Capítulo 24
— ¡Bakugou, una vez más!
Hacia mucho calor. Era un día soleado y sin nubes alrededor, había demasiado ruido entrando por sus oídos y le dolían las manos de lo fuerte que estaba apretando los palillos de su batería.
Pero a Bakugou le importaba una mierda. Aizawa había llegado esa mañana al lugar donde montaron su escenario, les dió la noticia de que Shimura permitió que Midoriya fuera al Festival Cultural de Yuei desde las cinco de la tarde hasta su cierre al público a las nueve de la noche. Se sintió tan jodidamente contento que empezó a practicar de inmediato con la batería sin que nadie tuviera que pedírselo dos veces.
Jiro era la que más complacida estaba con eso. El poder prácticar adecuadamente antes de salir al escenario la tenía aliviada y quería aprovechar el mayor tiempo posible ese buen ánimo que traía el de ojos rojos.
Así que, la batería volvió a sonar con fuerza. Después el sonido se volvió más moderado y fluido, teniendo momentos de intensidad hasta que la canción nuevamente se acabó. El cenizo estaba girando los palillos en sus dedos cuando vio a Yaoyorazou, un poco sonrojada y sudando, levantando la mano.
—Jiro-san, me parece que es un buen momento para un descanso —dijo con la voz suave y amable de siempre.
A diferencia de ella, Kaminari no fue tan discreto con su cansancio.
— ¡Ya me duelen los dedos, Jiro! —lloriqueo el rubio —Danos diez minutos de paz. Te lo ruego.
—A mí me gustaría tomar un poco de agua.
Lo último fue mencionado por Tokoyami que aunque mantenía una actitud tranquila y serena, se hallaba bastante nervioso por su presentación. Le gustaba la idea de prácticar lo más posible, pero también estaba cansado y tenía bastante sed.
La azabache se sintió avergonzada por no notar las condiciones de sus compañeros, se dejó llevar por el buen ánimo que mantuvo el cenizo y les exigió demás a todos. Accedió de inmediato a la idea del descanso y se dispersaron, las femeninas se fueron en busca de sus amigas y el azabache fue al baño por un momento. En cambio, el rubio se sentó en el suelo, viendo de lado al cenizo que no había dejado la batería y que golpeaba los platillos rítmicamente.
Una leve sonrisa se le escapó.
—Me preguntó quién es la causa de tu buen humor, Bakugou —canturreo divertido.
El de quirk explosivo le dirigió una mirada amenazante que provocó en el más bajo una serie de pequeñas risitas más. Luego de eso, estando más relajado —ya sabía que con ese estado de ánimo sería difícil de que su amigo lo explotará ese día— decidió hacerle una pregunta al mayor que lo tenía curioso.
— ¿Ya has pensando en cómo pasar el festival con Midoriya? —quiso saber el de ojos dorados con curiosidad —Porque te aseguro que Uraraka e Iida van a querer acapararlo. Y nosotros también, ¡tú lo viste toda la semana, tienes que compartirlo ahora!
—No tengo que compartir ni una mierda si no quiero —gruño el cenizo dejando los palillos de lado —Además, Deku decidirá eso cuando llegue. A mí solo me importa que lo pase bien, no con quien mierda este.
En parte, eso era una mentira. Desde que Ereaser Head se lo dijo, el cenizo solo pudo imaginar a el de pecas y a sí mismo recorriendo el festival juntos, probando la comida de las distintas clases y jugando los juegos más audaces. Pero su lado razonable le advirtió que eso no pasaría, muchas personas iban a querer pasar tiempo con el de ojos esmeralda y el rubio en algo tenía mucha razón, él lo estuvo visitando todo el tiempo, así que no podía usar la excusa de que no lo vio para pasar tiempo juntos.
—No me suenas muy convencido —comentó el de quirk eléctrico poniéndose de pie y dándole una sonrisa al cenizo — ¡Ya sé! Si veo que Midoriya quiere pasar solo tiempo contigo, haré lo posible para que Kirishima, Ashido y Sero no se metan. Soy muy perspicaz en estas situaciones, ¡puedes contar conmigo, Bakugou!
—No va a hacer falta, idiota —bufó el cenizo.
— ¡Y si hace falta, ya me darás las gracias!
Katsuki rodó los ojos y optó por ignorar el nuevo parloteo de Denki acerca de su espectacular concierto.
Izuku lloró un poco al inicio del día. No quería levantarse de la cama, ni recordar el día que era. Ni siquiera le importaba que llevaba casi cuatro días sin tener pesadillas o que el día anterior, por descuido, su padre noto la cinta roja atada en su muñeca y le pregunto por ella, teniendo que darle una penosa y falsa excusa acerca de un ritual que leyó en Google para dormir mejor. Se despertó con un sentimiento horrible de tristeza e impotencia por no poder ir al Festival Cultural de Yuei y quería sus diez minutos de miseria en la privacidad de su habitación.
Una vez se los dió, junto una enorme fuerza de voluntad para levantarse e ir al baño a lavarse. Incluso, con un ánimo más optimista, pensó que un baño le ayudaría a olvidar su tristeza y se ducho para iniciar el día. Tuvo que reconocerse a sí mismo que le mejoro bastante.
Limpio y más alegre, volvió a su habitación para ponerse una simple bermuda y una remera celeste opaca con una frase trillada que cierta persona no paraba de criticar cada vez que se la veía puesta. Guardo la cinta roja debajo de su almohada e hizo su cama y ordenó parte de la ropa. Después, se dirigió hasta la sala de estar, dónde su madre le esperaba con una sonrisa amorosa.
El de pecas la saludo dándole un beso en la mejilla y miro para los lados, un poco sorprendido de que Touya no estuviera presente en su departamento. Ni siquiera parecía estar en la azotea fumando.
—Touya-san salió a hacer unas cosas que le encargaron —contó la mayor al ver la confusión en su hijo —Hisa-san también se fue por unas horas.
—Oh, bueno, es...
Izuku se sintió horrible por pensar que era agradable que el albino no estuviera en su casa. No podía evitar el sentirse vigilado con él cerca. Pero por suerte, Inko comprendía sus sentimientos y le sonrió con afecto.
—Ah, por cierto, Mitchan te envío ropa —avisó la mayor como si no fuera nada —Termina de desayunar y ve a fijarte si te gusta. Pensó que te levantaría el ánimo.
—Le daré las gracias por ello —sonrió el de pecas.
Inko asintió y desayunaron juntos, hablaron como por una hora y después el de pecas fue a probarse la ropa. Mitsuki y Masaru eran diseñadores de moda, se enteró de esto una tarde donde decidió preguntarle al cenizo a qué se dedicaban sus padres. Nunca se espero que tuvieran ese tipo de ocupación y que llevarán juntos un negocio pero, en las mismas palabras de Katsuki, sus viejos eran un equipo de la puta madre. Si con eso quería decir que conseguían mucho dinero o que su trabajo era de otro nivel, el de ojos esmeralda no tenía idea ya que no sabía mucho de ropa y menos de moda. Sus padres siempre dijeron que tenía un gusto extraño y sencillo por la ropa.
Por lo tanto, era de esperarse que quedara un poco sorprendido al ver una bermuda de jean azul con cortes y una remera de un intenso color rojo con el logo de un rayo en color blanco. Los colores eran un tantito intensos pero una vez se los probó se dio cuenta que no le quedaban mal y que incluso el rojo le gustó. Se puso por capricho —porque ni siquiera podía salir— sus zapatillas rojas y unas pulseras de cuerno negro que le regaló Ochako hace un mes. El atuendo lo termino por convencer y salió a mostrárselo a su madre.
Inko estaba bastante feliz cuando se lo vio puesto, le saco un par de fotos y se las mando a Hisashi que, para vergüenza del menor, mando eufóricos mensajes y stickers dónde ponía lo guapo que estaba y que salió igualito a él. También, para mayor vergüenza del pecoso, hizo una vídeo-llamada con Mitsuki, la cual se encontraba sumamente contenta con su buen ojo para saber que le quedaría tan bien.
Para cuándo todo el bochorno termino, Izuku tenía las mejillas rojas y la firme idea de que no podría ver a la rubia a los ojos sin acordarse de todos sus elogios. Estaba por cambiarse cuando Inko le pidió ayuda para mover unos muebles de lugar. Aunque su madre insistió en que lo hiciera de tal forma en que no se ensuciara su ropa nueva y de una manera en que parecía que no cambiaba demasiado el lugar.
Estuvieron una hora y media en eso. Una hora más en que su madre le pidió que limpiada su habitación a conciencia —algo que sí hacia, solo que sin incluir tantos productos de limpieza como los que ella quería— mientras que ella le ayudaba a ordenar su ropa y a separar la que ya no usaba. El de ojos esmeralda no tuvo noción del tiempo que pasó hasta que se escuchó la puerta de la casa abrirse y la voz de Touya buscándolos.
Entonces, Inko le pidió salir y le pasó una mochila pequeña, dónde metió su celular, una billetera, las llaves y un buzo de color azul. Izuku estaba muy confundido cuando lo trasladaron a la sala de estar, dónde se encontró con Touya vestido en su traje de color negro usual, solo que sin corbata y sin saco, con las mangas de la camisa blanca a la altura de los codos y una expresión que no presagiaba nada bueno para él.
—Bien, ya tengo a mi cita de esta noche. Que excelente servicio Midoriya-san —admiró el albino la vestimenta del menor —Deberías usar esa ropa más seguido, podrías atraer la atención de hombres y mujeres por igual Izuku.
El menor se puso tan rojo que todas sus pecas resaltaron contra su piel y la femenina soltó una pequeña carcajada, para después caminar hasta el albino y darle un pequeño golpe en el hombro.
—Touya-san, espero que se comporte bien con mí hijo —advirtió la mayor para consternación del pecoso —Lo quiero en casa a las diez de la noche.
— ¿M-Mamá?
Izuku sentía que Inko lo estaba entregando a un empresario mafioso como una especie de esposa. Bien, quizás ciertas lecturas online que le recomendo Denki no eran tan inocentes como los libros que le mandaba en físico con el cenizo.
Al ver la expresión del pecoso, ambos adultos se rieron y optaron por explicarle la situación.
—Estamos jugando, amor —aclaró para empezar la femenina —No te dejaría tener un novio que fuera tan grande.
—Oiga, eso me dolió, apenas tengo veinticuatro años —se quejo el albino.
—Veinticuatro años y un novio muy amable, aparte de que es un profesor que me agrada bastante —sonrió la mayor, acercándose hacia el de pecas y arreglando inútilmente pero con cariño unos cuantos mechones verdes de su cabeza —Tesoro, tus amigos han hablado en la academia para que te dejarán estar en el Festival Cultural aunque sea por unas horas. Tu padre y yo junto con el director y Shimura-sensei lo terminamos por discutir ayer. Hisa-san estaré allá en caso de que pase algo y Touya-san se encargará de cuidarte.
El de ojos esmeralda no terminaba de entender nada, un leve balbuceo salió de sus labios y sintió que las manos le temblaban al no comprender la situación.
— ¿Y-Y que hay de ti? —pregunto asustado y acobardado por tener que dejar su casa, su segura e insoportable habitación que lo volvió loco por tantos días ya no le parecía tan mala — ¿Dónde estarás?
—Mitchan y Masaru-san pasaran a buscarme en unos diez minutos, me cambiaré e iré para allá —le aseguro, besando su frente y dándole una sonrisa —Sin embargo no estaré cerca, tampoco tu padre. Izuku, pasaste una situación horrible y es comprensible si estás asustado de dejar la casa tan de repente, pero como tu madre no quiero que vivas con esos miedos. Eres un muchacho valiente, que merece divertirse con sus amigos como un estudiante común y corriente. Touya-san estará ahí porque es todavía una orden de Shimura-sensei por tu seguridad y tus amigos también tienen cierta responsabilidad de cuidarte. Así que, creo que es suficiente seguridad para ti, no debes querer también a tu madre y a tu padre detrás tuyo, ¿cierto?
—Mamá...—le brillaron los ojos y se lanzó a abrazar a su madre muy fuerte —Gracias, gracias.
Inko se rió de manera entrecorta, una mezcla entre entre el llanto y la risa, para después limpiar la cara de su hijo que ya tenía rastros de lágrimas y besarle la frente con dulzura.
—Darle las gracias a tus amigos y superiores. En especial a Katsuki-kun —mencionó la mayor —Escuche que hizo un verdadero esfuerzo porque pudieras asistir.
El de pecas sonrió enormemente y se prometió a sí mismo que lo primero que haría cuando llegara al Festival Cultural, sería lanzarse a Bakugou para abrazarlo sin importarle las consecuencias de una posible explosión.
—Dejando de lado los sentimentalismos —dijo el albino al ver cómo madre e hijo parecían muy capaces de romper en llanto en medio de la sala de estar — ¿Nos vamos?
Izuku no dudo en salir detrás del mayor para salir de su casa, por primera vez en largos días, sintiendo el aire caliente del verano golpeando su rostro y viendo el cielo azul de la tarde.
—No está, no está —murmuró ansiosa Uraraka — ¿Y si al final no lo dejaron venir? ¿Que hacemos? ¿Lo llamamos?
—Deje mí celular en el salón —se lamento Asui.
—Yo podría grabar un vídeo y mandárselo —ofreció Todoroki que tenía el celular suyo en la mano —Porque no está contestando las llamadas.
— ¡Que extraño! Midoriya es de los que responden de inmediato —se mostró confundido Kaminari para después girar la cabeza — ¡Bakugou! ¡¿Te ha respondido los mensajes?!
— ¡Que no, maldita sea!
El rubio dió un grito agudo cuando el cenizo lanzo una explosión en su dirección que no llegó a lastimarlo y que solamente era una advertencia para que dejara de joderlo. Muy discretamente, Yaoyorazou e Iida corrieron los instrumentos de su alcance para que no salieran perjudicados antes de su concierto por el mal genio que traía Bakugou desde hace horas porque Midoriya no le contestaba los mensajes. Había una abismal diferencia a cómo estaba antes y cómo se encontraba ahora que el de pecas no le daba señales de vida.
El único lo bastante valiente —y secretamente suicida— para acercarse a esa bomba de tiempo humana era Kirishima.
— ¡Bakugou! Ten, te traje agua —le sonrió el de dientes puntiagudos, pese a que tenía manchas de hollín en la cara de la última explosión recibida.
El de quirk explosivo miro la botella con odio, después a su sonriente amigo que se la extendía y termino aceptando la botella con un gruñido. Por dentro, toda la clase A estaba felicitando a el pelirrojo por su logro.
—El concierto va a empezar dentro de poco. Intenta relajarte, Shimura-sensei debe estarle diciendo a Midoriya las precauciones que tiene que tener durante el Festival Cultural o quizás fue a buscar algo para comer antes de ver el concierto —trato de darle un poco de calma a su enojado amigo —Puede que incluso se halla olvidado el celular en su casa. Pero estoy seguro que lo veremos. Blasty, vamos amigo, relájate.
El cenizo murmuró una palabrota, tomó un largo trago de agua y se mordió los labios, después de unos segundos, su expresión se calmo y sus hombros bajaron la tensión.
—El verdadero domador de bestias es Kirishima —susurro el rubio de quirk electrico — ¡Una par de palabras y lo tiene domado!
La clase A no tuvo tiempo de salvar al chico de ojos dorados que empezó a ser perseguido por el cenizo por la parte de atrás del escenario. Entre gritos, explosiones e indicaciones de Iida, la disputa se fue calmando.
— ¡Quedan dos minutos para la presentación! —grito Momo — ¡Vayan a sus puestos!
Ochako saltó en su sitio, entre nerviosa y emocionada. Minoru se apresuro a hacer una última práctica de su baile, mientras que Mina se encargaba de peinar con unas trenzas a Tsuyu. Koda, Shoto y Eijirou se fueron a sus puestos tras el escenario. Denki se puso a calmar a un angustiado Fukumigake cuyos nervios salieron a relucir a última momento y Kyoka hizo un rápido calentamiento de voz.
Katsuki fue hasta su asiento detrás de la batería, todavía enojado e internamente preocupado por el de pecas que todavía no aparecía. Las cortinas rojas del escenario se empezaron a levantar y sus dedos se apretaron en torno a sus varillas cuando por su mente pasaba la idea de que estaría en su casa, en su habitación, solo, posiblemente llorando...
— ¡Kacchan!
El de quirk explosivo busco el sonido de aquella voz familiar en medio de la multitud de estudiantes presentes en los asientos, sus ojos rojos se clavaron de inmediato en la enorme sonrisa de Izuku, el cuál aplaudía y saltaba en su sitio completamente emocionado junto con su guardian personal y Tenko.
Por culpa de esa jodida y linda sonrisa, el cenizo arranco a tocar un poquito antes de lo previsto con la presentación.
Al terminar el concierto —el cual fue un completo éxito— Bakugou dejo la batería a un lado y soltó un largo suspiro. Los demás estaban lo bastante eufóricos por su resultado como para tomar en cuenta que hubo un adelanto en el solo de la guitarra o que era la primera vez que sonreía por tanto tiempo. De todas formas, tuvo un pase libre para dejar a la clase A e ir directamente a la parte de atrás, bajar por unas escaleras y salir por la derecha, dónde un sonriente Midoriya le esperaba.
— ¡Kacchan, fue increíble! ¡Me sorprendió más de lo que imagine! —exclamó emocionado el de ojos esmeralda saltando de arriba a abajo en un mismo lugar — ¡Tocaron increíble! ¡Asombroso!
Parece un conejo.
El pensamiento que tuvo el de quirk explosivo le provocó una sonrisa, una que el de pecas jamás había visto y que le hizo callarse. Una sonrisa muy adorable, de esas suaves que venían a uno cuando se encontraba con alguien que le hacía feliz y le otorgaba a la vez paz.
Izuku sintió que sonreír así de lindo debería estar prohibido para Katsuki. Se veía tan adorable que sus labios se abrieron y solo atino a agarrar al cenizo de la mano.
—Kacchan, muchas gracias. Shimura-sensei me contó todo y mamá también, gracias por esto —le dió un apretón y se la soltó después — ¿Vamos a dar una vuelta? Shimura-sensei me dijo que solamente puedo estar aquí hasta las nueve. No puedo quedarme hasta los últimos eventos pero podré disfrutar de gran parte del festival.
— ¿Y no quieres pasarlo con los demás? —cuestiono el de quirk explosivo —La cara redonda y los otros van a querer estar contigo.
—Y yo también quiero estar con ellos, pero antes quiero estar solamente contigo.
Bakugou sintió que su corazón se aceleró y su rostro se puso rojizo. Midoriya sonrió felizmente y le quiso volver a tomar de la mano, eso hasta que escucho el leve carraspeó que venía de su derecha.
Y entonces ambos recordaron que no estaban solos.
Touya tenía una sonrisa burlona en los labios y la apariencia de alguien inocente que no pensaba haber hecho nada malo al interrumpir el momento entre ambos adolescentes.
—El tiempo pasa rápido, chicos. Les recomiendo empezar a caminar —aconsejó el albino —Antes de que los demás lleguen y se roben a Izuku.
Esa última frase, basto para que el cenizo agarrara la muñeca del pecoso y saliera corriendo del escenario, al mismo tiempo, se podía escuchar el grito de Ochako gritando el apellido del más bajo y a Mina que decía algo sobre un ladrón de ojos rojos.
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