25. Total desastre
Siete días pasaron desde que la decisión de ser amigos fue tomada y aunque las cosas parecen marchar normales entre Will y Rain, Logan podría tener su comentario al respecto ya que había llegado al límite de su paciencia. No soportaba un segundo más el ver a su amigo con los ánimos por el piso, fingiendo que todo estaba bien y siendo un total desastre en la cancha de baloncesto.
La mente de Will no había estado en su lugar y en las prácticas de entrenamiento perdía los pases, sumando que no hacía el mínimo esfuerzo por jugar bien ni siquiera medio partido.
—¡En tres días tenemos el gran partido contra los Halcones y nuestro capitán parece más la mascota del equipo que nuestro jugador estrella! —Logan comenzó a picar el balón frente a Will y preguntó—: ¿Cuánto más vas a llorar por los rincones a causa de esta chica?
—¿Acaso me ves llorando? —la sola idea de eso hizo que Will sintiera su estómago estrujarse.
—Entonces concéntrate y encesta este balón —Logan se lo arrojó con fuerza y Will lo atrapó viendo el rostro serio de su mejor amigo que movía la cabeza en dirección al aro al final de la cancha.
Como Logan imaginó, Will perdió el tiro por mucho. El balón ni siquiera se acercó al aro.
—¡Qué desgracia! Seremos la burla del instituto que ha puesto todas sus esperanzas en el equipo de baloncesto y lo peor no es eso... Lo peor es que soy tu mejor amigo y si tú eres un perdedor eso me hace perdedor por asociación.
—Por piedad, Logan, ya dame un respiro.
—No puedo —el pelinegro negó y tomó el segundo balón que había traído a la práctica privada que estaban teniendo en la cancha de baloncesto del parque—. No nos vamos de aquí hasta que anotes por lo menos un tiro.
Will le quitó el balón a su amigo de las manos y sin dejar de verlo fijamente estiró su brazo y lanzó el balón por los aires haciendo que este entrara en el aro de forma perfecta sin siquiera ver.
—¿Nos vamos ya? —preguntó Will.
Logan abre su boca en una perfecta O al ver que después de todo los talentos del chico no habían sido succionados por su depresión.
Mientras Will proseguía a salir del lugar, Logan corrió a buscar los dos balones y una vez en mano alcanzó a su mejor amigo en la salida del parque.
—¡Will! —reclamó Logan.
—Ganaremos ese partido, amigo, lo sabes, ya deja de fastidiar con lo mismo.
—No lo haré, ¿sabes por qué? porque me preocupas —respondió en voz baja—. Así que sígueme —Logan comenzó a caminar más de prisa siendo ahora el que dirige el camino y de mala gana Will le siguió.
Cruzaron la carretera y llegaron a la gran plaza frente al parque donde Logan pensó que por obra divina y quizás suerte celestial, el consultorio de Theodore Roberts estaba ubicado.
Apenas entró al lugar dejó los dos balones sobre el mostrador de la recepción y la secretaria se levantó de su silla con una expresión confusa.
—Es una emergencia, mujer, no estamos en la agenda. —Logan habló antes de que ella pudiera decir algo.
—Lo siento tanto, no le digas a mi papá que entramos así de irrespetuosos al lugar —pidió Will y bajó los balones al suelo. Seguido vio como Logan entró por un pasillo y maldijo entre dientes mientras lo perseguía.
Fue tarde cuando lo pescó ya que Logan había abierto la puerta del consultorio de Theodore.
—Repárelo, señor Roberts —ordenó Logan en cuanto entró al consultorio de un solo golpe y señaló a Will que apareció veloz a su lado—. Tenemos un importante partido de baloncesto en tres días y lo único que nuestro capitán ha hecho en todas las prácticas es ser miserable por las esquinas. Dice que está bien pero no es verdad. Repare a su hijo. ¡Repárelo ahora!
Theodore se quitó los anteojos y miró a Logan de forma incrédula al decir—: ¿No ven que estoy en medio de una sesión?
Will notó el familiar rostro y cabello rizado de la chica sentada en el gran sofá y seguido miró a su amigo con ojos entrecerrados.
—Con Rain —dijo Will en un susurro cargado de vergüenza.
—Oh —Logan abrió los ojos y dio dos pasos al frente—. Así que tú eres a la que debo culpar por esta desdicha —la señaló con el dedo acusador.
—Tienes que hacer fila —respondió ella de forma cortante y se cruzó de brazos—. Muchos tienen cosas por las cuales culparme.
—Ya vámonos, Logan —Will lo jaló de la camiseta para sacarlo del lugar.
—¡Tú y yo no hemos terminado, jovencita! —gritó el pelinegro mientras era prácticamente arrastrado fuera—. ¡Rompiste a mi mejor amigo!
—¡Te amo, papá! —gritó Will a lo lejos con esperanza de no ser castigado luego por esta impertinente interrupción en el consultorio de su padre.
—¿Dónde estábamos? —preguntó Theodore al volverse a poner sus anteojos y mirar sus notas.
—Las pesadillas —susurró Rain y se alisó el pantalón de forma nerviosa—. Son cada vez más constantes y creo que poco a poco me están siguiendo a la realidad. Ya no puedo hacer nada tranquila, siento que hay alguien sobre mi hombro todo el tiempo.
—Puedo recetarte pastillas para dormir. Personalmente no soy fanático de estos fármacos y recomiendo remediar el estrés y problemas de insomnio con otras alternativas, pero no sé... dado a tu historial con las pastillas.
Theodore ya había sido advertido por Alisha Schmidt que Rain siempre arrojaba las pastillas al basurero o las perdía, como pasó con la mudanza y fue parte del motivo de su último castigo.
—Las tomaré —se apresuró a decir Rain—. Prometo que seré cuidadosa y no las voy a arrojar a la basura... O perder.
—Recuerda que ya estás tomando estabilizadores. No puedes excederte con las pastillas, no todos los organismos metabolizan y reaccionan igual, por eso no sé qué tanta eficiencia pueda tener esta para ayudarte a conciliar el sueño.
—Señor Roberts, estoy dispuesta a hacer lo que sea por estar mejor. Solo quiero que las pesadillas paren. Tiene que ayudarme.
Theodore miró el terror en los ojos de la chica y no le quedó más remedio que asentir.
—De acuerdo, Rain, todo sea para que estés mejor.
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