Capítulo 33
Es un tacto áspero contra sus caderas. Firme y dominante. El sonido de la pelvis al chocar en su interior es tan vergonzoso que tiene que morderse los labios para no gemir e insultar a la persona que lo está embistiendo.
Es duro, pero dulce. Y puede escuchar su voz detrás suyo, llamando su nombre, diciendo cosas que normalmente no diría.
—Kacchan...Kacchan, estás tan apretado. Se siente muy bien. Eres increíble. Te amo, ¿lo hago más rápido o más lento? ¿te duele?
Quiere gritarle a esa persona que no pregunté esas tonterías y que solamente se siga moviendo. Pero, entonces, le da la vuelta bruscamente en la cama y lo tiene cerca de su rostro, sus piernas se separan todavía más dejándole espacio a ese cuerpo que es más esbelto e igual de musculoso que el suyo y puede sentir esas manos ásperas y calientes recorriendo su pecho.
No puede respirar cuando se encuentra con esos hambrientos ojos esmeralda. Brillaban con intensidad y anhelo, mandando corrientes eléctricas a su corazón, haciendo que sus piernas temblaran y su boca jadeara.
—Deku...
La persona que lo estaba cogiendo era Izuku Midoriya.
Katsuki se despertó agitado en su cama, con la camiseta mojada y un gran problema dentro de su bóxer. Se tiro de espaldas en el colchón y maldijo de una y mil formas distintas a Izuku, que desde que descubrió que le gustaba y tuvo un jodido cambio físico —digno de una pubertad injusta— le atormentaba con aquellos sueños de vez en cuando. No sabía porqué mierda siempre era él quien estaba abajo, pero no podía negar que le gustaba.
Mierda, le encantaba la idea de tenerlo encima de él, con sus manos llenas de callos y ásperas por el trabajo que hacia todos los días en los talleres de Soporte Técnico que tocaran por dónde les diera la maldita gana su cuerpo, con el cabello rizado pegado a su frente por el esfuerzo y sus ojos esmeralda fijos en él, haciendo que fuera lo único que le importaba.
El cenizo gruño de frustración, después se levantó de su cama y fue hasta el baño. Se ducho con agua fría para que su problema se fuera al carajo y después salió para cambiarse. Hoy era sábado, es decir, el día en que acepto ir al refugio de los Kirishima. Porque por mucho que intento negarse, el pelirrojo era capaz de realmente llorar si no iba y él no era tan maldito como para hacerlo llegar a eso.
Pero el haber tenido uno de esos jodidos sueños ese día debía ser alguna especie de mala señal, ¿no?
Posiblemente no, solo era otro idiota enamorado del montón. Con la única diferencia que sería el futuro héroe número uno. Y esperaba que para entonces ya no fuera perturbado por ese tipo de sueños.
—Katsuki, buenos días, ¿quieres desayunar?
Masaru lo saludo desde la cocina cuando lo vio bajar las escaleras, secándose el cabello y en una simple remera negra junto con una bermuda de jean. Los días de descanso su padre usaba remeras más informarles y andaba en pantalones sueltos, aparte de que usaba sandalias. Su madre prefería usar vestidos, frescos y cortos, que hacían que estuviera cómoda. En ese momento, traía uno color naranja y se encontraba sentada en la isla de la mesa, tomando café y manejando su portátil. Por la expresión que puso al verlo, debió haberse desvelado trabajando. O quizás ni siquiera durmió.
— ¿Es el proyecto de otoño? —por el quejido de frustración de su madre, el de quirk explosivo supo que tenía razón y se sentó a su lado — ¿Cuánto te falta?
—Dos jodidas piezas más, tengo que tramitar la baja de una modelo por maternidad, alquilar los salones que vamos a usar para la temporada y muchas otras mierdas de las cuales no quiero discutir un sábado por la mañana con mi esposo e hijo —cerró la laptop dando un largo suspiro y lo miro de reojo — ¿A qué hora te ibas, Katsuki? Quiero llevarte a el estudio por la ropa nueva y ver si te queda bien.
—Me quedará bien, ni hace falta que me la vaya a probar. Haces lo mismo todos los putos años y es perfecta —rodó los ojos el cenizo, aunque sabía bien que la ropa que diseñaba su madre para él era la manera más directa que tenía de demostrarle su amor —Tienes que descansar, bruja.
—Katsuki tiene razón, amor, a este paso te vas a enfermar —dijo el castaño, pasándole a su hijo un plato con panqueques y una taza de café —Pueden hacerlo otro día. Será mejor que duermas lo más que puedas por hoy.
Mitsuki hizo un puchero y el cenizo observó como Masaru negaba con la cabeza y le decía que poniendo esa carita de berrinche no iba a conseguir que cambiara de opinión. Al final, la rubia acepto el descanso obligado de ese día y apenas terminaron de desayunar, subió al piso de arriba arrastrando los pies y abandonó la laptop en la mesa de la sala. El de quirk explosivo sabía que no se la llevaba porque corría el riesgo de abrirla y ponerse a trabajar en la cama.
—Katsuki.
La voz de su padre llamándole hizo que el de quirk explosivo dejara de ver por las escaleras que se fue su madre y le mirara. El castaño estaba de espaldas a él y lavando unas cuantas cosas de las que usaron, le indico que le escuchaba y continúo hablando.
—Si necesitas que pase a buscarte, llámame. Ya estás en edad de quedarte hasta tarde donde quieras pero igual debes tener cuidado —le pidió el castaño —No me importa la parte de que eres un héroe profesional y seguramente la persona más fuerte del mundo. Llámame si se te hace tarde con tus amigos y pasare por ti para traerte a casa.
—Eres un exagerado —bufo el cenizo —Peor que la bruja.
Masaru se encogió de hombros y le dijo que si no le hacía caso, estaría en serios problemas. Y, bien, una cosa era tener problemas con Mitsuki, que era lo normal y regular en la familia Bakugou. Otra cosa diferente era cuando se trataba del castaño. Esa infitina paciencia se le había acabado unas cuantas veces y el cenizo fue testigo de ello.
No quería que se repitiera. Por lo tanto, para hacer parecer que no cedió tan fácilmente, le respondió a su padre que estaba contento de tener un chófer de limosina a su disposición. El castaño solo se rió de su broma y no dijo nada más.
Con el desayuno terminado, el de quirk explosivo subió a su habitación para cambiarse y agarrar un par de cosas, aunque no necesitaba tantas, bastaba con que llevará su billetera y sus llaves. Se cambió la ropa por unos pantalones negros holgados que se ajustaban en su cadera y tobillos, además de ponerse una musculosa negra. Agarro una gorra debido a lo intenso que estaba el sol ese día, pese a ser otoño y se marcho.
El refugio quedaba algo lejos de su casa, así que fue hasta la estación del metro e hizo unas cuantas combinaciones. Finalmente, al bajarse, se encontró con el peculiar cabello verde de alguien que estaba apoyado tranquilamente sobre una de las vigas de la estación y usaba su celular, traía puesta su usual ropa normal y gracias al cielo, no tan rara —no tenía ninguna frase, una remera de color celeste liso y una bermuda de color beige— junto con su usual mochila amarilla y zapatillas rojas. Por un segundo, tuvo la intención de asustarlo, eso hasta que sintió su celular vibrar en su bolsillo y lo saco para ver qué era.
Justamente se trataba de un mensaje por parte de la persona que estaba viendo.
¡Kacchan, buenos días! No sé si estás por llegar, ya que no acordamos vernos en la estación pero, ¿si ya estás por venir te parece bien que te espere? ¡para que podamos ir juntos!
Aparte de que me olvidé la dirección del refugio de Kirishima-kun y ahora no me contesta los mensajes. Estoy perdido, ayuda. SOS.
El cenizo se tapó la boca para evitar reírse de lo tonto y lindo que era Izuku, ya que incluso pudo ver cómo ponía el celular contra su boca y murmuraba algo parecido a va a pensar que soy un idiota y que no sé usar el Google Maps. Oh, mierda, realmente le gustaba ese tonto. Se le acercó lentamente por detrás y le tocó el hombro, lo que espantó al chico a la vez que hizo que girará la cabeza y se fijará en él.
— ¡Kacchan! —exclamo feliz — ¿Viste mi mensaje? ¿Hace mucho que llegaste?
—Recién acabo de bajar —respondió —Y te vi patéticamente solo y pensé en molestarte. Pero después me llegó tu mensaje.
— ¿Y te apiadaste de mí? —preguntó el de pecas com inocencia.
—Pensé muy seriamente en dejarte acá tirado e irme. Aprende a usar el jodido Google Maps, Deku.
Era una obvia mentira y ambos lo sabían, pero les hacía gracia el molestarse de aquella manera. Bakugou empezó a guiar el camino cuando Midoriya no pregunto si también deberían esperar a Todoroki para ir directamente los tres juntos.
—El bastardo mitad-mitad va a venir en coche —le aseguro —No creo que se arriesgue con el metro. No con el niño sentido de orientación que tiene.
— ¿Tú crees? —vaciló el de ojos esmeralda mirando su celular —He estado mandándole mensajes desde hace rato pero no me contesta, ¿y si le pasó algo?
— ¿Qué le puede pasar a un tipo que puede matarte a fuego lento o congelar tu maldito pene con hielo? —cuestiono el cenizo y el más alto le dió la razón en eso —Estará bien. Ya vámonos.
El de pecas le hizo caso y lo siguió por unas entre quince y doce cuadras, hasta que llegaron al edificio de dos pisos que decía Veterinaria y Refugio de Animales de la asociación Amor Animal. Se trataba de un edificio bastante grande, con paredes pintadas de color amarillo y ventanas de marcos blancos, dónde se ingresaba por unas puertas corredizas de vidrio. Lo primero que se encontraba era la recepción y la veterinaria que funcionaba en el primer piso, la persona que los recibió fue una mujer de cabello negro, ojos rojos y dientes puntiagudos, que estaba detrás de un escritorio y sonrió al verlos.
Bueno, siendo exactos, sonrió al ver a el cenizo que ya había estado ahí en varias ocasiones. La del pecoso era la primera y se sentía muy nervioso por esa razón. Aparte de la casa de los Bakugou, jamás había visitado a otros de sus amigos y mucho menos una casa que era también un refugio. Estaba aterrado pero lo disimulaba bien.
Y ayudaba mucho que el de quirk explosivo se viera tan tranquilo e incluso le diera a la mujer que se acercó a recibirlos una pequeña sonrisa amable.
— ¡Bakugou, bienvenido! Ha pasado tanto tiempo, que bueno verte —lo saludo la mujer, rodeando el escritorio y saliendo para verlos bien a ambos, le regaló una enorme sonrisa al de pecas y le tomó de las manos —Tú debes ser Midoriya, ¿no? Es un gusto, mi nombre es Reiko Kirishima, puedes llamarme solamente Reiko si gustas. Muchas gracias por ayudar a mi Ei, dice que eres un gran salvavidas para estudiar cuando el muchacho gruñón de aquí se enoja con él.
—Su hijo me cansa algunas veces —comentó en su defensa el cenizo y la mayor se rió.
—Ei puede ser muy intenso, pero así es nuestro muchacho —se rió la azabache.
—E-Es un gusto conocerla, Reiko-san —tartamudeo el de pecas una vez tuvo su nerviosismo bajo control —K-Kiri...Eijirou-kun es también un gran amigo y lo aprecio mucho.
—Que honesto eres —sonrió la azabache y le soltó de las manos —Muy bien, no están aquí para hablar conmigo y ciertamente yo tampoco puedo, aunque me encantaría. Los sábados parecen ser los días más ocupados aquí y si Saori se entera que estoy de holgazana, se va a enojar y mucho. Ei se llevó hace un rato ese lindo muchachito de cabello mitad rojo y mitad blanco a la parte del refugio, vayan con ellos y cualquier cosa vengan aquí si necesitan algo.
Los adolescentes asintieron y se despidieron de la mujer. El cenizo guío una vez más al de pecas por el refugio, por un pasillo largo que se alejaba cada vez más y más de la recepción hasta llegar a una puerta que daba con un enorme patio y mostraba otro edificio más, uno que parecía ser un tamaño más pequeño y que estaba pintado de color rojo, con enormes ventanas. De un único piso.
—El patio es para cuando los perros necesitan recreación y les enseñan a hacer sus necesidades afuera, el edificio es el refugio ya que no es buena idea juntar a los animales sanos con los enfermos de la veterinaria —le explico el cenizo a el de pecas en lo que pasaban por el patio —Si quieres adoptar a algún animal, te hacen pasar aquí directamente para que puedas verlos a todos y elegir. Según el cabello de mierda tienen buenos índices de adopción pero también hay algunos animales que ya pertenecen a el refugio y son de los que trabajan aquí.
—Oh...—murmuró el de ojos esmeralda —Eso es algo triste.
—Los perros y gatos más viejos cuidan de los bebés, en realidad, es como si cumplieran alguna especie de función —le explico el cenizo —Los educan, les enseñan y hacen que los que son nuevos se sientan cómodos, seguros si pasaron por la jodida experiencia de que alguien con pocas neuronas les pegará y toda esa mierda que me hace querer pasar de héroe a villano en dos segundos.
—Lo comprendo —asintió decididamente el de pecas —Yo mandaría a alguien a volar por hacerle daño a un animal, ¡es lo más cruel que puede haber!
Katsuki pudo imaginarse perfectamente bien a Izuku haciendo eso. Además, sumado a lo alto que estaba y sus músculos, le sería más que sencillo lograrlo. Si en el pasado podía acabar fácilmente con bastardos mayores que le molestaban por ser un sin quirk, ahora si veía a algún infeliz molestando a un animal no le cabía dudas que lo dejaría hecho papilla.
El cenizo dejo de pensar en eso para abrir la puerta del refugio y pasar junto con el contrario, el sonido de ladridos y un par de maullidos no tardó en escucharse. Los perros más grandes se les acercaron para poder olerlos y el de quirk explosivo le indico al más alto que se quedará tranquilo, que ningunos de los perros los iba a lastimar. Eran un total de diez perros de raza grande y unos cinco más de tamaños pequeños y medianos. Uno en especial, de color café y manchas blancas le apoyo a el cenizo las patas en el estómago y le ladro alegremente.
—Bájate jodida bola de pelos —se quejo falsamente ya que acaricio al perro detrás de las orejas y lo dejo lamerle la mano —Deku, él es Coffee. El nombre se lo puso una de las mamás de Kirishima porque lo encontró abandonado a la vuelta de una cafetería. Tiene unos diez años pero se comporta como un jodido cachorrito.
Coffee ladro como si estuviera indignado de su presentación. Dejo de apoyarle las patas al cenizo y fue tras el de pecas, le olió y le pegó las patas. El más alto se rió y lo acarició mientras el cenizo le iba presentando al resto de perros que conocía del refugio.
La parte interior del refugio consistía en una serie de partes divididas, algunas casitas para los perros y para los gatos que estaban instaladas en las paredes, los lugares en los que comían y un par de cubículos con juguetes. En medio de todo ello, ambos adolescentes encontraron a sus amigos, que estaban en una especie de corralito jugando con unos cachorritos y parecía que el pelirrojo le estaba explicando algo al bicolor que se encontraba sentado en el suelo. Al escuchar que se acercaban, el de dientes puntiagudos alzó la cabeza y los saludo con la mano, una enorme sonrisa apareciendo en su rostro.
—Blasty, Midoriya, ¡hola! ¿vinieron juntos? —se les acercó sin salir del corralito y tomando a uno de los bebés para pasarlo al de ojos esmeralda que lo sostuvo con cuidado —Quería ir a esperarlos a la estación pero justo me encontré con Todoroki en la entrada y lo traje a conocer a estas linduras, ¡tienen solamente quince días! Y es posible que se me halla pasado el tiempo.
—En otras palabras, te olvidaste por andar de meloso con el mitad-mitad —lo acusó el de quirk explosivo —Mal amigo.
— ¡N-No andaba de meloso! —tartamudeo el de quirk de endurecimiento aunque su rostro se puso rojo y miro tímidamente hacia el bicolor. Para su suerte, estaba distraído jugando con los bebés.
Shoto se puso también de pie, tenía a dos de los cachorros en los brazos, cuyo pelaje era una mezcla de negro y marrón con un fondo casi completamente blanco desde sus panzitas y tenía una leve sonrisa en los labios. Eran pequeños Beagles. La madre estaba acostada en una frazada rosada, parecía cansada y veía atentamente a sus bebés en los brazos de los adolescentes, ladrando un poco cuando el de quirk dual le pasó un cachorrito a su amigo para que lo sostuviera.
El de pecas estaba muy enternecido con el cachorro que le habían dado y se puso al lado del bicolor para que viera a sus hermanito. Así que ninguno de los dos escucho la discusión entre el cenizo y el pelirrojo.
—Sí, lo estabas —se burlo el de quirk explosivo que disfrutaba mucho de ver a su amigo avergonzado — ¿Quieres que nos vayamos para tener una cita adecuada con el mitad-mitad, Kirishima?
—No es una c-cita —se trabó con la palabra el pelirrojo para después abrir la reja del corralito y salir para ver a su amigo con los brazos cruzados —No lo es.
—Todoroki llegó bastante temprano —dejando de lado que estaba usando el apellido y no un apodo para referirse a uno de sus mayores rivales, el cenizo se sentía bastante curioso por esta situación —Es perezoso. No creo que se halla despertado temprano un sábado solo para ver cachorritos.
Kirishima frunció ligeramente los labios y giro la cabeza para observar al bicolor, el cuál seguía junto con Midoriya admirando a los bebés y haciéndole mimitos, parecía bastante entretenido.
—Para mí que sí —opinó el de dientes puntiagudos.
Bakugou rodó los ojos, después solo golpeó el hombro del contrario en una extraña señal de apoyo y fue hasta los otros dos. El de pecas hacia caritas a los perritos y los acariciaba con cariño. Eso, de alguna forma, le hizo sentir celoso. Ya era mucho que tuviera que aceptar su jodida actitud amable con Uraraka, Asui e Iida, la manera en que se dejaba abrazar por Himiko Toga cada vez que iba de visita a Yuei —aunque la rubia le agradaba, no tenía que pegarse como garrapata a el chico cada vez que tenía la oportunidad— y la forma en que trataba dulcemente a las chicas de primer año que se veían atraídas por él. No iba a aceptar que unos jodidos y lindos cachorritos le llamarán la atención más que él cuando estaban juntos. Por lo tanto, fue hasta el de pecas y se apoyo en su hombro, como si quisiera ver a los cachorros.
Sin embargo, todo lo que quería era la atención del pecoso y con un año de experiencia —una basada en pruebas, errores y explosiones de vergüenza— aprendió que respondía mejor al contacto físico. Y efectivamente, ese fue el caso cuando volteo a verlo con sus ojos esmeralda.
—Kacchan, ¿no son muy lindos estos cachorritos? ¡son lo más lindo que he visto en mi vida!
—Exagerado —gruño el de quirk explosivo, usando uno de sus dedos para tocar la cabecita de uno de los cachorros.
—No le hagas caso, Midoriya, Bakugou solo esta celoso de que les prestes atención a los cachorros más que a él —dijo en voz monótona el bicolor llamando la atención de los otros dos y haciendo que el de ojos rojos le quisiera dar un golpe.
Aunque ese enojo momentáneo contra Todoroki se esfumó cuando Midoriya se rió y abrió la boca.
—Eso es imposible, Todoroki-kun. Kacchan no podría estar nunca celoso de mí.
Oh, genial, por muy inteligente que fuera el pecoso podía llegar a ser bastante ciego.
El de quirk dual negó con la cabeza y el cenizo se fue en busca de Kirishima para saber si era el día del baño de los perros. Necesitaba desquitar su frustración de alguna manera.
Por otro lado, el de ojos esmeralda se preguntó qué hizo para que su amigo se enojara y miro hacia los cachorritos, como si alguno tuviera esa respuesta mágica. Pero todo lo que hicieron fue lamer sus dedos y ladrar para volver con su madre.
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