26. Sola

Eran las ocho de la noche y Will había retomado su hábito de jugar solitariamente en la carretera.

Una parte de él deseaba que Rain abriera la ventana y le gritara para que se alejara. Extrañaba mucho interactuar aunque sea por medio de gritos con ella.

Se suponía que aceptaban ser amigos para que todo siguiera normal entre ambos, pero desde que tomaron esa decisión todo entre ellos había sido cualquier cosa menos normal. Apenas y se hablaban cuando se veían.

Mañana al mediodía tenía un partido con los Halcones y sabía muy bien que si el equipo perdía la culpa recaería en parte sobre él. El entrenador le advirtió que, si no mantenía su cabeza en el juego y sus sentimientos fuera del sistema por lo que durara el partido, esta vez sí lo iba a dejar en banca el resto de la temporada aunque fuese el capitán.

Bajo las estrellas y postes de luz se dispuso a hacer movimientos veloces contra el pavimento. Quizás practicar fuese más fácil con alguien, pero su único vecino dispuesto a ayudarle estaba en el cine con su hermana. Lo sabía porque vio las historias de Instragram de Taylor hace unos minutos y observó a Alexis en muchas fotos y videos. Rain, por su parte, subió hacía veinte minutos la imagen de una taza de té y un libro de Lucy Sky sobre su escritorio, así que sabía que estaba en casa.

Will levantó la mirada y vio que la habitación de la chica tenía las luces encendidas y las cortinas color crema cerradas. Dando un largo suspiro prosiguió a seguir picando el balón.

❁❁❁

—¡Rain! —Alisha tocó la puerta de la habitación de su hija dos veces.

Ella se apartó de su escritorio y abrió la puerta recibiendo primeramente la fragancia de flores que usa su madre. Alisha portaba un hermoso vestido negro, tacones altos del mismo color y una bufanda colgada por sus hombros. Su cabello estaba suelto y lleno de rizos bien acomodados.

—Te ves hermosa, mamá.

La mujer se sorprendió ante el comentario de su hija, más que nada porque no es usual en Rain darle cumplidos a nadie.

—Gracias —Alisha sonrió y señaló sus pendientes—. ¿No crees que son demasiado grandes?

—No —ella negó—. Están perfectos.

—Bueno, solo pasaba a despedirme, tu padre me ha invitado a cenar luego de su trabajo y debe estar ya esperándome en el restaurante.

—De acuerdo.

—¿Por qué no fuiste al cine con tus hermanos? Cariño, es viernes y dejaste de estar castigada hace rato.

—Sabes que prefiero mi soledad, no te preocupes por mí, estoy bien. Vete antes de que mi papá piense que lo has dejado plantado.

—Oh, no queremos eso. —ella negó y acarició el brazo de su hija como despedida—. En la nevera hay pizza, calienta un poco. Nos vemos, no te duermas tan tarde.

Cuando Alisha se dio la vuelta Rain cortó la distancia y tomó una mano de su madre.

—¿Qué pasó?

—Yo... —Rain aferró la mano con algo más de fuerza—. Quiero disculparme, mamá. Sé que no te he hecho la vida fácil estas últimas semanas, lo siento mucho.

Alisha ladeó una pequeña sonrisa y la abrazó contra su cuerpo.

—No importa lo que digas o hagas, siempre serás mi bebé y te amo, ¿me escuchas? Te amo demasiado —se apartó para acunar el rostro de Rain entre sus manos—. Estarás bien, ya lo verás.

—A veces no soy yo. Cuando estoy enojada mis palabras disparan y hieren a quienes más me importan. Odio que mis acciones los-

—Lo sé —la interrumpió—, pero eso no significa que el control de tu vida lo tiene tu diagnóstico. Eres mucho más que eso, Rain, siempre serás más que eso.

Rain volvió a abrazarla y Alisha acarició su espalda. Ambas reprimiendo sus ganas de llorar se soltaron.

—Ve... —Rain sorbió su nariz—. Se te hace tarde.

Alisha dejó un beso en su mejilla y Rain vio a su madre caminar por el pasillo y bajar las escaleras luciendo glamorosa. Sin poder evitarlo se quedó desde allí viendo la puerta principal y oyendo el constante repiqueteo del balón golpeando contra la carretera.

Einstein ronroneó a los pies de Rain pidiendo así atención, cosa que ella le dio enseguida ya que se inclinó para levantarlo y regresar a su habitación con él en brazos. Dejó a su gato en una esquina de la cama y tomó asiento en su escritorio nuevamente para poder continuar leyendo su libro.

Se sintió mareada por un breve momento, se llevó las manos a la frente con la vista nublada.

De cierta manera el poder tener a Will a pocos metros la hizo sentir acompañada, solo poder oírlo logró que se relajara más ante su nuevo miedo de estar sola y expuesta a sus propios pensamientos.

'Solo es un dolor de cabeza...' pensó tratando de relajarse y parpadeó un par de veces.

❁❁❁

Will vio a Alisha salir de casa y se despidió con la mano cuando sonó el claxon en su dirección en señal de despedida. Notó que ya no había ningún carro en casa de los Schmidt lo que significaba que Rain había quedado sola... no le sorprendió, él sabía que ella prefería quedarse encerrada a salir con sus hermanos o padres.

No sabe cuántos minutos después pasaron, pero justo cuando pretendía parar y entrar a su casa el sonido de algo quebrándose a la distancia hizo que se detuviera a mirar a la ventana de Rain.

A los pocos segundos vio que Einstein subió a la cornisa baja de la ventana y corría las cortinas con su boca haciendo así que Will pudiera verlo con claridad. Seguidamente comenzó a golpetear el cristal con sus patas delanteras.

Will se acercó mucho dejando el balón sobre el césped de los Schmidt viendo que Einstein maullaba de forma muy alta, casi chillando por auxilio.

El corazón del chico comenzó a latir fuertemente temiendo por Rain, así que hizo lo único que se le pudo ocurrir: correr a su casa en pánico buscando a sus padres por apoyo.

—¡Papá! —gritó al ser el primero que vio—. Creo que Rain se ha accidentado y está sola, ¿dónde están tus herramientas? ¡Tenemos que entrar a esa casa!

—¿Qué? —el hombre se levantó del sofá—. ¡Carla! Busca el teléfono, llama al 911.

—¿Qué está pasando? —preguntó la mujer con miedo al salir de la cocina.

—¡Papá! —Will gritó—. ¡Tus herramientas!

—En el garaje. Vamos.

Juntos corrieron hasta el garaje mientras Carla hacía la cruz con su mano en señal de preocupación y plegaria al cielo. Procedió a caminar apurada a la cocina en busca del teléfono inalámbrico rogando que nada grave estuviera pasando.

Will tomó el hacha y Theodore un martillo. Salieron de la casa hasta la de sus vecinos siendo Will el que comenzó a estrellar el hacha con fuerza en la puerta principal. Los maullidos desesperados de Einstein no cesaron en ningún momento desde la ventana, cosa que logró preocupar aún más a Will.

Carla llegó hasta ellos con el teléfono en mano y los números solo esperando a ser marcados. Primero tenían que estar seguros de que era una emergencia verdadera.

La puerta cedió luego de cinco hachazos. Will arrojó la herramienta en una esquina del lugar y procedió a correr por las escaleras siendo seguido por sus padres. Sentía el sudor en su frente correr frío y los maullidos de Einstein siendo más fuertes no ayudaban a su acelerado corazón.

—¡RAIN! —gritó asustado al estar en la habitación.

Había vidrios rotos, por la taza de té, y Rain estaba tirada a los pies de su escritorio inconsciente mientras la silla se hallaba volcada a su costado.

Se arrodilló a su lado tomándola entre sus brazos y mirando el rostro pálido de la chica. Instantáneamente lágrimas se agolparon en sus ojos y el miedo creció en él como una segunda piel.

Cuando sus padres entraron a la habitación lo único que Will pudo decir fue—: ¡Llamen por una ambulancia ya! 

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