mochila en uno de los sillones de la sala junto con su campera y dando una mirada vacilante hacia el pasillo donde estaba la habitación del pecoso — ¿Deku está muy mal?
Tenía muchas ganas de ver al pecoso pero si se encontraba en mal estado no quería molestarlo. Le dejaría su tarea y se iría por dónde vino. También le daría una nota con las medicinas y vitaminas que le compro, dejando una sutil amenaza para que las tomara.
—No tanto. Lo peor fue el domingo, hoy ya está bastante mejor —le contó la de cabello verde —No quiso ir a Yuei porque sigue un tanto mareado y le cuesta ver el pizarrón de esa forma, aparte de concentrarse.
—Un día más en cama hará maravillas por él —se rió el azabache —Hace poco termino de bañarse, ¿por qué no vas a verlo por tu cuenta?
Inko le brindo a Hisashi una mirada de aprobación por sus palabras y alentó también a que Katsuki fuera a la habitación del pecoso. Una vez cerro la puerta, se vieron entre ellos con complicidad y fue el azabache el que empezó la conversación.
— ¿Qué piensas? —quiso saber.
— ¿Sobre ellos dos? —se fue a sentar nuevamente en el sillón, coloco su libro en su regazo y sonrió cuando su esposo se sentó a su lado, abrazándola por los hombros.
—Izu nunca fue abierto respecto a...bueno, quién le gustaba y quién no —comentó el mayor, pasando una mano por su cabello y observando la reacción de su esposa que le sonrió divertida —Si es realmente él, ¿qué opinas al respecto?
— ¿Crees que me molestaría? —ladeo la cabeza la mujer, mirando a su esposo pensativa.
—No, pero siempre has hablado de tener nietos —fue la respuesta del azabache —Y de hablar con alguien sobre las salidas familiares y esas cosas.
—Katsuki-kun parece abierto a las salidas familiares. Mitchan incluso me dijo que las disfruta, aún si hace como si no le importará —contestó la de cabello verde —Sobre lo otro, para ser tan inteligente, eres bastante poco creativo Hisa-san. Hay quirks que permiten la reproducción entre personas del mismo género y el sistema de adopción también es muy bueno.
—Oh...—abrió la boca sorprendido por esa información —No lo había pensado.
—De todos modos, mis deseos son mis deseos. No imposiciones para Izuku y mucho menos para quien sea su pareja, independientemente de si es Katsuki-kun o no en el futuro —dijo muy seria la de ojos esmeralda —Es su vida, no la mía.
Hisashi sonrió con cariño hacia su mujer e Inko le devolvió la sonrisa.
—Deku, ¿cómo...?
Por costumbre, Katsuki entro sin tocar la puerta. Había estado en esa habitación más veces de las que podía calcular e Izuku tenía la mala costumbre de estar distraído la mayoría del tiempo, así que, tocar la puerta era inútil ya que no le iba a contestar. Ese fue el motivo de porque entro sin esperarse que lo recibiría la imagen del pecoso sin camiseta y en un simple boxer negro. Para ser tan delgado, su cuerpo era bastante musculoso y tenía un par de cicatrices debido a uno o dos accidentes de Mei en la sala de Soporte Técnico de los cuales no salió ileso.
Pero bien, ese no era el punto. El cenizo sintió su rostro enrojecer a una velocidad alarmante y el de pecas no estaba mucho mejor. Sin embargo, ambos disimularon su vergüenza e incomodidad. Después de todo, eran chicos y no había nada de raro en verse sin camisetas o pantalones.
— ¿Qué mierda haces fuera de la cama? —preguntó en un tono hosco el de quirk explosivo para ocultar su verdadero sentir.
—M-Me acabo de bañar —tartamudeo el de pecas, poniéndose rápidamente la camiseta y sintiendo como la tensión que hubo antes disminuía en su habitación.
—Metete en la cama —frunció el ceño el más bajo al notar el cabello verde mojado del contrario —Y ponte en la punta. Te voy a secar el cabello.
Midoriya podía entender que era una orden y no un pedido por parte de Bakugou. Y como estaba más nervioso de lo usual, lo hizo sin quejarse ni nada. El cenizo salió un momento de la habitación para ir hasta el baño por el secador, volvió y lo enchufó cerca de su cama. Lo encendió y comenzó a secar el cabello del más alto, el cuál olía a shampoo y era bastante suave.
Honestamente, para ambos fue relajante.
El de pecas podía sentir los ligeros mimos en su cabello por parte del cenizo y mezclando eso con el viento caliente de la secadora, le dió un poco de somnolencia y elogio recostar su cabeza en el abdomen del contrario que era lo más cercano que tenía. El de quirk explosivo se tenso por un segundo pero después, se calmo y continúo con su trabajo hasta que estuvo satisfecho.
—Termine —declaró, apagando la secadora y bajando la cabeza, solo para ver que el chico parecía muy cómodo dónde estaba —Muevete Deku.
—Humm —hizo un sonido de protesta el de ojos esmeralda.
—Que te muevas —bufo el cenizo, empujando sin fuerza al más alto por los hombros y viendo la expresión de puchero que le ponía, sin poder evitarlo le agarro de las mejillas y se las apretó sin mucha fuerza — ¿Cómo te sientes?
—Mejor que ayer —admitió el de pecas, sosteniendo las manos del cenizo que estaban contra su rostro y frunciendo los labios ante lo frías que las sentía —Estás helado, Kacchan.
—No es para tanto —se encogió de hombros el cenizo.
Deberías preocuparte un poco más por ti mismo.
Izuku suspiro con algo de resignación y frotó las manos de Katsuki, buscando hacerlas entrar en calor. El cenizo le dijo que ni se molestará ya que en las temporadas de otoño e invernales, a no ser que llevará guantes, sus manos estarían heladas. Lo dejo continuar solo porque era agradable estar así.
— ¿Cómo estás tú? —quiso saber el más alto luego de unos minutos, haciendo un claro enfoque en que se refiera a la noticia del retiro de All Might.
—Lo superaré —admitió el de ojos rojos, sentándose a un lado del pecoso en la cama y admirando unos cuantos pósters que había por ahí de su mentor —Creo que una parte de mí todavía no lo quiere aceptar y la otra...está malditamente aliviada de que vaya a tener un descanso. Mierda, All Might se merece un puto descanso de todos los jodidos años que le dió a los villanos y la sociedad.
Midoriya asintió, le coloco al más bajo una mano en la espalda para frotarlo y Bakugou bufo un poco frustrado consigo mismo. Se suponía que venía a cuidar un poco del pecoso, no al revés. Se alejó un momento solo para buscar su mochila y pasarle los apuntes de Hatsune, junto con un par de notas de Shimura.
—Oh, no esperaba que me trajeras esto —menciono confundido el de pecas —Pensé que Hatsune-san lo haría o el delegado de la clase.
—Le hice un favor —mintió el cenizo —Ya tenía pensado venir, así que lo traje.
—Gracias Kacchan —sonrió el de ojos esmeralda completamente ignorante de todo lo que tuvo que pasar el cenizo para traerle su tarea — ¿Te quedarás a comer?
El de quirk explosivo respondió que no. Su misión había sido asegurarse que el de pecas estuviera bien, darle su tarea y pasar un tiempo juntos si le era posible. No quería agobiarlo o interrumpir su descanso. Por lo tanto, se fue una hora después de haber llegado, negando el acompañamiento del pecoso aunque fuera hasta la puerta de su casa y siendo despedido por Hisashi e Inko, que ese día parecían especialmente interesados en verlo.
No que él supiera porqué. Pero Izuku tuvo la sensación de que sabía el motivo de sus padres para ser excepcionalmente más amables de lo normal con el cenizo y lo hacía morirse de vergüenza.
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