Capítulo 20

—Kacchan, no llores, ¿de qué te estás disculpando? No llores, por favor...

Izuku recordó las cosas que le dijo anteriormente a Katsuki en el estacionamiento cuando entraron en su dormitorio. Sus padres se quedaron a fuera, también All Might —nunca imagino que su ídolo estaría en su casa y menos bajo esas condiciones— pero él se llevó al cenizo a su cuarto, para tener mayor privacidad. Seguía teniendo esa expresión de molestia pero, a la vez, se veía muy frágil y vulnerable.

Lo hizo sentarse en su cama y se sentó a su lado. Su dormitorio estaba lleno de mercancía de All Might y era un completo desastre, su ropa estaba tirada en una silla y un par de libros se hallaban en el suelo. Si el de quirk explosivo fuera el de siempre, estaba seguro que se hubiera ganado algún sermón por todo su desorden. Sin embargo, el mayor se quedó en silencio.

El de pecas no lo soporto más.

—Kacchan, ¿por qué te disculpaste? —se arrodilló en el suelo, para poder ver mejor al contrario que se mordió los labios —Kacchan, habla conmigo. Por favor.

—...Tu viejo dijo que una de las posibilidades por las cuales te secuestraron era que esos bastardos vieron el Festival Deportivo por la televisión —murmuró el de ojos rojos, eligiendo confesar porque estaba llorando antes —Yo...te alenté que participaras, si no lo hubiera hecho, esto no te habría pasado. Es...mi maldita culpa que te secuestraran.

Hubo silencio y después, el cenizo sintió las manos del pecoso sobre su cara, obligándolo a que lo mirará a los ojos. Podía sentir su temperatura. Era cálida.

—Nada de lo que me paso es culpa de Kacchan. Nada —declaró el de pecas con vehemencia —Si vuelvo a escucharte decir algo así, juro que me verás enojado como nunca antes te habrás imaginado.

Midoriya hablaba en serio. Cada palabra era en serio. Si Bakugou volvía a decir que el secuestro fue su culpa, solo por haberlo incitado a participar en el Festival Deportivo, se enojaría.

—Kacchan no tiene la culpa de nada —repitió el de ojos esmeralda —De nada, ¿bien? Nada fue tu culpa.

—Pero...—quiso protestar el de quirk explosivo.

—Mi papá tampoco habrá querido insinuar eso —lo interrumpió el de pecas y se puso de pie, empujando al cenizo a la cama por los hombros y acostándose a su lado —Kacchan, eres mi héroe, ¿lo recuerdas? La persona más importante para mí.

El cenizo sintió su rostro enrojecer y el de pecas soltó una ligera risa, abrazando al mayor por la cintura y acercándose a él hasta que quedó oculto en su pecho, oliendo ese agradable aroma dulce que desprendía por su quirk.

—Te quiero, Kacchan —murmuro y bostezo — ¿Podrías quedarte conmigo hasta que me duerma? No quiero estar solo.

A modo de respuesta, el cenizo abrazo al de pecas y oculto su nariz en los rizos verdes de su cabello. Sintiendo su suavidad y el olor de su shampoo. Su corazón se tranquilizó y fue cerrando los ojos, a la par que sentía como el más bajo entraba al mundo de los sueños junto con él.

Tengo sed. Agua. Quiero agua.

Katsuki podía sentir que tenía el brazo derecho extraño y que no estaba en su cama o un lugar que le fuera familiar. La cama se sentía pequeña...no, esperen, no era que fuera pequeña sino que había alguien junto con él en ella. Sus ojos rojos se fueron abriendo lentamente, adaptándose a la oscuridad —algo extraño porque recuerda que al dormirse las luces estaban encendidas— captando los bordes de alguien que estaba delante suyo, o más bien, cara a cara con él. Murmuró entre dientes que la cabeza de Izuku, ese alguien que estaba en la cama, era lo que hacia que sintiera el brazo extraño. Adormecido, sí, la palabra correcta para descubrirlo era adormecido.

Tuvo mucho cuidado al moverse para sacarlo. No quería despertar al otro chico de su sueño. Necesitaba descansar después de la experiencia que tuvo. Lo movió con cuidado y una vez su brazo fue liberado, se bajó de la cama. El ambiente de la habitación era más frío que antes y vio que era porque alguien más había prendido el aire acondicionado. Así que, antes de abandonar la habitación, tapó al de pecas con una sábana que encontró a tientas en su armario.

Al salir de la habitación, cerro cuidadosamente la puerta y miro una vez más hacia adentro para asegurarse que el de pecas dormía. Una vez satisfecho, se fue y camino por un pasillo, las luces de la sala de estar y la cocina seguían encendida y ahí se encontró con que sus padres estaban presentes en el departamento de los Midoriya.

Mitsuki le saludo con una sonrisa, estaba sentada a un lado de Inko en el sofá de la sala, la más baja apoyaba su cabeza sobre el hombro de la rubia. No podía decir si la de cabello verde estaba despierta o no desde ese ángulo. Por otro lado, Masaru y Hisashi se encontraba en la mesa, el primero sentado a la derecha del segundo que se encontraba en la cabecera. Había al menos media docena de latas de cerveza en la mesa.

Eso fue inesperado. Que él supiera, su padre no tomaba alcohol. Al menos nunca en sus dieciséis años de vida lo había visto hacerlo.

Pero no creía que el azabache hubiera tomado toda esa cantidad solo. Y si lo hizo, ese hombre tenía un gran aguante, porque que se lo veía en una sola pieza.

—Katsuki-kun, ¿quieres algo de agua? —le ofreció el azabache poniéndose de pie — ¿O comida? Te puedo ofrecer un buen sandwich de pollo y tomate.

—El agua estaría bien —aceptó el cenizo y viendo que el hombre se iba a servirle, se acercó a su padre. Se sentó en la silla que quedaba a su lado y, en voz baja, le preguntó — ¿Están enojados?

— ¿Por qué estaríamos enojados contigo, hijo? —le cuestiono el castaño.

—Deje el celular en Yuei. No les hable por unas ocho o seis horas —contó el de quirk explosivo —Sé que no son sobreprotectores, pero la bruja enloquece si no le mando mensaje antes de siete de la tarde cuando estoy por ir a casa.

Un ligero bufido de confirmación por parte de la rubia hizo que el castaño sonriera y le diera una palmada en el hombro a su pequeño.

—Voy a admitir que sí, estábamos preocupados porque no respondías el celular —confesó el mayor —Pero cuando fuimos a Yuei, nos encontramos con algunos amigos tuyos que seguían ahí y ellos nos explicaron medianamente lo que pasó, de paso, nos dieron tu celular y las cosas que dejaste. Después el resto nos lo contó el director. No podíamos ir a buscarte debido a lo delicado de la situación de Midoriya-kun pero Yagi-san nos llamo para contarnos todo, aún lo que ya sabíamos, y gracias él logramos llegar hasta acá.

— ¿Y adónde se fue él? —quiso saber el cenizo que recordaba a su mentor en el departamento pero que ahora no lo veía.

—Esta hablando con la policía —respondió el castaño —Tienen rodeado el departamento y un par de patrullas siguen afuera. Según Yagi-san, van a poner a Midoriya-kun en arresto domiciliario.

— ¿Arresto...? —balbuceo el cenizo — ¿Por qué mierda van a ponerlo a él en arresto domiciliario? ¡Si no hizo...!

El cenizo fue silenciado por el sonido del vaso con agua que dejó Hizashi sobre la mesa. Pensó en la mujer en el sofá con su madre y en el de pecas que dormía en su habitación. Mierda, ¿por qué no pudo controlar su maldita lengua?

—Izu no hizo nada malo, en eso, tienes razón Katsuki-kun —dijo el azabache que escucho la conversación de padre e hijo, volviendo a su lugar en la cabecera y agarrando una lata de cerveza —Pero hasta que no esté fuera del peligro que representa la Alianza Rusa, necesitará de una custodia. Por un tiempo.

La manera en lo que decía, le dió a entender al cenizo que sería un tiempo posiblemente largo o que así lo sentiría el de ojos esmeralda. No supo qué decir, así que, solo agarro el vaso y bebió el agua con lentitud. Bajo la atenta mirada de ambos mayores.

—Katsuki-kun, no es tu obligación, pero sería bueno si pudieras venir a visitarlo —comentó el azabache después de un tiempo —Izuku está acostumbrado a pasar bastante tiempo en su habitación, pero incluso él necesita salir de vez en cuando. Va a sentirse muy agobiado aquí adentro. Tu compañía le sería de ayuda.

—Vendré—confirmó el de quirk explosivo.

—Hisashi-kun, mi hijo no ha hablado todavía con sus profesores —intervino el castaño —Yagi-san hablo de la posibilidad de que Izuku-kun tenga visitas restringidas, ¿lo recuerdas?

—Oh...—abrió la boca levemente el azabache, llevando una mano a su cabeza y soltando un largo suspiro —Es verdad. No tome en cuenta eso. Lo lamento.

—Creo que es hora de que vayas a dormir un poco, Hisa-san.

Katsuki volteo cuando escucho la voz de Inko, que se estaba levantando del sofá junto con su madre y se dirigía hasta donde Hisashi estaba sentado. Se le acercó por atrás y puso una mano sobre su hombro derecho, las ojeras que llevaba en su rostro eran notorias y tenía los ojos hinchados. Ella le miro con cariño y él se sintió extraño, pensó en que quería quedarse más tiempo en ese departamento con los Midoriya. Habían pasado un momento horrible, ¿no era lo normal el querer hacerles compañía?

—Y es hora de que Katsuki-kun y sus papás vayan a casa —declaró la de cabello verde —Ya han pasado por mucho aquí y les estamos eternamente agradecidos por todo.

—Inko, sabes que no es mucho hacer esto —le dijo la rubia con el ceño fruncido y se acercó a abrazar a su amiga —Me llamas, ¿de acuerdo? Vendré enseguida.

—Gracias, Mitchan.

El cenizo alzó una ceja ante el apodo cariñoso que la de cabello verde uso para dirigirse a Mitsuki y noto que su madre le miraba desafiando a que dijera algo al respecto. Sabiamente, eligió hacerse pasar por sordo y no decir nada. Después de eso, su padre se levantó también de la mesa y fue la hora de retirarse. Antes de irse, tanto Inko como Hisashi lo abrazaron en la entrada. El mayor volvió a repetir que no tenía la intención de insinuar de que lo que pasó fue su culpa y le pidió que por favor nunca lo pensará de esa forma, él sabía lo importante que fue para Izuku participar en el Festival Deportivo y lo mucho que significó que el cenizo le diera un empujón. El de quirk explosivo se sintió abrumado por el exceso de afecto pero lo recibió y, también, le dijo al mayor que estaba tranquilo respecto a lo que sucedió gracias a el de pecas.

Fue una mentira parcial, aún se sentía culpable y presentía que por un tiempo sería así. Pero lo importante era que el azabache le creyó.

Al salir del departamento, lo primero que el cenizo vio fue a dos héroes y a cuatro policías. Ellos le miraron también, analizando su apariencia y quién sabe qué más. Sus padres se apresuraron por bajar las escaleras e ir al estacionamiento. Había más patrullas fuera del edificio y héroes y la prensa. Claro, siendo un tiroteo en un centro comercial, la noticia sería importante y los medios más competitivos harían todo por ser los primeros en transmitirla.

—Va a ser difícil pasar —observó la rubia con el ceño fruncido —Dejamos el auto detrás de la barricada de los medios.

— ¿Cómo se enteraron de que aquí vivían los Midoriya? —cuestiono el castaño.

—Los medios tienen sus fuentes, amor —suspiró la rubia con lastima —Mierda, el auto...

—Vamos caminando —dijo el menor, ganándose las miradas de sus padres —No estamos tan lejos. Y les vendría bien hacer un poco de ejercicio.

—No me hace falta hacer ejercicio, mocoso insolente —reprochó la mayor a su hijo para después, suspirar y agarrarle del brazo —Pero cómo no nos queda de otra, eso haremos. A lo sumo será media hora caminando.

Mitsuki salió por la puerta del edificio, siendo seguida por Masaru y Katsuki. Si bien los periodistas detrás de la barricada —hecha por los héroes y policías para que no molestaran a los civiles— se pusieron eufóricos al verlos, no lograron intervenir con ellos ya que algunos héroes usaron sus quirks para evitar que sean vistos y la propia familia opto por un camino que no sería de fácil acceso para la prensa. Rodearon el edificio y salieron por un callejón que daba con una calle lateral, se alejaron por bastante cuadras hasta llegar a un punto central que los llevaría a casa.

Katsuki iba por delante de sus padres, con la cabeza elevada ligeramente hacia el cielo. Estaba amaneciendo, el cielo pasaba de negro a celeste y rosado. Los pajaritos comenzaban sus cantos y el ambiente era pacífico y silencioso, en señal de que ni siquiera lo más madrugadores estaban despiertos. Se preguntó si el de pecas seguiría dormido o si se habría despertado con su ausencia. O si All Might seguía en el edificio, se sentiría más tranquilo si ese fuera el caso. Pensó en qué estarían diciendo los medios de comunicación sobre lo que pasó y el castigo que les esperaba a los secuestradores.

Sus pensamientos iban y venían. No estaba seguro de la hora y se preguntó si asistiría a Yuei. No tenía ganas de ir. No, pero tenía que hablar con Ereaser Head. Si Midoriya tenía visitas restringidas, debía tener un pase libre para poder verlo. En serio, quería un jodido pase libre para verlo o haría un escándalo en todo Yuei.

Oh, también tendría que hablar con Kirishima y el resto. A Kaminari se le habrá salido algo del asunto. Con decir lo que le pasó a Hatsune sería suficiente. Todos debían tener alguna idea, por mínima que fuera, de lo que sucedió. Y él...¿estaba en la obligación de confirmarlo? ¿no debería esperar a que el de pecas lo hiciera?

—Katsuki, detente un segundo.

El cenizo se detuvo de una manera tan obediente que Mitsuki, quien fue la que lo llamó, se sintió mal. Su hijo tenía la mirada perdida, los hombros caídos y un aura de tristeza que nunca le había visto. Y ella no era buena para las palabras de consuelo, así que, solo pudo abrazarlo en lo que le entregaba su celular y le acariciaba el rostro con ternura.

—Tus amigos enviaron muchos mensajes —le contó viendo como su pequeño miraba el celular con intriga —No paro de sonar en ningún momento. Deberías leerlos.

—Y después puedes decidir si quieres ir o no a la academia hoy —agrego el castaño, abrazando a su esposa por la cintura —Te ayudara.

Katsuki no hizo ningún comentario al respecto de que Masaru sospechara de que no estaba de ánimo de ir a clases. En cambio, desbloqueo su celular y se puso a leer su celular. Nunca había tenido tantos mensajes. Menos de personas a las que sí les importaba en serio.

Personas que sí eran sus amigos.

Cabello de Mierda.

¡Bakugou, Kaminari nos contó lo de Hatsune! Y, bueno, no te enojes, ¿si? Aizawa nos dió el resto de la información debido a que Kami se alteró mucho y Ashido también por lo de Hatsune.

¡Midoriya seguro va a estar bien! Es genial, un hombre muy fuerte. Contéstame cuando puedas..

Bakugou, he visto las noticias, ¿es Midoriya el que estaba en el centro comercial? ¿Esta bien?

Llamada perdida.
Llamada perdida
Llamada perdida.

Creo que todavía no te dieron el celular, ¿cierto? ¡Vimos a tus padres en la escuela y se lo dimos! Sero dijo que sería lo mejor, para que puedas hablarnos cuando...bueno, cuando estés listo.

Y si no vienes a clase, ¿te importa si vamos a tu casa? Ashido dijo que lo haría se todas formas jaja.

Amigo, en serio, por favor contesta.

El último mensaje fue a las seis y quince de la mañana.

Rata Electrica.

Llamada perdida.
Llamada perdida.
Llamada perdida.
Llamada perdida.

Mensaje de voz 0:15.
Mensaje de voz 0:43.
Mensaje de voz 1:20.

La voz de Denki sonaba angustiada y nerviosa como nunca antes el cenizo la había escuchado. No logro distinguir bien sus palabras, aparte de "¡avisa cuando estés en casa!" O "¡¿Cómo estás?! El último mensaje de voz lo envío a eso de las tres de la mañana, pero no le sorprendería que alguien más le hubiera quitado el celular y le hubiera dicho al rubio que dejara la histeria de lado para que pudiera descansar.

Un vago recuerdo le pasó por la memoria. Antes de dejarlo delante de la sala de profesores solo, el de quirk eléctrico le había mirada preocupado. Una mirada que jamás creía que hubiera usado. Llena de angustia y aflicción.

¿Qué expresión habrá tenido él para ponerlo así? El de quirk explosivo no quería pensarlo, así que, paso a la siguiente conversación.

Alien.

Hatsune no tiene tu número, se lo pase. Dice que lo siente por haberte...involucrado en lo de Midoriya. Que estuvo mal.

Bakugou, sé que no te gusta mostrarte vulnerable, pero podemos hablar cuando quieras, ¿si?

Por favor, habla con nosotros después. Te hará bien, lo prometo.

Te quiero. Mucho.

Muchos emojis de corazones y gatitos. Muy diferentes a los mensajes de Mina que siempre eran tan eufóricos y llenos de energía, estos tenían un matiz más maduro y amable. Afectuoso sin ser excesivo. Reconfortante.

Fueron mandados entre las tres de la mañana y las cinco. La chica no habrá querido molestarlo si estaba durmiendo o haciendo otra cosa.

Cara Plana.
Bakugou, sabemos de lo de Midoriya. También los de otras clases y...bien, casi todo Yuei se enteró en menos de una hora cuando empezaron a llegar los policías y héroes a la escena buscando testigos. Te lo digo para que no te sorprendas de esto.

Iida dijo que sería mejor que...bien, no importa mucho lo que dijo. Iida es bastante sobreprotector, pero yo sé que eso contigo no sirve. Por eso, te aviso, que si vienes a Yuei lo que vas a encontrar no va a ser lindo.

Pero estaremos contigo, amigo. Siempre. Y si quieres romperle la cara a alguien por decir una estupidez acerca de Midoriya, te ayudaré.

Cuídate mucho Bakugou.

Hanta no era el tipo de persona que mandaba mensajes tan largos a la vez. Si escribía una oración ya era mucho. Por eso, la cantidad de palabras que usaba demostraban su preocupación por él. Algo que llegó al corazón del cenizo.

Tenía más mensajes aparte de los de ellos. Incluso de Shoto y Ochako, también uno de Mei. Pero los de esos tontos fueron los más importantes para el cenizo, que apretó su celular sin darse cuenta que sus padres se acercaron hasta él en silencio y lo rodearon con sus brazos. Un abrazo familiar no era algo que los Bakugou hicieran usualmente, pero los mayores sentían que su hijo menor los necesitaba y no iban a dejarlo sin tenerlo.

Mitsuki acaricio el cabello de su hijo, el cuál tenía la cabeza apoyada en el pecho de Masaru. Sus padres tenían esa seguridad y calor que solo los padres podían dar. Lo hacían sentirse como si nada jamás fuera a hacerle daño, pese a que debía sentirse así diariamente por su fuerza, en ese momento era su interior lo que se encontraba vulnerable y el de ojos rojos agradeció por dentro esa protección paterna.

Tal vez, seguía siendo muy joven para entender que siempre la necesitaría aún cuando ya nunca pudiera tenerla. Pero, de todos modos, algo que tenía en claro era que sus amigos le dieron una protección nueva y única que lo hacía sentir parecido. Invencible y protegido.

Un vínculo importante.

Por lo tanto, decidió ir a Yuei y enfrentar lo que sea que le esperará ahí por lo que le sucedió a Izuku.

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