Capítulo 17
En el mundo pasan cosas malas.
Eso fue lo que Inko Midoriya pensó cuando la taza de su hijo se rompió en pedazos en el suelo de la cocina. Ella la estaba lavando ya que la uso ese día a falta de la suya que no encontraba en ninguna parte. Su esposo estaba durmiendo todavía —aunque pasaran de la una de la tarde— y ella tenía el día libre, así que, empezó a hacerse su segundo café y lo sirvió en la taza de Izuku. Era una taza muy bonita, de color azul y rojo.
Una taza muy bonita hecha añicos en el blanco suelo de su hogar, cerca de sus pies descalzos y fríos.
— ¿Inko...? —bostezo su esposo llegando a la cocina — ¿Paso algo malo? Oh, no, la taza de Izu.
Hisashi se agachó en el suelo, viendo los trozos de la taza destrozada y alzó la cabeza imaginando que su esposa estaría llorando por romer la taza favorita de su pequeño. Inko llegaba a ser muy sensible y se culpaba mucho por errores que eran muy tontos. Cuando estaba listo para darle una frase de consuelo, se encontró con que su esposa tenía una expresión en blanco y los labios ligeramente abiertos, las manos le temblaban un poco como si tuviera estuviera sosteniendo la taza.
— ¿Amor? —la llamo preocupado y se acercó a abrazarla — ¿Estás bien?
Solo cuando la toco, la femenina recobro el sentido, volvió a sentir que podía respirar con normalidad y el calor de su esposo junto con su cuerpo. El latido de su corazón junto con el suyo, que por algún motivo latía acelerado. No supo porqué pero solo lo abrazo, sintiendo su aroma y lo mantuvo cerca hasta que se calmo.
—Sí, no sé que me pasó. Tal vez estoy más cansada de lo que pensé —se rió de sí misma, culpando a la fatiga y el exceso de trabajo de los últimos días —Lamento haberte despertado Hiza-san.
—No pasa nada. De todas formas, ya tenía que levantarme —le beso la frente el mayor —Mí hermosa esposa no se toma el día libre muy seguido, debo aprovecharme de ello lo más que pueda.
Inko se ruborizó y sonrió mientras que Hisashi se ponía a limpiar la taza rota y decía que si compraban una antes de que Izuku volviera de la academia no se daría cuenta. La sensación que tuvo antes se fue por completo pero, en su corazón, algo le seguía perturbando.
Seguramente no fuera nada. Ella llegaba a ser muy paranoica. Sí, tal vez, solo necesitaba descansar y dormir una siesta en la tarde. Su hijo llegaría a casa y le diría que se veía mal si la encontraba pálida y ojerosa. Un buen descanso no estaría mal, es más, por eso mismo se tomó el día. Había estado muy estresada y en la misma editorial le dijeron que estaría bien con unos días libres, incluso contrataron una pasante para cubrirla.
Sí, descansaría. Solamente eso le hacía falta. Un buen descanso.
Lo más genial del Festival Cultural era que la cafetería se volvió un lugar agradable para Midoriya. Debido a la extrema libertad que tenían hasta el viernes dónde se celebrará el festival como corresponde, todos podían estar en la cafetería en el momento que quisieran y de forma simultánea. Por esa razón, podía almorzar con Bakugou todos los días y con sus otros amigos y nadie se atrevía a molestarlo, ya que eran todos grandes estudiantes del departamento de Heroísmo.
Estaba disfrutando de una paz extrema en un lugar público que nunca antes había experimentado. Además, nadie estaba incómodo con su presencia. Kirishima y Kaminari hacían bromas todo el tiempo, Sero le mencionaba lo difícil que era bailar en público para él y Ashido se quejaba de que sus pupilos fueran tan rígidos para bailar. Y el de quirk explosivo se limitaba a rodar los ojos y contarle la cantidad de veces que Jiro lo obligó a repetir una canción —ya que la pequeña chica no tenía para nada miedo a sus reacciones y explosiones— hasta que saliera, según ella, perfecta. La pasaba increíble con ellos, pero los días que estuvo con Uraraka, Asui, Todoroki e Iida fueron también muy importantes para el pecoso. Las femeninas eran muy agradables y amables, estar con el bicolor podía ser un poco incómodo después de esa charla —en la que participó muy poquito— entre el cenizo y él pero convivían en paz y le agradaba mucho. Y podía reconocer que el de lentes estaba siendo sincero con su amistad y no hacia el menor comentario que le molestara sobre el cenizo, lo cual le daba puntos a su favor.
Sí, sin dudas, el de ojos esmeralda empezaba a adorar la cafetería pero mucho más adoraba a las personas que compartían ese breve tiempo con él para comer y charlar. Se la pasaba tan bien que quería repetir eso mucho más y se lo comento al rubio que estaba a su lado con un tono un poco triste.
— ¿Y qué te detiene de hacerlo, Midoriya? ¡Solo ven con nosotros cuando quieras! —le abrazo del hombro el rubio con una enorme sonrisa — ¡Le daremos una paliza a quien no le caiga bien que estés aquí!
— ¿Podemos golpear a todos los idiotas de la escuela? —frunció los labios el azabache pensativo —Es mucho trabajo. Pidamos una colaboración con Todoroki para que congelé a la mitad de ellos.
—De seguro le encanta la idea —se rió el pelirrojo —Todoroki llega a ser bastante sádico.
—Ese mitad-mitad disfruta molestando a la gente. No tengo duda de eso —bufo el cenizo para después mirar hacia el de pecas —Tú tampoco tendrías porqué mierda dudar, Deku. Si alguien se atreve a joderte por venir con nosotros, solo le das una paliza en un lugar privado y nos llamas para esconder el cadáver.
— ¡Seremos tu servicio de limpieza personalizado, Midoriya! —exclamo entusiasmado el de quirk eléctrico y el de pecas estalló en carcajadas — ¡Bien, así me gustas más! ¡Muchas risas y nada de tristeza para mí amigo!
Denki se lanzó a abrazar a Izuku que se seguía riendo por toda la situación y Hanta le pasó un vaso con agua para evitar que se ahogara. Eijirou también le dió unas cuantas palmadas en la espalda y le aseguro que a Shoto le encantaría la idea de congelar a quien se metiera con él. Por otro lado, Katsuki solo observaba la situación, pensando que sin dudas cuando el más bajo sonreía se veía muy bien. Pero al pensar en eso, no pudo evitar el recordar que había muchos bastardos que se encargaron de arruinar sus días de risa y que ahora no se sentía cómodo con tenerlos. Incluso, podía detectar ciertas señales que soltaba de vez en cuando, como que no merecía estar con ellos o participar de sus actividades.
Si supiera que todos lo adoraban, ¿eso le haría más fácil el permanecer cerca de ellos?
Este maldito tonto puede ser la persona más sencilla y a la vez más jodidamente complicada que halla conocido.
El cenizo apoyo en el codo sobre la mesa y su cabeza en su mano, viendo como ahora el de ojos dorados le contaba al más bajo sobre su concierto, lo que eligió hacer la gran clase A. Se podía ver en sus brillantes ojos esmeralda lo atento que estaba a todas las tonterías que soltaba el rubio y era obvio por el entusiasmo del muchacho que adoraba esa atención, ¿cómo es que no podía ver que era tan querido por algo tan simple como eso? Le prestaba atención a las tonterías del rubio. Escuchaba las quejas del azabache. Le daba consejos al pelirrojo. Y era divertido y amable y dulce.
Y era la maldita persona más genial que el de quirk explosivo hubiera conocido.
Realmente si alguien se atrevía a volver a hacerle daño, haría mucho más que simplemente esconder su cadáver.
— ¡Clase A, volvamos al trabajo! —anunció Tenya que pensó que el descanso para comer ya duro bastante tiempo — ¡Tenemos muchas cosas por hacer!
Los estudiantes aceptaron las indicaciones del más alto y se dispusieron a pararse, soltando un par de quejas de por medio acerca de lo estricto que era el más alto, solo para molestarlo. El de pecas hizo lo mismo, se levantó se la mesa y se despidió de sus amigos. Tenía que seguir ayudando a Mirio y Tamaki con la estructura del escenario para su concurso. Mei se unió a él en el camino, su amiga estaba aburrida sin su compañía en la sala del departamento de Soporte Técnico y había accedido a ayudar también a los de tercer año. En un inicio, tuvo que asegurarles a sus amigos mayores que no pasaría nada y que estaría pendiente a todo lo que hiciera su amiga. Como la reputación —de hacer explotar todo lo que tocará— de la de cabello rosado era conocida en todo Yuei, uso métodos persuasivos para convencerlos y finalmente les dijeron que todo estaba bien.
Por lo tanto, se dividieron las tareas entre los dos. De ese modo era también más rápido y podían charlar entre ellos. Además, empezó a usar a Mighty por sugerencia de su amiga para que pudieran pasarse herramientas sin tener que pararse en las vigas de metal. El pequeño robot del pecoso iba caminando pasito a pasito entre las vigas, causándole a el más bajo la misma sensación de pánico que tuvo el cenizo cuando lo vio saltar desde ahí y haciendo que pudiera simpatizar con su sobreprotector amigo. Al menos, su robot no se cayó nunca y tenía un equilibrio decente. También ayudaba que no hubiera demasiado viento en esos días de calor.
El sol seguía en lo alto cuando el sonido de los comunicadores llamo la atención de los dos alumnos de Soporte Técnico. Togata les preguntaba si querían comer helado y ellos respondieron que sí, se bajaron de las vigas usando las mochilas de propulsión y llegaron al piso con seguridad. Los de tercero les dieron helado, bebidas y dulces que les encantaron y se sentaron un rato a hablar sobre sus experiencias en el mundo de héroes. A Hatsune no le interesaba demasiado la conversación pero a Midoriya le encantaba y guardaba todos los detalles para contárselos a Bakugou y el resto más tarde. Unos minutos después, a algunos les salió en las paletitas de helado que habían ganado uno gratis y se las dieron a los más jóvenes, en forma de cariño y para agradecer todo su trabajo duro.
El rubio los alentó a que fueran a cambiarlos ahora y Amajiki les dijo que estaba bien si después de eso se iban a casa. Debían estar cansados de tanto trabajo y los jóvenes aceptaron, aunque dejaron sus cosas en Yuei para volver por ellas e irse a casa. Además, el de pecas se acostumbro a irse con sus amigos y quería compartirles helado también.
La heladería dónde los de tercero compraron quedaba a unas cinco cuadras todo derecho desde la salida. Imposible perderse y era un lugar muy conocido en la academia, ya que el helado de ahí era delicioso.
Midoriya y Hatsune estaban conversando. El primero se reía de las tonterías que decía la segunda, que llevaba a Mighty en brazos y hablaba sobre cómo le quedarían mejor unas cuantas modificaciones. Si el robot pudiera usar una expresión de horror, su creador estaba seguro que la estaría haciendo. Iban por la tercera cuadra cuando, de la nada, el de pecas vio que su amiga se detuvo y sus ojos se pusieron de color anaranjado.
— ¿Hatsune-san? —la llamo preocupado y le tocó el hombro — ¿Hatsune-san? ¿Me escuchas?
—Lo hace. El problema es que no puede responderte, Midoriya-kun.
El mencionado sintió un escalofrío y se giro, delante de él venían caminando dos hombres, tenían puestos trajes de gala de color azul uno y el otro negro, con anteojos de sol oscuros y los dos tenían el cabello rubio. El más bajo se puso delante de la femenina, la que estaba ida, sus ojos anaranjados se pusieron brillosos y sus manos temblaron pero no se podía mover.
— ¿Qué le hicieron a Hatsune-san? —preguntó en tono en el cuál rogó sonará más amenazante que atemorizado.
—Nada muy grave. Es para que no moleste —sonrió el mismo hombre, que usaba el traje azul y cuya altura era más baja que su acompañante, aparte de que era más gordo—Pero si te pones difícil, Midoriya-kun, puede que a la señorita no lo tenga tan fácil.
—Mi...M-Mi —tartamudeo la femenina llamando la atención del pecoso —C-Corra...¡uhg!
— ¡Hatsune-san!
Izuku vio que uno de los ojos anaranjados de Mei empezó a sangrar y escucho una pequeña risa. El primer hombre se estaba burlando de ellos y le miro con enojo.
—La señorita tiene una voluntad fuerte. Por eso, el lavado de cerebros le es doloroso —explicó el hombre —Midoriya-kun, ¿por qué no vienes tranquilamente con nosotros y dejas que ella se vaya a casa? Estará bien, te lo aseguro.
— ¿Cómo...volverá a casa si le han lavado el cerebro? —preguntó en voz baja, si el hombre estaba siendo tan hablador, quería decir que no lo veía como una amenaza y podía usar eso a favor — ¿Cómo sé que no le harán daño una vez no estemos juntos?
—No nos interesa la chica —hablo el otro hombre que había estado callado, tenía una voz más grave y con un ligero acento —Si vienes, ella se va. Sencillo.
—No tenemos mucho tiempo para esconder su cadáver tampoco —agrego el primer hombre que vio con gusto como la cara del pecoso se puso pálida —Dile adiós a la señorita, Midoriya-kun. Le daremos sus indicaciones para que vuelva a casa. Sana y salva.
El de ojos esmeralda se mordió los labios y después miro hacia su amiga, sus ojos anaranjados brillaban intensamente, intentando que el amarillo volviera a ellos. Se sintió horrible por dejarla en esas condiciones y solo pudo hacer lo primero que se le vino a cabeza. Sostuvo sus brazos que estaban abrazando todavía a Mighty y le indico que lo sostuviera todavía más fuerte, rogó en su interior porque entendería el mensaje por muy difícil que le fuera.
—Hatsune-san, ve a casa a descansar con Mighty —le pidió con una leve sonrisa —Él te cuidara, lo prometo. No te preocupes por mí y vuelve casa.
Después de decirle eso, los hombres lo separaron de su amiga y pudo ver al primero que la miraba a los ojos dándole indicaciones para que se fuera casa. Los ojos de la chica brillaron fuertemente en naranja antes de seguir sus órdenes y él tuvo miedo de que lo que hizo fuera en vano. Pero tuvo confianza.
Confianza en Mei y en Mighty.
Mientras miraba la espalda de su amiga, los hombres lo agarraron de los brazos y se lo llevaron.
Tengo que ir a casa. Tengo que ir a casa.
Un hombre rubio de ojos anaranjados. Una voz aterradora en su cabeza.
Tengo que ir a casa. Tengo que ir a casa.
Los ojos esmeralda de Izuku. Las manos calientes en sus brazos. La sonrisa preocupada.
Tengo que ir a casa...
Alguien la había a cuidar. Sí, eso dijo él. Izuku. E Izuku nunca le había dicho una mentira. Alguien...alguien...
Mighty.
Mei se detuvo en medio de la calle, las lágrimas caían de sus ojos mezcladas con la sangre de los mismos y sus rodillas chocaron contra el pavimento. El robot se sostuvo de sus brazos y le devolvió la mirada, esos ojos azules parecían pedirle que mantuviera la calma y cuando abrazo al robot, sintió débiles palmadas en su antebrazos.
—M-Midoriya, te-tengo...
Sus palabras no salían de su boca. Sus piernas temblaban pero sus pensamientos se mantenían firmes y, dentro de todo, estables. El quirk de lavado de cerebros debía tener esas consecuencias en sus respuestas y la hacia sentirse jodidamente inútil. Horrible. Quería darse la vuelta y correr hacia el de pecas, pero sabía bien de que era inútil, ¿qué podría hacer? ¡nada! ¡nada!
—Hatsune-san, ve a casa a descansar con Mighty.
La voz del pecoso se repitió en sus oídos, transmitida por el robot, sonaba tan normal y a la vez, frágil. Muy frágil.
—Él te cuidara, lo prometo. No te preocupes por mí y vuelve a casa.
"No te preocupes". Él sabía que ella haría lo contrario a eso y por esa razón, le dió a Mighty. No importaba si ella no podía hablar, el robot podía hacerlo. La femenina se levantó ignorando por completo la sangre que cubría su ropa y los raspones en sus rodillas, agarrando al robot como lo más sagrado que tenía en su vida, empezó a correr a Yuei. Podía sentir en su cabeza la voz del hombre repitiendo las indicaciones, vete a casa, a casa y punto. Vete a casa, a casa y punto. Vete a casa, a casa y punto.
De manera imaginaria, le saco el dedo medio al hombre en su mente y corrió lo más rápido que pudo, estaba tan frenética y todavía en lucha contra el quirk, que cuando se chocó con alguien y casi se cayó al suelo, volvió a pensar que tenía que volver a su casa.
— ¡No! ¡Casa no! ¡No! —se levanto con las piernas temblando e intento volver a correr. Necesitaba a Ereaser Head con urgencia para poder hablar o entregarle el robot. Cualquiera de esas opciones debían servir.
Pero antes de que la femenina pudiera alejarse, la persona que le choco le agarro del brazo y pudo ver en sus ojos rojos preocupación por ella.
— ¿Qué mierda te paso, loca? ¿Por qué hay sangre en tu cara?
— ¡Deberías ir a la enfermería, Hatsune!
Eran Katsuki y Denki. Como las demás clases, ellos querían helado para terminar el día y por sorteo —para que todo fuera democráticamente justo— les tocó a el rubio y el cenizo ir por el deseado helado de toda la clase A. Sin embargo, como saliendo de la preparatoria se chocaron con la de cabello rosado y vieron su estado —el cual, era terrible, con la ropa hecha un desastre y sus ojos llorosos y la sangre— se quedaron verla.
— ¿Quien mierda te hizo esto? —quiso saber el cenizo que, aún sin ser muy cercano a la femenina, no le hacía ni una puta gracia verla en ese estado.
La de cabello rosado negó con la cabeza, sus movimientos se volvieron frenéticos y sus ojos soltaron lágrimas una vez más. El rubio se inquieto y el cenizo la sostuvo, porque la chica empezó a hiperventilar y le gritó al de quirk eléctrico que corriera por un profesor. Al primero que viera lo debía traer de inmediato.
El más bajo acepto rápidamente y salió corriendo de vuelta al edificio principal. Mientras tanto, el cenizo acercó a la femenina a una pared y la hizo sentarse en el suelo. Algunos curiosos se acercaron a ver, murmurando que querían saber qué le pasaba a la loca estudiante del departamento de Soporte Técnico.
Katsuki los ahuyentó, enojado.
— ¡Largo, vayanse! ¡¿Qué carajos creen que están haciendo?! ¡Largo!
Los curiosos se dispersaron y él se agachó para ver de cerca a Hatsune, lloraba a mares y estaba completamente fuera de sí. Murmuraba palabras que no llegaba a escuchar y abrazaba el robot que hizo Midoriya con fuerza. El mayor empezó a sentir un dolor agudo en el estómago, le tomo de las manos y le pidió que le mirara a los ojos.
Ella lo hizo. Un tono naranja le cubría los bordes de sus ojos amarillos.
—Hatsune —la llamo de la manera más amable que pudo —Hatsune, mírame. Dime, ¿qué mierda te sucedió?
—Mi-Mi...—balbuceo la chica abrazando el robot —Mido...riya.
— ¿Le pasó algo a Deku? —uso una voz suave pese a que el miedo empezaba a subir por su cuerpo.
—Él, él se...s-se lo llevaron —logró decir la femenina y empujó al robot contra el pecho del cenizo —Mighty. Cuidar. De mí.
El cenizo no entiendo nada hasta que el robot empezó a reproducir la conversación que escucho antes. A diferencia de lo que pasó con la femenina, cuando el robot solo repitió lo último que Midoriya le dijo para que conservará la calma, lo que reprodujo para el de quirk explosivo fue el inicio de toda la conversación con los dos hombres.
Así que, para cuando Kaminari volvió con Ereaser Head, Bakugou estaba completamente pálido y sostenía al pequeño robot como si le hubiera soltado una bomba en la cara.
El cenizo podía jurar que el cielo del verano se torno sombrio y aterrador en menos de un segundo, junto con el llanto de la chica y la repetición constante de la voz suave de Midoriya.
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